Un puente entre las dos orillas

Una lectura constructiva del conflicto israelo-palestino

16/06/2003
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En estos días estamos asistiendo a la apertura de un diálogo entre israelíes y palestinos una vez que han aceptado formalmente la Hoja de Ruta como marco de negociaciones.[1] El hecho de que Estados Unidos sea valedor de este plan es un factor decisivo para que las partes, especialmente el gobierno de Ariel Sharon, hayan aprobado esta iniciativa de paz, frente a la cual declaro inicialmente mi escepticismo, en buena parte porque su concepción descansa en un esquema anti-terrorista y no en el reconocimiento de los derechos históricos del pueblo palestino.

Estados Unidos tenía necesidad de presentar ante la comunidad internacional y particularmente ante el mundo árabe una iniciativa que mostrara su voluntad pacificadora en la región mediante la restitución de derechos al pueblo palestino. Al mismo tiempo, la idea de neutralizar un conflicto que millones de árabes viven como una humillación y opresión propia y es fuente de inspiración de movimientos radicales islámicos, está también en el fondo de este gesto norteamericano que, en mi opinión, no supone variación alguna respecto de su alianza estratégica con Israel y de su propósito de imponer un estado palestino pequeño y vulnerable.

Las enmiendas anunciadas por Sharon advierten de las dificultades de la Hoja de Ruta. El gobierno de Israel no acepta el regreso de cuatro millones de palestinos que viven en los países vecinos y anhelan el retorno, ni acepta el desmantelamiento significativo de los asentamientos de colonos judíos en los territorios de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. De hecho la Hoja de Ruta contempla únicamente el desmantelamiento de los asentamientos levantados a partir de marzo de 2001, un número de 15-20, quedando como intocables 160 considerados legales por la legalidad israelí y otros 116 ilegales dentro de los territorios ocupados. Son dos asuntos que afectan a su política de ocupación a la que no van a renunciar, por cuanto es la vía de construcción del proyecto sionista: el Gran Israel. Pero, las autoridades palestinas (ANP)

no pueden aceptar las pretensiones israelíes sin traicionar a su propio pueblo y a la idea de un estado propio soberano y viable.

Es significativo que la primera condición impuesta por Sharon es que todo el proceso queda supeditado a la ausencia de violencia por parte palestina –estado de violencia cero- y a la disolución completa de las organizaciones e infraestructuras de las organizaciones armadas palestinas. Es decir, Sharon empuja a Abu Mazen a ejercer una represión que puede desembocar en una guerra civil.

Creo que merece la pena que volvamos a la Hoja de Ruta más adelante, a fin de adentrarnos primeramente en algo fundamental como es una explicación de la naturaleza del problema.

El conflicto israelí palestino es en realidad la historia de una ocupación. Una ocupación que impulsa y extiende la colonización con el objetivo de sustituir a un pueblo por otro. Una colonización que pretende la inversión forzada de la demografía a través de la deportación de centenares de ­miles de palestinos  mediante guerras como las de 1948, la de 1967 ("guerra de los seis días") y 1973; ya hay cuatro millones fuera de su tierra, en eI exilio , la negación a su retorno y la importación de judíos de todas partes del mundo. Sólo en el año 2001 el gobierno israelí construyó 34 nuevos asentamientos de colonos en territorios palestinos de Cisjordania.

Entender que se trata de una ocupación es fundamental para entender la dialéctica de la violencia: se trata de la violencia de los conquistadores contra la resistencia de los ocupados. Se podrá discutir si determinadas resistencias de los ocupados son convenientes e incluso éticamente admisibles, pero no cabe duda que es la violencia sistemática del ocupante a lo largo de los últimos 55 años la culpable de la tragedia: castigos colectivos, matanzas, la destrucción literal de 536 poblaciones palestinas en el 48, la demolición de casas en nuestros días, la ocupación de tierras y propiedades palestinas y su confiscación, los saqueos, los cierres herméticos de ciudades y pueblos a lo largo del tiempo, las detenciones masivas... Lo que está ocurriendo es una barbaridad que supera toda capacidad de entendimiento. "El Kamikaze palestino es una consecuencia de la represión Israelí. La ideología compartida por los Kamikazes es que el pueblo palestino no se dejará masacrar y que también la población civil israelí será víctima de las políticas de su gobierno. Esta estrategia revanchista ha permitido a Israel generalizar la represión y legitimarla bajo la excusa de "lucha contra el terrorismo".[2] Esta es una espiral realmente infernal.

