Más transgénicos en Puerto Rico

11/08/2011
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La empresa estadounidense Monsanto, la mayor compañía de semillas del mundo e indiscutible líder mundial en la biotecnología agrícola, anunció en junio que aumentará la envergadura de sus operaciones en Puerto Rico. Específicamente, la compañía se dispone a invertir $4.3 millones en la construcción de un laboratorio de 20 mil pies cuadrados en Juana Díaz para desarrollar semillas de maíz y algodón. Sin duda alguna se trata de semillas transgénicas, ya que Monsanto gasta el grueso de su presupuesto de investigación y desarrollo en esta tecnología. El anuncio fue hecho en Washington DC durante la conferencia anual de la Biotechnology Industry Organization, asociación de la industria biotecnológica. El director ejecutivo de la Compañía de Fomento Industrial José Pérez Riera y el secretario de agricultura Javier Rivera Aquino estaban en la convención acompañando con aires de celebración a Juan Santiago, jefe de operaciones de Monsanto en Puerto Rico, mientras hacía el anuncio.
 
Pioneer Hi Bred, competidor de Monsanto en el negocio de cultivos transgénicos, no se queda atrás. En ese mismo mes inauguró en el municipio de Salinas un laboratorio de semillas de 22 mil pies cuadrados. Pioneer, que está en Puerto Rico desde 1989, es subsidiaria de la multinacional Dupont desde 1999. El gigante corporativo Dupont-Pioneer fue la compañía de semillas más grande del mundo hasta 2005, cuando Monsanto le superó al comprar la empresa de semillas mexicana Seminis por $1,400 millones.
 
El propio gobernador Fortuño se presentó a la festiva inauguración del laboratorio de Pioneer y colmó de elogios a las compañías de biotecnología agrícola que tienen operaciones en la isla. “Puerto Rico es el lugar idóneo para el desarrollo de investigación bioagrícola. La isla cuenta con un marco regulatorio afín con Estados Unidos, un sistema de transportación eficiente, temporadas de siembra durante todo el año, incentivos económicos noveles y disponibilidad de mano de obra altamente educada”, dijo el gobernador en la ocasión.
 
¿Y qué tiene todo esto de malo?
 
Los productos transgénicos son objeto de una acalorada controversia alrededor del mundo, en la que participan desde doctores y científicos hasta movimientos campesinos, organismos internacionales y líderes políticos, y que ha llegado a arrestos, violenta represión y la persecución de científicos que han tenido la osadía de contradecir el discurso oficialista sobre la biotecnología. Desde la década de los 90 este debate ha producido numerosos libros, reportajes de prensa y televisión, documentales de corto y largo metraje, simposios científicos, contenciosas negociaciones internacionales, y hasta marchas de protesta y desobediencia civil.
 
Entiéndase por transgénico un organismo a cuyo código genético se le han insertado genes de otra especie mediante ingeniería genética, o transgénesis. La ingeniería genética derriba barreras celulares para hacer combinaciones genéticas que nunca pudieron haberse dado en la naturaleza, y se usa en la agricultura y alimentos desde la década de los 90. Actualmente hay decenas de millones de hectáreas sembradas de cultivos transgénicos en el mundo, la gran mayoría de ellos en cuatro países: Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina. Casi todos son de soya (que en Argentina le dicen soja) y maíz, y el resto es mayormente algodón y canola (colza).
 
Estos cultivos no fueron alterados genéticamente para rendir más, ni para ser más nutritivos, ni para reducir el uso de agroquímicos tóxicos. La mayoría fueron alterados para ser inmunes al herbicida Roundup, producto de Monsanto, y se les conoce como cultivos Roundup Ready. Los demás producen su propio pesticida, y se les llaman cultivos Bt. Esta soya y maíz se utilizan para hacer, entre otras cosas, harina, almidón, aceite de cocinar, endulzadores (como el infame high fructose corn syrup), biocombustibles, y comida para alimentar los animales de finca que nos dan carne, lácteos y huevos.
 
