Ésta no es la Europa que queremos

08/04/2010
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El rifirrafe para llegar a algún acuerdo para ayudar a Grecia en la Unión Europea ha mostrado que Alemania marca la pauta, seguida de cerca por Francia. Alemania ha impuesto que el Fondo Monetario Internacional sea el que suelte el dinero para Grecia y la Unión sólo pague in extremis. Y Francia ha vendido este acuerdo como el mejor posible.
 
¿Lo es?
 
Ocurre que el gobierno alemán, la clase política y minoría privilegiada alemanas no quieren que Alemania pague a quienes (según ellos) no han hecho lo indecible para asegurar la “estabilidad”. No quieren saber nada con los que tienen considerable déficit público. ¡La bestia negra del maldito déficit público! ¡Quienes no renuncien a él, a sus pompas y a sus obras, serán arrojados a las tinieblas con lamentos y crujir de dientes, y serán vilipendiados por los “mercados”, que los zarandearán y se forrarán a su costa!
 
Marshall Auerback, analista económico del Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt, ha escrito respecto al déficit público que “con pocas y breves excepciones, el gobierno federal de Estados Unidos ha estado en deuda sin interrupción desde 1776. Doscientos treinta años con más o menos déficit público. Pero esa deuda no ha sido amenaza para las sucesivas generaciones estadounidenses ni ha restringido su libertad de acción. No, porque Estados Unidos es hoy la economía más potente del mundo”.
 
Auerback califica como histéricos de la sostenibilidad fiscal o terroristas del déficit público a los voceros contra él. Y de ésos hay demasiados en los núcleos decisivos de la Unión Europea.
 
Marshall Auerback insiste, contra los adoradores a ultranza de la reducción del déficit a cualquier precio, que la política fiscal sostenible es la que crea empleo: una oferta pública de empleo garantizado es la mejor política fiscal. Pero de momento ganan los histéricos del déficit, los que defienden recortes y recortes del gasto, sin considerar que así se reducen e hipotecan presente y futuro de las generaciones jóvenes. Y remacha Auerback que la clave para una recuperación auténtica no es reducir el gasto público sino lo contrario y aplicar recortes fiscales que reduzcan hasta eliminar la atonía de la demanda. Eso sí crea empleo. Algo así opina también el Nobel de economía Stiglitz. Y lo tenemos documentado, porque sucedió hace setenta años y funcionó.
 
Pero, ¿de verdad interesa a la minoría privilegiada europea y a sus estatales cómplices crear el empleo necesario? Pues ésa es la Europa que nos construyen (y que los ciudadanos permitimos). Una Europa neoliberal, cicatera, cada vez más desigual y éticamente cutre. Una Europa, que no conviene a la inmensa mayoría de europeos, en la que 80 millones de habitantes de la Unión viven en la pobreza (el 16%). Inmigrantes, desempleados y personas sin hogar, pero también “trabajadores pobres”, término acuñado por la neoliberal Comisión Europea para los ciudadanos que, aún teniendo trabajo, viven en la pobreza. Hay un 8% en tal situación: 40 millones de ciudadanos.
 
Por cierto, en el año 2000, el Consejo Europeo de Lisboa acordó erradicar la pobreza de Europa para 2010. Estamos en 2010. ¿Tienen ustedes noticia de que se haya erradicado la pobreza en Europa? Según Cruz Roja, por ejemplo, ¡el 20% de españoles tiene problemas para subsistir! Y más de un millón de ciudadanos españoles desempleados están socialmente desprotegidos. Muy significativo, porque la europea España está entre la docena de países más desarrollados del mundo.
 
¿Y cuál ha sido la respuesta de la Unión Europea ante el aumento de pobreza? Retrasar los trabajos contra la pobreza hasta 2020.
 
Quienes dirigen y construyen esta Europa practican el insolidario neoliberalismo. Creen ciegamente en él. Y la minoría privilegiada europea nos da gato por liebre desde hace cuatro décadas. En lugar de la Europa de ciudadanos que anhelábamos, nos perpetran otra de banqueros y mercaderes. Y los ciudadanos lo consentimos.
 
Incluso en la defensa y promoción de derechos humanos retrocede Europa. Ahí están las normativas de tintes xenófobos como respuesta a la inmigración masiva; las actitudes y conductas islamofóbicas; la discriminación e incluso persecución de los gitanos; el abandono del derecho de asilo; la exportación de instrumentos de tortura; la complicidad en prácticas inicuas con detenidos por sospecha de terrorismo; el recorte de libertades en nombre de la seguridad...
 
Definitivamente ésta no es la Europa que queremos. Habrá que hacer algo.
 
 Xavier Caño Tamayo
Periodista y escritor
 
https://www.alainet.org/en/node/140538
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