Defensa Regional
En que anda el Consejo de Defensa de la UNASUR?
05/08/2010
- Opinión
El organismo nacido el 10 de marzo de 2009 busca limar potenciales asperezas entre los países miembros pero no prevé la construcción de una fuerza militar combinada con fines de disuasión.
No cabe duda de que la creación de UNASUR buscaba poner en práctica el viejo principio de que “la unión hace la fuerza”.
En particular, la creación de un organismo propio para Sudamérica que aglutinara a los 12 países en que se reparte el subcontinente, era una iniciativa que buscaba insertar a la región como bloque en un mundo de tendencia multipolar.
Mucho tuvo que ver en el nacimiento de UNASUR la convergencia en el poder de gobiernos populares que, aún con diferentes matices, comulgaban en la idea de reflotar el concepto de Patria Grande soñado por los padres fundadores de la independencia en los albores del siglo XIX.
En ese sentido resultan emblemáticos los dichos del Presidente de Brasil, Luiz Inacio Da Silva: “no existe salida individual para ningún país de Sudamérica o de Latinoamérica. O nos juntamos, acordamos políticas complementarias y comenzamos a ejecutar entre nosotros una política de ayuda, de solidaridad, para crecer juntos, o vamos a terminar otro siglo pobres, como terminamos el siglo XX".
El Consejo de Defensa (CDS) nació en el seno de UNASUR casi un año después del bombardeo colombiano sobre un campamento clandestino de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano. La acción se recuerda particularmente porque en ella fallecería el número dos de esa agrupación, Raúl Reyes y provocó un serio enfrentamiento entre Venezuela, Ecuador y Colombia.
De esos acontecimientos nació la propuesta de creación del organismo por parte del presidente brasileño, Luiz Inacio da Silva, a efectos de evitar que se repitieran intervenciones militares no autorizadas entre países vecinos.
El conflicto problemático que motivó la creación del CDS también definió el rol que podía cumplir frente a la tensión consecuente entre tres estados sudamericanos. Este problema, sumado a la crisis separatista de la Media Luna en Bolivia, han sido las máximas pruebas que el CDS ha sorteado con éxito en casi un año y medio de existencia.
Curiosamente, desde su nacimiento, quedó claro que no se buscaba en ningún caso la creación fuerza militar combinada similar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sino que, el desafío asumido consistía en “dar vida a una alianza que fortalezca la confianza mutua mediante la integración, el diálogo y la cooperación en materia de defensa”, en “una zona de paz, estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos”, superando viejas desconfianzas entre vecinos y asegurando que no se produjesen en lo militar desequilibrios importantes entre las naciones componentes.
Con ese espíritu, a fines de julio de 2010 el CSD realizó su tercera reunión ejecutiva con participación de los viceministros de defensa de los doce países de la UNASUR.
En la oportunidad se dio por finalizada la presidencia pro tempore del Ecuador y se aprobó el Plan de Acción para el período 2010-2011. Dicho plan prevé la realización de seminarios y talleres y la conformación de grupos de trabajo, a efectos de lo cuál se designaron países responsables y países corresponsables en la organización de los eventos.
Ecuador será responsable y Argentina corresponsable de los seminarios que trataran el establecimiento de un mecanismo de consulta, información y evaluación inmediata ante situaciones de riesgo para la paz, en conformidad con el tratado de UNASUR.
Por su parte Argentina será responsable del desarrollo de un ejercicio de gabinete combinado regional sobre operaciones de mantenimiento de la paz. En este caso Chile será el corresponsable.
La tercera reunión del CDS también acordó estudiar el diseño de una metodología común de medición de los gastos militares en la UNASUR. A esos efectos se designó como país responsable a Chile y como corresponsables a la Argentina, Ecuador, Venezuela y Perú. Este trabajo, que incluye talleres en Buenos Aires y Santiago de Chile, se desarrollará entre agosto de 2010 y abril de 2011.
De esta forma, la CDS ha cumplido una vez más con la premisa fundacional de evitar la formación de una fuerza militar combinada de efectos disuasivos.
Es evidente la encomiable y decisiva voluntad política y diplomática de los líderes de las naciones que conforman UNASUR. Dicha voluntad, sumada a un gran sentido de la oportunidad, ha permitido superar crisis internacionales de envergadura.
Pero, como política, diplomacia y guerra constituyen un tándem sin solución de continuidad, quizás no haya que relegar al olvido la alternativa de una fuerza militar combinada regional.