Cuando se retiren los tanques y se levante el asedio sobre las poblaciones palestinas reocupadas, nos echaremos las manos a la cabeza. ¿Qué objetivo antíterrorista se cumple destruyendo las alcaldías, las clínicas, las escuelas, los edificios de los ministerios palestinos, varios institutos especializados en derechos civiles, estaciones de radio? ¿Qué objetivo antiterrorista se cumple destruyendo la ciudad vieja de Nablús, patrimonio histórico de la humanidad y que equivale a una destrucción de Venecia? El campo de refugiados de Jenin, al norte de Cisjordania es ya un símbolo de la resistencia: El año pasado visité lo que fue el campo de refugiados de Jenin. En él vivían 14.000 personas que habían sido expulsadas de Galilea, territorio palestino anexionado a Israel. Lo que vi fue una montaña inmensa de escombros y hierros retorcidos y sobre ellos, deambulando o moviendo cascotes, niños, mujeres y ancianos trataban de encontrar algún enser. A los hombres se los habían llevado. El campo fue destruido por 300 misiles. Obligaron a la gente a salir semi-desnuda de sus casas; la reunieron a una cierta distancia y después vinieron los helicópteros artillados y los tanques. Yo me fijé en una de las pocas paredes que aún permanecían en pie: colgada de la misma había una silla de ruedas. Pregunté por qué. Me contaron que el joven Mohamed era paralítico y no pudo salir a tiempo de su casa. Su silla de ruedas permanece como una denuncia, como un grito. Entonces recordé el caso del joven Naim, un enfermo mental de Beit Jala al que mataron de un disparo a la cebeza por no respetar el toque de queda. Naim murió asesinado sin saber qué es un toque de queda.

¿Por qué el ejército israelí destruye todo a seres comunes y corrientes por el solo hecho de ser palestinos? Tantos seres humanos enterrados en fosas comunes, tanto cientos desaparecidos, tanto niños huérfanos a la intemperie entre las ruinas... ¿Cómo es posible que las víctimas de los nazis alemanes constituidos ahora en verdugos apliquen castigos colectivos, mostrando una conducta racista propia de quien cree ser el pueblo elegido por la providencia divina?  Golda Meir en 1967, respondió a sí a una pregunta de un periodista del Sandy Times: "¿Palestino? qué eso. El pueblo palestino no existe". Ellos no existen. La cuestión es tan grave como sencilla: el terror israelí no persigue sólo matar, desea también destruir todo aquello que pueda constituir la base de un futuro Estado palestino: destruir su sociedad, sus infraestructuras (carreteras, torres eléctricas, cableado telefónico, bombas de agua) sus autoridades, sus símbolos. Su terror humilla y ataca permanentemente a la identidad palestina.

¿Con qué razones puede el ocupante israelí ofenderse ante la resistencia del ocupado y pretender aparecer como víctima? Podemos preguntarnos : ¿cuándo es legítimo el uso de la violencia? Si la respuesta es nunca ¿por qué se demoniza la violencia palestina mientras la israelí se eleva a la categoría de represalia a modo de autodefensa? Y si la respuesta es "sólo en caso de autodefensa" ¿por qué no se admite esa calificación para la resistencia del pueblo ocupado? Curiosamente el terrorismo es considerado arma de los débiles palestinos porque los fuertes israelíes controlan el sistema doctrinario y su terror no cuenta como terror.

Los atentados suicidas, indiscriminados, no son precisamente espejo de valores que debiéramos impulsar para hacer un mundo mejor. Esos atentados se han de contextualizar en un ambiente piscológico colectivo de desesperación por la larga ocupación militar israelí de 55 años y la barbarie sistemática etnicista y racista que implementan los sionistas. Les diré algo: a finales del pasado año un suicida palestino cometió un horrible atentado en la ciudad israelí de Haifa matando a 15 ciudadanos israelíes. Un atentado indiscriminado y condenable que sacudió a la opinión pública. Sin embargo, durante las ocho semanas anteriores sin atentados, el ejército israelí había matado a 140 palestinos en un goteo diario que parece formar parte del paisaje natural de Cisjordania y Gaza.

¿Cómo le podemos llamar a lo que viene ocurriendo desde hace 55 años en los territorios ocupados?

