Crisis alimentaria: un problema complejo
06/07/2008
- Opinión
Diversos son los factores a los que se atribuye la actual crisis alimentaria mundial. Sin establecer ningún orden particular, repaso brevemente las causas usualmente debatidas en relación con la crisis alimentaria.
1) Posibles causas
- Los agro-combustibles, así como todo el aparato de subsidio que estimula el que grandes extensiones de tierras cultivables se estén dedicando a ese fin.
- El calentamiento global, el cual está ocasionando grandes trastornos climáticos y, en el largo plazo, implicará una elevación sostenida de los costos de producción agrícolas.
- El fin de la llamada revolución verde, con el agotamiento de las tecnologías que le dieron base.
- El altísimo y cada vez más elevado precio de los combustibles, que impacta severamente los costos de la producción agropecuaria.
- El agro-negocio transnacional que, desde una posición monopólica, manipula precios y obtiene ganancias desproporcionadas.
- La especulación, conforme los productos primarios –y esto podría afectar también al petróleo- se convierten en opciones que atraen capitales especulativos que huyen de la bancarrota inmobiliaria.
- La creciente demanda de productos agrícolas por parte de la India y China. Se insiste que esto refleja el hecho de que chinos e hindúes ahora “comen más”. En realidad, es posible que más bien sea la consecuencia de los procesos de modernización capitalista que esos países están viviendo, conforme desaparece la producción campesina y el mercado sustituye el autoconsumo y los intercambios no mercantiles.
- Las políticas de subsidio en países ricos –que incluyen, con demasiada frecuencia, el estímulo a prácticas aberrantes de destrucción o disminución de la producción- frente a las políticas de desmantelamiento de la producción agrícola en países subdesarrollados. Costa Rica es ejemplo muy real de esto último.
En algunos medios –en especial de izquierda- ha venido predominando un debate que enfatiza la especulación como causa principal detrás del problema. Curiosamente, en el caso del petróleo son sectores conservadores los que, de forma más insistente, se aferran a ese mismo argumento. Y si bien hay indicios que, en ambos casos, dan sustento a esa hipótesis, probablemente lo más sensato sea admitir que, a lo sumo, la especulación es un factor que agudiza el problema, sin ser ni su causa primaria ni su razón principal. Lo cierto es que, en el caso del petróleo, estamos entrando en un umbral de agotamiento de las reservas de crudo. Esto tiene una implicación clara y contundente: más allá de posibles oscilaciones (incluso alguna transitoria disminución de precio), el petróleo caro es una realidad que llegó para quedarse. Y esto, sin la menor duda, pone en aprietos al conjunto del sistema capitalista, pero también tiene implicaciones importantes para el caso particular de la agricultura.
2) Veamos el bosque
Si uno se esfuerza por ver el conjunto de las diversas causas detrás de la crisis alimentaria, puede arribar a conclusiones importantes que difícilmente se perciben si tan solo se ven los fragmentos dispersos. Sintetizo brevemente a qué me refiero.
- Primero, es un problema sistémico, es decir, es un problema que ha sido incubado, desencadenado y agudizado por el capitalismo en cuanto sistema, es decir, en cuanto forma de organizar la producción, los intercambios y la distribución a nivel mundial. Sin entrar en mayores detalles, diré que esta es una conclusión que, a su vez, se desprende de varios datos coincidentes. Primero, las causas mencionadas no actúan solas sino que se integran en una densa telaraña de interrelaciones. Segundo, todas estas causas –así como el tejido complejo a que dan lugar- surgen, sin excepción, del funcionamiento estructural del sistema.
- Segundo, varias de los factores que han provocado el problema son situaciones que perdurarán en el largo, incluso larguísimo plazo. Es el caso, destacadamente, del calentamiento global y la crisis energética. Pero otros factores, enraizados a profundidad en la dinámica sistémica del capitalismo mundial, no se alterarán en períodos cortos ni de forma fácil. Sucede así con las políticas agropecuarias en países desarrollados y el peso del gran negocio alimentario (el agro-business transnacional).
De las dos conclusiones anteriores, se desprenden otras conclusiones relevantes desde el punto de vista de las políticas públicas en materia de producción de alimentos básicos agrícolas. Veamos.
3) ¿Qué hacer?
