El Plan Puebla-Panamá como regulador de la migración laboral Centroamericana
25/11/2001
- Opinión
Introducción.
Los acuerdos alcanzados durante la Tercera Cumbre de las Américas (que reunió
a 34 jefes de Estado y excluyó al de Cuba) realizada en abril de 2001 en la
Ciudad de Quebec, Canadá, para la creación de un Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA) en el año 2005, son un paso importante del proyecto
hegemónico de los Estados Unidos de integración regional hemisférica, no
obstante que el gobierno de este país no hubiera logrado que dicha fecha se
adelantara dos años por la oposición de Brasil y el condicionamiento de
Venezuela; y no obstante las importantes movilizaciones que las
organizaciones de los así llamados globalifóbicos realizaran en todo el
continente oponiéndose a este proyecto integrador, pero principalmente en la
mencionada ciudad canadiense, donde también se llevó a cabo la Segunda Cumbre
de los Pueblos de las Américas convocada por la Alianza Social Continental
(conformada ésta durante abril de 1998 en la Ciudad de Santiago de Chile por
organizaciones sociales y sindicales de muchos países) para discutir
propuestas alternativas de integración.
El acelerado proceso de integración económica regional promovido por Estados
Unidos en las décadas de los 1980s y los 1990s, como parte de su llamada Nueva
Gran Estrategia, para crear un bloque geoeconómico bajo su hegemonía, y hacer
frente a los otros dos bloques (Unión Europea encabezada por Alemania y APEC
con Japón a la cabeza) en la lucha por controlar los mercados mundiales,
logró crear un modelo de integración subordinada con el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN) puesto en vigor en enero de 1994 entre
Estados Unidos, México y Canadá. En la mencionada Tercera Cumbre se dio un
importante salto en la consolidación del TLCAN con la norteamericanización de
los mercados de energía (mediante una carta de intención firmada entre los
mandatarios Bush, Chrétien y Fox), que pone a disposición de la reserva
estratégica de Estados Unidos los hidrocarburos mexicanos (petróleo y gas); y
de los mercados laborales (mediante acuerdos aún de palabra, pero que ya se
encuentran en negociación) disponiendo de la mano de obra mexicana para los
sectores canadiense y estadounidense, mediante la ampliación de un Memorándum
de entendimiento sobre trabajadores agrícolas temporales para incluir el
sector de servicios; y el establecimiento de un programa de trabajadores
huéspedes, respectivamente.
A partir de la creación del TLCAN, México ha sido el principal impulsor de
este tipo de integración subordinada con Centroamérica estableciendo tratados
de libre comercio con Costa Rica (1994), Nicaragua (1997) y más recientemente
con los países del llamado Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador y
Honduras), el cual fue aprobado por los gobiernos de estos países y
ratificado por sus respectivos congresos a fines de 2000, entrando en vigor a
partir del primero de enero de 2001. Estos tratados son una réplica del
TLCAN, y aún se han incorporado en ellos aspectos del malogrado Acuerdo
Multilateral de Inversiones (AMI), que fue un intento de las grandes
corporaciones para crear una "Constitución Mundial del Capital". Actualmente
el gobierno mexicano se encuentra negociando tratados de libre comercio más
con dos países centroamericanos, Belice y Panamá; y con República Dominicana
en el Caribe.
Con estos tratados, que no son sólo de libre comercio sino de inversiones y
de derechos de propiedad intelectual, México ha venido contribuyendo a crear
un área completamente subordinada a la economía estadounidense que busca
aprovecharse de las ventajas comparativas de la mano de obra barata y los
recursos naturales de la misma. Para ello el Plan Puebla-Panamá (PPP)
propuesto por el presidente Vicente Fox con el propósito de integrar el sur-
sureste de México con Centroamérica, lo que trata es de crear las condiciones
para tener acceso a los recursos energéticos y de biodiversidad que existen
ahí y que las grandes corporaciones transnacionales estadounidenses buscan
rentabilizar; así como regular los flujos migratorios centroamericanos y del
sur-sureste de México canalizándolos como mano de obra barata para las
industrias maquiladoras, los grandes proyectos de infraestructura e
hidrológicos, silvícolas y el sector servicios (turismo, comercio, etc) que
se impulsarán en la región; además de crear un puente entre América del Norte
y América del Sur para facilitar el desarrollo de ALCA.
La exclusión de derechos laborales y aspectos ambientales en los tratados
firmados por México con los países centroamericanos (aspectos que se
incorporaron, aunque de manera muy débil, en sendos tratados de
complementariedad laboral y ambiental al TLCAN, gracias a la lucha de
diversas organizaciones, partidos políticos y congresistas de México, Estados
Unidos y Canadá), obedece a los intereses de las grandes corporaciones que
ven en dichos aspectos (laboral y ambiental) ventajas comparativas regionales
(mano de obra barata; recursos energéticos y de biodiversidad, etc.) y por
ende la posibilidad de una mayor rentabilidad de los mismos
Así, la regulación del mercado laboral en el nivel regional (América del
Norte y Centroamérica) requiere de una mano de obra barata, movible hacia
Estados Unidos y Canadá, o dentro de los propios territorios nacionales para
ser empleada principalmente en las industrias maquiladoras que se están
extendiendo por estos territorios. Pero esta regulación implica la
incorporación de unos trabajadores y la exclusión de otros al mercado laboral
norteamericano (léase Estados Unidos y Canadá).
