Un repaso del cine de Hollywood y México en 2010

27/12/2010
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No siempre las películas más taquilleras son las mejores, pero a lo largo del presente año, en más de un caso se logró ese rara comunicación entre lo comercialmente exitoso y que gustó al público en general y –raro- también a los críticos. Así, Toy Story 3, generó más de mil millones en ingresos netos en todo el mundo como la película más redituable –y que además todos, hasta los críticos con el corazón más duro, amaron. En segundo lugar, la obra maestra de Tim Burton, Alice in Wonderland, recaudó 690 millones de dólares, enterrando los temores de que la visión burtoniana del clásico de Lewis Carroll no fuera del gusto de las audiencias. A continuación, sin necesidad de ser presentada en 3D, como sí ocurrió con sus antecesoras, El Origen, de Christopher Nolan, con Leo DiCaprio en el papel principal, reunió la nada despreciable cantidad de 825 millones de dólares –la razón de que esté en tercer lugar pese a esos cuantiosos ingresos, es porque en el mercado de EEUU no logró superar al film de Burton. En cuarto lugar, sin embargo, se descompone un poco esa relación de bueno y redituable por culpa de Harry Potter y las reliquias de la muerte-Parte uno –sí, habrá segunda parte, ni modo. Harry Potter es una redituable franquicia para la Warner Brothers, que por eso decidió que esta película no sería “la última y nos vamos”, sino que se le ocurrió dividirla en dos, y mientras tanto, recaudó 558 millones de dólares entre su nutrida fanaticada. En quinto lugar se ubica la peor de las sagas de Shrek, denominada Shrek para siempre. El capítulo final, muy por debajo inclusive, de la segunda y tercera partes, que aunque tuvieron sus momentos, no se acercan siquiera remotamente al ingenio de la primera parte, la que está considerada como una de las 10 mejores películas animadas de todos los tiempos –la única, por cierto, que no es de Disney/Pixar- y que ganó el premio de la academia de Hollywood como mejor cinta de animación en 2001. Esta trillada y predecible película, donde Antonio Banderas –el Gato con botas- tiene apenas un par de parlamentos- reunió 739 millones en las taquillas de Estados Unidos y el mundo.
 
En el sexto lugar, con 693 millones de dólares se encuentra Eclipse, la tercera parte de la historia de amor entre Bella y Edward Cullen, el atractivo vampiro “vegetariano” de moda. La película reunió nada más 693 millones de dólares en el planeta. A continuación, Iron Man 2, que consuma la resurrección histriónica de Robert Downey Jr., acumuló 585 millones. En el octavo lugar, Gru: mi villano favorito, le salvó la vida a los estudios Universal, que tuvo un muy mal año. Esta cinta le permitió al consorcio contar con 539 millones de dólares de ingresos en taquilla, negocio redondo considerando que el costo de producción fue de 90 millones y se hizo por completo en Francia. En el noveno lugar, otra película de animación, Cómo entrenar a tu dragón, reunió 494 millones de dólares. Finalmente, Furia de Titanes, remake de la película de 1981 del mismo nombre, cierra la lista, con ganancias por 493 millones de dólares.
 
A partir de esta lista es válido afirmar que Hollywood ha decidido apostar a las franquicias y/o los remakes. De las 10 películas referidas, cinco son franquicias, dos son remakes, y sólo tres son historias más o menos “originales”. Asimismo, la importancia de la industria de la animación queda fuera de toda discusión: de las 10 películas más taquilleras, cuatro son películas con personajes creados gracias a la magia de la computación y los adelantos tecnológicos en el sector de los dibujos animados, y los ingresos que acumularon, en total, son por 2 mil 772 millones de dólares, que si bien están por debajo de los 3 mil 884 millones generados por películas con actores de “carne y hueso” –y muchos efectos especiales, claro está-, revelan de todos modos que el mercado cinematográfico ha cambiado, que las audiencias de la animación no se integran sólo por niños y que las historias que se cuentan en cintas como Toy Story 3, o Gru: mi villano favorito, son los suficientemente buenas como para rivalizar con los guiones más complejos y sofisticados, como es el caso de El Origen.
 
Claro está, como se sugería en el inicio de esta reflexión, que no necesariamente lo que más vende, es lo mejor. Este año que termina, vivió esa feliz coincidencia en buena parte del decálogo de lo “más visto”, aunque hay películas no presentes entre lo “más taquillero” que quizá vale la pena traer a colación, y, en el caso de México, que sigue los patrones de consumo de Estados Unidos, no está de más introducir la variante de algunas películas nacionales que generaron polémica.
 
