La IV Flota destruyó a <i>Imperio</i>
- Opinión
Sí;
Un poco de historia
Podría argumentarse: ¿y a quién le importa la muerte de un desvarío de dos intelectuales? Respuesta: a mucha gente y, especialmente, a las fuerzas sociales que luchan por la construcción de un mundo mejor, por una sociedad socialista. Para comprender mejor el porqué de esta respuesta conviene hacer un poco de historia. Precisamente cuando el neoliberalismo comenzó a sufrir los embates de una resistencia que a comienzos de nuestro siglo se extendía por las más diversas latitudes apareció el libro de Hardt y Negri. De inmediato la obra fue saludada por toda la prensa imperialista mundial como el nuevo “Manifiesto Comunista” del siglo veintiuno; un manifiesto que, a diferencia de su predecesor escrito por Marx y Engels un siglo y medio antes, demostraba su sensatez al fulminar sin atenuantes a los dinosaurios que aún hablaban del imperialismo, creían que las transnacionales se apoyaban en la fortaleza de los estados nacionales y que éstos, lejos de estar en vías de extinción, se fortalecían en el capitalismo metropolitano mientras se debilitaban en la periferia del sistema. Un curioso manifiesto comunista en cuyas páginas brillaban por su ausencia las contradicciones de clases, la dialéctica y la revolución, y que erigía como modelo de lucha contra el fantasmagórico imperio ... ¡al bueno de San Francisco de Asís! (de quien se decía que amansaba a lobos hambrientos con el sonido de su violín) y relegando al museo de los arcaísmos revolucionarios a figuras como el Che Guevara, Fidel, Lenin, Mao, y Ho Chi Mihn, entre tantos otros. Por varias razones que no viene al caso exponer aquí la influencia de estos disparates en las primeras reuniones del Foro Social Mundial de Porto Alegre fue enorme, y quienes objetábamos las tesis de Hardt y Negri debimos remar a contracorriente para lograr que se nos escuchara. Muchos de quienes impidieron un debate a fondo sobre este asunto terminaron siendo los representantes ideológicos de los anguiliformes gobiernos de centro-izquierda que, poco después, se afianzarían en la región.
No era fácil objetar los planteamientos de un pensador dueño de una trayectoria marxista tan dilatada como Toni Negri. Imperio, escrito conjuntamente con el estadounidense Michael Hardt -un profesor de Teoría Literaria de
La interminable sucesión de errores y confusiones que se desgranaban a lo largo del libro –salpicadas, es verdad, con alguna que otra observación más o menos razonable- fue objeto de numerosas críticas. Pensadores marxistas de las más diversas corrientes cuestionaron y refutaron esa obra.[1] Por nuestra parte, asumimos como una exigencia de la militancia anti-imperialista dedicar un tiempo precioso para escribir un pequeño libro destinado a rebatir las tesis centrales de Imperio y a tratar de contribuir a neutralizar la profunda confusión ideológica en que, a causa de las mismas, habían caído los movimientos de la alterglobalización.[2] Es que, en línea con el discurso predominante del neoliberalismo y bajo una retórica de izquierda el libro de Hardt y Negri contrariaba con una insoportable mezcla de ignorancia y soberbia toda la evidencia empírica arrojada por numerosos estudios sobre la dominación imperialista y sus consecuencias. Aparte de la disparatada tesis central: un imperio sin relaciones imperialistas de dominación, saqueo y explotación, también se afirmaba que el imperio carece de un centro, no tiene un “cuartel general” ni puesto de comando y tampoco se afianza sobre base territorial alguna; mucho menos puede decirse de que cuente con el respaldo de un estado-nación. Para Hardt y Negri el imperio es una benévola constelación de múltiples poderes sintetizados en un régimen global de soberanía, permanentemente jaqueada por una fantasmagórica “multitud”: una vaporosa o líquida, al decir de Zigmunt Bauman, agregación altamente inestable y cambiante de sujetos que, por una incomprensible paradoja, eran simultáneamente los verdaderos creadores del imperio y podían ser sus eventuales sepultureros si es que por un milagro lograban curarse de la esquizofrenia que los condujo a crear algo que los oprimía y que, a la vez, querían destruir.
