La catástrofe nacional
Seguimos jugando a la volatilidad de los ingresos
07/09/2003
- Opinión
Si alguien se había planteado expectativas sobre la gestión
de Isaac Alfie como nuevo ministro de Economía, ya debe
estar lamentado ese pequeño escozor invernal provocado por
tan equivocada apreciación. El nuevo ministro, al igual que
el contralmirante Márquez, solamente ha dado frente al
abismo un giro de 360 grados y, además, un paso adelante.
La suba de las tarifas públicas así lo demuestra, ya que el
objetivo del alza - hasta el propio Alfie lo debe entender
- no tiene nada que ver con la recaudación de las empresas
públicas, ni con la consolidación de la política fiscal y,
menos aún, con la situación de los usuarios que, a raíz de
esta catastrófica medida, reducirán su cuota parte de
consumo, o en algunos casos dejaran de consumir, por una
razón muy simple: el dinero que está en los bolsillos de la
gente es cada vez menos (se anuncia un aumento para los
funcionarios públicos a partir del lro de setiembre del 2%,
lo que si no fuera trágico parecería un chiste de mal
gusto), y no alcanza para hacer frente a esas subas
absurdas en su oportunidad y volumen. El economista Carlos
Viera reporteado para Bitácora TV, hablaba de la
equivocación de algunos economistas para elegir los
instrumentos a aplicar en cada ocasión. Nos explicamos. El
coordinador de la Comisión de Política Macroeconómica del
Frente Amplio indicaba, al responder una interrogante, que
el gobierno no tomó en cuenta las bondades del instrumento
aplicado en abril, cuando se redujo el precio de las
naftas. Esa medida mostró que el mercado respondía a ese
instrumento de política económica de manera positiva,
comercializando ANCAP mayores volúmenes de nafta y, como
consecuencia de ello, mejorando la recaudación y, por
consiguiente el Estado, la recaudación impositiva. Esa
experiencia reciente y exitosa no se tuvo en cuenta y, hace
algunos días, los combustibles se pagan más caros, casi al
precio anterior, mientras los niveles de ingresos de la
población se mantienen aplastados.
Algunos políticos consultados han sostenido que este nuevo
incremento de las tarifas es catastrófico tanto por sus
efectos económicos como por la índole de esa política,
tendiente a seguir licuando sueldos y jubilaciones,
intentando extraer de los bolsillos de la gente sumas que
no existen, logrando solo agrandar los sobrantes de insumos
de las empresas y, por acto reflejo, una menor recaudación.
No es necesario ser muy lúcido para entender que los tres
millones de litros más de naftas que vendía ANCAP, luego de
la rebaja, quedarán nuevamente como indeseando sobrante que
deberá ser mal vendido al exterior a precios irrisorios,
sobre los que no se recaudan impuestos. ¿Qué decir del
incremento del gas oil, en una tendencia también decidida
por los teóricos neoliberales que entienden que es
necesario encarecer los combustibles que tengan una
utilización más "rígida"? ¿Y que pensar de la sorpresa del
directorio de UTE que había organizado las finanzas del
ente hasta fin de año, incluyendo los aportes al Estado,
sin la necesidad de más incrementos?
Pero, ¿por qué el gobierno no tiene en cuenta esa evidencia
que salta a la vista de todos? Es que su objetivo es
continuar "licuando" los ingresos de la gente. Las tarifas
sustituyen, en este caso, a los niveles de inflación que
siguen aplastándose. Incluso el endeble Alfil sostuvo que
el IPC en este año no superaría el 13%, cuando la
estimación previa lo hacía superar largamente el 20%.
La situación de empobrecimiento ya tiene antecedentes que
Alfie conoce perfectamente. Toda la política tarifaria del
gobierno, con la excepción de la rebaja de las naftas que
se realizó anteriormente, ha servido también para achicar
la capacidad de recaudación de las empresas públicas.
El desconocer esa evidencia demostró - como también en la
gravísima y escandalosa entrega del que llamamos ahora
Aeropuerto de Carrasco, ya que el término "Nacional" de
ahora en adelante debe quedar para el olvido - que las
razones que movilizan al gobierno, tienen que ver con
compromisos internacionales firmados con el FMI, que
establecen que estos precios debían de subir en esta fecha
y que el camino de las privatizaciones debe seguir
adelante, aunque la realidad económica y la propia lógica
contradigan lo que se estableció en la última carta de
intención.