¿Herbicida seguro?
 
De más está decir que los alimentos derivados de cultivos Roundup Ready deben tener trazas sustanciales de Roundup. ¿Cuán seguro es ese herbicida para consumo humano?
 
El pasado mes de junio un grupo internacional de científicos e investigadores agrupados bajo la organización Earth Open Source publicaron un informe titulado “Roundup and Birth Defects: Is the Public Being Kept In The Dark?. El informe dice que tan temprano como la década de los 80 Monsanto sabía que el glifosato, ingrediente activo de Roundup, causaba defectos de nacimiento en animales de laboratorio; que el gobierno alemán tenía esta información al menos desde 1998; que para 1999 el panel de expertos científicos de la Unión Europea sabía que el glifosato causaba malformaciones; y que la Comisión Europea tenía toda esta información en 2002, y aun así aprobó el uso del agroquímico. Todas estas instituciones encubrieron la información.
 
En 2010 la revista científica Chemical Research in Toxicology publicó un estudio revisado por los pares, escrito por el embriólogo argentino Andrés Carrasco, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, que determina que el glifosato es extremadamente tóxico a embriones de anfibios aún en dosis mucho menores (hasta 1,540 veces menores) que las utilizadas en las fumigaciones agrícolas. ¡Y en Argentina se siembran más de 20 millones de hectáreas (más de la mitad de las tierras agrícolas del país) con soya Roundup Ready y se le aplican sobre 200 millones de litros de glifosato al año!
 
En agosto del año pasado se celebró en Argentina el Primer Encuentro Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados, en el cual los científicos, investigadores y académicos participantes emitieron una carta abierta a los gremios del agronegocio, de la cual citamos a continuación:
 
“Los cánceres y otras enfermedades severas son detectadas con más frecuencia ahora. Al igual que los abortos espontáneos, trastornos de fertilidad y nacimiento de hijos con malformaciones congénitas que encontramos con índices muy elevados. Y que los trastornos respiratorios, endocrinos, hematológicos, neurológicos y psíquicos son, también ahora, mucho más frecuentes en las poblaciones sistemáticamente fumigadas. Fumigadas porque comparten el mismo espacio geográfico que los cultivos agroindustriales y transgénicos que ustedes explotan.
 
…Nosotros, los médicos y demás miembros de los equipos de salud, los investigadores, científicos y académicos que analizamos este problema, no creemos es más, estamos seguros que los crecientes padecimientos en la salud de los habitantes de los pueblos fumigados son generados por las fumigaciones que ustedes realizan.”
 
Es necesario reconocer la labor del Grupo de Reflexión Rural de Argentina, el cual por años documentó estos horrores.
 
“Hace tiempo, el Grupo de Reflexión Rural se tomó el trabajo de recoger información sobre los impactos del glifosato en diversas poblaciones argentinas: entre otros lugares, del barrio Ituzaingó, en Córdoba, a Las Petacas, en Santa Fe, y de San Lorenzo, también en Santa Fe, a Los Toldos, en Buenos Aires. En cada una de esas poblaciones se detectaron situaciones dramáticas. Y precisamente en el barrio Ituzaingó… se produjeron doscientos casos de cáncer para una población de apenas cinco mil habitantes, además de malformaciones entre los recién nacidos. Ituzaingó es una población rodeada de campos de soja sistemáticamente fumigados. El rocío de esas fumigaciones llegaba hasta la puerta de las casas.
 
En 2008 Chemical Research in Toxicology publicó un estudio del francés Giles-Eric Seralini, especialista en biología molecular y docente de la Universidad de Caen, que indica que el Roundup es letal para células humanas. Según su investigación, dosis muy por debajo de las utilizadas en los cultivos de soya provocan la muerte celular en pocas horas.
 
“Aún en dosis diluidas mil veces, los herbicidas Roundup estimulan la muerte de las células de embriones humanos, lo que podría provocar malformaciones, abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción, además de distintos tipos de cánceres”, declaró Seralini al periódico argentino Página/12.
 
