África del Norte: todos sabían pero “no veían”
27/02/2011
- Opinión
La caída del presidente de Túnez fue la primera señal pública de que en el norte de África se estaban desarrollando hechos que podían modificar la situación de esos territorios, lo que afectaría las cuotas de poder a nivel internacional en un momento en que la crisis financiera representa otra amenaza a la supremacía de Occidente, liderado por Estados Unidos.
Las incursiones de europeos y estadounidenses en esos países, así como sus conquistas territoriales siempre han sido por cuestiones económicas, primero el comercio, luego sus recursos naturales y en la actualidad el petróleo, del que dependen y del que carecen esos países que a través de la historia se han asignado roles hegemónicos que a estas alturas no pueden ejercer a plenitud.
Producto de estos altos y bajos son los gobiernos instaurados en África del Norte, que hoy están en crisis porque no han satisfecho las aspiraciones de sus pueblos. Y como ha quedado de manifiesto, el desarrollo de las comunicaciones, cuyo objetivo real era controlar y dirigir el pensamiento y la acción de las mayorías, en los hechos ha conducido a algo muy diferente.
Ni Estados Unidos ni los europeos ignoraban el descontento existente en esos países cuyos pueblos se rebelaron y ahora juegan a la no intervención para no aparecer involucrados con los gobiernos que ampararon. Los acontecimientos de las últimas semanas indican que en esa región ha predominado la herencia cultural y religiosa, misma que está siendo desafiada.
La permanencia de presidentes que llevan treinta o cuarenta años en sus cargos y cuyos hijos aparecían como sucesores predestinados los acerca a las monarquías, sin serlo. Pero salida de presidentes, como el caso de Mubarak, no lleva a la democratización real porque se generó una instancia intermedia que determina que los militares estén dirigiendo lo que se perfila como un cambio mediatizado. Los reyes y/o gobernantes de la región hablan de promover cambios cuyos alcances sólo tienen por objeto apaciguar por ahora las protestas. Occidente tampoco quiere mayores cambios porque afectarían una relación conveniente a sus intereses, relación establecida con monarquías y gobiernos dictatoriales.
La atención estaba centrada en Libia al escribir estas líneas. Allí, a diferencia de lo sucedido en Egipto, Muamar el Gadaffi declaró que no estaba dispuesto a renunciar al liderato de su país, en el cual la violencia se desató junto con su anuncio. Antes, uno de sus hijos había pronunciado un amenazante discurso y la secretaria de Estado Hillary Clinton ha declarado que “es hora de detener este baño de sangre”. Las relaciones de Estados Unidos y Libia han sido conflictivas desde que en 1804 y a pretexto de combatir la piratería, los estadounidenses bombardearon Trípoli, que en ese momento era el principal puerto del Mediterráneo. En 1911 Libia fue ocupada por Italia, que la controló en plenitud después de la primera guerra mundial.
Al término de la segunda guerra Francia y Gran Bretaña se dividieron el país, hasta que en 1949 las Naciones Unidas declararon la independencia del reino de Libia. Gadafi, hijo de beduinos que había ingresado al ejercito, lideró un movimiento que puso fin a la monarquía. Se proclamó musulmán, nasserista y socialista y eliminó las bases militares estadounidenses de su país. Su gobierno asumió el control de la producción petrolera sin romper con las compañías extranjeras. Inició un proceso modernizador, estableció la previsión social y desarrolló la agricultura introduciendo técnicas de regadío en una tierra desértica. Apoyó movimientos de liberación en otros países y Estados Unidos lo acusó de terrorismo.
En 1986, la explosión y caída de un avión comercial estadounidense, de lo cual se responsabilizó al gobierno libio creó un conflicto que llegó a la ONU y que se superó hace algunos años con el reconocimiento de la responsabilidad de Libia y el pago de una indemnización de 2 mil millones de dólares.
De lobbystas y negocios
En forma paralela a estos acontecimientos, se han empezado a conocer algunas andanzas políticas y comerciales de interesantes personajes. Esto incluye a personeros de gobierno y a “lobbystas” connotados, al margen de que las empresas europeas tienen inversiones en Libia y relaciones comerciales con el gobierno de Gadaffi,que podrían verse afectadas por lo que sucede en ese país. Empecemos por la ministra de Relaciones Exteriores de Francia, que ha sido cuestionada no sólo porque fue de vacaciones navideñas a Túnez invitada por el entonces presidente Zine el Abidin Ben Alí, forzado a renunciar después, sino porque éste le facilitó un avión para sus paseos en el país, al que llevó a sus padres, los que aprovecharon de comprar acciones de una empresa perteneciente a un amigo de Ben Alí El presidente fue derrocado poco después, se dice que está en coma en Arabia Saudita, pero su esposa alcanzó a sacar del país una tonelada y media de oro. De la misma manera, la prensa europea ha informado que mientras se negociaba la salida del egipcio Mubarak, la esposa de éste llegó a Londres con 80 maletas y bultos. Los Mubarak tienen allí una casa valuada en 11 millones de euros. También trascendió que habían fletado un avión a Bélgica.
Por su parte Ben Alí tiene bienes en Canadá, cuya cuantía se investiga. Y ahora llegamos a un personaje conocido; Lanny Davis Jr., que formara parte del equipo de gobierno de Bill Clinton, a quien ya vimos defender a los empresarios golpistas hondureños ante el congreso de Estados Unidos.
Luego apareció en África. Primero asesoró a Teodoro Obiang, dictador de Guinea Ecuatorial, al que le sugirió hacer algunas reformas y quien le pagó un millón de dólares anuales, más los gastos. Sin embargo, no se ha hecho ninguna reforma en ese país.
Luego Davis Jr. Se convirtió en lobbysta de Laurent Gbagbo, también acusado de violaciones a los derechos humanos y que pretendía seguir gobernando Costa de Marfil, incluso después de que se cuestionara la elección en la que pretendía haber sido reelegido. Gbagbo le pagaba 100 mil dólares mensuales. Davis dice que dejó el trabajo porque su cliente no tomó una llamada del presidente Obama.
A los lobbystas se suman otras situaciones. Especialmente en el caso de Libia, porque Gadafi ha mantenido buenas relaciones con Italia, sus hijos estudiaron allí y tiene inversiones en empresas que forman parte del grupo Berlusconi, el presidente italiano. Pero también hay otras relaciones con otros países europeos.
Según el diario El País, hay desconcierto en empresas españolas con inversiones en Libia, en el petróleo y la construcción, Otras empresas también se preocupan, como la Fiat italiana, que cuando estuvo en crisis fue auxiliada por la Lybian Foreign Investment Company,de modo que hay nexos en ambos sentidos.
Existen, pues, muchas cuestiones por las que Estados Unidos y Europa verían con alivio que el gobierno libio cambiara. A eso agreguemos la riqueza petrolera del país y tenemos un cuadro que avala lo dicho por Fidel Castro, alertando sobre una invasión de Libia por la Unión Europea, organización cuya última reunión fue el 30 de enero, justo cuando el rey de Marruecos vacacionaba en su castillo francés en Betz.
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
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