Entre las producciones internacionales a destacar, además de las ya citadas, figura, en primer lugar, Zona de miedo de Kathryn Bigelow, exmujer de James Cameron. Si bien la película fue presentada en el Festival de Cine de Venecia en septiembre de 2008, su estreno comercial en Estados Unidos tuvo lugar el 26 de junio de 2009 y a México llegó apenas a principios del año en curso. Inmersa en el llamado “efecto Obama” y en el retiro de buena parte de las tropas estadunidenses de Irak –algo que, sin embargo, decidió George W. Bush en los últimos meses de su gobierno y no Obama, como se cree-, la película constituye la opinión de los “liberales” de Hollywood sobre la presencia del vecino país del norte en la nación árabe. La historia versa sobre el trabajo de un equipo de especialistas en desactivar bombas en Bagdad, y de los peligros que enfrentan. Aunque la trama parece inicialmente interesante, cae en los acostumbrados lugares comunes, exaltando el heroísmo de los estadunidenses, sus temores –de manera menos convincente que, por ejemplo, en Pelotón de Oliver Stone-, y su aparente respeto a los derechos humanos de los iraquíes. Nunca hay en toda la película, una sola agresión de la “compañía Bravo” contra ciudadanos indefensos iraquíes, en lo que pareciera ser más un esfuerzo por borrar la mala imagen de las fuerzas armadas estadunidenses de cara a los abusos perpetrados en Abu Ghraib, que en contar una historia verídica. Y como era de esperar, la academia de Hollywood decidió premiar a Bigelow y a la película, para disgusto de James Cameron, con todo y la magia de Avatar. A manera de corolario hay que decir que ya hace mucho tiempo que Hollywood se esmera en otorgar premios por consideraciones políticas, o bien a lo “políticamente correcto”, y no por méritos cinematográficos, como debería ser.
 
Otra película aunque de estreno reciente, Red social de David Fincher, ha llamado la atención de propios y extraños, al abordar los orígenes de la red Facebook y la participación de Mark Zuckerberg, en el proceso. Si bien el filme no contó con la colaboración de Zuckerberg, Eduardo Suverin, co-fundador de la empresa, fue consultado durante la elaboración del guión. Una vez que la trama de la película se filtró a la red, Zuckerberg comentó que él habría deseado que nunca se hiciera ninguna película sobre él, al menos mientras él viviera. Más tarde, al tanto de que la historia que se presenta en la cinta no favorece su imagen, replicó que él quería ser visto como un “buen chico.” Curiosamente, para mejorar su imagen, Zuckerberg anunció en septiembre pasado (a un mes del estreno del filme en Estados Unidos) un donativo por 100 millones de dólares en beneficio de las escuelas públicas de Newark, Nueva Jersey. También en el contexto de la controversia por el arribo de la película, Zuckerberg donó una cantidad no especificada a un servidor de nombre Diaspora que provee servicios para redes sociales. Adicionalmente, a principios de octubre, Zuckerberg apareció en Los Simpson para decirle a Lisa que no era necesario ir a la universidad para tener éxito. Así que todo parece indicar que Red Social tocó fibras sensibles de este joven millonario, resentido por el cortón de su novia. La descripción de Zuckerberg es la de un nerd muy clavado en el desarrollo de redes, y dispuesto a tomar “prestadas” todas aquellas ideas que le sirvieran a su objetivo primario, haciendo alianzas por conveniencia para lograr el financiamiento requerido, y traicionando a su mejor amigo y a otros más en el camino. Es una película, en cierto sentido, maquiavélica, donde el mensaje es “mejor pedir perdón -e indemnizar-, que pedir permiso”, a la usanza de la manera en que han nacido las grandes corporaciones de las nuevas tecnologías. Este filme, por lo tanto, es imprescindible para todos los usuarios de las redes sociales y para los interesados en la ética de los negocios.
 
En el marco del 30 aniversario luctuoso de John Lennon, llegó a México en la primera semana de diciembre Nowhere Boy, a la que se rebautizó como Mi nombre es John Lennon. Es una película biográfica, centrada en la adolescencia del recordado cantante, que incluye los orígenes de los Quarry Men, el inicio de su vinculación con Paul McCartney y George Harrison, y, sobre todo, la difícil relación con su tutora, la tía “Mimi” y su madre Julia. Dirigida por Sam Taylor-Wood, esta co-producción canadiense-británica es un buen esfuerzo por documentar esa etapa en la vida de Lennon, aunque tiene algunas deficiencias importantes: se omitió, por ejemplo, la relación de John con su novia Cynthia; asimismo las referencias a Alfred, su padre, son muy escuetas. El mayor problema, por supuesto, fue la imposibilidad de utilizar las canciones de John en el filme, salvo Mother, misma que se puede escuchar al final del mismo, luego de un acuerdo entre los productores y Yoko Onno. Claro que la actuación de Kristin Scott-Thomas, quien encarna a la tía “Mimi” es estupenda y bien vale el precio del boleto.
 