Es por todo lo anterior que pocas imágenes podrían ser más del agrado del gobierno de Estados Unidos y las clases dominantes de ese país y sus aliados en todo el mundo que esta embellecida visión de sus cotidianas tropelías, crímenes, atropellos y el genocidio que lenta y silenciosamente practican día tras día por los cuatro rincones de la tierra, y muy especialmente en el Tercer Mundo. Pocas, también, podrían haber sido más oportunas en momentos en que Estados Unidos se había convertido en la potencia imperialista más agresiva y poderosa de la historia de la humanidad y en el estado nación imprescindible e irreemplazable para sostener con su formidable maquinaria militar, su enorme gravitación económico-financiera y el fenomenal poderío de su industria cultural (desde Hollywood hasta sus universidades, pasando por sus tanques de pensamiento y los medios de comunicación de masas y, last but not least, su control estratégico de
La IV Flota entra en escena
Ahora bien: si alguna prueba hacía falta para invalidar irreparablemente las tesis centrales de Imperio (y para convencer a los más remisos del carácter insanablemente erróneo de ese libro) la reactivación ordenada por el gobierno de Estados Unidos de
Desactivada desde 1950,
Con esta iniciativa Estados Unidos, el centro indiscutido del imperio y el locus donde reside su cuartel general, viene a completar por los mares y ríos lo que ya había sido parcialmente obtenido mediante el emplazamiento en nuestra geografía de una serie de bases y “misiones militares” y por su predominio aéreo y del espacio exterior, especialmente en el terreno satelital: el control integral de lo que los expertos en geopolítica de Estados Unidos llaman la gran isla americana. Gracias al Plan Colombia (y en menor medida al Plan Puebla-Panamá) y a las numerosas bases militares con que cuenta en la región Washington detenta un decisivo y monopólico control territorial que se extiende desde México, en el Norte y llega hasta
Una nota producida hace pocos meses por Stella Calloni consigna que en Tierra del Fuego el gobierno de esa provincia argentina emitió un decreto cediendo tierras “para la instalación de una base estadounidense que se supone realizará ‘estudios nucleares con fines pacíficos’ ”. Esta decisión del gobierno provincial se apoya en una ley aprobada en 1998 por
Resumiendo: en la actualidad el control que Estados Unidos detenta del espacio aéreo latinoamericano es absoluto e inexpugnable, habida cuenta de su enorme superioridad tecnológica que, entre otras cosas, le permitió organizar y ayudar a ejecutar, paso a paso, la enigmática “operación rescate” de Ingrid Betancourt y los otros “rehenes de oro” que tenían en su poder las FARC.[6] A lo anterior debe sumársele su presencia territorial y, ahora, agregársele el dominio de los mares, con lo cual el círculo se cierra sobre América Latina y el Caribe. Círculo que se estrecha cada vez más para los cuatro gobiernos que en nuestra región están librando una batalla diaria y sin cuartel contra el imperialismo: Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Misiones manifiestas y latentes
Una versión “candorosa” de la misión de
Es evidente que el lenguaje empleado por Stavridis no por casualidad tiene la suficiente ambigüedad como para ocultar las verdaderas intenciones que se ocultan detrás de tan significativa decisión. ¿Es concebible pensar que Estados Unidos va a reactivar
Esta política, por lo tanto, poco tiene de novedosa.
