Apuntes sobre políticas alternativas en América Latina y el Caribe
19/12/2003
- Opinión
I. Introducción
1. Han quedado atrás dos décadas signados por el fracaso económico
para los pueblos, y América Latina atraviesa un momento político de
expectativas para el cambio. Así lo atestiguan fenómenos políticos
en desarrollo, tal como la continuidad de Cuba luego de la crisis
del socialismo a comienzos del 90 y las renovaciones políticas en
Venezuela y Brasil. A ello se suman la potencia de la izquierda en
El Salvador y Uruguay con posibilidad en ambos casos de ser gobierno
desde la próxima renovación presidencial. La situación imprevisible
de Argentina completa un cuadro novedoso en la región. Pero también
debe consignarse el estado de movilización popular en varios países,
especialmente el caso boliviano, donde el movimiento de resistencia
gestó instancias electorales con posibilidades y mantiene una fuerte
capacidad de interpelación al gobierno. En ese sentido, quizá sea el
zapatismo de un paradigma de confrontación desde la autonomía en la
lucha por la emancipación. Ha sido creciente en estos últimos años
la presencia de la conflictividad callejera y la organicidad de
movimientos sociales que buscan visibilidad a sus reclamos. Es un
dato de la realidad a mensurar en momentos de crisis de las formas
tradicionales de ejercicio de la representación y la participación
política.
2. Los años 80 fueron según la CEPAL la década perdida y los 90
aquellos de la aplicación de las recomendaciones del Consenso de
Washington, con sus regresivos efectos sobre los pueblos. En los
últimos 20 años aumentó la pobreza, el desempleo, el endeudamiento
externo, al tiempo que se volcó un volumen importante de inversión
externa directa, lo que vendría a demostrar que América Latina y el
Caribe constituyeron una zona de interés para la acumulación del
capital y la extracción de plusvalor. La apertura económica, las
privatizaciones y la mayor subordinación a los centros imperiales,
principalmente EEUU y la UE fueron el signo definitorio del periodo.
La secuela socio política y cultural más importante fue la
destrucción de sujetos para pensar y actuar una alternativa.
3. En los años 90´ se consolidó sobre la región una ofensiva en
disputa del capital europeo y estadounidense. Tuvo manifestaciones
políticas en las cumbres presidenciales "iberoamericanas" y
"americanas". El ALCA define el proyecto de subordinación a la
estrategia de EEUU y las clases dominantes en cada uno de los
países. El FMI fue el gerente de una estrategia favorable a los
acreedores externos y a la condicionalidad favorable a la demanda de
liberalización y transnacionalización de la economía latinoamericana
y caribeña. Los múltiples acuerdos suscritos con la UE dan cuenta
del mantenimiento de fuertes vínculos comerciales y de inversiones
de la región con el viejo continente. La OMC fue ámbito de disputas
de nuestros países con EEUU y la UE, al tiempo que se materializaron
alineamientos diversos con unos y otros de los protagonistas en los
debates por la liberalización y contra los subsidios, a la
exportación de los europeos, y a la producción en EEUU.
4. La crisis se hizo manifiesta en 1994 en México, inaugurando una
secuela devaluacionista que se reiteraría en las crisis de 1999 en
Brasil y en 2002 en Argentina. La secuencia de crisis se asoció a
otros procesos similares en el mundo para coincidir en un
diagnóstico general de crisis y que a principios del Siglo XXI
presenta datos elocuentes en los principales países capitalistas
desarrollados, tanto en EEUU, como en Europa o Japón. Los países
menos expuestos a la crisis, son precisamente aquellos que
estuvieron más lejos de las recomendaciones de liberalización, tal
como China. La crisis ha puesto en discusión las propias recetas
formuladas por la corriente principal en política económica, a tal
punto que las principales potencias del capitalismo desarrollado
cerrarán el año 2003 con déficit fiscales entre el 4 y el 5% de sus
respectivos países, tal como Francia, Alemania o EEUU.
