Humala: las “prioridades de Santa Fe” y la “gran transformación”
11/06/2012
- Opinión
Se denominan “Documentos de Santa Fe” a los informes producidos por expertos al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus iniciales en inglés). Habilitan de información estratégica al Departamento de Estado norteamericano para la toma de decisiones en asuntos de política exterior, producción, comercio, medio ambiente, educación, medios de información y acciones especiales, orientadas a prever y/o frenar las amenazas a la seguridad nacional norteamericana en los países de América latina.
Desde la década de los 80’ a la actualidad, se han producido cuatro de estos informes. Cada uno está abocado al análisis y enjuiciamiento de la situación económica, política, educativa, comercial, industrial, medioambiental, e ideológica del continente. A enjuiciar las amenazas que se ciernen sobre la seguridad y estabilidad del subcontinente latinoamericano, considerado como subcontinente geoestratégico político y militar de pertenencia norteamericana, desde la “Doctrina Monroe” y dentro del mandato del “Destino Manifiesto”.
A diferencia de otros think tank, el de la CIA, está constituido por funcionarios de primer nivel con largos períodos de permanencia en países del tercer mundo. Sus enfoques se nutren de los antecedentes y experiencia de sus redactores. Todos ellos conocedores en profundidad del acontecer social de nuestros pueblos desde cargos al interior de la tecnocracia oficial estadounidense, altos mandos en el servicio de “ayuda militar y humanitaria”, los servicios de inteligencia y el cuerpo diplomático; investigadores “independientes”, dueños de negocios privados, periodistas especializados. Los informantes y proveedores nativos de datos, se cuentan entre los altos mandos de las fuerzas armadas, de la iglesia, las universidades, las ONGs, el periodismo, las instituciones del gobierno.
Los “Documentos de Santa Fe” sientan las “prioridades” que el pensamiento ultraconservador republicano de los EEUU, establece como pauta para asegurar la hegemonía norteamericana en América latina. Sus postulados básicos constituyen la esencia de la “gran transformación” del humalismo gobernante en el Perú, y están contenidos en su “hoja de ruta” [i].
· Recomponer o instalar gobiernos “aliados” de los Estados Unidos con poca o ninguna capacidad de gestión independiente y soberana, abiertos a la ingerencia directa de asesores y funcionarios instalados en el aparato civil y militar de los gobiernos de América latina directamente controlados por las embajadas norteamericanas. En el caso peruano, es ya rutinario encargar el ministerio de economía a funcionarios o asesores vinculados al FMI, el BM o el BID; así como entregar a éstas instituciones y a la USAID, la NED, el IRI, el manejo de los programas y proyectos gubernamentales en educación, salud, cultivos alternativos a la coca, medio ambiente, investigación, tecnología, universidades, medios de información, poderes del Estado, partidos políticos, centros de investigación, ONGs. En la “gran transformación” del ex-comandante Ollanta Humala, los ministerios de economía, educación, desarrollo e inclusión social, por citar tres, tienen como ministros a profesionales que han trabajado directamente para el BM, la USAID, el BID o han sido beneficiarios de los financiamientos otorgados a las ONGs e instituciones a las que pertenecen (Foro educativo, Consejo nacional de educación, Instituto de estudios peruanos). En general, todos los actuales ministros y altos funcionarios de la administración pública se han beneficiado de los fondos que distribuyen esas instituciones financieras para asegurar el capital humano que garantice, desde el llamado “régimen permanente”, la institucionalidad del mercado, la libre empresa y la seguridad nacional de los Estados Unidos en nuestro territorio.
· Promover e implementar programas de ajuste y reformas económicas neoliberales que faciliten la inversión extranjera debilitando la capacidad empresarial local a fin de permitir su absorción o disolución. En la “gran transformación”, la prioridad son las inversiones norteamericanas, canadienses, japonesas, surcoreanas, chilenas, colombianas, mexicanas, dentro del marco de la alianza Asia-Pacífico.
· Neutralizar la posibilidad de ascenso a niveles de gobierno, de fuerzas progresistas. En general, de cualquier movimiento o posición crítica al modelo neoliberal, incluyendo sindicatos, movimientos regionales o locales reinvidicatorios, profesionales y políticos, prensa crítica de oposición. Favorecer, en su lugar, movimientos, partidos, organizaciones, prensa escrita, radio y TV defensoras de la inversión extranjera, la democracia representativa, el estado de derecho, la propiedad privada, la educación de calidad centrada en valores.
