Esperanto: ¿uno de tantos inventos?
26/04/2011
- Opinión
Diversaj nacioj de la mondo konstruas i tiun skulpta on en la nomo de tutmonda patrineco kaj amo kaj la kuraca forto de muziko. Con esta frase comienza el recordado video Teaser con el que Michael Jackson promocionó el lanzamiento de su álbum HIStory: Past, Present and Future, Book I en 1995. En él aparece una gigantesca estatua del propio rey del pop –replicada con el enigmático Coloso, a quien millones de mexicanos vieron alzarse en el Zócalo de la ciudad de México la noche del 15 de septiembre de 2010–. El concepto del video recibió críticas que exaltaban el presunto perfil estalinista y totalitario de Jackson. Nada más alejado de la realidad. La frase arriba referida significa: diversas naciones del mundo construyen esta escultura en el nombre de la maternidad mundial y el amor y la fuerza curativa de la música. La frase original, dicho sea de paso, se encuentra en esperanto, ese idioma artificial surgido de la idea de lograr que la humanidad hablara una misma lengua y lograra, así, resolver sus conflictos.
En la actualidad existen unas 6 mil lenguas en el mundo. Muchas, con el tiempo –explica John McWorther–, desaparecerán, presumiblemente porque serán desplazadas por idiomas dominantes por diversos factores –políticos, económicos, etcétera–.1 Esta situación coloca a las lenguas a la par de los organismos vivos, dado que nacen, crecen, y, eventualmente, mueren. ¿Cómo nace una lengua? O mejor aún ¿cuál es la lengua “madre”, aquella de la que emanan las 6 mil que son habladas en la actualidad? McWorther se ha dado a la tarea de investigar en torno a la lengua de Adán y Eva, pero la dificultad real para dilucidar sus características estriba en la falta de registros por escrito. Ello, por supuesto, no desalienta a los lingu%u0308istas, quienes han tratado de recrear, de diversas formas, la manera en que se comunicaban los primeros seres humanos. Este debate es también importante, porque hay corrientes de especialistas preocupados por preservar –o más bien, registrar– para la posteridad, las lenguas actuales, de manera que en el futuro, los descendientes de cierta comunidad que deseen aprender o por lo menos conocer los rasgos de las lenguas de sus ancestros, puedan hacerlo. Claro que el valor de cada lengua va más allá del simple ejercicio de “preservarla” para la posteridad, dado que no tiene sentido hacer un museo en el que se muestren idiomas “exóticos” descontextualizados de las realidades sociales.
En cualquier caso: la humanidad ha sido testigo del nacimiento, crecimiento y muerte de numerosas lenguas “naturales” a lo largo de la historia. Por “natural” se entiende que se trata de aquellas que no fueron “planeadas”, sino que simple y llanamente surgieron y evolucionaron de cara a las necesidades de comunicación de las sociedades. Sin embargo, hay otra historia, la de las lenguas “artificiales”, las que fueron creadas deliberadamente por “alguien”, por las razones más variadas, desde la simple diversión hasta la búsqueda de la paz mundial. En este último caso se encuentra el esperanto, la más famosa, aunque en modo alguno se trata de la única.
Inventando una lengua
Es una creencia ampliamente compartida por las sociedades que el móvil de cualquier invención parte de las necesidades y las carencias. Así, por ejemplo, el avión fue inventado ante la necesidad de acortar distancias. Otro tanto se puede decir del automóvil. Pero los inventos pueden ser también el resultado de la disponibilidad de recursos. El doctor Percy Spencer, ingeniero al servicio de la empresa Raytheon, creó el horno de microondas cuando estaba probando un tubo al vacío y un dulce que portaba en su bolsillo se derritió. Al hacer pruebas con otros alimentos, descubrió que se calentaban, cocían y/o derretían con el procedimiento. Al final, el horno de microondas vino a resolver la necesidad de preparar alimentos rápidamente, aun cuando antes de su creación existían otros insumos para cocinar.
La invención de una lengua es un proceso semejante a la creación del horno de microondas. Cuando éste vio la luz en 1946, ya existían anafres, fogones y estufas, amén de que yendo muy atrás en la historia humana, con el descubrimiento del fuego, las sociedades lo aplicaron no sólo para ahuyentar a las fieras sino para la cocción de los alimentos. Con las lenguas artificiales, toda proporción guardada, ocurre algo semejante. Con anterioridad a su invención, existían diversas lenguas “naturales” con las que las diversas sociedades se comunicaban. Pero al igual que con el horno de microondas, la invención deliberada de una o varias lenguas se consideraba necesaria, al menos por algunos, en aras de mejorar la comunicación.