5. Un dato relevante lo constituye la emergencia del sujeto popular
en la resistencia a la globalización capitalista. El inicio en
Chiapas surge en simultáneo con el comienzo del NAFTA y se proyecta
en el encuentro internacional contra el neoliberalismo en la selva
Lacandona. La batalla de Seattle y luego la organización en Porto
Alegre del FSM en 2001, 2002 y 2003 para proyectarse en la India
2004 le da mayor organicidad a una protesta global contra el
capitalismo de época. En la articulación de esta resistencia y las
protestas locales es que deben encontrarse los elementos sociales y
políticos que definen la nueva situación y potencialidad de América
Latina y el Caribe para desarrollar una alternativa social, política
y cultural. Un dato relevante lo constituye la extensión del
movimiento de resistencia a la globalización neoliberal o
capitalista al continente europeo e incluso Asia y Africa. De este
modo puede hablarse de un movimiento mundial y de un programa de
"altermundialización". Si a fines de los 60 y comienzos de los 70
surgió la ofensiva liberalizadora del gran capital, el cambio de
siglo presenta en la escena de la lucha de clases global al
movimiento de resistencia.
II. La discusión del socialismo o la alternativa social y política
6. A comienzos de los 70 se discutía y se procesaba en la región la
posibilidad de una sociedad alternativa, de un proyecto: el
socialismo. Era una categoría disputada por fenómenos tan diversos,
como la izquierda en armas o proyectos electorales, de los cuáles
Cuba por un lado y Chile por el otro eran los más importantes. Al
final de la década del 70, Nicaragua daba la razón a las armas, y su
tránsito a la validación electoral los encontró derrotados. Luego de
la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y en defensa de la
capacidad de generar alternativa se convocó en el 90 en Brasil al
Foro de partidos y movimientos de izquierda que luego se
rebautizaría "Foro de San Pablo", rescatando la potencialidad de la
alternativa socialista en su seno. Ya en 1991 se había definido una
hegemonía en el interior del Foro que alentaba expectativas en
procesos electorales en toda la región. Armas o elecciones seguía
generando debates y expectativas en torno a lo alternativo. La
desarticulación de la URSS impactó duramente en la potencialidad del
socialismo y posibilitó el auge de las tesis "finalistas", entre
ellas, el final del socialismo y el triunfo definitivo del
capitalismo. Chiapas reavivó por un tiempo el debate sobre los
métodos, pero a comienzos del Siglo XXI los interrogantes sobre el
socialismo o una sociedad alternativa se comienza a instalar en la
agenda de discusión. Es necesario que ese debate se integre a otros
similares en otras regiones del planeta y no solo del SUR. La crisis
del socialismo, derivada del derrumbe del este de Europa reabrió la
perspectiva en discusión de nueva identidad a la alternativa
política y forma parte de la discusión actual por darle contenido a
la consigna "Otro mundo es posible". Bajo el lema sobreviven y
disputan concepciones de reforma social y de transformación
revolucionaria del sistema capitalista.
7. El principal desafío para pensar en alternativas es la
constitución de sujetos. En sentido global, regional y local. Son
ámbitos de articulación inseparables. Valga por ejemplo el impacto
global de una lucha localizada como la del pueblo de Chiapas en
1994, o la del argentino a fines de 2001. O desde otro ángulo, todo
lo que agregaron a la las luchas globales de Seattle o los
encuentros de Porto Alegre a las dinámicas locales de resistencia e
impugnación a las políticas hegemónicas "neoliberales". Sin sujeto
no hay posibilidad de construcción de un proyecto alternativo. No es
posible pensar en la potencialidad de Cuba, Venezuela, Brasil, El
Salvador, Uruguay o la Argentina, sin la experiencia de resistencia
al proyecto hegemónico sostenido por EEUU y las clases dominantes
locales para la región. Durante años, la discusión sobre el sujeto
del cambio remitía al papel de los trabajadores y su política de
alianzas, con los campesinos en la revolución Rusa de 1917 y con el
pueblo para el caso de Cuba en 1959. Los cambios operados en la
relación capital trabajo en los últimos años y su secuela de
desempleo, baja de los ingresos salariales y flexibilidad laboral ha
modificado el panorama social y económico sobre los trabajadores, ya
que ahora, la mayoría de los trabajadores son parte del desempleo,
el empobrecimiento y la marginación. La explotación capitalista en
el siglo XXI asume un nuevo nivel de subsunción del trabajo en el
capital. El modo de producción capitalista reemplaza la forma fabril
tradicional por 200 años para avanzar con flexibilidad,
descentralización y nuevos desarrollos tecnológicos, materias primas
y materiales para asegurar rentabilidad y disminución del conflicto
con los trabajadores. Es un proceso acompañado con el debilitamiento
de la respuesta organizada en sindicatos y por supuesto con la
afectación de los partidos que tradicionalmente se asumieron como
representación de la clase obrera, tanto los comunistas como los
socialistas. El sujeto se extiende a una diversa categoría de la
exclusión, como los sin trabajo, sin techo o sin tierra; sin
educación o sin salud; pero también a aquellos que demandan desde su
perspectiva de género o de minoría, tal caso del movimiento gay,
lesbianas y travestis. Se podrá decir que todos los movimientos se
subordinan en definitiva a la contradicción esencial sustentada en
el ámbito de creación de la riqueza, donde sostenía Marx que se
definía la "sociedad civil". Vale la mención, ya que la categoría
Sociedad Civil se ha vulgarizado y utilizado en sentido general para
identificar al "movimiento social" y al traer a colación la mención
de Carlos Marx sobre el tema nos permite remitir el tema del sujeto
a la variedad de la complejidad de la sociedad contemporánea, pero
también a su radicación esencial en el seno de la subsistente
relación de explotación. Claro que al hablar del sujeto, se deben
considerar también el tema de las alianzas y ya no alcanza con
señalara a campesinos o incluso a la genérica categoría de pueblo.