Desde las negociaciones del TLCAN, la migración laboral quedó excluida del
mismo, bajo el supuesto de que precisamente el libre comercio sería la
solución a largo plazo de la migración mexicana, por el flujo de inversiones
que generarían empleo, el establecimiento de industrias maquiladoras en todo
el país, y los apoyos financieros internacionales para proyectos de
desarrollo en las zonas expulsoras de migrantes. Este falso vínculo de libre
comercio como solución a la migración laboral es el modelo para excluir a
ésta de todo tratado comercial bilateral o multilateral en el Continente
Americano. De esta manera la mano de obra migrante queda sujeta a
regulaciones específicas para mantener el carácter de ventaja comparativa
regional por su bajo costo. Mediante diversos mecanismos, la mano de obra
migrante mexicana se ha ido incorporando a los mercados laborales
estadounidense (Holguín, 2000) y canadiense (Vanegas, 2001), a cambio de que
el gobierno mexicano estableciera controles estrictos en su frontera sur para
excluir a la mano de obra centroamericana y de otros países.
La problemática de la migración centroamericana indocumentada a Estados
Unidos, pasando por territorio mexicano ha sido enfocado con políticas
asistencialistas y desarrollistas preventivas (que no generan empleos), pero
principalmente restrictivas, para cerrarles el paso a los migrantes
centroamericanos a los mercados laborales en Estados Unidos, Canadá y aun en
el propio México, excepto los ya establecidos de manera temporal en los dos
primeros países, o a los que laboran como jornaleros agrícolas temporales en
las fincas chiapanecas, y en otros servicios e industrias (trabajo doméstico,
comercio, construcción, etc) pero en niveles muy locales, sin que esto
signifique que estas políticas hayan logrado detener completamente los flujos
migratorios, pero si los han hecho más difíciles para los migrantes que
tienen que recurrir a las redes de traficantes de personas, actualmente
vinculadas a las del narcotráfico, tráfico de armas y otros.
Durante su campaña Vicente Fox planteó que daría prioridad a la problemática
de la migración indocumentada para encontrarle soluciones. Y en una gira de
tres días por Centroamérica en septiembre de 2000, el entonces presidente
electo Vicente Fox planteó que no permitiría más abusos contra los migrantes
de esa región, para lo cual designaría un zar para la frontera sur. En
febrero de 2001 durante su encuentro con el presidente estadounidense George
Bush, ambos mandatarios acordaron establecer mecanismos para negociar un
nuevo acuerdo sobre migración. Y a principios de abril se iniciaron las
negociaciones sobre tales acuerdos, proponiendo las autoridades mexicanas
establecer mayores controles sobre la migración centroamericana a cambio de
una mayor apertura para legalizar la mano de obra mexicana que va a Estados
Unidos o que ya se encuentra en ese país.
Como se puede observar, de lo que se trata es de impulsar mecanismos para
regular el mercado laboral de América del Norte utilizando la mano de obra
barata de los mexicanos como ventaja comparativa en el nivel regional
(Canadá, Estados Unidos y México principalmente vía las industrias
maquiladoras éste último), a cambio de establecer controles en la frontera
sur para regular el mercado laboral centroamericano de mano de obra barata
que sería empleada principalmente en las industrias maquiladoras y otros
proyectos productivos del Plan Puebla-Panamá .
En este ensayo se trata de mostrar que la política migratoria seguida por el
actual régimen foxista, es una continuación de la que llevó a cabo el
presidente Carlos Salinas de Gortari, bajo el supuesto de que el libre
comercio sería la solución a largo plazo de la misma, y dejando que Estados
Unidos reforzara y aún militarizara su frontera para impedir el paso de los
indocumentados, estableciendo medidas similares en nuestra frontera sur. Esta
política fue continuada por el presidente Ernesto Zedillo para adecuar las
regulaciones migratorias de nuestro país a las estipuladas por el gobierno
estadounidense, constriñendo, por un lado el paso de migrantes
centroamericanos y de otros países por la frontera sur mexicana y penalizando
el tráfico de indocumentados en ambas fronteras; y, por otro lado,
facilitando aún más la entrada de personas calificadas de acuerdo con el
artículo XVI del TLCAN. Además se muestran los esfuerzos, encabezados por el
gobierno zedillista, de regionalizar las políticas estadounidenses de
inmigración a través de un foro que se ha venido institucionalizando desde
1996 en la región de América del Norte, Centroamérica y el Caribe, la
Conferencia Regional de Migración; y las negociaciones iniciadas en secreto
para establecer un programa de trabajadores huéspedes entre ambos países, lo
cual ha sido retomado por la administración foxista como uno de sus
principales instrumentos para legalizar la entrada de los migrantes mexicanos
que quieren ir a trabajar a la Unión Americana, o de los que ya se encuentran
ahí de manera indocumentada.