Primero, la complejidad de las causas subyacentes es tal, que pone en ridículo la charanga neoliberal acerca del libre mercado como posible solución del problema. La sola insinuación en ese sentido resulta no solamente irresponsable, sino incluso asesina, porque de por medio está la sobrevivencia de millones de personas pobres en todo el mundo. Y esto, que es cierto para el corto plazo, conserva plena validez cuando se mira al mediano y largo plazo, en el tanto, como he dicho, se augura la persistencia de factores que, de forma sostenida, incidirán negativamente en la producción agropecuaria.
Segundo, y en consecuencia, se necesita una propuesta integral y sistemática de políticas públicas, que atienda lo urgente con medidas urgentes y se proyecte al largo plazo, en procura de garantizar un suministro estable de bienes alimenticios básicos. Debería ser, por cierto, una propuesta en la que, trascendiendo fronteras, confluyan los países del mundo. Pero ello supone un grado de generosidad y desinterés que es por completo inusual en el capitalismo desarrollado (por algo he dicho que es un problema sistémico y ello también tiene su reflejo en el comportamiento de los países más poderosos). Por lo tanto, y por un imperativo de responsabilidad política y solidaridad humana, se hace indispensable que nuestros países asuman con total seriedad este reto. Es necesario emprender acciones decididas y consistentes, de corto, mediano y largo plazo, tanto a nivel nacional como dentro de procesos más amplios de cooperación, cosa que, en lo que a nosotros compete, convoca a buscar nuevas formas de trabajo conjunto a nivel latinoamericano.
La agricultura y el campesinado de Costa Rica –por más de dos decenios maltratados y menospreciados por la arrogancia neoliberal- deben recuperar la centralidad que les corresponde. Y ello, incluso, por un imperativo de sobrevivencia. Costa Rica debe garantizarse una oferta suficiente de productos alimenticios básicos de origen agrícola, ahora y para el futuro previsible.
Y, de nueva cuenta, aterrizamos por esta vía en una discusión que, en mi caso, constituye una preocupación reiterada: la de conjuntar fuerzas en una amplia alianza -ciudadana y política; democrática y pluralista- que permita expulsar al neoliberalismo de la conducción de los destinos de Costa Rica. De otra manera, la agricultura –como tantas otras cosas necesarias para que nuestro pueblo goce de una vida digna- continuará siendo sacrificada en el altar de los negocios y los intereses de unos poquísimos privilegiados.
- Luis Paulino Vargas Solís es profesor e investigador universitario y catedrático de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Costa Rica.
1) Posibles causas
- Los agro-combustibles, así como todo el aparato de subsidio que estimula el que grandes extensiones de tierras cultivables se estén dedicando a ese fin.
- El calentamiento global, el cual está ocasionando grandes trastornos climáticos y, en el largo plazo, implicará una elevación sostenida de los costos de producción agrícolas.
- El fin de la llamada revolución verde, con el agotamiento de las tecnologías que le dieron base.
- El altísimo y cada vez más elevado precio de los combustibles, que impacta severamente los costos de la producción agropecuaria.
- El agro-negocio transnacional que, desde una posición monopólica, manipula precios y obtiene ganancias desproporcionadas.
- La especulación, conforme los productos primarios –y esto podría afectar también al petróleo- se convierten en opciones que atraen capitales especulativos que huyen de la bancarrota inmobiliaria.
- La creciente demanda de productos agrícolas por parte de la India y China. Se insiste que esto refleja el hecho de que chinos e hindúes ahora “comen más”. En realidad, es posible que más bien sea la consecuencia de los procesos de modernización capitalista que esos países están viviendo, conforme desaparece la producción campesina y el mercado sustituye el autoconsumo y los intercambios no mercantiles.
- Las políticas de subsidio en países ricos –que incluyen, con demasiada frecuencia, el estímulo a prácticas aberrantes de destrucción o disminución de la producción- frente a las políticas de desmantelamiento de la producción agrícola en países subdesarrollados. Costa Rica es ejemplo muy real de esto último.
En algunos medios –en especial de izquierda- ha venido predominando un debate que enfatiza la especulación como causa principal detrás del problema. Curiosamente, en el caso del petróleo son sectores conservadores los que, de forma más insistente, se aferran a ese mismo argumento. Y si bien hay indicios que, en ambos casos, dan sustento a esa hipótesis, probablemente lo más sensato sea admitir que, a lo sumo, la especulación es un factor que agudiza el problema, sin ser ni su causa primaria ni su razón principal. Lo cierto es que, en el caso del petróleo, estamos entrando en un umbral de agotamiento de las reservas de crudo. Esto tiene una implicación clara y contundente: más allá de posibles oscilaciones (incluso alguna transitoria disminución de precio), el petróleo caro es una realidad que llegó para quedarse. Y esto, sin la menor duda, pone en aprietos al conjunto del sistema capitalista, pero también tiene implicaciones importantes para el caso particular de la agricultura.