Si se examina el itinerario de la política exterior de ese país se podrá comprobar que las recomendaciones de Mahan no cayeron en saco roto: Estados Unidos se apoderó de Cuba y Puerto Rico e, indirectamente, de las pequeñas naciones del Caribe y Centroamérica; hizo lo propio con el archipiélago de Hawai en 1898 y al poco tiempo se apropió de las Filipinas, las Islas Marianas y otras posesiones en el Pacífico Occidental. Todo este esfuerzo se vio coronado con la cuidadosamente planeada secesión de la norteña provincia colombiana de Panamá, en 1903, y la firma de un tratado que permitiría la construcción del Canal, que sería inaugurado en 1914.[10] En esa oportunidad las autoridades “independientes” de Panamá concedieron a Estados Unidos los derechos a perpetuidad del canal y una amplia zona de
De esta somera descripción surge con bastante claridad la coherencia de la política exterior de
Sabemos por experiencia los problemas definicionales con que tropieza quien pretenda descifrar el significado de “seguridad regional”, “terrorismo” y “narcotráfico” cuando estas expresiones son propuestas en los discursos o documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos. Cualquiera que se oponga a los designios imperiales puede ser fulminado con la calificación de terrorista o narcotraficante o, más fácil todavía, como “cómplice” de aquellos. El argumento de la lucha contra el narcotráfico no sólo es falso; es cómico. Afganistán y Colombia, dos países en donde la presencia norteamericana es abrumadora (podría decirse inclusive que, sobre todo en el primer caso, son países “ocupados” militarmente por Washington) no por casualidad registran en los últimos años una vigorosa expansión de los cultivos de amapola y coca y, además, el tráfico de sustancias prohibidas, algo insólito que ocurra bajo la celosa mirada de quienes ahora se arrogan la responsabilidad de combatir al narcotráfico en América Latina. Un estudio reciente concluye que la invasión y ocupación de Afganistán desde Octubre del 2001 “no destruyó la economía de la droga en ese país. Peor aún, Afganistán ha vuelto a convertirse en el mayor productor mundial de opio … y el cultivo de la amapola se ha extendido por todas las provincias del país y su cosecha aporta el 92 % del opio producido en todo el mundo y aproximadamente el 90 % de toda la heroína consumida.” Y en lo tocante al caso colombiano los autores sostienen que “a pesar de años de campañas de erradicación la producción y el suministro de drogas ilegales permanecieron estables en la región.” [11] El Informe de
El pretexto de la lucha antiterrorista contra el radicalismo islámico es tan poco persuasivo como el anterior: salvo los atentados a
Contrariando las piadosas declaraciones de Stavridis un comunicado oficial del Departamento de Defensa de Estados Unidos manifestó que IV Flota contará con toda clase de navíos, submarinos y aviones, y que su apostadero (Mayport, en el estado de Florida) es una base naval que cuenta con un vasto arsenal nuclear. Según ese comunicado el objetivo perseguido por la reactivación de
Para resumir: lo cierto es que el Pentágono contempla dotar a
Según el mismo enviado a Washington, “el almirante Gary Roughead, gestor intelectual del renacimiento de la unidad” tiene como meta “asegurar la seguridad en este mundo globalizado”. Interrogado sobre el significado de esa expresión Roughead se limitó a decir que
El documento del Comando Sur de Estados Unidos denominado US Southern Command Strategy: 2016 Partnership for the Americas es calificado por el especialista en relaciones internacionales Juan Gabriel Tokatlian como “el plan más ambicioso que haya concebido en años una agencia oficial estadounidense respecto a la región.” [18] Según este documento en la nueva conformación de la política estadounidense hacia nuestra región no desempeñan papel alguno ni los tradicionales instrumentos de predominio militar, como
Un debate terminado, una confusión menos
Como decíamos al principio, la puesta en funcionamiento de
Este es el “imperio realmente existente”, el “sheriff solitario” del que habla Huntington, con la omnipresencia de los estados metropolitanos, y sobre todo del estado fundamental para la preservación de la estructura imperialista mundial: Estados Unidos; con la proliferación de grandes empresas “nacionales” con proyección global respaldadas por sus estados (los mismos que en su cándida ensoñación Hardt y Negri creían desaparecidos) y con el decisivo componente militar que caracteriza a esta época –donde los pueblos supuestamente estarían cosechando los dividendos de la “paz mundial”, una vez implosionada la antigua URSS, causante del equilibrio del terror atómico de los años de
Si algo bueno puede surgir de la desafortunada noticia de la activación de
- Atilio A. Boron es Director del PLED, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de
[1] Consultar entre muchos otros: Alex Callinicos, “Toni Negri en perspectiva” (http://revoltaglobal.cat/IMG/pdf/form_CallinicosToniNegrienperspe.pdf); Néstor Kohan, “El “Imperio” de Hardt & Negri y el Regreso del Marxismo Eurocéntrico” (http://www.cuestiones.ws/semanal/030503/sem-may03-03-kohan.htm)
Slavoj Zizek, ¿Han re-escrito Michael Hardt y Antonio Negri el Manifiesto Comunista para el siglo XXI? (2001) http://es.geocities.com/zizekencastellano/arthardtnegri.htm
François Houtart, Tarik Ali, Peter Gowan y Rafael Hernández, “¿Qué imperialismo?”, en Temas (
[2] Ver nuestro Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri (Quinta Edición, Premio Extraordinario de Ensayo 2004 de Casa de las Américas) [Buenos Aires: CLACSO, 2004].
