Inventando para no errar

América Latina y el socialismo del siglo XXI

09/03/2010
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I. Introducción
 
1. Veinte años atrás las fuerzas de izquierda en América latina y en el mundo pasaban momentos muy difíciles. Caía el muro de Berlín, la Unión Soviética se precipitaba en el abismo y terminaba por desaparecer a finales de 1991. Privada de la necesaria retaguardia, la revolución sandinista era derrotada en las urnas en febrero de l990 y los movimientos guerrilleros de Centroamérica se veían forzados a desmovilizarse. El único país que mantenía las banderas de la revolución en alto era Cuba, a pesar de todos los augurios de que sus días estaban contados. En aquellas condiciones era difícil imaginar que dos décadas más tarde la mayor parte de nuestros países iba a ser gobernado por líderes de izquierda.
 
2. La derrota del socialismo soviético creó una dura situación para la izquierda latinoamericana, especialmente para la izquierda marxista-leninista. Durante la década de los 80 ésta había aprendido mucho tanto de las experiencias dictatoriales del cono Sur y las formas de resistencia que frente a ellas surgieron, como de las experiencias de lucha de los movimientos guerrilleros de Centroamérica y Colombia, comenzando a superar una serie de errores y desviaciones cometidos en las dos décadas anteriores, debido a una aplicación acrítica del modelo bolchevique de partido. Aquí no puedo extenderme sobre este tema que he abordado ampliamente en mi libro “Reconstruyendo la izquierda”1, sólo me limitaré a una breve mención de ellos: vanguardismo; verticalismo y autoritarismo; teoricismo y dogmatismo que llevaban al estrategismo; subjetivismo en el análisis de la realidad que conducía a elaborar estrategias y tácticas inadecuadas; incapacidad de ver la originalidad de nuestro sujeto social revolucionario lo que llevaba a desconocer el potencial de lucha de los movimientos étnico-culturales y del cristianismo revolucionario comprometido con los pobres; concepción de la revolución como asalto al poder por una minoría activa, que desde el estado resolvería los problemas del pueblo; insuficiente valorización de la democracia hasta el punto de distinguir entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas democráticas, otorgando a los aliados socialdemócratas el calificativo de democráticos, como si las fuerzas revolucionarias no fueran democráticas.
 
3. Decíamos que estos errores habían comenzado a ser superados justamente en la década anterior a la derrota del socialismo soviético. Quisiera mencionar aquí además otros dos factores que influyeron también en ese proceso de maduración de la izquierda: primero, la visión pedagógica del brasileño Paulo Freire, que dio origen a un significativo movimiento de educación popular en varios de nuestros países, que chocaba con la concepción clásica de los partidos de izquierda de aquella época, que solían considerarse dueños de la verdad; y segundo, las ideas feministas que ponían el acento en el respeto a las diferencias y en el rechazo al autoritarismo.
 

* Documento completo en

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https://www.alainet.org/en/node/139922?language=es
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