· Favorecer y financiar el “populismo de derecha o estatal”, para la “inclusión social” y “erradicar” la pobreza, a través de obras de infraestructura vial, agua, luz, escuelas, vivienda, asistencia médica, microcrédito, trabajo temporal. Medidas concebidas para evitar el cuestionamiento del modelo macro económico de crecimiento centrado en la exportación primaria, la inversión directa extranjera y dejar intocado el problema de la redistribución del ingreso. En esta perspectiva se sitúan, los programas del nuevo ministerio de inclusión social, del de producción, educación, mimdes, agricultura, salud, como “cuna más”, “beca 18”, “pensión 65”, “Juntos”, “nuevo Pronaa” y todo lo que en la jerga conservadora de la llamada “focalización”, se identifica como “programas sociales” de claro carácter asistencialista y desmovilizador, y orientados a empobrecer aún más a los pobres.
· Fortalecer la presencia militar norteamericana directa o a través del financiamiento de compañías y grupos paramilitares para apoyar la lucha contra el “narcoterrorismo”. Dentro de esta prioridad se ubican los “acciones cívicas y humanitarias” que el Comando Sur de los Estados Unidos ha venido ejecutando en el Perú. Con la “gran transformación” estas acciones se han multiplicado y cuentan con la presencia de la embajadora norteamericana en los actos de instalación. Estas “acciones cívicas y humanitarias” toman diferente nombre de acuerdo con el lugar donde se realicen: “”Promesa continua”, en las provincias de Lima e Ica, “Nuevos horizontes” en Ayacucho, por ejemplo. Todas están a cargo de militares norteamericanos que brindan “servicios” a la comunidad, desde trabajos de carpintería y albañilería, instalaciones y atención médica. Pero la “gran transformación”, ha avanzado aún más en el cumplimiento de la prioridad que asegure la presencia miliar en nuestro territorio. Actualmente, se vienen instalando los llamados “Centros de Operaciones de Emergencia Regional” (COER), impulsados, financiados y manejados también por el Comando Sur de los Estados Unidos, en diferentes regiones del norte, centro y oriente peruano. Tanto las “acciones humanitarias”, como los COER, constituyen los avances de auténticas bases militares norteamericanas en nuestro territorio. Para consolidar los acuerdos orientados en este sentido, y que harán del Perú el nuevo escenario militar norteamericano para la agresión y el terrorismo en la región, hace poco estuvo en el Perú el Secretario de Defensa de los Estados Unidos León Panetta y se entrevistó con el presidente Humala. (Recordemos que en América latina ya son más de 22 las bases militares norteamericanas actualmente existentes).
· Alterar las bases de la cultura y la identidad nacional a través de obras de reconstrucción de las ciudades, siguiendo patrones importados de infraestructura vial y arquitectónicos, que se corresponden con ciudades norteamericanas de gran extensión, edificadas sobre territorios usurpados. Esto viene ocurriendo con la “modernización” de Lima, durante las gestiones de Castañeda Lossio y de la actual alcaldesa Villarán. La “gran transformación” los impulsa en diferentes lugares del Perú, desde el gobierno central y a través de los gobiernos regionales, con la consiguiente pérdida de identidad de ciudades y pueblos, ahora convertidos en la versión “chicha” de la modernidad.
· Introducir en la población y especialmente en los estudiantes la cultura y costumbres norteamericanas a través de la educación y los medios de comunicación e información (escuelas, centros de idiomas, universidades, libros, revistas, música, radio, televisión, Internet y tecnología artefactual). Dentro de esta prioridad, se ubica todo cuanto se refiere a las políticas, planes, programas y proyectos que define el Banco Mundial y financian los bancos integrantes de su grupo, el BID y USAID. Su ejecución corre a cargo del ministerio de educación, el consejo nacional de educación y otros ministerios. Están igualmente todas las programas y proyectos que ejecuta directamente la USAID, como el proyecto “Aprendes”; y, los que realizan todas las mineras asentadas en nuestro territorio como parte de su “responsabilidad social”. Constituyen procesos acelerados de desarraigo local y desculturización colectiva, a través de los libros, cuadernos, materiales y medios que producen y de la alienación de maestros y padres de familia en acciones de “capacitación”. Todo, como parte de la “revolución educativa” del gobierno de la “gran transformación”.
Alentar la propagación de religiones evangélicas fundamentalistas provenientes de los EEUU (adventistas, mormones, testigos de Jehová, bautistas y otros), a través de la construcción de inmuebles, locales, estadios, clínicas, instituciones educativas, universidades; compra o alquiler de espacios radiales, televisivos, páginas web, blogs, grupos musicales, emisoras, producción masiva de música en todos los géneros y formatos, equipos, folletos, ropa; del convencimiento cara a cara, puerta a puerta; y de la congregación masiva en eventos de adoctrinamiento y activismo religioso.
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