La doctora Arika Okrent, en un divertido análisis acerca de la historia de las lenguas inventadas, presenta en orden cronológico 500 de ellas, aunque hay muchas, pero muchas más.2 El registro más antiguo data de 1150 de la era cristiana, a cargo de Hildegard von Binden, inventor de la lingua ignota. En la cronología se observa una proliferación impresionante de lenguas artificiales en los siglos XIX y XX. Sólo para dar al lector una idea de esta “fiebre” por crear idiomas, en 1887, año en que el doctor Ludwig Lazarus Zamenhof dio a conocer la invención que le ganó fama mundial, el esperanto, otras siete lenguas vieron la luz: el balta, creado por E. Dormoy; el bopal, de M. Streiff, la kokographie, de F. Friedrich, el nuvo-volapu%u0308k, de A. Kerchoffs, la pasilingua hebraica, de F. Lenz, el visona, del doctor Sivartha; y el weltsprache de N. Eichhorn.
¿Quiénes y por qué inventan lenguas?
Podría pensarse que quienes se dan a la tarea de crear una lengua, lo hacen porque tienen mucho tiempo libre. En algunos casos, esta aseveración puede ser cierta. Como se sugería líneas arriba, muchas lenguas son inventadas por diversión. Es el caso del klingon, lengua que hablan los personajes del mismo nombre en “Viaje a las estrellas”, fue diseñado en sus orígenes por uno de los guionistas de la serie, Geen Coon. Deliberadamente se le concibió como un idioma de otro mundo, extraterrestre pues. En su página en la red, se afirma que el klingon es el idioma de más rápido crecimiento en la galaxia (http://www.kli.org ).
El escritor y filólogo inglés John Ronald Reuel Tolkien, autor de El señor de los anillos, sostenía que la invención de lenguas va de la mano de la mitología con la que se les asocia. En otras palabras: para que una lengua artificial pueda “vivir”, requiere que se construya un mito en el que se le emplee. Predicando con el ejemplo, Tolkien creó el quenya y el sindarin en 1955, amén de que inventó un script, el tengwar –como el que se puede observar en el famoso anillo de “El señor de los anillos”. Por lo tanto, si el esperanto, el volapu%u0308k, el latinesco, el espo, el ost, el anglido, el cosman, el neolatino, el mundial, el susal, el neo, el svaslav, el latini, el maryala y el auxilia quieren trascender, necesitarían inventar leyendas que los nutran, al decir de Tolkien.
Claro que además del perfil lúdico de numerosas lenguas artificiales, está la percepción de que hay problemas en el mundo que podrían solucionarse si todos hablaran el mismo idioma. En esta línea se encuentra el esperanto. Así Zamenhof explicaba, a propósito de la motivación que tuvo para desarrollar una iniciativa tan ambiciosa, que el pueblo en que nació en 1859, Bialystok –que hoy se encuentra en Polonia– “marcó el camino para todos mis objetivos futuros. En Bialystok la población estaba constituida por cuatro elementos distintos: rusos, polacos, alemanes y judíos. Cada uno hablaba una lengua por separado y desarrollaba relaciones hostiles con los otros. En esa ciudad, más que en ningún otro lugar, una persona sensible podía sentir la profunda tristeza derivada de la diversidad de lenguas y se convencería a cada paso de que es la única, o al menos la principal fuerza que divide a la familia humana en partes enemigas. Yo me convertí en idealista; me enseñaron que todos los hombres eran hermanos, y al mismo tiempo todo lo que veía en las calles me hacía sentir que no existen los hombres así. Esto siempre torturó mi joven alma, aunque muchos se habrán burlado de esa agonía en mi mundo infantil. Porque en ese tiempo yo pensaba que los adultos tenían una especie de poder omnipresente. Así que me prometí que cuando creciera, destruiría ciertamente ese demonio”.3
Pero Zamenhof no era el único que se sentía mal por los desencuentros en el seno de la sociedad que lo vio nacer y crecer. En el siglo XIX se habían desarrollado múltiples iniciativas encaminadas a crear mecanismos de cooperación entre las personas, ante lo que se percibía como “incapacidad” de parte de los gobiernos para prevenir los conflictos. El siglo XIX, en el que se realizaron reacomodos entre las diversas potencias europeas, la confrontación característica de los Estados- naciones llevó a una proliferación de organismos no-gubernamentales (ONGs) que trataban de resolver problemas concretos que enfrentaba la sociedad y que los gobiernos, presumiblemente, no podían afrontar adecuadamente.