2. Las migraciones laborales y el libre comercio.
El gobierno mexicano, con Salinas de Gortari a la cabeza, apostó, junto con
el estadounidense, a que el problema migratorio se solucionaría a largo plazo
por los beneficios que traería el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN). De hecho, esta cuestión se definió desde antes de las
negociaciones del mismo, a partir de la aprobación en 1986 del Acta de
Reforma y Control de la Inmigración (IRCA 86) también conocida como Ley
Simpson- Rodino, por parte del Congreso estadounidense, en la cual se
estableció la creación de la Comisión para el Estudio de la Migración
Internacional y el Desarrollo Económico Cooperativo. Esta Comisión,
conformada por 12 miembros que fueron nombrados por los líderes del Congreso
en julio de 1987, debería, en consulta con los gobiernos de México y otros
países expulsores de mano de obra en el Hemisferio Occidental, examinar las
condiciones que contribuyeran a la inmigración no autorizada a los Estados
Unidos y debería explorar programas de inversión y comercio recíproco
mutuamente benéficos para aliviar tales condiciones (véase, Section 601 of
the Immigration Reform and Control Act, 1986. Public Law 99-603, November 6,
1986).
La Comisión se enfocó geográficamente en México, Centroamérica y el Caribe -
áreas de donde salen la mayor cantidad de migrantes hacia Estados Unidos.
Delegaciones de esta Comisión visitaron México, Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Venezuela, la República
Dominicana, Haití, Barbados, Trinidad y Tobago, Canadá, Perú y Puerto Rico
donde se reunieron directamente con los jefes de Estado y con altos
funcionarios responsables para el desarrollo económico y la migración; así
como con responsables de organizaciones académicas, empresariales,
sindicales, religiosas y otros grupos relevantes. Se establecieron
actividades de vinculación gubernamental de alto nivel.
La Comisión llevó a cabo entre los años de 1988 y 1990 una serie de
audiencias públicas en las cuales presentaron testimonio decenas de
funcionarios de gobierno, académicos, religiosos, activistas de los derechos
humanos de los inmigrantes y refugiados, líderes comunitarios, y otros. Al
mismo tiempo se llevaron a cabo diversas investigaciones por parte de
especialistas de Estados Unidos, México, Centroamérica y el Caribe, enfocados
a responder a dos cuestiones planteadas como objetivo de dicha comisión: a)
las condiciones que contribuyeron a la migración no autorizada de países del
hemisferio occidental a Estados Unidos; y, b) las iniciativas de desarrollo
económico que podrían ser tomadas de manera cooperativa para aliviar las
presiones que causan la emigración en los países expulsores (Commission for
the Study of International Migration and Cooperative Economic Development,
1990a, b y c).
En México, de donde proviene el 75% de los migrantes indocumentados, la
Comisión trabajó muy estrechamente con el Consejo Nacional de Población
(CONAPO) -entidad intersecretarial-, el cual fue designado por Miguel De La
Madrid para ser la contraparte oficial de los estudios realizados
conjuntamente en México, incluyendo la selección de investigadores
calificados (Consejo Nacional de Población, 1992). La investigación en otros
países fue realizada por académicos centroamericanos y del Caribe. También
participaron cuatro grandes centros universitarios estadounidenses.
La Comisión Ascencio, llamada así también por el apellido de su presidente,
se reunió con los presidentes Joaquín Balaguer de la República Dominicana y
con Carlos Salinas de Gortari de México el 18 de abril y el 9 de mayo de
1990, respectivamente, para discutir algunos de sus principales resultados.
Esta Comisión presentó su informe final el 6 de julio de 1990, en el cual
establece algunas recomendaciones que, según Diego Ascencio, fueron bien
recibidas por los gobiernos de los países involucrados. Según este informe,
después de las audiencias domésticas y de las investigaciones se confirmaron
dos conclusiones fundamentales:
"1. Aunque hay otros factores importantes, la búsqueda de oportunidades
económicas es la motivación primaria de la mayor parte de la migración no
autorizada a Estados Unidos.
2. Mientras que el crecimiento económico para la creación de empleos es la
solución última para la reducción de estas presiones migratorias, el proceso
del desarrollo económico mismo tiende a estimular la emigración, a corto y
mediano plazos, al levantar expectativas y facilitar la capacidad de la gente
para emigrar. El desarrollo y la disponibilidad de nuevos y mejores trabajos
en su país, sin embargo, es la única manera para disminuir las presiones
migratorias con el tiempo" (Commission for the Study of International
Migration and Cooperative Economic Development, 1990a).
Estas conclusiones llevaron a la Comisión, según Ascencio, a enfocarse en las
medidas que los Estados Unidos y los países expulsores podrían tomar
cooperativamente para proveer empleos en sus países de origen a los
crecientes números de potenciales migrantes no autorizados. El informe
plantea recomendaciones que "cuando sean tomadas conjuntamente por los
Estados Unidos y los países expulsores, contribuyan al crecimiento económico
mutuamente benéfico, disminuyendo por tanto el flujo migratorio indocumentado
con el tiempo". En este sentido, "La Comisión está convencida que -al
estimular el crecimiento económico- un comercio expandido entre los países
expulsores y los Estados Unidos es el único remedio más efectivo para el
problema que le fue asignado estudiar." (ibid, p. 2)
Las recomendaciones de la Comisión se refieren fundamentalmente a "impulsar
una mayor integración económica de los países expulsores a Estados Unidos a
través del libre comercio", ya que "lo más pronto que los países expulsores
de migrantes puedan mejorar sus economías, más corta será la duración de las
presiones para emigrar a los Estados Unidos". Por lo tanto, "la política
económica estadounidense debería promover un sistema de comercio abierto".