La alianza planteada para definir al sujeto actual para el cambio
articula la resistencia de los trabajadores y una diversidad de
movimientos que incluye las reivindicaciones de los pueblos
originarios, la cuestión de género o de las minorías sexuales, los
derechos humanos, y la demanda de vivienda, tierra, hábitat, salud y
educación, solo por mencionar los más difundidos. Un problema
planteado en la construcción de esta articulación pasa por la falsa
separación de la esfera política y la social, sostenida por aquellos
que limitan a la "sociedad civil" al territorio de los movimientos
sociales y a los partidos a la esfera de la "sociedad política" y el
gobierno del Estado. Es una fragmentación de lo social y lo político
que vuelve a poner el velo sobre los fundamentos económicos,
políticos y culturales del funcionamiento del capitalismo. La base
del funcionamiento capitalista está en la explotación, en acuerdo
con las formas propias de cada momento del desarrollo, y desde allí
emergen las expresiones culturales, sociales y políticas de la
dominación.
8. Por eso es que también se necesita de una fuerza social y
política que pueda disputar el gobierno del Estado, o incluso la
construcción de poder popular al margen del Estado. Es un tema clave
en el marco de la crisis de representación política que se vive en
la región y en el mundo. Lejos está América Latina de las
irrupciones recurrentes de los golpes de estado perpetrados por
militares, pero es evidente que existe una fuerte inestabilidad
política en la región, donde la imprevisibilidad es una
característica que agrega inestabilidad a la perspectiva de
desarrollo. Las respuestas que se asumen por parte del movimiento
popular son diversas. En la disputa por el gobierno encontramos por
lo menos dos situaciones diferenciadas. Una expresada en la realidad
brasileña con una experiencia gubernamental construida desde una
larga acumulación política sostenida desde fines de los 70, por
movimientos de trabajadores y sociales, junto a la construcción
partidaria (clásica) articulada en un frente electoral triunfante a
fines de 2002. Otra derivada de la situación venezolana donde se
construye representación política desde el liderazgo personal y son
claras las falencias mediatizadoras entre la dirección del proceso
político y la base social. En otro orden, la experiencia zapatista
demarca otro aspecto de la fuerza política a desarrollar, centrado
en la perspectiva emancipadora y menos orientado a la conquista del
poder estatal y más centrado en formas de expresión del poder
popular. Sin la simple y fácil asociación, puede considerarse en
este plano la acumulación de poder alternativo por la insurgencia
colombiana, o del movimiento social en diversos países, por ejemplo
el caso de Bolivia y su resistencia a la privatización del agua
(Cochabamba) y ahora a la venta del Gas.
9. Son entonces elementos determinantes la tríada: proyecto, sujeto
y fuerza política. En la potencialidad transformadora de la región,
no siempre ha coincidido la simultaneidad del trípode aludido.