Fue en ese tiempo que hicieron su aparición la Sociedad Anti-Esclavista (1839), la Unión Tipográfica Internacional (1852), la Asociación Internacional Geodésica (1862), la Alianza Mundial de Asociaciones de Jóvenes Cristianos (1855) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (1863), por citar sólo algunos casos de asociaciones no gubernamentales.
El empresario suizo Henry Dunant, padre fundador de la Cruz Roja, escribió entre 1859 y 1862 un testimonio desgarrador sobre la batalla de Solferino, la que presenció tanto en sus horrores como en la solidaridad que las personas de la localidad, mostraron hacia los heridos en combate. Dunant expresaba, en su recuerdo: “... se requieren socorros inmediatos, porque lo que hoy puede salvar al herido, ya no lo salvará mañana y, con la pérdida de tiempo, llega la gangrena, que se llevará al enfermo. Por consiguiente, es necesario contar con enfermeras y enfermeros voluntarios, diligentes, preparados o iniciados para llevar a cabo esta obra, y que reconocidos y aprobados por los jefes de los ejércitos en campaña, reciban facilidades y apoyo en su misión. Siempre es insuficiente el personal de las ambulancias militares, y seguirá siéndolo aunque se duplique o se triplique: hay que recurrir inevitablemente al público; no queda otro remedio; y siempre será así, porque sólo con su cooperación se puede esperar el logro de la finalidad propuesta”.4
Conforme a lo dicho por Henry Dunant se ratifica la percepción de que el Estado-nación, ya en ese tiempo (segunda mitad del siglo XIX) era incapaz de resolver diversos problemas y, por lo tanto, la acción de los individuos podía marcar la diferencia para atender a las víctimas de los conflictos armados. Pese a ello las ONGs no eran tan visibles a diferencia del momento actual, porque en un entorno en el que el eje de las relaciones internacionales era el Estado-nación, las ONGs que estuvieran “desconectadas” de la autoridad estatal parecían perder presencia e inclusive legitimidad.
Empero, la proliferación de las ONGs en un período como el descrito, en el que los Estados-naciones eran los actores hegemónicos en las relaciones internacionales, obedeció también al deseo de desafiar esa dominación del Estado-nación, incapaz, en la práctica, de erradicar los conflictos y de generar un ambiente internacional más armónico. Es aquí cuando el movimiento más intenso a favor de la creación de un idioma común que facilitara la comunicación entre las personas –y que, se entiende, contribuyera a resolver los conflictos– vio la luz. Okrent, en su lista de las 500 lenguas inventadas, cita entre 1801 y 1900, 102 idiomas creados artificialmente como parte de ese esfuerzo por mejorar la comunicación y el diálogo entre las sociedades.
La idea de una lengua artificial, que no desplazaría a las demás, sino que sería la segunda que las personas aprenderían para entenderse en todas las latitudes, es muy atractiva. Supone, por supuesto, reglas gramaticales sencillas y accesibles, para facilitar su aprendizaje. Debería ser una lengua capaz de trascender las fronteras de todo tipo, en especial las geográficas, aunque también las ideológicas, políticas y económicas. No debería entrometerse con otras lenguas y culturas. Tampoco debería ser nacionalista ni privilegiar a ninguna etnia en particular, sino que, ante todo, se debería asumir como global, como un patrimonio colectivo al que, por lo mismo, todos tendrían acceso.
En 1879, un sacerdote alemán llamado Johann Martín Schleyer, tuvo la idea de crear un idioma universal durante una noche de insomnio. Él afirmaba que esta idea provenía directamente de dios. El idioma era el volapu%u0308k, el cual se propagó en Alemania y rápidamente ganó adeptos en Estados Unidos y China. A finales de la década de 1880, existían centenares de sociedades del volapu%u0308k y 25 revistas en todo el mundo. Su popularidad era tal, que la esposa del Presidente de Estados Unidos, Grover Cleveland, llamó al perro de la familia con ese nombre.5
El volapuk tenía un alfabeto de 38 letras y una gramática compleja, pese a lo cual se convirtió en una lengua muy popular en las clases medias europeas, en particular, entre los intelectuales. Desafortunadamente Schleyer no aceptó las recomendaciones que se le hicieron a favor de mejorar y modificar/actualizar y ello determinó que el apoyo a esta lengua se debilitara.