·        Israel controla completamente Palestina, convertida en una geografía de cientos de islotes que como manchas de leopardo hacen imposible que los palestinos tengan un territorio continuado.

·        La infraestructura de la ANP que apenas tiene autoridad sobre un 16% del territorio está siendo destruida.

·        El ejército israelí controla las entradas y salidas de villas y ciudades palestinas.

·        La ciudadanía palestina sólo puede moverse de un sitio a otro con permiso israelí.

·        Todos los puntos de salida al mundo exterior son controlados por Israel.

·        La economía Palestina está asediada, dependiente de los permisos de Israel para la entra y salida de productos.

·        Los asentamientos de colonos, ahora 170, aumentan y una red de carreteras los unen, dejando a los palestinos como extranjeros en su propio país.

·        La policía palestina surgida de Oslo está bajo control israelí en cuanto a número de personas y armas.

·        El propio presidente Arafat se encuentra confinado en Ramhalla, asediado.

La ocupación progresiva y el fracaso de Oslo[3]

He dicho que esta es la historia de una ocupación. La ocupación se ha desarrollado históricamente en varias fases.

Una primera, respondiendo a una estrategia silenciosa de infiltración, tuvo lugar a finales del siglo XIX bajo el impulso de¡ Congreso Sionista de Basilea en 1897. En 1903 habían llegado 25.000 judíos a Palestina. El sionismo no fue bien recibido entre los judíos que se encontraban asentados en Jerusalén, judíos mesiánicos que afirmaban que Israel no puede existir hasta la llegada del Mesías. Entonces Palestina estaba ocupada por el Imperio Otomano y las autoridades turcas se oponían a la inmigración judía.

La idea de formar un Estado judío se había fortalecido en un ambiente de nacionalismos imperantes en Europa. Pero inicialmente, los judíos que encabezaban el proyecto no pensaron curiosamente en Palestina. Pensaron en Argentina, con mucho territorio despoblado. Cuando vieron inviable la idea manejaron la posibilidad de Egipto. Luego se plantearon la posibilidad de la isla de Chipre lo que fue desestimado por Gran Bretaña que hizo la contraoferta de Uganda. A la muerte de Theodor Hertzl, el liderazgo de Jaírn Weizmann, de acuerdo con los británicos definieron Palestina como el Hogar Nacional para el pueblo judío.

Ciertamente Gran Bretaña fue clave en la formación de¡ Estado de Israel. La declaración del ministro de exteriores Lord Belfour en 1917, al decir que los judíos deben tener "Un Hogar Nacional en Palestina" desencadenó una oleada de entusiasmo en los medios judíos de todo el mundo. Cuando Gran Bretaña asumió el mandato de tierras palestinas tras la derrota del Imperio Otomano, de Alemania y del Imperio Austro­-Húngaro en la primera guerra mundial, favoreció que oleadas de judíos llegaran a Palestina. Los judíos siguieron la estrategia de comprar tierras con el apoyo del Fondo Nacional Judío que disponía de fondos de los lobbys de Europa y Estados Unidos.

En la década de los 30 la política británica dio un giro antisionista, pero ya los judíos no estaban dispuestos a retroceder. Organizaron un ejército secreto, la Haganá; surgió una organización llamada Irgún, especializada en atentados. Las bombas iban contra los ingleses y contra los árabes. Después, lo ocurrido en Alemania con el holocausto nazi, rompió la resistencia británica. Estados Unidos se puso a la cabeza, presionado por el lobby judío norteamericano y las grandes potencias europeas dieron a un Estado a Israel por varias razones:

-Para lavar la conciencia de lo ocurrido en la Alemania nazi.

-Para crear un Estado occidentalizado, aliado, que jugara el papel de futuro gendarme en la región, guardando el canal de Suez, asegurando vía libre hacia la India y controlando a los países petrolíferos.

La partición

En 1947 la ONU sancionó la partición de la Palestina histórica, otorgando el 56% al futuro Estado de Israel y el 44% al futuro Estado de Palestina. La reacción del pueblo palestino y del mundo árabe fue la no aceptación de una solución política que creaba un estado artificial como modo de resolución de un problema que afectaba a Occidente tras el holocausto judío en la Alemania nazi.