En 2005 Seralini ya había confirmado que el Roundup provoca efectos tóxicos en células de la placenta humana y embriones aún en dosis muy bajas, en un estudio que publicó Environmental Health Perspectives. El herbicida mata una gran proporción de esas células después de sólo 18 horas de exposición a concentraciones menores que las utilizadas en el uso agrícola.
 
“También resaltaba que en soluciones entre 10 mil y 100 mil veces más diluidas que las del producto comercial ya no mataba las células, pero bloqueaba su producción de hormonas sexuales, lo que podría provocar en fetos dificultades en el desarrollo de huesos y el sistema reproductivo. Alertaba sobre la posibilidad de que el herbicida sea perturbador endocrino y, por sobre todo, instaba a la realización de nuevos estudios.”
 
El estudio de Seralini en Chemical Research in Toxicology se enfocó en células humanas del cordón umbilical, embrionarias y de la placenta. Las células murieron en las 24 horas de exposición a las variedades de Roundup. “Se estudió el mecanismo de acción celular frente a cuatro formulaciones diferentes de Roundup (Express, Bioforce o Extra, Gran Travaux y Gran Travaux Plus). Los resultados muestran que los cuatro herbicidas Roundup, y el glifosato puro, causan muerte celular. Confirmado por la morfología de las células después del tratamiento se determina que, incluso a las más bajas concentraciones, causa importante muerte celular”, denuncia en la publicación.
 
Pesticida transgénico
 
Las compañías de biotecnología nos aseguran que la toxina generada por los cultivos transgénicos Bt es inofensiva a seres humanos y que se disuelve en el sistema digestivo humano. Hoy sabemos que eso no es cierto.
 
Doctores en el hospital universitario de Sherbrooke en Quebec, Canadá, hallaron la toxina Bt en la sangre de mujeres embarazadas y sus fetos, al igual que en mujeres no embarazadas. Específicamente, el estudio encontró la toxina en 93% de 30 mujeres embarazadas, y en la sangre umbilical en 80% de los fetos, y 67% de 39 mujeres no embarazadas. El estudio ha sido aceptado para publicación en Reproductive Toxicology.
 
Una investigación subvencionada por el gobierno italiano publicada en 2008 encontró que ratones alimentados con el maíz Bt de Monsanto tuvieron anticuerpos IgG e IgE elevados, algo típicamente asociado a alergias e infecciones. Tenían además índices anormalmente elevados de interleukinas, lo cual está asociado a varias enfermedades en humanos, desde artritis reumatoide y osteoporosis hasta esclerosis múltiple y Lou Gehrig’s. Los ratones tenían además niveles elevados de células T gama delta, que están asociados con asma, alergias a alimentos y artritis juvenil.
 
El insecticida de los cultivos Bt es la versión transgénica de una toxina natural producida por la bacteria Bacillus thuringiensis, cuya presencia en los suelos es muy común. El Bt natural ha sido usado como pesticida en la agricultura orgánica desde hace varias décadas. Las compañías de biotecnología nos aseguran que este pesticida en su forma natural, como se utiliza en la agricultura convencional y orgánica, es seguro y que por lo tanto su variante transgénica debe ser segura también. Pero hoy sabemos que la toxina Bt en su forma natural también tiene riesgos.
 
Según estudios publicados en literatura científica revisada por los pares (Vazquez et al), ratas de laboratorio alimentadas con toxina Bt natural sufrieron daños en sus tejidos y desarrollaron respuestas inmunológicas tan poderosas como las provocadas por la toxina del cólera, y hasta empezaron a tener reacciones adversas a alimentos que anteriormente podían consumir sin problema alguno. También se han documentado reacciones adversas en seres humanos. En 1999 Environmental Health Perspectives publicó un estudio por I. L. Bernstein et al. que establece que trabajadores de la agricultura desarrollan reacciones inmunológicas al ser expuestos al Bt natural.
 