Convengamos que no es un problema regional y que tiene validez
universal. Pensar en alternativa requiere la convergencia
internacional de una dinámica social, política y cultural, hoy en
proceso, que resuelva el desafío civilizatorio de construir la
tríada. Son presupuestos básicos para pensar algunos lineamientos de
política alternativa que se construyen cotidianamente en
multiplicidad de resistencias, encuentros de movimientos, políticos
e intelectuales, cumbres alternativas y reuniones diversas. Lo que
está en cuestión es la lucha por el poder del Estado; la
construcción de poder al margen del Estado; las formas de
organización para la efectiva disputa por la hegemonía del
desarrollo social, a nivel de cada país, regional y mundial; pero
también se trata de definir la esfera central de confrontación, que
creo debe centrarse en aquello que define a la sociedad civil según
Marx: la relación de explotación.
III. Lineamientos para una alternativa global
10. La opción definida por la hegemonía capitalista apunta a una
convergencia internacional y coloca en el centro el análisis el
"sistema mundial", es decir, un mecanismo de acumulación capitalista
global, que articula dialécticamente las interconexiones con las
economías regionales y nacionales, redefiniéndolas hacia formas de
regulación de carácter histórico que son impulsadas por los
capitales más concentrados a escala global. De allí que el análisis
del sistema mundo no puede descartar las relaciones nacionales y
nacionales sino incorporarlas en un esquema de acumulación cuyo
escenario fundamental es el mundo. Así, el debate de la alternativa
es también global en el sentido apuntado. No puede pensarse en
soluciones nacionales o regionales aisladas, sino en la conformación
de respuestas populares a la globalización neoliberal que contengan
esta complejidad de escenarios y relaciones. Y de aquí surgen dos
escenarios posibles de acción directamente relacionados a la
conformación y lógica de funcionamiento del "sistema mundial". El
primero, en la esfera mundial y el segundo en las esferas regional,
pero fundamentalmente nacional. La acción en la esfera mundial
implica la necesaria profundización de las luchas globales que se
iniciaron con las movilizaciones de Seattle, en 1995, y cuya mayor
expresión de organización hoy es el creciente Foro Social Mundial,
con próximo escenario en Asia. Ello debe entenderse como la
coordinación de lazos políticos, sociales, gremiales, culturales,
etc, dirigidos a la organización y crítica a los preceptos
fundamentales de la globalización neoliberal y sus estrategias
concretas, hoy representadas por la OMC, el G7, el ALCA y otros. Su
punto de partida es la concepción alternativa de un sistema mundial
así como su accionar es la crítica a las concepciones del
neoliberalismo y la práctica política de lucha en contra de sus
instancias prácticas, a la vez que debe plantear alternativas
viables de escala global. La segunda instancia que enunciamos, de
carácter nacional debe articularse con proyección regional y mundial
con la perspectiva de que Otro Mundo es Posible. Esta segunda
instancia corresponde a la lucha que las organizaciones sociales,
políticas, gremiales, culturales, sindicales, religiosas, etc.,
deben realizar y crecientemente realizan para desarticular y superar
las relaciones de clases que sustentan los lazos de dependencia y la
globalización neoliberal a nivel de los subsistemas de acumulación
capitalista de "sistema mundial", es decir, los estados nacionales.
Se trata de las luchas que han venido desarrollándose en diversos
países en estos últimos años, y que en el caso de Latinoamérica han
modificado la agenda que la política exterior norteamericana y
europea reservaban para reciclar y renovar los mecanismos de
dependencia económica y política en la región. La articulación entre
instancias de lucha nacionales e internacionales es de carácter
fundamental, ya que la instalación del neoliberalismo a escala
mundial se ha producido en base a una retroalimentación de
circunstancias mundiales y locales en base a las necesidades de
acumulación del capital transnacionalizado en su fase actual.
Pretendemos llamar la atención sobre los límites de programas
alternativos de carácter nacional, pero también sobre su papel
insustituible como parte de una estrategia de carácter global.
América latina es una muestra cabal de la articulación de la
deslegitimación a escala mundial del neoliberalismo como ideología
hegemónica con las crisis regionales y nacionales y el avance de los
movimientos sociales y políticos diversos, que desde la ventana
abierta del Foro Social Mundial toman el mundo como escenario de
construcción de un mundo nuevo y de inclusión para todos los
pueblos. Si se piensa en términos de América Latina y el Caribe, la
potencia de proyectos liberadores a nivel de cada país solo pueden
tener efectividad si logran articulación regional, tal el caso p.e.
del proyecto de moneda única en el cono sur.