1948 Israel se apoderó de la mayor parte de la Palestina histórica, destruyendo nada menos que quinientos treinta poblados árabes. En ese tiempo 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares: son parte de los cuatro millones de refugiados actuales que no pueden volver. La guerra de 1948 permitió a Israel aumentar el territorio bajo su dominio, pasando del 56 al 78%. El resto, el 22%, quedó en manos jordanas y egipcias, hasta la guerra de 1967.

En 1967, durante la guerra de los seis días, Israel se apoderó también de la Cisjordania que se encontraba entonces bajo administración jordana, y de la franja de Gaza que estaba ocupada por Egipto. La ocupación total se prolongó hasta los acuerdos de Oslo.

Fue la Intifada de 1987 1992 la que obligó a los israelíes a buscar un camino negociado.

OSLO

Fue en Oslo, en 1993, cuando Israel concedió a los palestinos una autonomía  no soberanía  sobre una parte pequeña de aquel 22% de la Palestina histórica que Israel ocupó en 1967. En Oslo, se acordó que Jericó fuera la primera ciudad bajo competencia de la ANP. La promesa era que para 1999, sería posible proclamar un Estado palestino sobre un territorio próximo al 16% de la Palestina histórica, quedando para Israel el 84%.

En Oslo se dejó a un lado el Derecho Internacional, al igual que las resoluciones de la ONU, a fin de gue todo fuera negociable. Israel y Estados Unidos impusieron su tesis de gue sólo suspendiendo el derecho internacional sería factible avanzar en las negociaciones. Los acuerdos de Oslo tampoco contemplaron la creación de una comisión internacional de verificación de los acuerdos.

En Oslo, los negociadores palestinos dirigidos por Arafat cedieron mucho, mostrando una gran voluntad de llegar a un acuerdo:

1. En primer lugar los palestinos reconocieron formalmente al Estado de Israel, algo que significa una revolución mental, política, cultural: el derecho de Israel a ser un Estado con fronteras seguras, siendo como es un producto colonial. Esta revolución todavía no la ha hecho Israel que aún no reconoce formalmente el derecho de los palestinos a un Estado propio y seguro, aun cuando la aceptación de la Hoja de Ruta por el gobierno supone un reconocimiento ímplícito que es un primer paso. De modo que en Oslo hubo un reconocimiento unilateral de una de las partes; por eso hablo de cesión.

2. La parte palestina renunció a poner sobre la mesa aquel 44% que en su día sancionó Naciones Unidas al dividir el territorio para dos estados.

3. La parte palestina obvió la resolución 242 de Naciones Unidas que obliga a Israel a regresar a las fronteras de antes de 1967, lo que hubiera supuesto el control palestino sobre el 22% del territorio, sin someterse a los chantajes israelíes.[4]

4. En cuarto lugar, Oslo no abordó los derechos de los millones de palestinos en el exilio que están bajo el amparo de la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Sabemos que Israel no quiere saber nada de este asunto, pues reconocer el derecho de los refugiados a volver a sus lugares de origen pone en peligro su proyecto sionista.

5. Oslo no abordó el tema de Jerusalén, bien a pesar que la parte palestina se conforma con tener su capitalidad en la parte Este de la ciudad.

6. Oslo no abordó temas importantes como las fronteras, el control del agua, y el grave asunto de los asentamientos de colonos judíos levantados en territorios destinados para el control palestino.

Esto último es muy grave. La Cuarta Convención de Ginebra sobre asuntos de guerra, prohíbe a cualquier potencia ocupante construir asentamientos en el territorio conquistado. Es verdad que tras Jericó, la ANP extendió sus competencias a ciudades como Hebrón, Nablús, Ramalla, Jenin, Belén, Beit Jala, Gaza, en materias de educación, salud, cultura, impuestos directos y policía interna. En 1995 un segundo acuerdo dividió Cisjordania en tres zonas: a) la Zona  un 4% del territorio  donde la ANP ejerce la administración civil y de seguridad interna; b) la Zona B  cerca del 27% del territorio de Cisjordania  en donde la ANP ejerce la administración pero comparte con la israelí la materia de seguridad; c) y la Zona C  cerca del 70% del territorio  donde el control israelí es absoluto.

En tales condiciones ¿qué pasó con los asentamientos judíos después de Oslo?

