El trasfondo de la realidad norteamericana.

Del New Deal a las Reaganomics

16/12/2005
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Mal que bien, Franklin Roosvelt lanzó su New Deal con dos ejes que hoy los grandes medios evaluarían como socializantes y antieconómicos: la contención social y el impulso a la producción. Y aunque la historia es larga y amerita mayores precisiones, hemos de indicar que buena parte del poderío estadounidense logrado en los 50 años posteriores a ese programa, se debió al cumplimiento de aquellos elementos vertebradores. Mercado de masas. Industria. Impulsados desde el Estado, a través de la ampliación de la inversión estatal, desoyendo las voces absurdas -llamadas "clásicas"- que ante la malaria recomendaban recortes, restricciones, sacrificios y privaciones. Convicciones "Felizmente" para la humanidad, pero no para los hermanos humildes que habitan el Norte del continente, las Reaganomics de los ochenta iniciaron un proceso que hasta hoy ha resultado imparable, más allá del leve interregno clintoniano. "Tanta propaganda, tanta propaganda, al final me lo hicieron comprar", sostenía un popular slogan referido a firmes y eficaces hojitas de afeitar. El vínculo no es antojadizo: como quien emplea una "yilé" en su contra, los norteamericanos resolvieron aplicar hacia adentro los programas que sugerían a los muchachos del lejano Tercer Mundo. Ya en los noventa, y especialmente en el primer período del siglo en curso, Bush padre y Bush hijo impusieron un galopante plan de ajuste que, a la distancia, cuesta percibir debido al gigantesco desarrollo alcanzado en el tramo previo. Pero que emerge con intensidad cuando se visualizan los sucesos de Nueva Orleáns con su inundación y su feroz huracán. Salvaje Algunos números atrás, desde estas páginas se explicó porqué el deterioro de la producción concreta en los Estados Unidos estaba convirtiendo a esa gran nación en un esmerado fabricante de papel pintado. Y un poco antes, se señaló la relación entre su proceder militar ultraviolento e invasivo con el de una potencia de segundo orden. (1) Ahora sabemos que el abrupto descenso en el "gasto público" destinado a morigerar el "déficit fiscal" evitó las obras estructurales que podían contener el avance de las aguas en la capital del jazz, y comprendemos que las fuerzas de seguridad sólo están preparadas para hostigar morochos y latinos pero no para operar como rescatistas. Además, se observa con transparencia que el gobierno norteamericano no considera ciudadanos en igualdad de condiciones a quienes poseen un standard de vida medio-alto y a quienes aquellas determinaciones económicas arrojaron al desempleo y a la miseria. A decir verdad, se conocen públicamente situaciones que algunos percibíamos, pero que costaba transmitir adecuadamente debido a la intensa propaganda sobre las "luces del centro" que han llevado adelante con fruición las usinas ideológicas internacionales conocidas como canales de información. Entonces, algunas verdades salieron a la luz. Nos enteramos que en varias zonas populares norteamericanas el analfabetismo ronda el 40 por ciento -cabeza a cabeza con Haití--, que no existe un sistema de salud pública abarcativo -el golpeado esquema argentino sigue siendo un lujo en comparación- y que la gente sin empleo, que abunda, hace largas colas para recibir una bolsa de comida. Libertad Algunos colegas venían señalando estas situaciones desde el seno mismo del Imperio. El programa 60 Minutos testimonió, hace seis meses, el dolor de miles de familias que después de formar fila a la intemperie reciben, como si fueran perritos de los alrededores de una parrilla, paquetes con alimentos provistos por lo que llaman "seguridad social". Michael Moore, se sabe, viene indicando los desniveles injustificables, el racismo, la discriminación y la violencia aplicados por el oficialismo para tratar, no ya a los inmigrantes ilegales sino a la misma población originaria. Y ha buscado desmenuzar las macanas del discurseo bushista en tantos aspectos de las políticas interna y externa. Pero como si esto no fuera suficiente, el dato que desarma el conjunto de la fundamentación democrática y constitucional estadounidense es que tales documentos no logran difundirse en el territorio de origen porque el establecimiento de la censura previa es un hecho corroborable: muchos norteamericanos que aún