Zamenhof y el esperanto
Mientras el volapuk disfrutaba las mieles del triunfo, en 1887, el polaco Ludwik Lazarus Zamenhof publicó un libro en ruso, Lingvo internacia: Anta%u016Dparolo kaj plena lernolibro, sobre la invención de un idioma, y en dicho texto señalaba que su objetivo era crear una lengua en común que promoviera la ciudadanía global al ofrecer un medio para adquirir e incrementar el compromiso individual de vinculación a una sociedad planetaria, evitando los problemas provocados por los errores de traducción entre los diversos idiomas. El libro lo firmó como Doktoro Esperanto, lo que le dio nombre a la nueva lengua.
Zamenhof era una persona bien intencionada, pero no era lingu%u0308ista. En su libro presentaba una gramática con 16 reglas y un léxico de alrededor de 900 palabras. Ciertamente el léxico del esperanto creció considerablemente desde 1887, aunque la estructura básica del idioma se mantiene. En su libro, Zamenhof no dedica mucho espacio a explicar las reglas para la formación de palabras. Lo que sí hizo fue presentar textos y párrafos sin traducción, invitando al lector a dilucidar o adivinar su significado, propiciando de esa forma, el aprendizaje. Una de las sugerencias de Zamenhof era que las personas intentaran escribir una carta breve a algún amigo en la nueva lengua, acompañada de un pequeño folleto con traducciones de algunas raíces, prefijos y sufijos, para que el destinatario pudiera descifrar el contenido. A continuación, un ejemplo de esas cartas (los guiones solamente son para ayudar a descifrar el mensaje):
Kar-a amik-o
Mi present-as al mi* kia-n vizag-o-n vi far-os posts la ricev-o de mi-a letter-o. Vi rigard-os la sub-skrib-o-n kaj ek-kri-os: “Cu li perd-is la sag-o-n? Je kia lingv-o li skrib-is? Kio-n signif-as la foli-et-o, kiu-n li aldon-is al si-a letter-o?” Trankvil-ig-u, mi-a kar-a! Mi-a sag-o, kiel mi almenau kred-as, est-as tut-e en ordo.
Las raíces clave que acompañan este texto para facilitar su comprensión son: al = a; kaj = y; sag = sabio; don = dar; kiel = como; kia = qué clase; ek = fuera; si = mismo; almenau = al menos; vizag = cara; li = él; kio = qué; ig = causa; far = hacer; perd = perder; kiu =cuál; -u = imperativo. Por lo tanto, el párrafo anterior tiene el siguiente significado:
Querido amigo
Sólo puedo imaginar la clase de cara que harás al recibir mi carta. Verás quien la firma y gritarás: “¿Perdió él la razón? ¿En qué lengua escribe? ¿Qué significado tiene el folleto que acompaña a esta carta?” Calma, querido. Mis sentidos, al menos hasta donde creo, están en orden.6
Así las cosas, este tipo de misivas ayudaron a la divulgación del esperanto. Cuyo significado es “el que tiene esperanza”, aunque Zamenhof denominó a su invento simplemente la internacia lingvo, o la lengua internacional. El léxico del esperanto se nutre de las lenguas romances y germánicas, en tanto su fonología emana de las lenguas eslavas. Aun cuando Zamenhof no era lingu%u0308ista, era políglota, teniendo como lengua paterna el ruso –además su padre era maestro de alemán y lo usaba con frecuencia en el hogar– y como materna el yiddish. Con el tiempo, aprendió polaco, francés, latín, griego, hebreo, inglés y también mostró interés en torno al italiano, el español y el lituano. Aun cuando desde su adolescencia comenzó a trabajar en la internacia lingvo, sabía que debía esperar un tiempo antes de darla a conocer, y canalizó energías a estudiar medicina en Moscú y Varsovia. Una vez que se graduó y empezó a ejercer como oftalmólogo, siguió trabajando en su proyecto de lengua universal. Tras la publicación del primer compendio, Zamenhof dio a conocer otro libro de texto, un diccionario y adicionalmente tradujo Hamlet, de William Shakespeare, a la nueva lengua.