Desde septiembre de 1993, Israel ha duplicado con creces su población de colonos en territorios palestinos, añadiendo docenas de nuevos asentamientos, sobrepasando los 250.000 colonos Sólo el año 2001 con Sharon surgieron 34 nuevos asentamientos. Es la política de hechos consumados, irreversibles, sobre el terreno, con el fin de tomar posiciones de fuerza en cualquier negociación y asegurarse enclaves en el interior del futuro Estado palestino. Esta ha sido la línea de guerra, no de paz, seguida por Netanyahu primero, por Barak después y ahora por Sharon. Hay que tener en cuenta que cada nuevo asentamiento significa un nuevo problema para la paz.

Inicialmente, a pesar de no abordarse temas principales, los acuerdos de Oslo despertaron en la mayoría de¡ pueblo palestino una gran esperanza: mejor eso que nada. Por fin la primera Intifada que duró de 1987 a 1992, daba algunos resultados. Sin duda el levantamiento popular prolongado contribuyó decisivamente a trasladar a la Comunidad Internacional un mensaje fuerte a favor del fin de la ocupación israelí. Pero Oslo es una vía ya muerta. La destruyó Ariel Sharon el día 28 de septiembre del 2000.[5] Ese día Sharon inició una partida de ajedrez, siguiendo las normas más elementales de la Teoría de los Juegos que consiste en hacer movimientos calculando con precisión que otros movimientos harán los adversarios. Cuando irrumpió violentamente en la Explanada de las Mezquitas, arropado por decenas de policías y soldados, para reivindicar la soberanía hebrea sobre el luar en que los judíos creen enterrado el Templo de Salomón, por donde llegará el Mesías, Sharon sabía perfectamente que este gesto desencadenaría una respuesta popular palestina: La mezquita de Al-Aqsa es el tercer lugar sagrado para el Islam (tras la Meca y Medina, ambas ubicadas en Arabia Saudí).  Ese día comenzó la segunda Intifada y los acuerdos de Oslo fueron enterrados, regresando el conflicto al borde del precipicio.

El sionismo

La posición israelí, de sus dirigentes, debe explicarse a la luz de lo que significa el sionismo como motor religioso y político. Daré tan sólo algunas ideas:

*Sionismo es una palabra que deviene de Sión que es el nombre que los judíos dan a Jerusalén. Regresar a Sión es una idea expandida por las juderías en Europa en el siglo XIX.

* El sionismo basa su idea de Estado en datos bíblicos. La primera parte de la Biblia, la Torá está compuesta por cinco libros en los que se refiere la historia de la creación, de los patriarcas, la esclavitud en Egipto y la huída liderada por Moisés hacia el 1300 antes de Cristo (AC). Este tránsito por el desierto duró 40 años, según los textos, hacia la tierra de Canaán (Palestina) que era la tierra prometida. Naturalmente todo esto es muy controvertido y de ningún modo puede ser pretexto para un proyecto político, etnicista y racista. Sin duda el mito unifica.

*El sionismo se basa en tres asunciones fundamentales: a) los judíos son un pueblo: mucho más que una comunidad religiosa (cuestión nacional); b) el antisemitismo y la persecución es un peligro latente para el pueblo judío; y c) Palestina (Eretz Israel) fue y sigue siendo la tierra del pueblo judío. De esta retórica se derivan una serie de supuestos:

Israel se define como un Estado judío. No es el país de los israelíes sino de los judíos. Esto quiere decir que a Israel pertenecen todas las personas judías, independientemente del país en el que vivan. Esto quiere decir en la práctica que un judío de cualquier parte del mundo tiene más derechos que, por ejemplo, la población árabe que se quedó viviendo en Israel tras la ocupación. Otra consecuencia es la siguiente­: los cientos de miles de palestinos que tuvieron que huir tras las guerras del 48 y del 67 no tienen reconocido el derecho a volver a sus casas y recuperar sus propiedades. La razón es simple: no son judíos. Semejante discriminación racista es permitida por la llamada Comunidad Internacional.

•            La retórica sionista se apoya también en tópicos para la creación en Palestina de un estado hebreo. Dice que Palestina siempre fue un territorio árido poblado por tribus nómadas. La consigna: "una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra" cohesiona a los israelíes.

•            Niega al mismo tiempo la existencia de una identidad palestina, para el sionismo se trata simplemente de árabes que debieran ser acogidos en países vecinos como Jordania. ""Ellos tienen 22 países árabes a los que ir, nosotros sólo tenemos a Israel" se dice en medios israelíes.