11. Si la ofensiva del capital a fines de los 60 y comienzos de los
70 se definió por la "liberalización" y la organización de un
conjunto jerárquico de organizaciones tradicionales (FMI, BM) y
nuevas (OMC), todo bajo el comando del G7 ó G8 y las mediaciones de
variadas iniciativas globales tales como el Foro Económico Mundial
(Davos), entonces, la primera definición pasa por impugnar esa
agenda y las iniciativas de ellas derivadas, tales como las que
surgen de las rondas negociadoras de la OMC; las secuelas derivadas
de las negociaciones del endeudamiento externo gerenciado por el
FMI/BM; el ALCA y otros acuerdos similares de promoción comercial y
de inversiones. El punto de partida para la alternativa es:
– No al proyecto de liberalización que empuja el capital
transnacional y los principales estados del capitalismo
desarrollado, todos asociados a las demandas de las clases
dominantes en el resto de los países: No a la OMC; No al ALCA;
No al FMI.
– Y al mismo tiempo generar condiciones para articular una
propuesta alternativa de carácter global, que pueda comenzar
por iniciativas globales reivindicadas desde cada país y
movimiento. Pueden asumirse en este sentido las diferentes
propuestas construidas en cumbres globales de años recientes,
desde la reunión de Río en 1992 sobre medio ambiente y
desarrollo sustentable, pasando por el encuentro de Copenhague
en 1995 sobre el desarrollo social, o en el mismo año sobre la
Mujer en Beijing y otras realizadas sobre la alimentación, la
educación, la salud, la cultura, el racismo y otros problemas
globales.
12. El proceso de liberalización impulsado desde los 70 y potenciado
a comienzos del siglo XXI tiene eje en la circulación internacional
de capitales. Es un proceso asociado a la criminalización de la
actividad económica (fraude, corrupción, etc.), la evasión/elusión
impositiva global y el endeudamiento externo de los países.
Entonces, poner freno a todo ello implica:
– Generar una serie de regulaciones al movimiento internacional
de capitales (p.e. impuestos tipo Tobin) y restringir al máximo
su movilidad estableciendo controles cambiarios.
– Investigar, cercenar y eliminar la economía internacional del
delito y la especulación, el tráfico de personas, armas,
mercancías; el lavado de dinero, los paraísos fiscales y otras
modalidades económicas como el contrabando y mecanismos
internacionales de evasión y elusión fiscal que procesan
verdaderas mafias globales.
– Anular la deuda externa pública de los países empobrecidos (el
llamado tercer mundo y el este de Europa).
13. Favorecer mecanismos internacionales para resolver la
eliminación de la pobreza y resolver la generación de empleo.
– Asegurar el aporte establecido internacionalmente del 0,7% del
PBI de ayuda para el desarrollo. Para poco más de 20 países de
la OCDE, este porcentaje supera los 150.000 millones de dólares
anuales, cuando la cifra destinada para el desarrollo apenas
alcanza a un tercio de ese valor. El fondo surgido por este y
otros mecanismos para la eliminación de la pobreza y la
generación desempleo y el desarrollo (p.e. Tax Tobin) podrán
ser administrados por un ámbito a definir en el seno del Foro
Social Mundial (FSM) o ámbito similar. Se estima entre 100.000
y 300.000 millones de dólares la recaudación global de un
impuesto tipo Tobin. En este aspecto queremos enfatizar la
posibilidad concreta de obtener recursos para la lucha contra
la pobreza y el desarrollo alternativo.
– Establecer impuestos que graven las actividades articuladas de
las corporaciones transnacionales y que se apliquen a
satisfacer necesidades sociales insatisfechas en acuerdo con
las instancias de coordinación del movimiento de resistencia
global (P.e. el FSM). Impuestos globales sobre las inversiones
y las ganancias combinadas de las transnacionales.
– Estimular la organización de cadenas de valor entre
emprendimientos asociativos sin fines de lucro de países
limítrofes y con capacidad de integrarse globalmente. Es una
propuesta que trasciende el accionar de los estados nacionales
y se asume como propuesta autónoma del movimiento social. A
modo de ejemplo puede citarse la extensión del movimiento de
recolectores y recicladores de basura en Argentina y Brasil,
los que avanzan en procesos de encadenamiento de valor mediante
el tratamiento de la basura. Son procesos que pueden
articularse en una escala regional y que pueden contar con
apoyaturas oficiales, no solo en materia presupuestaria, sino a
través de la cooperación técnica y profesional. Se trata de
vincular políticas de Estado con iniciativas del movimiento
popular en el marco de la economía social o no lucrativa.