Para ello, el informe de la Comisión sugiere la integración económica
regional, ya que
"el acceso mejorado a los mercados estadounidense y de otros países
desarrollados es la llave para el futuro económico del área. Los Estados
Unidos reconocieron esto en 1983 cuando fue establecida la Iniciativa de la
Cuenca del Caribe; en 1987, cuando se negoció el Acuerdo Marco sobre Comercio
e Inversiones entre Estados Unidos y México; y, en una escala mayor, en 1989,
cuando entró en vigor el Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y
Canadá. México es un importante competidor en el mercado mundial. Las
economías más pequeñas de países centroamericanos y caribeñas no tienen ese
potencial. La Comisión aboga fuertemente por su integración -y la de México-
en áreas más grandes de libre comercio." (Ibid) .
Aquí es donde se establece el puente entre libre comercio y migración, éste
como problema, aquél como solución. En esta perspectiva, las recomendaciones
apuntan sus baterías a una mayor apertura económica y comercial,
formalizándola por medio de tratados:
"Los Estados Unidos deberían acelerar el desarrollo de un área de libre
comercio México-Estados Unidos, y alentar la incorporación con Canadá a un
área de libre comercio norteamericana..
Estados Unidos debería examinar el efecto del libre comercio norteamericano
sobre el comercio de otros países del Hemisferio Occidental para minimizar
cualquier daño. Debería también apoyar un libre comercio más amplio dentro
del Hemisferio, pero debería permitir que la iniciativa viniera de los países
interesados" (Ibid).
Se sugería ya, de esta manera, la urgente necesidad de crear el Área de Libre
Comercio de América del Norte (ALCAN), y continuar con el resto del
continente para impulsar la creación del Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA). De hecho, ya para entonces, y como resultado de una reunión
entre los presidentes George Bush y Carlos Salinas de Gortari en junio de
1990 (un mes antes de la presentación del informe Ascencio), el gobierno
mexicano hizo claro su deseo de negociar un acuerdo de libre comercio con los
Estados Unidos, y se comenzaron los preparativos para su negociación, a la
que se incorporó poco después el gobierno de Canadá. Cuatro años después, y a
casi un año de entrado en vigor el TLCAN, durante la llamada Cumbre de las
Américas realizada en Miami, Florida, el gobierno estadounidense propuso a 33
jefes de Estado del continente (con excepción de Cuba), y éstos la aceptaron,
la creación de ALCA para el año de 2005.
En esta perspectiva, resulta claro que al apostarle todo al TLCAN el gobierno
mexicano aceptó tácitamente las reglas del juego impuestas unilateralmente
por Estados Unidos en lo que respecta a la migración, entre muchos otros
factores. Ambos gobiernos consideran que la liberalización económica y
comercial de nuestro país fijará, a largo plazo, a la mano de obra migratoria
en su propio territorio.
Se observa claramente cómo el proceso de integración regional y el manejo de
la problemática migratoria hoy en día por parte de los regímenes
gubernamentales de Estados Unidos y México en estos países y en su entorno
regional inmediato (Centroamérica y El Caribe), se apegan estrechamente a las
recomendaciones de la Comisión Ascencio, cuyo informe muestra que se trataba
más bien de un plan del gobierno estadounidense para impulsar su estrategia
de integración regional, por lo cual los países expulsores tendrían que
avanzar más rápidamente en los procesos de ajuste estructural, pasando
completamente de un modelo económico dominado por el Estado al modelo en el
cual el mercado juega el papel principal. En este sentido, el informe
planteaba que:
"Estados Unidos debería condicionar la ayuda bilateral a los países
expulsores para que éstos tomen los pasos necesarios hacia el ajuste
estructural. Similarmente, el apoyo estadounidense para préstamos por parte
de las instituciones financieras internacionales debería estar basado sobre
la instrumentación de programas de ajuste satisfactorios. Se deberían hacer
esfuerzos para facilitar los costos de transición en el sufrimiento humano.
Las políticas estadounidenses deberían complementar y no frustrar los
mecanismos de ajuste en los países expulsores de migrantes. En términos
prácticos esto significa, por ejemplo, que un movimiento hacia la promoción
de la exportación no debería ser negado por barreras estadounidenses a las
importaciones." (ibid)
Y para avanzar más en esta transición sin posibilidades de dar marcha atrás,
el informe planteaba: "Los países expulsores de migrantes deberían impulsar
la modernización tecnológica fortaleciendo y asegurando la protección de la
propiedad intelectual y removiendo los impedimentos existentes para la
inversión" (Ibid).