no han sido afectados por la acción conservadora creen seguir viviendo en un lugar de ensueño, con oportunidades para todos. Incendios El profesor Manuel Castells, catedrático emérito de Sociología de Berkeley, California, y un montón de cosas más, nos explica con detenimiento que "En abril del 2001 un informe del Congreso identificó Nueva Orleáns como zona potencialmente catastrófica y recomendó una modernización del sistema de diques. El proyecto fue rechazado porque costaba 14.000 millones de dólares (es el gasto de un mes en Irak). Además, ante las dificultades presupuestarias derivadas de la guerra, Bush ha recortado fondos civiles. En junio del 2005 redujo en 44% los fondos del Cuerpo de Ingenieros de Nueva Orleáns de los que depende el mantenimiento del sistema de diques y drenaje". Castells es certero, y está enojado: "La inundación ha sido selectiva. La zona de hoteles y el histórico barrio francés fueron golpeados por la tormenta, pero apenas inundados. Los diques eran más vulnerables en zonas populares de Nueva Orleáns, que han sido las más afectadas. Es una de las ciudades más pobres de Estados Unidos, con un 67% de población negra. Fue esa población la que más sufrió. ¿Por qué no se fueron? En su mayoría porque no pudieron. Hay un 20% de pobres en la ciudad, muchos de ellos no tienen coche y, sobre todo, no tienen dinero ahorrado ni ningún sitio adonde ir. Un diario local, pocos días antes del huracán, cuando ya se sabía que venía, estimó que había 100.000 personas sin coche. La orden de evacuación sólo pudieron seguirla las familias de clase media, con coche, ahorros y conexiones. Pocos de ellos están hoy entre las víctimas". El "rescate" siguió los mismos preceptos, pero además sirvió para identificar las prioridades: "La Guardia Nacional de Luisiana, el recurso en estos casos, tiene el 35% de los efectivos y casi todos sus vehículos anfibios en Irak. Y la gobernadora de Luisiana tiene como única obsesión mantener el orden, y ha permitido que se tire a matar, incrementando la tensión. La agencia federal para emergencias no fue capaz de organizar la ayuda hasta que el Ejército tomó el tema en sus manos: la prioridad concentra en los militares la capacidad operativa". ¿Y qué sucede en el resto del país? ¿Es Nueva Orleáns una excepción? El estudioso responde: "ocurre que en muchos barrios pobres de Estados Unidos la situación social es explosiva, sólo se mantiene con policía y si los jóvenes ven la posibilidad de revancha, se la toman, aunque sea por unas horas. Hacer explotar todo en su desesperación. Y ahora empiezan los incendios. Es otra forma de suicidio antisistema. El desastre de Nueva Orleáns, en toda su tragedia humana, denota la debilidad fundamental del coloso estadounidense, tan desarrollado militar y tecnológicamente, como socialmente subdesarrollado y políticamente descontrolado. Su crisis nos afectará a todos". (2) Tiempo El asunto no es sencillo. No vaya a creer que se trata de soplar y hacer botellas (oficio complejo si los hay, por otro lado). Los Estados Unidos pueden derivar la crisis hacia delante con las exacciones que obtienen de sus incursiones bélicas, pero también de sus innúmeras maniobras financieras. Poseen una historia industrial potente que bregará por resurgir. Y elementos culturales dinámicos en condiciones de procesar dilemas y embellecer horizontes. No se trata de suponer que el desmoronamiento será inmediato. Todavía hay cuerda en ese carretel. Pero. (Las cosas han cambiado). Vale discutir estos temas con aquellas personas que, en nuestros pagos, consideran que el modelo estadounidense es un ejemplo a seguir e insisten con fórmulas que nos han llevado a padecer huracanes similares. Notas: 1. Ver los artículos "Hitler, Bush y el sentido de la historia" de Gabriel Fernández y Néstor Gorojovsky en Question Latinoamérica número 7 y "Crisis orgánica del capitalismo y fetichismo" de Jorge Luis Ubertalli en Question Latinoamérica número 11. 2. "El colapso de Nueva Orleáns no es un desastre natural", por Manuel Castells Catedrático emérito de Sociología de Berkeley, California, USA. Miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España. Artículo publicado el 04/09/05 en El Periódico, página 11. - Gabriel Fernández es Director Periodístico Revista Question Latinoamérica.
https://www.alainet.org/en/node/113865
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