En 1889 apareció la primera revista dedicada al nuevo idioma, La Esperantisto. La popularidad del esperanto era tal, que el mismísimo León Tolstoi elaboró un artículo para la revista acerca del “valor de la razón para resolver problemas religiosos”, lo que provocó que la publicación fuera prohibida en Rusia. Con todo, sucesos como el descrito ayudaron a difundirlo aun más.7
Desde su creación y hasta principios del siglo XX, el esperanto era un idioma por correspondencia, por lo que el siguiente paso, esto es, la reunión de los esperantistas para que lo “hablaran”, generaba muchas expectativas. El anhelado encuentro ocurrió en 1905, cuando se llevó a cabo en Francia el Primer Congreso Mundial de Esperanto en el que participaron 688 personas de 20 países. Dicho congreso se convirtió en un evento anual que sufrió interrupciones con el advenimiento de las dos guerras mundiales pero que reinició sus trabajos tan pronto como ambas conflagraciones llegaron a su fin.
En el Primer Congreso, Zamenhof dio un emotivo e idealista discurso sobre la nueva lengua, exaltando otra vez, la contribución que podría hacer a la paz mundial. Sin embargo, no faltaron quienes buscaban que el esperanto se abocara a aspectos más “terrenales” como el comercio, los viajes y la cooperación científica. Otros más urgían a hacer cambios y ajustes al esperanto, algo a lo que Zamenhof no se opuso, sobre todo teniendo en mente lo ocurrido con el volapu%u0308k. De hecho, el Doktoro Esperanto introdujo cambios al idioma y los dio a conocer en 1894. Con todo, esta nueva versión fue rechazada sobre la base de que una vez que comienzan los cambios, no hay forma de ponerles fin. Así que, en adelante, aun cuando los “reformistas” ofrecieron pagar a Zamenhof por hacer reformas al esperanto, él se rehusó a ello.8
Empero, los egos de diversos intelectuales llevaron a proponer una versión revisada del esperanto en 1907 a la que se denominó ido. Sus impulsores señalaban que la nueva lengua debía ser lógica y respetable e incluso promovieron un congreso internacional en el que el lema era “vinimos aquí para trabajar, no para divertirnos”. Sin embargo, el primer congreso del ido se desarrollaría hasta 1921, cuando la idea de reformar el esperanto había perdido su momentum.
“Es interesante comparar los textos sobrevivientes de las primeras versiones de la lengua, dado que arrojan mucha luz acerca de la manera en que Zamenhof estableció las formas de las palabras y la gramática que formaron su invención (…) Cada nueva idea era probada en su uso real. Él siempre privilegió lo práctico sobre lo teórico: las conjugaciones clásicas (…) dieron paso a lo simple pero funcional. Sobre todo él estaba decidido a que los elementos individuales de su lenguaje, aunque extraídos de distintas fuentes, combinaran para formar un sistema de lenguaje simple y coherente con un sonido agradable y con características propias (…) Zamenhof también insistió en que el esperanto debería desarrollarse naturalmente, a través del uso popular, no por decreto de nadie. Una de las reglas dispone que las palabras “extranjeras”, esas que la mayoría de las lenguas han adoptado de una misma fuente, se incorporen al esperanto sin cambio (…) (Así el lenguaje está bien equipado con términos técnicos de diverso tipo, como televizio, komputero, lasero y kibernetiko…). Aparte de eso, cualquiera es libre de proponer nuevas palabras o formas gramaticales; pero sólo si éstas son aceptadas por la mayor parte de los esperantistas se convierten en parte de la lengua”.9
Por supuesto que lo anterior no está exento de polémica. Para los esperantistas occidentales, la adopción de palabras técnicas es vista, en general, como algo que naturalmente debe ocurrir en el esperanto. En contraste, en Asia, donde la familiaridad con diversas palabras occidentales alusivas a las nuevas tecnologías no es tan amplia, se observa una resistencia a incorporarlas, y se favorece en cambio su esperantización. Siguiendo con los ejemplos de palabras referidas en el párrafo anterior, por ejemplo, computadora, efectivamente las primeras propuestas de esperantización incluyeron komputero o komputoro. Sin embargo, al final se optó por una palabra de creación “interna” propia del esperanto: komputilo, integrada por komputi o “computar/procesar” lo que significa “instrumento”.