14. Impulsar nuevas funciones a los Estados Nación y a su
articulación regional y mundial
– Revertir el proceso de privatizaciones de empresas y servicios
públicos con orientación en emprendimientos que promuevan el
protagonismo popular en la toma de decisiones, articulando los
intereses y necesidades de los trabajadores, usuarios y
proveedores. A modo de ejemplo puede pensarse en los fondos de
pensión y jubilación, que siendo constituidos por los aportes
de los trabajadores, estos fondos son administrados por
empresas privadas o el propio Estado, siendo posible la
administración bajo formas participativas por los propios
trabajadores e incluso establecer mecanismos de control
estatal.
– Instrumentar formas participativas en la toma de decisiones
relativa a la colecta y asignación de recursos fiscales
nacionales, provinciales o municipales. Las experiencias de
presupuesto participativo, p.e. en Porto Alegre, dan muestra de
la potencialidad económica, social y cultural de la
participación popular en el manejo de los presupuestos
públicos.
– Asegurar la satisfacción de derechos integrales en materia de
alimentación, salud, educación, vivienda y otros vinculados a
la defensa del medio ambiente y la calidad de vida. Se trata de
eliminar la concepción mercantil que significa el tratamiento
de estos derechos humanos como servicios y sometidos a la
lógica comercial y liberalizadora del capital, tal como surge
de las negociaciones impulsadas por la OMC.
– Propender a la cooperación internacional entre los Estados, a
nivel regional y global, recuperando la categoría "integración"
por sobre la de "mercado común". En ese sentido se puede pensar
en políticas conjuntas de explotación de recursos e insumos
estratégicos como el petróleo o el agua; el impulso a políticas
e iniciativas compartidas tales como monedas regionales o
ciudadanías extendidas entre grupos de países; o el aliento a
un mayor intercambio cultural y especialmente en el estudio del
idioma, especialmente el portugués y el español en América
Latina y el Caribe. En este sentido puede ser de utilidad
avanzar en la constitución de Parlamentos regionales que
fomenten la participación popular en la toma de decisiones,
generalizando p.e. mecanismos de democracia semi directa, tales
como plebiscitos o consultas populares vinculantes sobre temas
estratégicos y que hacen a la calidad de vida de la población.
15. Recuperar la concepción de un Nuevo Orden Mundial.
– Nueva arquitectura del sistema financiero mundial y de los
mecanismos globales de promoción del comercio, las inversiones
y el desarrollo tecnológico.
– Establecimiento de un balance de necesidades y capacidades
sociales y económicas globales para una integración alternativa
al modelo Norte Sur que emerge de la desigual situación mundial
actual.
– Reorganizar el sistema mundial desterrando el uso de la
violencia derivada de la situación hegemónica de una o varias
naciones.
– Favorecer el libre movimiento de las personas al tiempo que se
generen condiciones socio económicas para resolver localmente
la satisfacción de necesidades.
– Defender el sostenimiento de las condiciones medio ambientales.
– Propender a una cultura de la cooperación y solidaridad
internacional.
IV. A modo de conclusión
Los lineamientos que hemos presentado constituyen un primer borrador
a completar. Algunos aspectos enunciados y otros ausentes, que es
necesario incorporar, son parte de un programa que levanta el
movimiento popular de resistencia que lucha por otro mundo posible.
Se trata de un movimiento que está construyendo su identidad y
propuesta, conteniendo en su seno pluralidad de enfoques y alcances
de una resistencia que se presenta ora anti neoliberal, ora
anticapitalista y que no siempre articula las dimensiones sociales y
políticas. Teniendo en cuenta la ofensiva guerrerista de la potencia
hegemónica, la agenda descripta es parte del desafío de la humanidad
a comienzos del Siglo XXI.
Octubre de 2003
* Julio C. Gambina. Profesor Titular de Economía Política de la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario.
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas,
FISYP (adherido a CLACSO). Miembro del Consejo Académico y Director
de ATTAC-Argentina. Director del Centro de Estudios de la Federación
Judicial Argentina, CEFJA (adherido a CTA). Director del Instituto
de la Cooperación, IDELCOOP.
https://www.alainet.org/en/node/109006
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