A modo de vuelo de pájaro

El crecimiento y su visualización

15/12/2005
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  • Opinión
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“Una renta nacional de subempleo indica que los gastos son deficientes.
Entre los gastos de consumo e inversión, los
de consumo son más pasivos y tienden a variar
como respuesta a las variaciones de la renta. Las variaciones
de la renta están originadas por las variaciones
de la inversión, a las que reflejan en forma ampliada”.

John Maynard Keynes (1883-1946) No somos muy afectos a los balances que se realizan al cierre de los períodos porque siempre sirven para mostrar solo parcialmente la realidad. Sin embargo este año, el del primer gobierno progresista que ha actuado en el país, es bueno por lo menos – cuando se acerca el fin de año – intentar alguna mirada retrospectiva de lo ocurrido pese a que el tiempo para valorar algún perfil de una gestión, la del nuevo gobierno, es realmente pequeño. El gobierno que encabeza Tabaré Vázquez que obtuvo un rotundo triunfo electoral, desusado en su magnitud en la historia del país, está comenzando a reacomodar algunos elementos en un país claramente distorsionado, con un funcionamiento trabado y una coyuntura que, por suerte se viene remontando, que fue signada por la crisis que tuvo su vértice cataclísmico en el año 2002, donde se produjo el proceso de destrucción de riqueza más agudo de nuestra historia, en que quedaron por el camino no solo los bancos privados de capital nacional, sino también buena parte de la industria y miles de bocas comerciales que bajaron sus cortinas ante el achicamiento brutal de la capacidad de compra de la gente, que cayó en un proceso de pauperización que culminó con la enormidad de un millón de personas (la tercera parte de los habitantes del país), soterrados bajo la fatídica línea de la pobreza. Esa crisis que determinó un brutal achicamiento de la actividad, provocó además la caída del empleo por supuesto enancada a una devaluación decretada por Bensión, fue también determinante de una gigantesca reducción salarial que llevó a la postre al país a revertir una de sus dificultades más negativas, la carencia de competitividad que comenzó a afectar la economía luego de la devaluación en Brasil que se produjo en el año 1998 y que determinó una sangría de insoslayable valoración. La gente se empobreció, los salarios y las jubilaciones se achicaron de manera abrupta, pero de alguna manera esa situación tan brutalmente negativa en lo interno sirvió para propiciar – vía “buena voluntad” del gobierno norteamericano – la apertura del mercado de aquel país para la producción cárnica uruguaya. Si dio el contrasentido que mientras el país y la gente estaba más pobre que nunca, que los niveles de pauperización eran crecientes, la industria frigorífica y los productores de haciendas, fueron los primeros a recibir un flujo de dólares creciente que llevó a teorizar al propio presidente Batlle – no faltaría más - sobre la importancia que tenía volcar el país a la exportación de materias primas, aunque ese fenómeno no derramara la riqueza sobre el resto de la sociedad, proceso que es más que necesario para lograr el desarrollo del país en su conjunto y, por supuesto, el objetivo finalista que debe tener todo gobierno: la felicidad colectiva. El nuevo gobierno que asumió el marzo, más allá de la aparición de restos de desaparecidos en una chacra de Pando y en el Batallón de Blindados No.13 (que merece otro análisis), en nuestra opinión protagonizó un hecho destacado, sin duda trascendente, vinculado directamente al desarrollo que está teniendo hoy el país en que sorprenden las cifras de crecimiento de la producción industrial que, claramente, está vinculada al desarrollo del poder de compra de los uruguayos. ¿Qué es lo que está pasando? Es evidente que con la política de Consejos de Salarios de alguna manera el poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado ha tenido un interesante repunte y, de alguna manera, el funcionamiento de la economía a ganado en velocidad, determinando que algunos rubros industriales competitivos con los importados comience a crecer. Industrias que, por supuesto, no son protegidas por nadie, ni tienen regimenes especiales, ni subsidios que determinaban que en el pasado los artículos de fabricación nacional fueran el resultado de un proceso privilegiado que, en definitiva, perjudicaba claramente al consumidor que debía optar por opciones de peor calidad, incapaces de competir mano a mano con elementos similares importados. Importa, sin duda, este desarrollo industrial autónomo, de una industria que crece en base a una situación coyuntural favorable y que sabe – es una obviedad decirlo – que si no logra adecuados niveles de calidad, no tiene posibilidad ninguna de sostener esa bonanza que hoy se verifica y aplaudimos en el tiempo. Hay ejemplos sobre el punto realmente impactantes a atender, algunos “micro”, que son un testimonio de lo que decimos. Existe una invasión, en razón del dólar barato, de telas de tapicería de procedencia china. Por supuesto que los profesionales del ramo saben muy bien que esos productos, muy hermosos, son generalmente de baja calidad. Su duración es relativamente baja. Por eso, cuando visitamos una pequeña empresa textil que se encuentra en el boulevard Batlle y Ordóñez, que otrora fue una pujante productora de telas y que lentamente está volviendo a la producción y nos enteramos que los tapiceros de todo el país recomiendan las telas que allí se elaboran, por ser claramente mejores que las importadas, es que debemos entender de lo que estamos hablando. De cómo poniendo el acento en la calidad la producción uruguaya, más allá de otras consideraciones que son importantes, como los costos de producción y la enormidad de las cargas impositivas y el costo de la energía y otros insumos con que las empresas públicas castigan al desarrollo nacional, podemos estar seguros que el país puede salir adelante no solo especializándose en los servicios, sino también en una producción industrial propia, lo que significa mano de obra, mejoría de la capacidad de compra en el mercado interno y – por supuesto – aceleración del proceso económico tendiente a sortear los más graves problemas que todavía nos abruman a los uruguayos. Es realmente una lástima que en esta primera etapa del país las mejoras no englobaran también a los funcionarios estatales y a los jubilados, porque de haber ocurrido ello, estamos seguros que el proceso de crecimiento se hubiera acentuado más. Quizás el equipo económico temió el despertar un proceso inflacionario, pero ello es discutible. La producción industrial ha crecido en más de un 24%, en lo que va del período y ello no ha determinado ningún pujo alcista que se produciría – obviamente – en otras circunstancias, cuando por ejemplo la producción de bienes y servicios no acompañara el crecimiento de la economía. Si la producción acompaña al crecimiento de la capacidad de compra, como ha ocurrido en el país, los procesos de desarrollo se procesan sin contratiempos y sin elementos negativos. Y se si redistribuye la riqueza por el método del incremento de los salarios y pasividades, que es el más idóneo, el Estado siempre será favorecido por un flujo superior de recaudación impositiva. Los flujos positivos son fundamentales para los procesos de crecimiento y además también su consecuencia. No visualizarlos en su profundidad e importancia es, evidentemente, un pecado de graves consecuencias. - Carlos Santiago es periodista, secretario de redacción de Bitácora.
https://www.alainet.org/en/node/113839
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