Nacionalismo, autoritarismo y esperanto
Tras el fin de la devastadora Primera Guerra Mundial, el movimiento esperantista vivió un gran momento cuando logró interesar a la naciente Sociedad de las Naciones en torno a la adopción de una lengua universal. Los dramáticos acontecimientos bélicos habían sensibilizado a la comunidad internacional en torno a la necesidad de encontrar formas de convivencia que impidieran que algo así volviera a ocurrir. Todo iba muy bien, hasta que la delegación de Francia saboteó al esperanto, argumentando que el francés era una lengua universal, por lo que no hacía falta explorar otras posibilidades,10 ah, esos franceses… ¿Hasta dónde el nacionalismo europeo de los siglos XIX y XX y los desafíos que entrañaba, catapultaron al estrellato al esperanto en sus primeras décadas de vida? La pregunta es pertinente porque a los nacionalismos exacerbados se les atribuyen los grandes conflictos de la era moderna. Es importante también recordar que Zamenhof –quien era judío– adoptó una postura muy interesante en torno al movimiento sionista de finales del siglo XIX y principios del XX. De hecho, en 1882 Zamenhof se afilió al Hibbat Zion, uno de los movimientos sionistas que se desarrolló en Rusia. Empero, en 1887 abandonó esa organización y en 1901 publicó un pronunciamiento en el que afirmaba que el movimiento sionista no podía resolver los problemas del pueblo judío.
A pesar de que el esperanto nació en Europa, muy pronto se tornó popular en otras latitudes. Baste mencionar que en 1928 existían 21 mil 675 esperantistas distribuidos en países como Japón, Estados Unidos, Brasil, Australia, Argentina, Uruguay, China, Nueva Zelanda, Palestina y Cuba, entre otros. Un análisis estadístico revela que la proliferación de ONGs esperantistas fue mayor al terminar las guerras, y que decreció mientras se llevaban a cabo las hostilidades.
Pero ¿qué postura asumieron los gobiernos de diversos países ante la propuesta de una lengua universal? En el transcurso del siglo XX, el esperanto fue visto con preocupación por parte de los regímenes autoritarios y totalitarios. Hitler, por ejemplo, consideraba que formaba parte de una conspiración judía para dominar el mundo al tratar de destruir las diferencias nacionales. En los albores de la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes invadieron Polonia, la gestapo recibió órdenes específicas para eliminar a la familia Zamenhof. El Doktoro Esperanto murió en 1917, pero sus descendientes vivían en Polonia. Así, Adam, su hijo, fue baleado en el patio de la prisión de Palmiry y sus dos hijas, Sofía y Lidia fueron llevadas al campo de concentración de Treblinka, donde fueron asesinadas en el marco del holocausto.11
En la Unión Soviética inicialmente el esperanto fue tolerado, si bien Lenin no dejó pasar la oportunidad para mostrar su escepticismo, al considerar que ya existían “otras lenguas universales” –el inglés, el francés, el alemán e idealmente el ruso–.12 Sin embargo, en 1937, Stalin endureció la postura del régimen, afirmando que el esperanto era una lengua de “espías”, por lo que los esperantistas fueron ejecutados o expulsados del país. Todo parece indicar que el régimen soviético veía en el lenguaje una alternativa viable –o bien, un rival– respecto a la lengua rusa, tema espinoso considerando el carácter multinacional de la Unión Soviética.13 No sería sino hasta 1956, ya durante el gobierno de Nikita Kruschov, que la prohibición contra la lengua universal fue eliminada.
En el caso de Japón, los esperantistas eran asociados con los movimientos de izquierda y el Instituto Japonés de Esperanto sólo logró sobrevivir gracias a que se abstuvo de hacer el menor pronunciamiento, renunciando a cualquier tipo de activismo que pudiera ser interpretado por el régimen como “subversivo.” En China, donde inclusive se llegó a plantear la sustitución del idioma chino por el esperanto,14 la invasión japonesa y la confrontación entre el Kuomitang y los comunistas, dieron al traste con el movimiento esperantista. Así, el movimiento fue severamente diezmado no sólo por las acciones emprendidas en su contra por los regímenes autoritarios/totalitarios, sino también porque la devastación y la miseria humana que produjo la Segunda Guerra Mundial mermó la idea de una lengua universal que pudiera ir más allá de las diferencias nacionales, promoviendo la paz mundial.
El esperanto hoy
A pesar de todo, el esperanto sigue siendo el idioma artificial más exitoso en la historia de la humanidad. No existe una cifra definitiva acerca de los esperantoparlantes actualmente, pero las estimaciones oscilan entre los 10 mil y los 2 millones de personas. De ellas, entre 200 y mil son nativas, esto es, que lo aprendieron, gracias a sus padres, como “lengua materna.” A la fecha, ningún país ha adoptado al esperanto como idioma oficial. Con todo, se sabe que existen esperantistas en 115 países y que es particularmente popular en Europa, Asia y el continente americano. En África, fue introducido por los imperios coloniales y tras la Segunda Guerra Mundial y los movimientos de liberación nacional, su promoción decayó sensiblemente. Sin embargo, entre las décadas de los años 60 y 80 del siglo pasado, diversas iniciativas europeas buscaron revivir el interés en torno al esperanto en África y en países como Togo, Tanzania, Madagascar y el Congo se ha logrado captar el interés de sus sociedades en torno a la lengua universal. Hoy, a diferencia de otros tiempos, el movimiento esperantista es promovido por las sociedades africanas, aunque se reconoce que hay un amplio camino por recorrer, dado que mientras que para algunos este lenguaje puede ser considerado como no colonial, para otros es una imposición occidental más, dado su origen europeo.
