Una historia de tres ciudades:

La lucha global sobre quién terminará con el hambre

25/05/2010
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Dublín estaba soleado y cálido la semana pasada, algo inusual, cuando la Fuerza de Tarea de Alto Nivel (HLTF, siglas en inglés) sobre la crisis de seguridad alimentaria global realizó una consulta en el pueblo Malahide al norte de la ciudad. El Dr. David Nabarro (ciudadano inglés) coordinador de la Fuerza de Tarea de Alto Nivel, buscaba obtener comentarios de organizaciones de la sociedad civil sobre el Marco Global para la Acción para terminar el hambre (CFA, siglas en inglés). El CFA, escrito precipitadamente hace un año por un grupo de expertos de 23 burocracias dentro del sistema de ONU, es un ensayo multilateral de crear un plan de acción para afrontar la creciente crisis alimentaria global.
 
El Dr. Nabarro, un energético hombre de espectáculo, literalmente se quitó el saco, la corbata y se arremangó las mangas ante 100 representantes de organizaciones campesinas, grupos de expertos, ONG´s, organizaciones de derechos humanos y de seguridad alimentaria de todo el mundo (fueron invitados más, pero la nube de ceniza de Islandia frustró su arribo). Fueron dos días animados. Dada la diversidad de voces y considerando que las organizaciones de la sociedad civil fueron consultadas bastante después de que el documento principal fue escrito, el Dr. Nabarro y su dedicado equipo deben ser felicitados porque el “Diálogo Dublín” no fue sólo otra cacofonía consultiva. Sin embargo, como resultaron las cosas, no es fácil organizar una orquesta con la sociedad civil, el grupo G-8 y los “ayudantes” del Banco Mundial.
 
No es que alguien se oponga a terminar con el hambre. Todos aceptan que los países del Sur necesitarán US$ 40 mil millones anuales para reconstruir sus sistemas alimentarios nacionales (irónicamente destruidos por 30 años de sobreproducción en el Norte industrializado). La lucha es sobre cómo se van a reconstruir los sistemas alimentarios del Sur, quién pagará y quién se beneficiará. La acertada decisión es lo que ampliamente determinará si el hambre en el mundo—actualmente aumentando en 100 millones de personas anualmente—terminará algún día.
 
Quiénes participaron en el Diálogo Dublín y quiénes no, evidencia las profundas divergencias sobre cómo terminar con el hambre. La Vía Campesina, la organización internacional campesina que lucha por los derechos de los campesinos, los pastores y los pequeños pescadores de todo el mundo, rehusó asistir y envió una mordaz carta denunciando el Diálogo como simplemente “una maniobra de estilo…para obtener comentarios sobre algo definido”. La carta rápidamente llegó a lo esencial:
 
 “[Para CFA] la solución de la inseguridad alimentaria son los mercados globales, aumentar la productividad y las inversiones en agricultura con insumos industriales y tecnología, reduciendo las barreras arancelarias para permitir mayor circulación de mercancías, la rápida conclusión de la Ronda de Doha, promover la inversión privada para producir agrocombustibles en los países en vías de desarrollo. La meta es transformar la agricultura campesina en agricultura industrial lo más pronto posible. Sin embargo, para gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil, esas supuestas soluciones son la misma causa de la crítica situación alimentaria que se sufre en muchos países”.
 
Vía Campesina—junto con cientos de organizaciones campesinas y ONGs—firmaron una Carta Abierta defendiendo “las políticas y acciones para erradicar el hambre y la desnutrición”. El documento exige ‘soberanía alimentaria—el derecho de todas las personas, sociedades y estados de determinar su propio sistema alimentario, y tener políticas que garanticen el acceso a suficientes alimentos de calidad, asequibles, saludables y culturalmente apropiados, reconocido e implementado por las comunidades, la población, los estados y las instituciones internacionales’. 
 
Esta propuesta es respaldada por los hallazgos de la Evaluación Internacional sobre Conocimiento en Agricultura, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (IAASTD, siglas en inglés). Después de 4 años de evaluación global, los 400 científicos que participaron en IAASTD declararon:
 
“Es indispensable un cambio radical en la producción de alimentos en el mundo para afrontar el hambre, si se busca satisfacer a la creciente población y el cambio climático, al mismo tiempo que lograr evadir un conflicto social y colapso ambiental”.
 
Ofreciendo pocas alabanzas a los organismos genéticamente modificados (OGM) y a la nueva “Revolución Verde”, IAASTD apoya la agroecología y la producción campesina para terminar con el hambre.
 
La mayoría de los participantes en el Diálogo (así como muchos de los organizadores y posiblemente incluso el Dr. Nabarro) reconocen la necesidad de frenar los mercados globales y priorizar la inversión en agroecología en lugar de OGMs. La mayoría desean que la agricultura esté fuera de la OMC y creen que los países del Sur deben proteger a sus campesinos y pequeños productores de la política aplicada durante décadas por Estados Unidos de América (EUA) y la Unión Europea (UE), que consiste en inundar los mercados nacionales con su sobreproducción de granos. Todos están en contra de la apropiación y concentración de la tierra, y en contra de la expansión de los agrocombustibles. Frecuentemente se hizo referencia a IAASTD.
 