En efecto, en un mundo donde se valida la doctrina de la “guerra preventiva” -que no es otra cosa que la legitimación del ataque artero- las reservas naturales sudamericanas se convierten en un blanco potencial para países ávidos de recursosque faciliten la reproducción de sus sistemas de vida. Cualquier excusa será válida cuando haga falta apropiarse de lo ajeno y, en ese caso, es posible que la diplomacia y la política sean el factor menos importante.
Debe considerarse también que la frontera entre los desequilibrios militares intrínsecos de la región y los desequilibrios fomentados desde el extranjero puede ser difusa. Es un secreto a voces que existen factores foráneos en el actual conflicto fronterizo entre Venezuela y Colombia, o que la región está siendo - lentamente y sin pausa- sometida a una maniobra de cerco militar materializada en la desproporcionada cantidad de bases estadounidenses que operan en el Caribe; Centroamérica e incluso en Colombia.
Para aumentar la confusión, no se explica cómo los países de la UNASUR siguen prestando apoyo y participación efectiva a la realización de ejercicios militares combinados que involucran a las fuerzas armadas de Estados Unidos.
En efecto, en el mes de julio de este año se realizó en Perú una nueva edición del Operativo UNITAS con participación de unidades de combate de Argentina; Brasil; Colombia; Canadá; Ecuador; Estados Unidos; México; Paraguay; Uruguay y Perú.
El ejercicio, bautizado como “Sociedad de las Américas e Intercambio Sur 2010” movilizó 1500 efectivos en prácticas de combate anfibio.
La explicación oficial de la práctica describe al objetivo del ejercicio multinacional en términos de fortalecer la confianza mutua, la integración y el incremento de la doctrina operacional combinada, permitiendo la incorporación de procedimientos comunes, la interoperatividad y el adiestramiento "en operaciones de mantenimiento de la paz, la seguridad y el apoyo, la ayuda humanitaria, el alivio de desastres y el derecho internacional".
Sin embargo no queda muy claro de qué manera un desembarco anfibio con munición real y combate en localidades ayuda al alivio de desastres y a la ayuda humanitaria. Mucho menos al mantenimiento de la paz.
Tampoco queda claro por qué se realizan prácticas con Estados Unidos pero no se implementan desde el CDS ejercicios entre naciones hermanas, sobre sólidas hipótesis de conflicto que identifiquen enemigos potenciales reales y alienten una distribución de responsabilidades definida para las naciones de UNASUR en un teatro de guerra.
Visto de esta manera, tal vez haya que pensar que los objetivos que actualmente justifican la existencia del CSD son demasiado pequeños y merecen un replanteo.
En particular, la creación de un organismo propio para Sudamérica que aglutinara a los 12 países en que se reparte el subcontinente, era una iniciativa que buscaba insertar a la región como bloque en un mundo de tendencia multipolar.
Mucho tuvo que ver en el nacimiento de UNASUR la convergencia en el poder de gobiernos populares que, aún con diferentes matices, comulgaban en la idea de reflotar el concepto de Patria Grande soñado por los padres fundadores de la independencia en los albores del siglo XIX.
En ese sentido resultan emblemáticos los dichos del Presidente de Brasil, Luiz Inacio Da Silva: “no existe salida individual para ningún país de Sudamérica o de Latinoamérica. O nos juntamos, acordamos políticas complementarias y comenzamos a ejecutar entre nosotros una política de ayuda, de solidaridad, para crecer juntos, o vamos a terminar otro siglo pobres, como terminamos el siglo XX".
El Consejo de Defensa (CDS) nació en el seno de UNASUR casi un año después del bombardeo colombiano sobre un campamento clandestino de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano. La acción se recuerda particularmente porque en ella fallecería el número dos de esa agrupación, Raúl Reyes y provocó un serio enfrentamiento entre Venezuela, Ecuador y Colombia.
De esos acontecimientos nació la propuesta de creación del organismo por parte del presidente brasileño, Luiz Inacio da Silva, a efectos de evitar que se repitieran intervenciones militares no autorizadas entre países vecinos.
El conflicto problemático que motivó la creación del CDS también definió el rol que podía cumplir frente a la tensión consecuente entre tres estados sudamericanos. Este problema, sumado a la crisis separatista de la Media Luna en Bolivia, han sido las máximas pruebas que el CDS ha sorteado con éxito en casi un año y medio de existencia.
Curiosamente, desde su nacimiento, quedó claro que no se buscaba en ningún caso la creación fuerza militar combinada similar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sino que, el desafío asumido consistía en “dar vida a una alianza que fortalezca la confianza mutua mediante la integración, el diálogo y la cooperación en materia de defensa”, en “una zona de paz, estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos”, superando viejas desconfianzas entre vecinos y asegurando que no se produjesen en lo militar desequilibrios importantes entre las naciones componentes.