En este esquema, la fuerza laboral migratoria sería la reserva laboral que
necesitaría ser regulada para ser empleada en cualquier parte donde el
capital la requiriera, para lo cual sería importante que mantuviera su
carácter de ventaja comparativa regional por su bajo costo tanto para la
producción como para su reproducción. Para aprovechar esta fuerza laboral en
los países expulsores, se proponía que: .
"Los Estados Unidos deberían apoyar las solicitudes de fondos presentadas por
México a las instituciones financieras internacionales para mejorar la
infraestructura en locaciones del interior capaces de albergar actividades de
las maquiladoras.
La Comisión urge a los dos gobiernos, y a los gobiernos de otros países
expulsores de migrantes, a estar vigilantes de la protección de los derechos
de los trabajadores y de los estándares laborales en las maquiladoras y otras
plantas ensambladoras. (Esto debido al "éxito" que las maquiladoras han
tenido en México y la República Dominicana. Para las economías más pequeñas
centroamericanas y caribeñas, las maquiladoras "ofrecen la oportunidad de un
crecimiento acelerado y el incremento de empleo").
Las instituciones financieras internacionales deberían dar prioridad a
proyectos de desarrollo que se enfoquen en el crecimiento descentralizado en
las regiones más pobres de México.
(Debido a que las pequeñas empresas en los sectores formal e informal son una
gran fuerza en las economías de México, Centroamérica y el Caribe) los
organismos nacionales e internacionales para el desarrollo deberían trabajar
con los gobiernos de los países expulsores para reducir los impedimentos
burocráticos y legales para el desarrollo de las pequeñas empresas.
Los sectores empresariales privados locales e internacionales deberían
incrementar el apoyo para los programas de asistencia para las pequeñas
empresas. Se deberían buscar las vías para una mayor participación de los
bancos comerciales privados en el financiamiento de pequeñas empresas,
incluyendo aquellos que son propiedad de las familias de los migrantes
Las inversiones individuales de los migrantes deberían ser complementadas por
otros recursos financieros de instituciones oficiales y privadas, y
vinculadas a programas de apoyos al sector de pequeñas empresas. La AID
debería tomar el liderazgo en apoyar los mecanismos de cooperación para
llevar a cabo este objetivo" (Ibid).
Pero también era importante procurar que la población de estos países
disminuyera para evitar que siguieran fluyendo grandes cantidades de
migrantes hacia Estados Unidos. Para ello: "La Comisión respalda el
financiamiento continuo de los esfuerzos voluntarios de planificación,
incluyendo aquellos que promueven la planificación familiar natural (?)".
Asimismo, se tendrían que promover mecanismos de control y penalización de la
migración indocumentada. Para ello:
"La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) debería jugar un
mayor papel en las discusiones sobre migración en el Hemisferio Occidental
organizando reuniones y seminarios con la participación de alto nivel de los
gobiernos de Estados Unidos y de América latina.
Los Estados Unidos deberían dar la más alta prioridad a la cuestión de la
migración no autorizada y buscar una mayor cooperación de parte de los países
expulsores respecto a ciertas medidas de aplicación de la ley (por ejemplo,
restringir los círculos de tráfico de personas o las actividades con
documentos fraudulentos)." (Ibid)
En el caso específico de Centroamérica, si bien se proponían medidas para la
integración regional, como la revitalización del Mercado Común
Centroamericano (formado durante 1958-1963 por Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua y Costa Rica, y que fue la iniciativa de integración
regional más exitosa en América Latina en esa época), así como la integración
de estos países, y México, en áreas más grandes de comercio, dicha región fue
considerada por el informe de la Comisión Ascencio como excepción para
otorgarle asistencia financiera directa: "Excepto para Centroamérica -donde
más de dos millones de personas fueron desarraigadas por los conflictos de
los 1980s- no proponemos directamente asistencia financiera." (Ibid)
En este sentido el informe plantea:
"De los dos millones de personas en Centroamérica que fueron desarraigados
por el conflicto y la inestabilidad, casi un tercio son desplazados dentro de
su propio país. Los otros han cruzado en países vecinos. Otros 500 000 a un
millón han emigrado a los Estados Unidos. La difícil situación de estos
migrantes y personas desplazadas posee uno de los desafíos más difíciles que
enfrentan los gobiernos centroamericanos y es uno de los problemas políticos
más volátiles relacionados al proceso de paz. Estas personas han sido
identificadas por los gobiernos centroamericanos y la comunidad internacional
como un grupo prioritario para recibir asistencia.
Existe un creciente consenso internacional que programas orientados al
desarrollo, más que la asistencia humanitaria a corto plazo, puede ofrecer un
mejor tratamiento a las necesidades de los refugiados y las personas
desplazadas en Centroamérica. Este es un cambio de enfoque necesario y
bienvenido. Porque para tener éxito, es esencial una mayor cooperación de los
Estados Unidos y otros donantes. " (Ibid)
Y como resoluciones el informe de la Comisión propone:
"-Estados Unidos debería apoyar el proceso adoptado por la Conferencia
Internacional sobre Refugiados Centroamericanos patrocinado por las Naciones
Unidas en Guatemala en mayo de 1989 y canalizar más fondos a través del Alto
Comisionado para los Refugiados (ACNUR), el Programa de Desarrollo de las
Naciones Unidas (PDUN) y otras organizaciones internacionales relevantes que
tratan con la migración y el desarrollo.
