En Fergunson se rebelan contra el desprecio racial y de clase
28/11/2014
- Opinión
Las administraciones norteamericanas han sustentado su poder imperial en base al miedo y cuando éste recurso bien tratado desde el ángulo sociopsicológico no les da resultados fructíferos, hacen uso de su mortífero poder de fuego para lograr la sumisión de sus adversarios y enemigos.
Lo expresado anteriormente, no es sólo la relación hacia otras naciones, es que a nivel interno el control social del Estado es férreo, racial, excluyente y discriminatorio muy a pesar de la condición de la piel del presidente de ese vasto país, donde hay un poder dual, el sistema de partido republicano y demócrata pero en el que, quien a ciencia cierta gobierna es el complejo militar industrial, donde se expresa el poder de clases de la 1.000 familias más ricas de EE.UU.
La justificación del proceder imperial de EE.UU es que alega ante su propia población la amenaza de una guerra externa, la hipersensibilidad de ser invadidos, del aniquilamiento interno por la coalición de fuerzas militares externas, toda esa psicosis de guerra lleva a su propia población al paroxismo de agredir, agredir, antes de ser agredidos y de esta manera la población ejecuta los planes de los sectores económicos conjuntados en el Complejo Militar Industrial cuyo propósito es dinamizar su propia economía e impulsar planes financieros a través de la guerra y más guerras.
Con estudiados y sofisticados códigos policiales, militares y de más de una centena de servicios de inteligencia ejercen el control social interno pero esos servicios policiales, militares y de inteligencia son estimulados en base al miedo que se convierte en carburante de las reacciones desmedidas en las actuaciones de dichos servicios que ven, de forma maniática, enemigos por todas partes. Esto conlleva a que cada participantes de los entes mencionados pretenda salvar y conservar su vida, por lo que, para resolver cualquier controversia y de forma alevosa, se acuda a la violencia intensiva en todas sus expresiones. Sin embargo, en una sociedad excluyente, discriminatoria y estamental como la sociedad norteamericana, cualquier foco de insatisfacción es sofocado ipso facto con la violencia para establecer precedentes de control social y evitar, por cualquier medio, las ondas expansivas de las exigencias socio-reivindicativas. Porque de inmediato se impone el férreo puño del Estado opresor y clasista burgués, porque no se puede pretender y dominar al mundo, con focos internos contestatarios, porque esas actuaciones perturbarían y perturban la concepción imperialista. Por eso es que vemos la cultura y las más diversas estrategias de entretenimiento, diversión y ocio que rayan en las excentricidades, en lo grotesco, derroche de ostentación, en lo fastuoso, en lo fashion para narcotizar y mediatizar con pan y vino la consciencia de la sociedad norteamericana, además apelan al heroísmo y paranoia tecnológica para deslumbrar a propios y extraños y creerse superiores y predestinado para dirigir el mundo.
En EE.UU por la libre, hay ventas de armas en todos sus calibres y modalidades, y las ventas y las adquisiciones están hechas para enfrentar un supuesto enemigo. Y las situaciones se van de las manos institucionales porque la Asociación de ventas de armas es un poderoso gremio cuyo alcance tiene la capacidad -a través delos lobby- de bloquear cualquier interesante iniciativa regulatoria de venta y trasiego de armamentos.
Lo ocurrido en escuelas, liceos y universidades norteamericanas es catastrófico. Algunos integrantes de esas comunidades, víctimas de fuertes desequilibrios psico-emocionales, acometen actuaciones que son descritas como matanzas a sus propios compañeros de estudio o de trabajo, reflejándose las complejas formas de vida de sociedades represadas, reprimidas, y desniveles en las expectativas de vida, cuyas frustraciones y sinsabores son resueltas o traen como desenlace pérdidas significativas de vidas.
Además, el sistema judicial es discriminatorio ya que sin pudor alguno se tipifica y culpabiliza a las personas por su color de piel. Si Ud. observa las fotos de los exculpados, todos son de color, e igual pasa con los atletas que llenan de gloria a su país, pero aún así persiste la segregación interna, algo similar pasa con los militares, especialmente de los rangos intermedios y bajos.
En el caso del asesinato del joven negro en Fergunson cuyo culpable, es un policía blanco, que sin mayores miramiento le segó la vida a un joven adolescente y afirma que lo volvería hacer, lo cierto que todo está por verse, la repulsa no es solamente dentro de EE.UU, ya que los habitantes de ciudades de otros países sus habitantes se suman a la indignación que recorre a EE.UU.
Los estamentos gubernamentales se jactan de afirmar que en EE.UU se vive una democracia, democracia bien extraña.
Gaspar Velásquez Morillo
Facebook / Gapar Velásquez Morillo
@gasparvelasquez
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