Con ese espíritu, a fines de julio de 2010 el CSD realizó su tercera reunión ejecutiva con participación de los viceministros de defensa de los doce países de la UNASUR.
En la oportunidad se dio por finalizada la presidencia pro tempore del Ecuador y se aprobó el Plan de Acción para el período 2010-2011. Dicho plan prevé la realización de seminarios y talleres y la conformación de grupos de trabajo, a efectos de lo cuál se designaron países responsables y países corresponsables en la organización de los eventos.
Ecuador será responsable y Argentina corresponsable de los seminarios que trataran el establecimiento de un mecanismo de consulta, información y evaluación inmediata ante situaciones de riesgo para la paz, en conformidad con el tratado de UNASUR.
Por su parte Argentina será responsable del desarrollo de un ejercicio de gabinete combinado regional sobre operaciones de mantenimiento de la paz. En este caso Chile será el corresponsable.
La tercera reunión del CDS también acordó estudiar el diseño de una metodología común de medición de los gastos militares en la UNASUR. A esos efectos se designó como país responsable a Chile y como corresponsables a la Argentina, Ecuador, Venezuela y Perú. Este trabajo, que incluye talleres en Buenos Aires y Santiago de Chile, se desarrollará entre agosto de 2010 y abril de 2011.
De esta forma, la CDS ha cumplido una vez más con la premisa fundacional de evitar la formación de una fuerza militar combinada de efectos disuasivos.
Es evidente la encomiable y decisiva voluntad política y diplomática de los líderes de las naciones que conforman UNASUR. Dicha voluntad, sumada a un gran sentido de la oportunidad, ha permitido superar crisis internacionales de envergadura.
Pero, como política, diplomacia y guerra constituyen un tándem sin solución de continuidad, quizás no haya que relegar al olvido la alternativa de una fuerza militar combinada regional.
En efecto, en un mundo donde se valida la doctrina de la “guerra preventiva” -que no es otra cosa que la legitimación del ataque artero- las reservas naturales sudamericanas se convierten en un blanco potencial para países ávidos de recursosque faciliten la reproducción de sus sistemas de vida. Cualquier excusa será válida cuando haga falta apropiarse de lo ajeno y, en ese caso, es posible que la diplomacia y la política sean el factor menos importante.
Debe considerarse también que la frontera entre los desequilibrios militares intrínsecos de la región y los desequilibrios fomentados desde el extranjero puede ser difusa. Es un secreto a voces que existen factores foráneos en el actual conflicto fronterizo entre Venezuela y Colombia, o que la región está siendo - lentamente y sin pausa- sometida a una maniobra de cerco militar materializada en la desproporcionada cantidad de bases estadounidenses que operan en el Caribe; Centroamérica e incluso en Colombia.
Para aumentar la confusión, no se explica cómo los países de la UNASUR siguen prestando apoyo y participación efectiva a la realización de ejercicios militares combinados que involucran a las fuerzas armadas de Estados Unidos.
En efecto, en el mes de julio de este año se realizó en Perú una nueva edición del Operativo UNITAS con participación de unidades de combate de Argentina; Brasil; Colombia; Canadá; Ecuador; Estados Unidos; México; Paraguay; Uruguay y Perú.
El ejercicio, bautizado como “Sociedad de las Américas e Intercambio Sur 2010” movilizó 1500 efectivos en prácticas de combate anfibio.
La explicación oficial de la práctica describe al objetivo del ejercicio multinacional en términos de fortalecer la confianza mutua, la integración y el incremento de la doctrina operacional combinada, permitiendo la incorporación de procedimientos comunes, la interoperatividad y el adiestramiento "en operaciones de mantenimiento de la paz, la seguridad y el apoyo, la ayuda humanitaria, el alivio de desastres y el derecho internacional".
Sin embargo no queda muy claro de qué manera un desembarco anfibio con munición real y combate en localidades ayuda al alivio de desastres y a la ayuda humanitaria. Mucho menos al mantenimiento de la paz.
Tampoco queda claro por qué se realizan prácticas con Estados Unidos pero no se implementan desde el CDS ejercicios entre naciones hermanas, sobre sólidas hipótesis de conflicto que identifiquen enemigos potenciales reales y alienten una distribución de responsabilidades definida para las naciones de UNASUR en un teatro de guerra.
Visto de esta manera, tal vez haya que pensar que los objetivos que actualmente justifican la existencia del CSD son demasiado pequeños y merecen un replanteo.
APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/en/node/143301
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