-De manera más importante, Estados Unidos, y ACNUR deberían enfocar más
atención y recursos a los esfuerzos de repatriación y reintegración
voluntarias, incluyendo la asesoría y el establecimiento de mecanismos
apropiados para monitorear el bienestar y la seguridad de los retornados."
(Ibid)
Se buscaba, y se sigue buscando, que los centroamericanos dejaran de fluir
hacia Estados Unidos en las cantidades que lo hicieron durante la segunda
mitad de la década de los 1980s, y que generó una "crisis" que los
estadounidenses no estaban dispuestos a que se repitiera.
3. De la "Crisis de los Centroamericanos" en la frontera México-Estados
Unidos, al "sellamiento" de la frontera México-Centroamérica.
La problemática de la migración laboral y de refugiados centroamericanos a
México y Estados Unidos tuvo sus antecedentes a mediados de los 1980s. A
principios de los 1980s, la política militarista del presidente Ronald Reagan
en Centroamérica obligó a cientos de miles de personas a buscar refugio en
México y Estados Unidos, además de otros tantos a desplazarse a otros países
centroamericanos o a las zonas montañosas de sus propios países. (Sandoval,
1993; The U.S.Committee for Refugees, 1991.)
Ante la eventualidad de una acción militar directa en Centroamérica, en 1984
el gobierno de Reagan estuvo a punto de poner en acción un plan elaborado en
1982 para suspender la Constitución estadounidense y poner al país bajo la
ley marcial en caso de que se produjera una crisis nacional. Este plan
preveía la movilización de la Agencia Federal para Emergencias (FEMA) y las
unidades de defensa estatal (Guardia Nacional) para localizar y arrestar a
cerca de 400 mil indocumentados centroamericanos en la Unión Americana. Fort
Huachuca, en Arizona, sería utilizado como punto de partida de esta operación
y habría 10 centros de detención donde serían confinados los refugiados.
Esta intervención, sin embargo, no fue necesaria ya que en su lugar se
incrementó la ayuda militar a las fuerzas armadas de esos países y a la
Contra nicaragüense, lo que llevó a un escalamiento en el flujo de migrantes
que alcanzó su zenit cuando el Procurador General Edwin Meese invitó a los
nicaragüenses a solicitar asilo político y a obtener permisos de trabajo en
1987.
El hecho de que más de un millón de centroamericanos haya huido al "Norte" en
la década mencionada, es pues resultado de la política económica
(principalmente por el endeudamiento excesivo) y de la política militarista e
intervencionista estadounidense. De acuerdo con cifras del censo de ese país,
para 1979 sólo 50, 000 salvadoreños indocumentados se encontraban en esa
nación. Para principios de la siguiente década había ya un millón de ellos y
centenas de miles de guatemaltecos, nicaragüenses, hondureños y panameños. La
pobreza no puede explicar por sí sola el éxodo masivo, porque ésta ha sido
endémica y consistente en las décadas anteriores. Sólo la violencia y la
creciente represión conectada directamente con la ayuda militar a la región,
así como la crítica situación económica provocada por la política
estadounidense, explican el inmenso flujo de refugiados.
Sólo que este inmenso flujo provocó una respuesta de alarma estadounidense
ante un fenómeno que consideraron como de riesgo a su seguridad nacional, y
que esa misma nación ayudó a crear, la llamada "Crisis de los
Centroamericanos". Esta respuesta fue provocada principalmente debido a que
la política inmigratoria del vecino país del norte, combina, quizá más que
nunca, el prejuicio racial y étnico, la explotación laboral, la alarma de la
seguridad nacional y el intervencionismo económico y militar, debido a
diversos factores, entre los que destacan: los mayores flujos de inmigrantes
proceden actualmente de países subdesarrollados, de gente "de color"
(principalmente de América Latina y del Sureste Asiático); y, esta población
está creciendo a una tasa más alta (por una combinación de los índices de
natalidad y de inmigración) que la población blanca, anglosajona, la cual
está envejeciendo y ve dicho crecimiento como una amenaza a la cohesión
cultural y social del país, así como a la distribución actual del poder
político. Estos aspectos, entre otros más, han provocado en diversos sectores
de la población estadounidense actitudes racistas y xenofóbicas que se
expresan, en no pocos casos, en hostigamiento, violencia física y asesinatos
de los inmigrantes (principalmente de los indocumentados y los refugiados),
por considerarlos culpables de diversos problemas económicos, sociales y de
otra índole que afectan a ese país.