En Wikipedia, el esperanto es la lengua artificial con mayor cantidad de artículos (142 mil 167), frente al volapu%u0308k (118 mil 844), el inglés simple (68 mil 409), el ido (21 mil 478), el interlingua (5 mil 420), el novial (2 mil 584) y el interlingue (mil 740).15 Entre las lenguas que más artículos poseen en Vikipedio, lo lidera enciclopedio, el esperanto se ubica en la 26ª posición.
Pese al limitado número de esperantistas en el mundo, hay una producción literaria muy respetable que incluye a autores como William Auld –fallecido en 2006 y nominado en varias ocasiones al Premio Nobel de literatura–, John Francis y Reto Rosetti. Se estima en 30 mil volúmenes la cantidad de literatura disponible en la lengua de Zamenhof.16 Diversas instituciones, entre ellas la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Unión Europea, recomiendan la enseñanza del esperanto por considerar que provee herramientas valiosas para el aprendizaje de otras lenguas.
Aprender un idioma, generalmente es considerado un proceso largo y difícil, claro, dependiendo de la lengua de la que se trate. Sin embargo, una persona adulta que desee aprender esperanto, podría requerir solamente entre cuatro y seis meses para lograrlo. Asimismo, aprender una lengua extranjera abre una serie de posibilidades culturales, educativas y profesionales muy valiosas. Además, el acceso a cursos de esperanto se multiplica ante el auge de las tecnologías de la información.
Por otra parte es de destacar la existencia, desde 1908, de la Asociación Universal de Esperanto (UEA) con sede en Rotterdam, Países Bajos, y que reúne a esperantistas de 117 países, mientras que hay asociaciones organizadas en 70 naciones. Además de promover su uso, la UEA propone debatir la cuestión lingu%u0308ística a nivel mundial y fomentar la igualdad entre los idiomas. La UEA destaca que existen organizaciones esperantistas en 13 países de habla hispana: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.17 La UEA también señala que hay concentraciones importantes de esperantistas en la República Popular China, Japón, Brasil, Irán, Madagascar y Hungría lo cual no deja de ser interesante a juzgar por las enormes diferencias imperantes entre cada uno de estos países.
En México existe la Federación Mexicana de Esperanto A. C. (MEF), creada en 1903 (http://www.esperantomexico.org/), que pertenece a la UEA, y que es la instancia, a nivel nacional, que principalmente promueve el aprendizaje del esperanto. Por supuesto que existen asociaciones esperantistas en diversos estados de la república. Y entre las curiosidades sobre la lengua universal en México, se tiene noticia de que hace dos años, en la tierra del tequila, se creó uno llamado justamente esperanto, y sus creadores estudiaban la posibilidad de incluir en la etiqueta una historia de la bebida en el idioma de Zamenhof a fin de familiarizar a las personas con esa lengua.18
Dicho esto, ¿qué posibilidades reales tiene el esperanto de convertirse en el principal vehículo de comunicación entre las sociedades de un mundo tan globalizado como el actual? ¿Es posible hablar hoy de un escenario post nacional donde los intereses políticos finalmente se harán a un lado en beneficio de la propagación de una lengua, en principio, tan bien intencionada? ¿Es realmente necesario, para las sociedades del mundo, contar con una lengua universal, justo en momentos en que existen diversas opciones tecnológicas para lidiar con la diversidad lingu%u0308ística imperante? Y, finalmente, si el inglés declina como el idioma de los negocios, los viajes y el comercio, ¿es razonable suponer que el esperanto estará en condiciones de tomar su lugar?
