El más empobrecido del continente
07/12/2012
- Opinión
Haití, el país más pobre del continente americano, el primero en abolir la esclavitud, el primero en independizarse gracias a una revolución de esclavos, y también el primero del hemisferio en aceptar una deuda con Francia a raíz de su independencia, una millonaria deuda que no terminaría de pagar hasta 1938.
Haití fue invadido por Estados Unidos desde 1915 hasta 1934; sometido desde 1957 a una dictadura de casi 3 décadas por la familia Duvalier. Haití fue saqueado por enésima vez, su sector agrícola destruido, invadido por importaciones de productos baratos, acogido al “libre comercio”. Haití era productor de arroz, ahora es el mayor importador de arroz del mundo per cápita. Casi la totalidad viene de EE.UU.
Desde 1987, Haití ha sufrido 2 golpes de Estado apoyados y orquestados por Estados Unidos, ambos con el fin de deponer al primer presidente elegido democráticamente de tierras haitianas. El último fue en 2004, cuando Francia y Canadá se aliaron con los gringos para enviar al presidente Aristide a la República Centroafricana. Desde entonces, Haití ha sido ocupado por las fuerzas de las Naciones Unidas, la llamada Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH).
En 2010, después de que el terremoto del 12 de enero se llevara 200 mil vidas y destruyera el 80% de Puerto Príncipe, las tropas de la MINUSTAH se reproducían por las destrozadas calles. En octubre de ese mismo año, tropas de las Naciones Unidas procedentes de Nepal aterrizaban el cólera –a través de sus excrementos– en un arroyo en la ciudad de Mirebalais, a 60 kilómetros de la capital.
Diversas investigaciones médicas han identificado a milicias de la MINUSTAH como la fuente del patógeno. Por más de un siglo el cólera había sido desconocido en Haití. Factores climáticos, de higiene, el desastre acaecido con el terremoto, junto con que este país tiene los peores servicios de saneamiento del hemisferio generaron un caldo de cultivo propicio para que esta enfermedad se convirtiera en una pandemia y matara, hasta el día de hoy, a 7.600 personas y afectara a más de medio millón de haitianos. La Organización Mundial de la Salud afirmó que los casos de cólera en Haití en 2011 fueron más que los del total del resto del mundo ese mismo año.
La ONU no ha aceptado su culpa, a pesar de las fehacientes pruebas que existen de ello, a pesar de los numerosos estudios que lo certifican (uno de ellos hecho por el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU.) y de los importantes especialistas que lo avalan (muchos de ellos de la OMS). En 2011 un grupo de abogados y activistas presentaron una denuncia ante la sede de las Naciones Unidas representando a 7 mil demandantes. Reclaman indemnizaciones para las familias de las víctimas, piden a las Naciones Unidas invertir al menos 750 millones de dólares en infraestructuras de agua potable y alcantarillado. Exigen justicia en los numerosos casos de violación, asesinato y pederastia que incriminan a la MINUSTAH, la misma que continúa ocupando Haití, un país que no está en guerra pero vive invadido ilegítimamente por militares.
Anualmente, el mantenimiento de la MINUSTAH en Haití cuesta 800 millones de dólares. En lugar de invertir dinero en esas tropas que aterrorizan al país y embargan la soberanía del pueblo, las Naciones Unidas podría reconstruir totalmente el alcantarillado del país con ese mismo monto, tal como algunos cálculos señalan. Con esa misma cantidad también se podrían construir 61 mil casas al año para los miles de desplazados. Se podrían reubicar a esas 390 mil personas que aún viven en campamentos desde el terremoto; se podrían elaborar políticas de infancia para que esos 24 mil niños que viven en orfanatos teniendo padres, puedan aspirar a una vida digna.
Haití, además de haber sido abandonado, yace ocupado. La ocupación no solo ha traído miedo, sino que ha firmado miles de sentencias de muerte, sentencias causadas por el cólera, enfermedad antes desconocida en la isla. Es curioso que la ONU, el organismo al que algunos se refieren al hablar de Derechos Humanos, sea el responsable de este crimen contra la población haitiana. Sería de justicia que las Naciones Unidas y sus países integrantes se hicieran cargo de que Haití tuviese servicios de saneamiento y agua potable, y no más ejército.
Sería de justicia que los haitianos puedan acceder a un sistema de alcantarillado y agua potable ya, no a lo largo de 10 años, tal como aparece en la petición que el gobierno Haitiano, las Naciones Unidas y otras organizaciones emitieron la semana pasada.
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