En marzo de 2001 el Panel Científico Asesor de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) advirtió que estos estudios sobre animales y seres humanos sugieren que las proteínas Bt pueden ser causantes de alergia. La EPA ignoró el panel, y también ignoró un informe del Departamento de Salud del estado de Washington de 1993 y un estudio publicado en el American Journal of Public Health en 1990 que demuestran que cientas de personas en los estados de Washington y Oregon sufrieron síntomas de alergia tras fumigaciones para erradicar la polilla gitana (gypsy moth).
 
En la India hay miles de trabajadores agrícolas que tienen síntomas parecidos a los documentados en Estados Unidos- lo que todos tienen en común es que trabajan con plantas de algodón transgénico Bt. “Según reportes y expedientes de doctores, hospitales y farmacias, al igual que numerosos reportajes investigativos y estudios de caso, los trabajadores constantemente luchan contra piquiñas y erupciones en la piel; algunos toman anti-histamínicos todos los días para poder ir a trabajar”, según el investigador Jeffrey Smith.
 
Cito a Smith de nuevo:
 
“Cuando dejaron al ganado pastando en plantas de algodón Bt tras la cosecha, miles de ovejas, cabros y búfalos murieron. Numerosos otros se enfermaron. Visité una aldea donde por siete u ocho años habían dejado a su ganado pastar plantas naturales de algodón sin incidente. Pero el 3 de enero de 2008 permitieron sus trece búfalos pastar plantas de algodón Bt por primera vez. Después de una exposición de solo un día murieron todos. La aldea perdió también 26 cabros y ovejas. Un pequeño estudio en Andhra Pradesh reportó que todas las seis ovejas que pastaron en plantas de algodón Bt murieron en un mes, mientras que tres controles que fueron alimentados con plantas de algodón natural no mostraron síntomas adversos.”
 
La información sobre los peligros de los cultivos Bt no es nueva. El 22 de mayo de 2005 el periódico inglés The Independent reportó la existencia de un informe secreto de Monsanto sobre su maíz transgénico Bt Mon 863. Según el informe, de 1,139 páginas, ratas alimentadas con este maíz por trece semanas tuvieron conteos anormalmente altos de células blancas y linfocitos en la sangre, los cuales aumentan en casos de cáncer, envenenamiento o infección; bajos números de reticulocitos (indicio de anemia); pérdida de peso en los riñones (lo cual indica problemas con la presión arterial); necrosis del hígado; niveles elevados de azúcar en la sangre (posiblemente diabetes); y otros síntomas adversos. Portavoces de Monsanto aseguraron que la compañía haría público el informe, pero no lo hizo de buena gana, alegando “confidencialidad”, y al principio sólo publicó un sumario de once páginas. No fue sino hasta que un tribunal alemán ordenó su divulgación unos meses después que el texto entero fue hecho público.
 
Es importante señalar que esta importante información es pública no por la buena fe de Monsanto sino porque algún buen empleado con acceso a documentos confidenciales de la compañía se tomó el riesgo de llevarla a la prensa. De no ser por este héroe anónimo, este Wikileaks de la biotecnología, todavía hoy seríamos felizmente ignorantes sobre los efectos del Mon 863. Cabe preguntarnos entonces, ¿Habrá otros transgénicos nocivos que la industria de biotecnología nos está dando de comer a sabiendas de que son dañinos?
 
Este ha sido un brevísimo compendio de los riesgos a la salud causados por los productos transgénicos que compañías como Monsanto y Dupont están desarrollando en los terrenos agrícolas de Puerto Rico. Para más información les refiero a la página web del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico, un colectivo fundado en 2004 dedicado a alertar la ciudadanía acerca de las implicaciones de los cultivos y productos transgénicos.
 
- Carmelo Ruiz Marrero  es periodista investigativo, educador ambiental y autor de “Balada Transgénica: Biotecnología, Globalización y el Choque de Paradigmas”.
 
 
https://www.alainet.org/en/node/151817?language=es
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