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mediante la cual se desarrollaron una serie de mecanismos para buscar solución a las controversias y la promoción del diálogo entre las naciones. Con la ONU, el protagonismo del Estado-nación por encima de las iniciativas individuales/ particulares/no estatales se impuso, y los organismos internacionales intergubernamentales (OII) se consolidaron. Hacia la década de los 60, cuando las ONGs experimentaron nuevos bríos, ello también incidió en el margen de maniobra de los organismos esperantistas, dado que las personas contaban con nuevas agendas hacia las que podrían canalizar sus intereses de cooperación, diálogo y fraternidad –por ejemplo en la promoción de los derechos humanos y en la protección del medio ambiente– en detrimento del interés por consolidar un idioma universal.
Más importante es señalar que si bien el esperanto es una creación europea que rápidamente se difundió en el mundo, su uso y aprendizaje como “segunda lengua” demanda, al igual que el uso de la Internet hoy día, un cierto nivel educativo. Sólo las personas que saben leer y escribir y que están en condiciones de usar una segunda lengua para comunicar sus inquietudes, estarán interesadas y motivadas en el aprendizaje del esperanto. Los analfabetas, los malnutridos y desnutridos, las personas sin una vivienda digna, los refugiados y los desplazados y quienes se ven aquejados por enfermedades infecciosas y mil calamidades serán más proclives en la inmediatez a buscar la manera de sobrevivir que a hablar una lengua artificial. Después de todo, a los marginados, se les excluye sin importar la lengua que hablen.
Ciertamente el esperanto es una experiencia importante que denota cuán lejos las iniciativas individuales pueden llegar en determinadas circunstancias. Hoy día siguen existiendo numerosas asociaciones esperantistas, pero también deben coexistir en las condiciones actuales con el reclamo a favor de la diversidad, consecuencia de la pretendida globalización estandarizante. Si al esperanto se le percibiera como una intentona por establecer estándares, su suerte estaría echada.
Y es que la creación de lenguas artificiales continúa. Tan sólo entre 2001 y 2007 fueron creadas diez nuevas lenguas, según el recuento de Arika Okrent. ¿Será posible que alguna o todas ellas logren sobrevivir a la manera del esperanto? O quizá ¿podrían trascender más allá? Antaño, los inventores de lenguas dedicaron mucho tiempo a convencer a los demás en torno a la importancia de lo que hacían. Hoy pareciera que el ambiente es más relajado, porque sea por convicciones como las que tenía Zamenhof, o por simple diversión, al final pareciera que la creación de lenguas es parte de la búsqueda del ser humano por encontrar su lugar en la sociedad y en el mundo. Así que la lista previsiblemente crecerá y tal vez más rápido que en antaño. Por ahora sólo resta decir: gis revido, es decir, hasta la vista.
Notas
1 John McWhorter (2003). The Power of Babel. A Natural History of Language, New York, Harper-Collins Publishing Inc., pp. 253-286.
2 Arika Okrent (2009). In The Land of Invented Languages, New York, Spiegel & Grau Trade Paperbacks, 342 pp.
3 Arika Okrent, Op. cit., pp. 94-95.
4 Caroline Moorehead (2001). Dunant’s Dream: War, Switzerland and the History of the Red Cross, New York, Booksales.
5 Arika Okrent, Op. cit., p. 105.
6 Arika Okrent, Op. cit., pp. 103-104.
7 Ibid.
8 Arika Okrent, Op. cit., pp. 108-109.
9 David Richardson (1988). Esperanto. Learning and Using the International Language, Washington, Orcas Publishing Company, p. 31.
10 Arika Okrent, Op. cit., p. 125.
11 Nate’s Nonsense (January 23, 2011). L. L. Zamenhof, disponible en http://www.natemaas.com/2011/01/l-l-zamenhof.html
12 Donald J. Harlow (1995). “Esperanto. History in Fine”, disponible en http://donh.best.vwh.net/Esperanto/EBook/chap07.html
13 Ibid.
14 Nicholas Ostler (2005). Empires of the World. A Language History of the World, New York, Harper Perennial, p. 171.
15 Véase “List of Wikipedia by Language Groups”, disponible en http://meta.wikimedia.org/wiki/List_of_Wikipedias_by_language_group
16 Raúl Olvera Mijares (13 de diciembre de 2009). “El esperanto”, en: La Jornada Semanal, disponible en http://www.jornada.unam.mx/2009/12/13/sem-raul.html
17 UEA (s/f), La Asociación Universal de Esperanto, disponible en http://www.uea.org/info/hispana.html
18 María Esther Estrada (27 de julio de 2008). “El esperanto sigue vivo”, en OEM en línea, disponible en http://www.oem.com.mx/oem/notas/n788866.htm
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/en/node/149325?language=es
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