Pero fue muy claro que el Diálogo Dublín no haría cambiar la posición de la Fuerza de Tarea de Alto Nivel. Desde su punto de vista, el mercado global es la solución y no la causa del hambre, y se debe priorizar al sector privado y no a las instituciones públicas. La Fuerza de Tarea aún tiene que abordar seriamente las tomas masivas de tierra y parece incapaz de lograr acuerdos para controlar la expansión de los agrocombustibles. A pesar del Diálogo Dublín, la Fuerza de Tarea-HLTF no tiene la voluntad (o la capacidad) para permitir que la sociedad civil—miles de organizaciones campesinas y organizaciones de la sociedad civil que trabajan en el terreno—sean quienes dirigen la lucha contra el hambre. Todo está listo para el diálogo, pero en la práctica, muy pocas cosas se pueden negociar.
 
Esto se debe a que el Sr. Nabarro y la Fuerza de Tarea de Alto Nivel (un grupo que se auto reconoce como burócratas sin presupuesto ni poder de decisión), aunque tengan buenas intenciones, no pueden alejarse de las decisiones del Banco Mundial (ausentes en el Diálogo). Hacerlo provocaría rechazar al CFA—Marco Global para la Acción para terminar el hambre. ¿Quién lo rechazaría? Parece que el Programa Global de Agricultura y Seguridad Alimentaria (GAFSPF, siglas en inglés).
 
El GAFSPF es un fondo de inversiones multilateral que están conformando EUA, Canadá y España dirigidos por el Banco Mundial, para cerrar la brecha entre los $40 mil millones anuales requeridos para terminar con el hambre, los $20 mil millones prometidos por el grupo G-8 y los $14 mil millones que aún no han dado para cumplir con su promesa. El Documento Marco de GAFSPF de diciembre 2009, se sustenta en el Reporte sobre Desarrollo de la Agricultura del Banco Mundial (BM) de 2007. En oposición directa al IAASTD (creado por el Banco Mundial aunque ahora lo desconozca) el Reporte de Desarrollo 2007 del BM recomienda más comercio global y más fondos públicos para apoyar la expansión de la tecnología agrícola, simplemente afirma: firmar la Ronda de Doha y expandir el uso de OGMs en todos los países del Sur. Así mismo, lamenta que en regiones como África Sahariana tendrán que sufrir una gran “movilidad” en la posesión de la tierra, lo que eufemísticamente significa que los pequeños propietarios serán despojados de la tierra. Al ser incapaz de ganar el apoyo de los países del Sur a su posición presentada en las cumbres de Roma, Madrid, d’Aquila y Pittsburg, la creación de GAFSPF evidencia una movida estratégica del BM de cambiar el centro de la lucha contra el hambre de Roma y Nueva York hacía Washington—bajo el férreo control del Banco Mundial. En la visión de operaciones del Banco Mundial, GAFSPF dividirá su apoyo entre los sectores público y privado, siendo la Corporación Financiera Internacional (IFC, siglas en inglés, rama del BM que financia al sector privado) responsable de los préstamos a largo y corto plazo, garantías de crédito y equidad para apoyar las actividades del sector privado. Como sucede típicamente con el Banco Mundial, los resultados de GAFSPF nunca se podrán evaluar directamente en relación a reducir la cantidad de personas con hambre ni midiendo la mejoría en su calidad de vida. El éxito será medido por la cantidad de personas participando en los programas de apoyo GAFSPF. Esto supone heroicamente que haciendo más de lo mismo—por ejemplo, más libre comercio y paquetes tecnológicos—con más personas, se llegará a erradicar el hambre.
 
Dado que el Banco Mundial manejará la cartera, parece que la Fuerza de Tarea de Alto Nivel-HLTF no tiene otra opción que subordinarse a GAFSPF. Sin embargo, existe otro partícipe importante que podría por completo modificar la agenda: El Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial (CFS, siglas en inglés).
 
El Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial no es la Fuerza de Tarea de Alto Nivel—colección de 23 burocracias. CFS es una entidad política que representa a 192 gobiernos. Recientemente reorganizado, CFS es un foro político global sobre alimentación que tiene funcionamiento participativo en el cual las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSCs) son autónomas y auto organizadas. El Comité Coordinador interino del Grupo Asesor de OSC es dirigido por representantes del Comité Internacional de Políticas sobre Soberanía Alimentaria (IPC, siglas en inglés), Oxfam y Action Aid, quienes han elaborado una propuesta para el Comité Asesor de OSC. Este Comité establecerá los mecanismos permanentes de participación de la sociedad civil del Comité sobre Seguridad Alimentaria Mundial. En políticas y asuntos como:
 
·   Seguridad alimentaria y nutrición
·   Tenencia de la tierra y acceso a los recursos
 
·   Volatilidad del precio de los alimentos
·   Cambio climático
·   Protección social
·   El rol de CFS en el marco estratégico global para erradicar el hambre.
 
Las posibilidades de desatar un tremendo dinamismo social y desarrollar el potencial de los campesinos, pequeños productores y sociedad civil en una guerra para erradicar el hambre, se podrá lograr con CFS, pero no con la Fuerza de Tarea de Alto Nivel-HLTF ni con GAFSPF. Si no existe presión de la sociedad civil organizada, se logrará muy poco en conquistar la soberanía alimentaria en la ONU o cualquier otro lugar. De hecho si el Marco Global para la Acción para terminar el hambre de HLTF tiene alguna posibilidad, tendrá que desistir del apoyo del Grupo Asesor de la Sociedad Civil del recién formado CFS. De otra manera, el estira y encoje entre Roma, Nueva York y Washington DC, sobre quién erradicará el hambre terminaría apoyando el estatus quo, y no una propuesta esperanzadora para los 1.4 mil millones de personas hambrientas en el mundo.
 
- Eric Holt-Giménez es Director Ejecutivo de Food First/ Instituto sobre Políticas de Alimentación y Desarrollo
 
https://www.alainet.org/en/node/141702
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