Para enfrentar la "Crisis de los Centroamericanos" en su frontera sur, el
gobierno estadounidense estableció un plan específico de contingencia
denominado Plan de Intensificación para la Frontera Sur (Enhancement Plan for
the Southern Border) (Immigration and Naturalization Service, 1989), el cual
tenía su justificación en un plan anterior, elaborado en 1986 por el Servicio
de Inmigración y Naturalización a solicitud del Departamento de Justicia, y
que se denominó Plan de Contingencia contra Terroristas e Indeseables
Extranjeros (Alien Terrorists and Undesirables: A Contingency Plan)
(Immigration and Naturalization Service, 1986). A principios de 1989, con la
utilización de grandes centros de detención (verdaderos campos de
concentración) para la ubicación forzada de miles de refugiados
centroamericanos en el sur de Texas (lugar por donde entraron a Estados
Unidos la mayoría de éstos), se inició este plan en contra de los refugiados,
quienes solicitaban asilo político en un intento desesperado por legalizar su
situación migratoria, aprovechando el resquicio abierto en 1987 para dar
asilo a los nicaragüenses que "huían" de los sandinistas.
Se establecieron mecanismos expeditos de rechazo y deportación inmediata -con
muy pocas excepciones, sobretodo entre los nicaragüenses-; y se reforzaron
las medidas para impedir la entrada a más refugiados, incrementando los
números de agentes de la Patrulla Fronteriza. De hecho, los refugiados se
enfrentaban, ya de entrada, con un grave problema al solicitar el asilo
político, puesto que el gobierno estadounidense sostenía que la mayoría de
los haitianos, centroamericanos y otros grupos nacionales en Estados Unidos
no son refugiados. El Departamento de Justicia, del cual depende el Servicio
de Inmigración y Naturalización (SIN), planteaban que aquellos no eran
personas que huían de la devastación social y económica resultado de la
guerra y la persecución política, sino que simplemente eran personas que
buscaban un beneficio económico. Los refugiados eran "trabajadores
indocumentados" en la perspectiva estadounidense, y como tales estaban
sujetos a los efectos de las leyes de inmigración de ese país como los otros
indocumentados.
En su trato a los refugiados indocumentados, el gobierno estadounidense
violaba sus propias leyes y el Protocolo de las Naciones Unidas para los
Refugiados. El Acta de Refugiados de 1980 no se ha aplicado a los haitianos y
a los centroamericanos. Estos no fueron definidos colectivamente como
refugiados y debido a ello, su única posibilidad de socorro en el marco de la
legislación estadounidense de esa época era bajo la forma de Asilo Político.
Pero el asilo político era una vía muy estrecha y cara para el alivio de los
refugiados indocumentados. Entonces, era casi imposible para los haitianos y
centroamericanos conseguir una estadía legal, y debían permanecer en ese país
de manera clandestina al igual que otros centroamericanos indocumentados que
siguen arribando a ese país, cruzando por México.
Las leyes establecidas en 1991 para la protección temporal a salvadoreños y
guatemaltecos en los Estados Unidos (Temporal Protection to Salvadoreans -
TPS, y ABC para los guatemaltecos, logradas por la lucha de organizaciones
que defienden los derechos de los refugiados en ese país) resolvieron de
manera perentoria un grave problema (Grossman, 1993), el cual vuelve a
agudizarse al término de su período, ya que la mayoría de los que se
acogieron a dichas leyes están expuestos a la deportación en cualquier
momento. Aunque recientemente, el gobierno estadounidense otorgó más TPS para
los salvadoreños después de los sismos de principios de 2001 que afectaron a
El Salvador.
Por otro lado, la parte más importante del plan de contingencia puesto a
funcionar en febrero de 1989 contra los refugiados centroamericanos, (y que
aún sigue en marcha, inmerso en las nuevas leyes de inmigración y en contra
del terrorismo aprobadas por el Congreso de ese país en 1996), se refiere a
"(?) e) incrementar los esfuerzos de 'inteligencia' para determinar las
fuentes de flujo 'ilegal', aislar los puntos de estrangulamiento que puedan
ser encontrados e identificar a contrabandistas (de seres humanos) y
facilitadores fraudulentos que alientan la migración 'ilegal' a Estados
Unidos". (Ibid)
En esta perspectiva se consideró importante recolectar información de
'inteligencia' en los países de donde provenían los inmigrantes, actuando de
manera conjunta con funcionarios de diversas dependencias locales. Para ello,
se enviaron equipos de agentes del Servicio de Inmigración y Naturalización
(SIN) y otras dependencias estadounidenses a las ciudades de Guatemala y
Tecún Umán en el sur, y se pusieron en acción a otros agentes ya ubicados en
las ciudades de México y Monterrey, para "determinarlas fuentes y rutas de
migración, para que los agentes de la Patrulla Fronteriza" pudieran ser
colocados apropiadamente. Los equipos de información de "inteligencia" en
Guatemala, Distrito Federal y Monterrey, Nuevo león, deberían mantener esta
actividad para asegurar que el corredor móvil de la Patrulla Fronteriza y de
los recursos anti-contrabando fuera más efectivo.
Para "identificar los incentivos en los puntos de origen que alientan la
migración a Estados Unidos, incluyendo la disponibilidad de visas de salida y
fácil transportación a lo largo de México", los equipos asignados deberían
también recolectar información de "inteligencia" en apoyo a este objetivo.