[3] En el Prólogo a
[4] Sobre el tema de las bases militares estadounidenses en América Latina consultar los diversos trabajos de Ana Esther Ceceña y, especialmente, “Subjetivando el objeto de estudio, o de la subversión epistemológica como emancipación”, en Ana E. Ceceña, compiladora, Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado (Buenos Aires: CLACSO, 2006), pp. 13-43. También de la misma autora Álvaro Uribe y la base de Manta
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3833 y, por último, su muy instructivo sitio web: www.geopolitica.ws
[5] Stella Calloni, “Alertan sobre una base estadounidense para estudios nucleares en Tierra del Fuego”, en
[6] Aclaremos, para que no haya la menor duda, que condenamos sin atenuantes la utilización de los secuestros como un arma de lucha política y que por eso mismo celebramos la puesta en libertad de los rehenes en manos de las FARC. De todos modos subsisten demasiadas incógnitas acerca de la naturaleza de ese “rescate” que, seguramente, con el paso del tiempo podrán ser despejadas deparando no pocas sorpresas.
[7] Cf. “La importancia de trabajar juntos”, en
[8] Horacio López, Secesionismo, anexionismo, independentismo en Nuestra América (Caracas: El perro y la rana, 2008), p. 23. El libro fundamental en el cual Mahan expone su doctrina es The Influence of Sea Power upon History, 1660–1783 (1890, no por casualidad re-editado en los años de Ronald Reagan: 1987).
[9] Ramón Grosfoguel. “Los límites del nacionalismo: lógicas globales y colonialismo norteamericano en Puerto Rico”, en Jorge Enrique González, Editor. Nación y nacionalismo en América Latina (Buenos Aires: CLACSO, 2007)
[10] Demás está subrayar que esta estrategia, la de la secesión, en fechas recientes ha sido desempolvada por el Departamento de Estado para contener la marea izquierdista que crece en el continente. No es casual que intentos separatistas, abiertamente alentados por Washington, hayan aparecido en Zulia, Venezuela; en el litoral ecuatoriano, resucitando una ancestral pero largamente olvidada demanda en pro de la fundación de
[11] Según
[12] UNODC, Informe Anual 2008, p. 1. http://www.unodc.org/documents/wdr/WDR_2008/Executive%20Summary.pdf
[13] Sobre el caso Posada Carriles y la cuestión de “los
[14] Pese a esto, a mediados de Junio de 2007
[16] Cf. Hugo Alconada Mon, “Estados Unidos con más presencia en la región”, en
[17] Hugo Alconada Mon, “Estados Unidos pone en marcha
[18] “El militarismo estadounidense en América del Sur”, en Le Monde Diplomatique (Buenos Aires), Año IX, Número 108, Junio 2008, p. 5. Este artículo forma parte de un excelente dossier dedicado al tema y que incluye los siguientes trabajos: Fernanda Balatti, “El terrorismo según Argentina”; “¿Adiós a la base de Manta en Ecuador”, por Adriana Rossi; “La construcción de la soberanía regional”, por Daniel Pignotti; y “Apropiación de recursos naturales”, por Serena Corsi.
[19] Ibid., p. 5.
[20] Sobre la criminalización de la protesta social existe una amplísima literatura especializada. En conexión con el tema de nuestro trabajo remitimos a la lectura del texto de Fernanda Balatti mencionado más arriba.
[21] No sólo no leyeron a Friedman. En realidad, no leyeron a ninguno de los numerosos intelectuales orgánicos del imperialismo como Robert Kagan, Charles Krauthammer, Michael Ignatieff, Samuel Huntington, William Kristol, Norman Podhoretz y tantos otros, muchos de ellos nucleados en torno al proyecto del Nuevo Siglo Americano y del cual
[22] Thomas L. Friedman, “Foreign Affairs; Techno-Nothings”, en New York Times, 18 de Abril de 1998.
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