Los 34 millones de dólares - si alguna vez son abonados por
la empresa que obtuvo la concesión - irán a satisfacer las
exigencias de dinero de otra de los catastróficas
privatizaciones de este gobierno, que se llamó la
"megaconcesión" El ministro Lucio Cáceres tiene como
objetivo privatizar todo lo privatizable y conceder todo lo
que se pueda, pero tratando de que los favorecidos sean sus
"conocidos", como los propietarios de algunas empresas
viales cuya acción ha sido desde siempre el centro de
sordos escándalos, de investigaciones de la Auditoria
Interna de la Nación y otros organismos, que siempre
abortaron por presiones que le Justicia, obviamente, deberá
algún día determinar.
Claro, pero hay que tener claro cual es el objetivo
buscado. Licuar aún más el dinero en poder de la gente y, a
la vez, que el mismo proceso afecte a las deudas que el
propio Estado mantiene con sus proveedores. Es un nuevo
avance sobre el sector privado al que, por la vía de esa
licuación, se lo condena a seguir achicándose
Alfie ha demostrado ya que es distinto a su antecesor,
Alejandro Atchugarry que, con buena voluntad, alguien
podría haber catalogado como un piloto de tormenta, que
intentó salvar del naufragio final al país, luego de que el
dúo Batlle -Bensión lo dirigieran de proa hacia un grupo de
arrecifes. Sin embargo ese piloto de tormentas lo único que
logró fue aplacar los ímpetus de algunos sectores de la
oposición, hipnotizada por las sonrisas educadas del
político. Alfie, más bien, es un fiel militante de los
organismos multinacionales de crédito, ideológicamente
endeble como mostró en alguna aparición televisiva, pero
siempre con el manual fondo monetarista al alcance de la
mano. Su tarea es cumplir, a rajatabla, un acuerdo que es
impracticable, además de haber sido construido a contrapelo
de la realidad.
¿A alguien le caben dudas de que cada una de sus medidas
serán, como lo quiere el FMI, de carácter pro cíclico? ¿Qué
durante su gestión no habrá un solo atisbo se reactivación
económica, que no sea coyuntural y proveniente de los
equilibrios o desequilibrios ocurridos en la región?
El atraso cambiario de Argentina y Brasil ha determinado
una mejoraría en algunas exportaciones, así como también la
apertura del mercado cárnico está reflejándose en una
mejoraría de ese rubro. Analistas estiman que sectores
agropecuarios ya reciben los beneficios de la nueva
situación, la que no se ha trasladado el resto de la
sociedad, proceso que no ocurrirá, si el gobierno no adopta
medidas adecuadas, en mucho tiempo. Claro, el aumento de
algunas exportaciones y los mejores precios que se están
pagando a nivel de los mercados internacionales por algunos
rubros (carne y miel son un ejemplo), son producto de
contingencias tan favorables como efímeras. Es una
mejoraría relativa que puede revertirse, de un día para el
otro, al modificarse los actuales equilibrios de la región,
especialmente cuando sabemos que a nivel de la OMC, somos
nada más que partiquinos, sin fuerza para imponer nada y,
además, mostrando indignas indecisiones.
Por ello es insólito que el novel ministro de Economía, en
otra muestra de su endebles ideológica, sostenga que el
dólar esta sobrevaluado. ¿Qué busca? ¿La estabilidad del
sanguinettismo, achatando al dólar? No entiende Alfie que
la licuación de los ingresos de la gente haría imposible
otra experiencia catastrófica, como la culminada con la
gestión de Luis Mosca, durante la cual la venta de
automóviles cero kilómetro, para el gobierno de la época,
era un símbolo de bonanza para la economía.
De aquellas lluvias a estos lodos.
La volatilidad de la situación macroeconómica de la región
no debe ser un dato significativo tampoco para Alfie, pues
él espera que el FMI abra de nuevo sus grifos de "maná"
salvador para que los uruguayos seamos cada vez más
dependientes y debamos estar endeudados, por el desastre
realizado en una gestión de gobierno, durante varias
generaciones.
* Carlos Santiago. Secretario de Redacción de Bitácora. Uruguay
https://www.alainet.org/en/node/108329
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