EU, sigue la crisis del sistema
29/08/2010
- Opinión
Una contradicción elemental del sistema de producción imperialista globalizador que rige a las economías del mundo desarrollado (Estados Unidos, Japón y los países europeos, salvo China y la India que se cuecen aparte) y la contraparte que padece un atraso permanente (los países del llamado Tercer Mundo), es la ya clásica señalada por Marx entre el trabajo y el capital. O viceversa.
El caso es que, con el choque que el sistema lleva en su seno —primero entre valor/trabajo, luego salario/capital que en la superficie de la sociedad se expresa como lucha de clases—, los grandes capitales estiran con fuerza para sacar el mayor provecho del proceso productivo, en tanto los creadores del valor en forma de mercancías hacen lo propio y también jalan para que el salario sea cada vez mejor.
Pero ambas fuerzas históricamente están en contraposición. Avaricia de los primeros, contra la necesidad de los segundos. Porque los señores del capital nunca han comprendido cómo es que se crea la riqueza —y si lo saben obran a conveniencia—. Suponen que es obra de su dinero. Por eso no recompensan suficientemente a los creadores de dicha riqueza, que son los trabajadores que se alquilan por un salario para entrar al proceso generador de valor. Ocurre en un espacio, fábrica, maquila o multinacional, cuyas condiciones laborales coadyuvan a crear los señores del dinero.
Así, en esta su última etapa de contradicción del capitalismo imperialista global que comenzó a mediados de 2008 y se refleja en una profunda crisis del tamaño, o peor, de la se vivió en los años 30, no habrá solución sin que ocurran al menos dos situaciones: 1) La mano de obra sea doblemente explotada, para que el valor creado contribuya a elevar las ganancias a que están acostumbrados los mercados, y; 2) Ocurra un tremendo desempleo, porque no son muchas las ramas tradicionales de la industria (automóviles, acero, construcción, energía, robótica y computación) donde los inversionistas colocan sus dineros. Se van por las más utilitarias o rentables.
Visto de otra manera. Los capitales que mueven las más elevadas ganancias en los mercados internacionales son los especulativos. Los de las grandes bolsas, y los de los valores a futuro (el dinero sucio también tiene su rol en esto, el que mueven las grandes mafias del crimen organizado). El boom de los años 90, gloriosos de la era Clinton en EU, fue gracias a la industria de la electrónica y la computación; el internet que abrió de par en par las puertas de la globalización. De ahí se dio el tirón para todo lo demás. Incluida, en la rama de la construcción, la venta de casas a crédito. Los famosos valores subprime. Pero fueron, luego, los malos manejos o la sobrevaloración de dicho mercado lo que hizo añicos en el resto del sistema.
En la misma ola especulativa, muchas otras grandes empresas comenzaron a tronar, porque también sobrevaluaron sus acciones vendiendo a futuro. La quiebra de varias en EU trajo el desencanto, tanto de los inversionistas como de la gente de a pie. La ola alcanzó a Europa y comenzaron a verse las debilidades de todas las economías, en aquellos países antes considerados sólidos como la misma Alemania. Las economías más débiles son ahora las que están pagando los platos rotos: Grecia, España, Portugal y los de la Europa otrora oriental e incorporada tras la caída del Muro a la Comunidad Europea.
A estas alturas, nadie sabe cuándo se saldrá de la crisis. El mercado de valores lo resintió en todo el mundo. El pesimismo hace presa de los inversionistas globales. Las medidas preventivas para evitar que los desequilibrios internos traigan mayores problemas, han obligado a varios países a tomar serias medidas para ajustar sus finanzas estatales. Eso incluye apretar todo lo posible la política social. Todo tipo de prestaciones para los trabajadores y sus familias, así como controlar los salarios para no contener las ganancias que son las que alientan a los “inversionistas” (la bola de especuladores) a seguir operando los mercados.
Eso sí. Ningún gobierno en cualquiera de los países desarrollados se atreve al control del sistema financiero. Eso sería lo único que permitiría, junto con las inversiones en aquellas actividades generadoras de empleo, salir lo más pronto de la debacle. Pero todos le apuestan a seguir con la especulación. Por eso cualquier inversión que se haga en cualesquiera de las ramas, incluidas las de punta, lo harán explotando más la mano de obra y con salarios más raquíticos. Más ricos y más pobres. El saldo del dinamismo imperial-global.
Pero las expectativas parecen estar puestas en otro lado, por ahora. Todo el mundo espera que se recobre el sector vivienda. Cierto que es un indicador sobre la economía real. Pero los reportes no dan visos de recuperación. Así lo ha reconocido recién, entre el jueves y viernes anterior, el sector de los bienes raíces. La vista está puesta ahora en las medidas de política monetaria que pueda aplicar la Reserva Federal (Fed), para dar confianza sobre la recuperación futura.
Pero no le ayudan los indicadores. Los reportes del PIB, más bien desaceleración del segundo trimestre, cuando la economía de EU creció al raquítico 1.6 por ciento, luego de aumentar al 3.7 por ciento al primer trimestre de 2010. Otro tanto con el desempleo, estancado en el 9.5 por ciento, apenas 0.6 puntos por debajo de la mayor cifra en 25 años alcanzada a finales de 2009. Con un desempleo real (incluye a quienes dejaron de buscar y a quienes van a un trabajo de tiempo parcial) está en un 16.5 por ciento. Y no se vislumbra, en materia de creación de empleo, alternativa alguna. Aún en los sectores de punta.
A todo esto, el director de la Fed, Ben Bernanke, ha dicho que hará “todo lo que esté a su alcance para asegurar la continuidad de la recuperación económica”. Pero tampoco tiene amplios márgenes de maniobra, porque las tasas rondan el cero por ciento. No son los tiempos de Alan Greenspan, cuando la regulación de las tasas permitía que la economía de EU asomara la cabeza en beneficio propio. Ahora el mundo está padeciendo una crisis sistémica. Con excepción de China e India. Sin EU, a Europa, México y Latinoamérica les espera un 2011 de penumbra.
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