Las contradicciones de una América en cambio
13/09/2009
- Opinión
Una mirada sobre América nos muestra que más allá de la ceguera de algunos, está en marcha un proceso de cambios sobre el cual se ciernen muchas amenazas. Obviamente hablamos de América entendiéndola como un continente en el que coexisten países independientes y soberanos, aunque uno de ellos ha querido apropiarse del nombre y se refiere a sí mismo como América. De más está decir que se trata de Estados Unidos, al que el cambio también está llegando.
Si analizamos lo sucedido en las últimas décadas en América Latina, encontraremos numerosos intentos por modificar las estructuras de gobierno para hacerlas más democráticas y participativas. Ningún país, a excepción de Cuba, ha logrado que su proyecto subsista. De una u otra manera, los gobiernos que encarnaban el cambio fueron abatidos, para abrirle paso a proyectos representativos de intereses ajenos que se tradujeron en la conculcación de derechos y libertades.
Hoy estamos ante otra manifestación del cambio en América Latina y el Caribe, con una interrogante nueva, cual es si éste llegará también a Estados Unidos o si la imagen de Barack Obama como expresión del cambio en ese país fue un espejismo o es una realidad que enfrenta las mismas dificultades que el resto del continente para concretarse.
El golpe de Estado en Honduras fue apadrinado por aquellos sectores internos y externos como los que los prohijaron antes en toda América Latina y que son también los que ahora se oponen a los cambios de orden social, no políticos, que plantea Obama al que acusan de promover el socialismo en el país que simboliza al capitalismo.
El fracaso del modelo neoliberal no ha significado, sin embargo, que a nivel internacional se reduzcan o cancelen las relaciones políticas y económicas que se abrieron al punto de terminar con las áreas de influencia exclusiva, lo que si bien se expresa mayormente en el plano económico, abre también nuevas posibilidades para los procesos de cambio.
El cambio institucional
Durante largos años los sistemas institucionales latinoamericanos fueron como fortalezas inexpugnables para los movimientos sociales y, donde hubo atisbos de cambio o de independencia, se produjeron desembarcos de tropas estadounidenses o golpes militares con las consiguientes dictaduras, amén de intervenciones ilegítimas en los procesos electorales, para favorecer a los sectores que garantizaran los intereses del país del norte.
El triunfo de la Revolución cubana en 1959 fue un hecho inédito, como también lo fue que fracasaran los métodos tradicionales para revertirla. Todos los otros intentos por alcanzar el poder por la vía armada fueron derrotados y salvo Nicaragua en 1989, en ningún otro país se volvió a repetir el hecho. El cambio se siguió buscando a través de la vía política, lo que también era difícil, como lo demostró el golpe de Estado contra Goulart en Brasil.
En 1973, Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales en Chile, este 4 de septiembre se cumplieron 39 años de su triunfo. Su programa de gobierno se basaba en el cambio por la vía constitucional. Era la vía chilena al socialismo en democracia, pluralismo y libertad y contemplaba cambios institucionales que se plasmarían a través de una Asamblea Constituyente en la que estarían representadas todas las corrientes políticas del país.
No se pudo alcanzar ese objetivo porque no se logró la mayoría necesaria en el parlamento para adecuar la institucionalidad vigente a los cambios ocurridos antes y después de su llegada al gobierno, lo que finalmente favoreció a los sectores golpistas. Pero su planteamiento sobre el cambio a través de la constitución se ha convertido en realidad en lo que hemos señalado en otras ocasiones como revoluciones constitucionales, como las que se han concretado en Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Mientras esos países son objeto de la hostilidad estadounidense, en otras naciones de la región vuelve a plantearse la necesidad de modificar las constituciones, incluyendo aspectos cuestionados por Washington en algunos casos, como son las reelecciones presidenciales. Sin embargo en Colombia se acaba de aprobar un referendo en la perspectiva de que el presidente Uribe postule por tercera vez al cargo, lo que cuenta con el beneplácito estadounidense.
Estados Unidos no ha hecho objeción alguna a la pretensión de Uribe, como lo ha hecho en relación a las reelecciones de los presidentes Correa, Chávez y Morales, lo que pone de manifiesto su doble estándar: reelección para sus aliados, desestabilización para quienes no lo sean. Y el ejemplo más claro es Honduras.
Pero también en Chile surgen ahora proyectos de reforma a la constitución. Eduardo Frei, el candidato de la coalición gobernante, ha propuesto 37 modificaciones a la constitución y tanto en sectores de gobierno como de oposición se abre paso la idea de convocar a una Asamblea Constituyente para reemplazar definitivamente la constitución impuesta por Pinochet, a la que ya no caben más modificaciones.
En Chile se está pidiendo también que en la elección presidencial de diciembre próximo se establezca un mecanismo, como el plebiscito, que existe en Estados Unidos, para que los electores señalen si están de acuerdo en que se convoque a una Asamblea Constituyente.
Los problemas de Obama
En el contexto de lo señalado hasta aquí, cabe considerar los problemas que enfrenta Barack Obama, quien no pretende cambiar la constitución de Estados Unidos, sólo el sistema de salud. Su proyecto, como ya lo hemos señalado, enfrenta una feroz oposición impulsada por las empresas de seguros, según él mismo lo ha denunciado, porque la reforma propone que además del sistema de salud en manos privadas, se cree uno público como alternativa para los que no pueden pagar los ya existentes.
La controversia es fuerte y al mandatario se lo acusa de querer implantar un sistema socialista, algunos le dicen comunista, lo que a su vez ha puesto a Obama en pie de guerra. Se aprestaba a hablar ante el congreso sobre su proyecto cuando escribíamos estas líneas, pero antes ya había pronunciado un discurso que la prensa de su país calificó de “fiero”.
Hablando en Ohio ante los miembros de la AFL-CIO, la mayor organización sindical de Estados Unidos, en la celebración del Día del Trabajo, Obama señaló que tenía una pregunta para todos esos que andaban diciendo mentiras:”¿Qué van a hacer ustedes? ¿Cuál es su respuesta? ¿Cuál es su solución? ¿Y saben qué? Ellos no tienen una”.Y agregó:”Llega un tiempo para decidir, un tiempo para actuar. Y, Ohio, ese tiempo es ahora”.
Pero ese no es el único problema de Obama, el martes pronunció un discurso dirigido a los estudiantes y eso se convirtió en otra ola de acusaciones en su contra, señalando que pretendía adoctrinar políticamente a los jóvenes. Según lo programado, el presidente pronunciaría su discurso en un colegio de Virginia y el sitio web de la Casa Blanca lo transmitiría en forma simultánea, de modo que llegaría a todos los planteles educativos.
La prensa de ese país afirmó que los padres de los estudiantes estaban preocupados porque no se conocía previamente el texto y no se sabía si tenía contenido político, lo que indicaba el ánimo de imponer censura previa al mandatario. Comentaristas radiales prevenían sobre el carácter socialista del discurso y el líder republicano de Florida se declaró “absolutamente espantado de que los dólares de los contribuyentes sean usados para divulgar la ideología socialista del Presidente”.
Finalmente la Casa Blanca entregó copia anticipada del discurso y la polémica terminó, pero tanto este asunto como lo relativo a la reforma del sistema de salud ponen de relieve lo que, a su vez, América Latina tendrá que enfrentar en su legítimo propósito de realizar cambios ineludibles.
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
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