Una de cal y otra de arena

Suiza: libre circulación y derecho de asilo

26/09/2005
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Con 56 % de votos favorables, una mayoría del electorado suizo se pronunció el último domingo 25 de septiembre a favor de la libre circulación de personas. Un tímido, aunque insuficiente paso adelante. Abrir solo un poquito Lo que estaba en juego era ampliar el derecho de trabajar en Suiza para los ciudadanos de los 10 “nuevos” países – en su mayoría del este europeo- que ingresaron en el último tiempo a la Unión Europea. Hasta el domingo 25 de septiembre era permitida la “libre circulación” para los nacionales de los 15 más grandes países de este continente. ¿Porqué un paso tímido? Porque esta ampliación del derecho a “circular” no significa un cambio esencial de la doctrina imperante de exclusión de los círculos concéntricos. Es decir, para los latinoamericanos, africanos o la mayoría de los asiáticos –habitantes del otrora “Tercer Mundo” y del actual “Sur”- las puertas de Suiza y de Europa seguirán tan cerradas como siempre. Se podría decir que hasta ahora el muro de exclusión helvético estaba protegido con un doble candado. Hasta el 25 de septiembre un trabajador de Polonia o uno de Ecuador era lo mismo. Se rompió un candado, y el polaco podrá, legalmente, intentar entrar en la fortaleza helvética. Para el trabajador ecuatoriano, peruano, togolés, camerunés o chino, la tranca sigue herméticamente cerrada y la Suiza continúa a ser un territorio prohibido. En la práctica, un avance tibio. En una Europa que sigue pensando no en términos de Ser Humano planetario sino de ciudadanos de distintas categorías o *estrellas*, como se clasifica a las residencias turísticas. La primera, los europeos mismos. Luego, los portadores de un pasaporte de los países enriquecidos como Estados Unidos. Y muy por detrás, los “condenados de la tierra”, los habitantes del Sur, sin nombre, ni seña, ni estrella, ni derecho ciudadano alguno al norte del ecuador que divide al mundo entre ricos y pobres. Jaque mate al derecho de asilo Y es una parte muy particular de esos países “empobrecidos” los que pagan nuevamente un precio muy alto. Sí el domingo 25 de septiembre Suiza daba un pequeño paso hacia la apertura, un día después, la derecha del parlamento –los partidos mayoritarios-, aprobaba medidas tan restrictivas como inhumanas con respecto al derecho de asilo. La ley se estrecha y la presión sobre los que osan solicitar el refugio político en Suiza se hace insoportable. El endurecimiento contra los demandantes de asilo, en nombre de evitar el “abuso”, hace hoy irrespirable a ésta la nación más “enriquecida” del planeta. En el futuro, Suiza rechazará de estudiar cualquier solicitud de las personas que no puedan presentar un documento de identidad. Sabido es que muchas veces los perseguidos huyen de sus dictadores sólo con lo puesto. ¿O acaso la memoria corta permite olvidar hoy cómo llegaban los refugiados chilenos, argentinos, uruguayos o bolivianos a Europa en la década de los años 70, huyendo de Pinochet, Videla y los otros generales de turno en ese continente? Las nuevas disposiciones aprobadas por la derecha parlamentaria impedirán también en el futuro la “admisión humanitaria”, que hubiera favorecido a unas 3 mil personas por año, sobre todo potenciales beneficiadas por el derecho tan humano como vital del “reagrupamiento familiar”. Y sin duda, tal vez lo más dramático, la decisión de cortar toda asistencia social a aquellos demandantes de asilo que hayan sido rechazados. Por esta decisión, para la ley suiza, en el futuro, el rechazo del asilo significará casi automáticamente el desconocimiento de la propia esencia humana del demandante. Un primer caso de un demandante muerto en las calles de Ginebra en la segunda quincena de septiembre no pareció ser argumento suficiente para humanizar, aunque sea un poquito, a la derecha y la extrema derecha helvéticas.
https://www.alainet.org/en/node/113057
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