•            El Fondo Nacional Judío administra el 92% de las tierras de Israel. El FNJ niega a los no judíos residir o abrir un negocio en esas tierras.

•            En las escuelas se enseña la máxima de redimir a Israel. Detrás de este argumento que se apoya en lecturas del antiguo testamento se encuentra la base de las confiscaciones de tierras.

•            Los palestinos que quedaron dentro de las fronteras de Israel, una vez acabada la guerra de 1948 suponen cerca del 20% de la población. Pueden votar y ser votados, pero la política discriminatoria que existe hacia ellos es espectacular; por supuesto no son reconocidos como palestinos sino como árabes.

Curiosamente el más joven de los movimientos nacionales que nace en Europa, el sionismo, se atribuye a sí mismo un pasado sumamente remoto. Este nacionalismo tuvo un gran impulso como respuesta a los salvajes pogromos cometidos en Rusia y el tumultuoso "caso Dreyfus" ocurrido en Francia. Estos hechos llevaron a los líderes del sionismo a abandonar el ideal de una posible asimilación progresiva del judaísmo en la población europea.

No sigo, para no cansar con más ejemplos de lo que significa el sionismo. Tan sólo añado lo siguiente:

1 .            Israel nació en guerra. Es un Estado militarista que utiliza la lucha contra el pueblo palestino como un factor de cohesión de su población que procede de Rusia, Centro Europa. Estados Unidos, Argentina, Yemen y otros países árabes, etc.

2.                  La razón de la seguridad es el pilar sobre el que se construye toda su política interna y externa, incluidos sus planes de educación.

3.                  Para el estado de Israel la Paz ha sido históricamente un componente de la guerra. Su paz se construye sobre los pilares del militarismo.

4.            El afán de los dirigentes derechistas israelíes es expulsar al pueblo palestino hacia Jordania. Sólo si esto no es posible, y no parece posible, están dispuestos a transigir alguna solución.

Conviene retener la idea de que más allá de los partidos políticos hay cuatro NOES que son cuatro razones de Estado:

Ø      No a la retirada del ejército israelí hasta las fronteras de 1967.

No a la "creación de un ejército extranjero" en Cisjordania.

No a la partición de Jerusalén.

No a la desmantelación de los asentamientos de colonos judíos en territorios palestinos.

En el fondo de esta política agresiva, represora, se encuentra un discurso ideológico de mucho calado: es el recuerdo del pasado, del holocausto, el que se esgrime como permanente tentación de la inocencia. Nada de lo que hagan los judíos, el Estado de Israel puede ser motivo de sanción o condena  su terrible pasado de persecuciones les ha redimido para siempre de toda culpa. Ese es el punto de partida para considerarse impunes, impermeables a toda culpa. Son los palestinos los únicos responsables de que Israel mate para sobrevivir.

¿Hay una solución?

Israel ha incumplido 35 resoluciones de Naciones Unidas sin que por ello sufra sanciones ni presiones significativas. Este conflicto tiene responsables principales que conviene señalar pues su resolución no puede abordarse al margen de los hechos. En Surafrica se dio una reconciliación, si bien todo el mundo sabe que los responsables del apartheid eran una minoría de blancos. En el caso que nos ocupa la responsabilidad del gran sionismo es evidente, como también hay una responsabilidad de potencias occidentales por colaboración necesaria.

Sin embargo israelíes y palestinos siempre estarán ahí, unos junto a otros. Antes o después deberán encontrar en el diálogo y la negociación la satisfacción de sus respectivos derechos. Una catástrofe humanitaria que nos rompe los ojos señala miles de muertos y decenas de miles de heridos; una catástrofe política revela el fracaso de Naciones Unidas para obligar a Israel la aplicación de sus más de treinta resoluciones; la catástrofe social es extraordinaria como consecuencia de los castigos colectivos que el gobierno israelí inflinge al pueblo palestino; la catástrofe económica la apreciamos en la destrucción sistemática de las infraestructuras y propiedades en los territorios ocupados.