En el plano nacional, las principales películas producidas, se inscribieron en el marco de los festejos por el centenario de la Revolución Mexicana y el bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia. En el primer caso, El atentado, de Jorge Fons, es una película basada en la novela homónima de Álvaro Uribe, que a su vez retoma el diario personal del escritor y diplomático mexicano Federico Gamboa. Con un presupuesto de cinco millones de dólares, la película cuenta el fallido atentado perpetrado contra el Presidente Porfirio Díaz del 16 de septiembre de 1867, un día después de su cumpleaños –en el filme se enfatiza que la razón por la que la independencia de México se conmemora en sus inicios y no en su consumación es porque Don Porfirio quiso hacer coincidir ese festejo con su cumpleaños. Con un elenco que incluyó a José María Yazpik en el papel del presunto homicida, además de Daniel Giménez Cacho –encarnando a Gamboa-, Irene Azuela y Salvador Sánchez, la película recrea las circunstancias del México de finales del siglo XIX, aunque no logra retratar debidamente el descontento social imperante. Asimismo, el tema presupuestal es digno de mención, dado que la escenografía dejó mucho qué desear. El mismo Fons explicaba que para reducir los costos de producción se recurrió a “pintar” en una especie de mantas, diversas locaciones, lo cual es muy evidente en el filme, y le resta realismo a numerosas escenas.
 
Sobre la independencia, destacaron dos películas: la animada Héroes Verdaderos e Hidalgo: la historia jamás contada. Respecto a Héroes Verdaderos hay que decir que resultó menos mala de lo que se esperaba. La idea de hecho, es muy buena: realizar una producción animada con contenido histórico, destinada al público infantil. Sin embargo, el mayor pecado de este filme fue, a todas luces, el exceso de información, y la pretensión de meter en la trama de manera muy forzada, la historia de cinco personajes de ficción, esto es, dos criollos y tres indígenas, mezclándolos con los personajes históricos. El resultado es un verdadero desastre que genera confusión en los espectadores, cuando aparentemente la intención, era educativa. Más triste es constatar que en lugar de representar un avance respecto a producciones animadas mejor logradas como Nikté y La leyenda de la nahuala, Héroes Verdaderos implica un duro retroceso. En el caso de esas dos producciones animadas, la empresa mexicana Animex ha buscado acercarse a productores de Hollywood, incluyendo a un prestigiado productor de Los Simpson, Phil Roman, con muy buenos resultados. Tal vez es mejor, por lo tanto, recomponer el camino y tomar las cosas con más calma, porque, hasta donde se sabe, uno de los múltiples problemas de Héroes Verdaderos fue de tiempos, e incluso se llegó a decir que no estaría lista para los festejos de septiembre. Se optó tal vez, por sacar a la luz un producto malo para aprovechar el momento, pero se sacrificó la calidad. Mientras tanto, a propósito del público infantil: ¡pobres niños! –y ¡pobres padres! porque explicarle a sus vástagos por qué pasaban ciertas cosas en la película, sin duda debe haber sido aterrador.
 
Con mejor suerte corrió Hidalgo: la historia jamás contada de Antonio Serrano, el creador de Sexo, pudor y lágrimas y de Mirada de Mujer. La película cuenta con la participación de Demián Bichir y Ana de la Reguera en los papeles centrales. Bichir encarna al padre de la patria, en una presentación muy terrenal, lejos de la imagen del héroe de bronce normalmente evocada en la historia oficial. Por ese simple hecho, es una película que vale la pena ver –si es que el lector aun no lo ha hecho, aunque habrá que esperar a su disponibilidad en DVD. El Hidalgo de Serrano es un sacerdote juerguista, mujeriego, borrachín, fiestero, músico y actor. Aunque el final elegido por Serrano es malísimo –quizá por la pretensión de no caer en el lugar común de que mataron al protagonista y ya-, el ritmo, la ambientación y la producción en general son de lo mejor que mostró el cine nacional en este grupo de películas “históricas.”
 
Mención aparte merece El infierno de Luis Estrada, que aunque poco tiene que ver con los aspectos históricos del centenario y el bicentenario, logró colarse en esa camada, abordando una problemática más cotidiana al México actual: el crimen organizado, la corrupción y el narcotráfico. Con el excelso Damián Alcázar en el protagónico, acompañado por Joaquín Cosío –en una mancuerna que ya se hizo costumbre, inclusive en producciones para la televisión como Kdabra y Las Aparicio- y un elenco inmejorable, Estrada presenta una caricatura –como él mismo lo ha afirmado en diversas entrevistas- del México moderno. Claro, esa caricatura por momentos raya en lo absurdo, pero la película es disfrutable sobre todo por esas dosis de humor negro que la caracterizan. Ciertas secuencias parecen un homenaje de Estrada a las películas de mafiosos como aquellas de los Almada –el mismo Mario Almada aparece brevemente en la cinta, vendiendo un cargamento de marihuana a “el Benny” y “el Cochiloco.” Y el resultado es un filme que viene a completar lo que Estrada define como su trilogía cinematográfica acerca del “pasado, presente y futuro” de México, esto es, la continuación lógica de La ley de Herodes y Un mundo maravilloso. El mensaje es desolador, y el final de El infierno da mucho en qué pensar, al ubicar la trama terminal en los festejos por el aniversario del inicio de la independencia nacional.
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/en/node/146471
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