2) Veamos el bosque
Si uno se esfuerza por ver el conjunto de las diversas causas detrás de la crisis alimentaria, puede arribar a conclusiones importantes que difícilmente se perciben si tan solo se ven los fragmentos dispersos. Sintetizo brevemente a qué me refiero.
- Primero, es un problema sistémico, es decir, es un problema que ha sido incubado, desencadenado y agudizado por el capitalismo en cuanto sistema, es decir, en cuanto forma de organizar la producción, los intercambios y la distribución a nivel mundial. Sin entrar en mayores detalles, diré que esta es una conclusión que, a su vez, se desprende de varios datos coincidentes. Primero, las causas mencionadas no actúan solas sino que se integran en una densa telaraña de interrelaciones. Segundo, todas estas causas –así como el tejido complejo a que dan lugar- surgen, sin excepción, del funcionamiento estructural del sistema.
- Segundo, varias de los factores que han provocado el problema son situaciones que perdurarán en el largo, incluso larguísimo plazo. Es el caso, destacadamente, del calentamiento global y la crisis energética. Pero otros factores, enraizados a profundidad en la dinámica sistémica del capitalismo mundial, no se alterarán en períodos cortos ni de forma fácil. Sucede así con las políticas agropecuarias en países desarrollados y el peso del gran negocio alimentario (el agro-business transnacional).
De las dos conclusiones anteriores, se desprenden otras conclusiones relevantes desde el punto de vista de las políticas públicas en materia de producción de alimentos básicos agrícolas. Veamos.
3) ¿Qué hacer?
Primero, la complejidad de las causas subyacentes es tal, que pone en ridículo la charanga neoliberal acerca del libre mercado como posible solución del problema. La sola insinuación en ese sentido resulta no solamente irresponsable, sino incluso asesina, porque de por medio está la sobrevivencia de millones de personas pobres en todo el mundo. Y esto, que es cierto para el corto plazo, conserva plena validez cuando se mira al mediano y largo plazo, en el tanto, como he dicho, se augura la persistencia de factores que, de forma sostenida, incidirán negativamente en la producción agropecuaria.
Segundo, y en consecuencia, se necesita una propuesta integral y sistemática de políticas públicas, que atienda lo urgente con medidas urgentes y se proyecte al largo plazo, en procura de garantizar un suministro estable de bienes alimenticios básicos. Debería ser, por cierto, una propuesta en la que, trascendiendo fronteras, confluyan los países del mundo. Pero ello supone un grado de generosidad y desinterés que es por completo inusual en el capitalismo desarrollado (por algo he dicho que es un problema sistémico y ello también tiene su reflejo en el comportamiento de los países más poderosos). Por lo tanto, y por un imperativo de responsabilidad política y solidaridad humana, se hace indispensable que nuestros países asuman con total seriedad este reto. Es necesario emprender acciones decididas y consistentes, de corto, mediano y largo plazo, tanto a nivel nacional como dentro de procesos más amplios de cooperación, cosa que, en lo que a nosotros compete, convoca a buscar nuevas formas de trabajo conjunto a nivel latinoamericano.
La agricultura y el campesinado de Costa Rica –por más de dos decenios maltratados y menospreciados por la arrogancia neoliberal- deben recuperar la centralidad que les corresponde. Y ello, incluso, por un imperativo de sobrevivencia. Costa Rica debe garantizarse una oferta suficiente de productos alimenticios básicos de origen agrícola, ahora y para el futuro previsible.
Y, de nueva cuenta, aterrizamos por esta vía en una discusión que, en mi caso, constituye una preocupación reiterada: la de conjuntar fuerzas en una amplia alianza -ciudadana y política; democrática y pluralista- que permita expulsar al neoliberalismo de la conducción de los destinos de Costa Rica. De otra manera, la agricultura –como tantas otras cosas necesarias para que nuestro pueblo goce de una vida digna- continuará siendo sacrificada en el altar de los negocios y los intereses de unos poquísimos privilegiados.
- Luis Paulino Vargas Solís es profesor e investigador universitario y catedrático de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Costa Rica.
https://www.alainet.org/en/node/128613
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