Los israelíes viven obsesionados por la seguridad. Muchos judíos inocentes pagan un precio muy alto por la política agresiva de sus dirigentes. Muchos judíos forman parte de movimientos por los DDHH y por la paz; son gentes que aceptan a los palestinos y abogan por la convivencia de dos pueblos con todos su derechos. Hay ya puentes testimoniales, proféticos, entre movimientos sociales israelíes y palestinos, incluso existen organizaciones que son mixtas. Estos movimientos se reunirán el próximo mes de agosto de 2003 en Beit Sahour para ratificar su compromiso por una paz positiva, justa, que reconozca el Estado palestino, la retirada inmediata de los ocupantes a las fronteras de 1967, el desmantelamiento de los asentamientos de colonos insertos en los territorios ocupados, la doble capitalidad de Jerusalén y el derecho de retorno de los refugiados. En el mes de octubre estos movimientos realizarán un encuentro en una ciudad europea para amplificar su compromiso, su alianza por la paz.

Este paso de los movimientos sociales de ambos pueblos tiene por el momento un pequeña influencia en el rumbo político y militar del conflicto. Pero nos muestra la fotografía del futuro. Contiene una idea espiritual y política fuerte que está destinada a abrirse camino: dos pueblos conviviendo paz y libertad. Este encuentro de parte de la sociedad civil de las dos comunidades debe aspirar a constituirse como un contrapunto a lo que cabe preveer como futuro de la Hoja de Ruta. Me parece importante que los movimientos sociales del mundo entero sigamos de cerca este proceso, dándole apoyo y divulgando sus acuerdos.

La Hoja de Ruta presenta algunas deficiencias importantes:

1.      Como las negociaciones de Oslo, la Hoja de Ruta deja en suspenso las resoluciones de Naciones Unidas no obligando a su cumplimiento, sino que todo depende del acuerdo de las partes; una de ellas es la sexta potencia militar del mundo y tiene armas nucleares en abundancia; la otra parte sólo posee la fuerza de la razón.

2.      Su puesta en marcha ha estado en función de la eliminación política de Arafat, en un ejercicio unilateral –¿por qué no lo mismo con Sharon?- y sectario de Estados Unidos e Israel.

3.      La Unión Europea no está invitada a las citas del proceso de paz, por imposición de Israel.

¿Qué pretenden Estados Unidos e Israel con la Hoja de Ruta? Me temo que están dibujando un diseño que otorgue a los palestinos un pequeño territorio de un 20%, quedándose Israel con el 80% del territorio de la Palestina histórica. La creación de un mini Estado frágil, con una estrecha viabilidad económica. Obviamente, un diseño de este tipo encontrará fuertes resistencias en la sociedad palestina, en sus organizaciones y previsiblemente en sus autoridades. Pero no somos nosotros quienes debemos decir a los palestinos lo que les conviene y deben de hacer. Si podemos y debemos, no obstante, hacer algunas consideraciones:

·        Una primera a favor del despliegue de una fuerza internacional de interposición, con el fin de poner fin a la violencia.

·        Una segunda en exigencia del fin de los asesinatos selectivos que ejecuta Israel, el fin de las operaciones represivas y de incursiones militares israelíes; el fin también de atentados palestinos.

·        Nos parece esencial el repliegue de las fuerzas militares israelíes a las fronteras de 1967, pues mal se puede negociar cuando una de las partes ocupa el territorio de la otra.

·        Es importante la participación en las negociaciones de otros padrinazgos, como la Unión Europea, Rusia, Naciones Unidas.

·        Las resoluciones de Naciones Unidas no pueden ser obviadas pues marcan una ruta para la paz. Dejarlas a un lado significaría una conducta arbitraria en el tratamiento de los conflictos, más todavía cuando acabamos de asistir a la ocupación de Irak bajo el pretexto del incumplimiento de una resolución de la ONU.

Como dije al inicio la Hoja de Ruta responde a un esquema israelí y estadounidense. Si los palestinos desmantelan su resistencia al ocupante, serán premiados con un Estado que disfrutará de algunos atributos, eso sí plenamente desmilitarizado. La futura ANP carecerá de capacidad de integrarse en alianzas o suscribir acuerdos de naturaleza militar, siendo Israel quien controle todas las fronteras terrestres y marítimas, el espacio aéreo y el espacio electromagnético.

Epílogo:

He comenzado citando mi visita a lo que fue el campo de refugiados de Jenin. Dos días después fui a Hebrón, al sur de Cisjordania. Allí, 400 colonos controlan el corazón de la ciudad árabe con el apoyo de tanques israelíes, bajo el pretexto de proteger la tumba de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. En Hebrón, bajo el toque de queda, 120.000 palestinos viven en la periferia, sin que puedan ir al centro de su propia ciudad.

Un día más tarde visité Gaza, una franja árida de 45 kilómetros por 9 de ancho, en la que viven hacinados un millón y medio de palestinos con un 65% de desempleo. Esta diminuta franja está ocupada en un 40% por 6.000 colonos y 12.000 soldados israelíes. Nadie puede entrar y salir de Gaza, franja rodeada de muros electrificados.

En pleno desierto la ciudad de Jericó se levanta en una depresión, rodeada por ocho colonias judías situadas en las alturas y desde las que los colonos controlan el agua y la luz de la ciudad. Jericó es una ciudad sitiada separada por muchos kilómetros de la más próxima población palestina.

Podría seguir exponiéndo escenas palestinas que son muestra de injusticia y opresión.

Palestina no puede seguir siendo un rehén de movimientos geopolíticos, ni siquiera de la retórica de países árabes. Algunos países árabes y movimientos islámicos  externos utilizan la cuestión palestina para sus estrategias e intervienen en la sociedad palestina patrocinando grupos políticos y político-militares con frecuencia de manera sectaria.

El presente y futuro del pueblo palestino no puede seguire dependiendo de estrategias regionales ni de la fuerza de lobbys sionistas en Estados Unidos. El pueblo palestino merece la paz. Los judíos de buena voluntad también merecen la paz. Una paz justa que lo sea para todos.



[1] La Hoja de Ruta comprende tres fases. En una primera de carácter inminente: Derecho de Isarel a existir en paz; Alto el fuego incondicional; Esfuerzos palestinos para evitar atentados terroristas; Retirada de las fuerzas hebreas hasta las posiciones de 2000; Israel acepta los dos estados; Elecciones palestinas tras la redacción del proyecto de Constitución; Israel facilita la libre circulación de las personas y mercancías; Los asentamientos construidos desde marzo de 2001 serán desmantelados.

En una segunda fase (hasta finales de 2003): Fronteras provisionales palestinas; Conferencia internacional de paz incluyendo a Siria y Líbano; Constitución palestina.

Tercera fase (2004-2005): Proceso para lograr un acuerdo sobre el estatus final de fronteras, Estatuto de Jerusalén, refugiados y asentamientos; Acuerdos de paz con Siria y Líbano.

[2] Sergio Yhani en "Brazil do Facto"

[3] Los acuerdos de Oslo estipulaban un proceso de cinco años, durante los cuales Israel se retiraría gradualmente de los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) y el control en ellos pasaría a manos de una Autoridad Nacional Palestina (ANP), que negociaría la creacion de un estado palestino Independiente. Estos acuerdos dejaban para las negociaciones finales las cuestiones centrales del movimiento de liberacion nacional palestino: Las fronteras del estado, la ciudad de Jerusalem como capital palestina, el retorno de los refugiados palestinos, la colonización israelí de los TPO  y el carácter de la soberanía palestina.

Si bien los acuerdos declaraban que las partes no tomarían medidas unilaterales, Israel utilizando su superior fuerza militar y económica tomó mediadas unilaterales en todos los temas dejados para la fase final del proceso: todas la instituciones nacionales palestinas fueron deportadas de Jerusalen, prohibiendose a palestinos no residentes en la ciudad el entrar a ella; Israel no paró de colonizar los TPO y de confiscar tierras de campesinos palestinos, multiplicando el número de colonos durante el llamado proceso de paz.

[4] El 22 de noviembre de 1967 el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que exige la retirada militar de Israel de los territorios árabes ocupados: Palestina –incluyendo Jerusalén Este- las alturas del Golán de Siria y el Sinaí de Egipto. Exige a Isarel fijar sus fronteras nacionales.

[5] Ariel Sharon es un sionista convencido de que el lugar de los palestinos es Jordania. Su meta es la expulsión de la mayor parte y la plena sumisión de los que queden. No tiene ningún plan de paz porque no quiere la paz. Lo que él representa está detrás del asesinato de Isaac Rabín, cuya línea era más pragmática y buscaba una cohabitación con la parte palestina.

Sharon es un militar responsable de las matanzas de Sabra y Chatila en el Líbano, asunto del que se ocupan los tribunales belgas.

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