Además, la Oficina Distrital del SIN en la Ciudad de México debería continuar
el vínculo ya establecido con la nueva directora de Servicios Migratorios de
la Secretaría de Gobernación de México, para manejar la cuestión de
nacionales de terceros países en tránsito por México hacia los Estados
Unidos.
Se trataba de "identificar a traficantes, facilitadores fraudulentos y otras
fuentes de corrupción que 'abusen' del sistema"; "incapacitar a los
violadores de la ley de migración por medio de su detención y arresto"; e
"identificar las condiciones crónicas en los países fuentes, que contribuyen
a la emigración hacia el norte". Para esto último, el Programa de
Inteligencia del SIN continuaría su vinculación con otras agencias
estadounidenses, particularmente la CIA, la DEA y el Departamento de Estado,
para monitorear los cambios en aquellas condiciones que impactan mayormente
en la emigración de los países expulsores.
Y aunque las autoridades mexicanas afirmaron que era falso que México
colaborara con el SIN para detener el flujo de indocumentados, en tres
memoranda fechados el 22 y 23 de febrero de 1989, el Director Distrital del
SIN en la Ciudad de México, E.M. Trominsky, informaba a la Oficina de
Operaciones Exteriores del mismo SIN en Washington, D.C., acerca de las
actividades de sus equipos de "inteligencia" en diversas ciudades en nuestro
país y en Guatemala, con la colaboración de los delegados de Servicios
Migratorios de la Secretaría de Gobernación de México, y con el conocimiento
de la directora general de esta dependencia en ese entonces, Susana Torres
Hernández, con la cual funcionarios del SIN se entrevistaron en diversas
ocasiones (Memoranda SIN-DF 22 y 23 II 89).
Además de la colaboración de estas autoridades migratorias en dicho programa,
otras fuerzas policiacas, particularmente la Policía Judicial Federal y una
sección especial de ésta en la lucha antinarcóticos, comenzaron a participar
en esta estrategia, y actualmente lo hace también la militarizada Policía
Federal Preventiva, el Ejército y la Armada. Desde entonces data la
colaboración de las autoridades mexicanas con las estadounidenses para
detectar, detener y deportar a miles de migrantes y refugiados
centroamericanos y de otros países que cruzan la frontera sur de México, en
donde se aplican medidas "MADE IN U.S.A." (Sandoval, 1996ª). Cientos de miles
de migrantes han sido detenidos y deportados de territorio mexicano antes de
llegar a puertos de entrada a los Estados Unidos.
Y aún esta colaboración se da ya también en los propios países
centroamericanos. Por ejemplo, durante los meses de septiembre y octubre de
2000, la Dirección General de Migración de Guatemala instrumentó un proyecto
piloto denominado plan "Coyote 2000", cuyos objetivos eran: 1) capturar y
deportar a extranjeros indocumentados que permanecían sin documentos en ese
país; y 2) terminar con las bandas de traficantes de seres humanos en el país
y en la región, para lo cual se requería de acciones coordinadas con los
gobiernos cercanos. De acuerdo con el director de Migración de Guatemala,
Luis Mendizábal, el plan operativo contó con el apoyo de los gobiernos de El
Salvador, Honduras, Panamá y México, pero el "principal soporte" del programa
provino de la embajada de Estados Unidos, la cual cubrió los fondos
económicos de dicho plan.
Mendizábal señaló que debido a la posición geográfica de Guatemala, los
traficantes ven a este país como ideal para introducir a los indocumentados,
quienes deben luego viajar a México y de ahí tratar de penetrar en territorio
estadounidense. Señaló que hasta ese momento fueron detectadas cinco bandas
de traficantes, de las cuales dos operan en la zona fronteriza con México y
las otras en la parte norte de México. Explicó que la zona fronteriza de
Guatemala con México, en especial Tecún Umán, ha experimentado un fuerte
repunte de violencia delincuencial y prostitución debido a que esa ciudad
llega la mayoría de extranjeros que son deportados desde México. En dos
semanas de acciones del Plan Coyote se capturó a más de 1000 indocumentados,
los cuales fueron deportados a sus respectivos países. La mayoría eran
salvadoreños, hondureños, peruanos, ecuatorianos, nicaragüenses, colombianos
e incluso paquistaníes. (Shetemul, 2000).
Este plan se inscribe en las estrategias de lucha contra el tráfico de
personas que son parte de los acuerdos de la Conferencia Regional de
Migración, que se instauró en marzo de 1996 cuando, a instancias del gobierno
mexicano, se llevó a cabo la primera Conferencia en la Ciudad de Puebla,
México, con la participación de 10 países que incluyen Canadá, Estados
Unidos, México y las naciones de Centroamérica. Los gobiernos participantes
emitieron un COMUNICADO CONJUNTO, en el cual entre otras cuestiones se
planteaba que:
"(...) Los gobiernos reconocieron que los orígenes, manifestaciones y efectos
de la migración incluyendo refugiados, son temas importantes en la agenda de
la comunidad internacional. En términos generales la migración es un fenómeno
benéfico con ventajas potenciales tanto para los países de origen como para
los países de destino; sin embargo, y para que estos beneficios se concreten,
es esencial que la migración sea ordenada.
(...) los gobiernos destacaron la necesidad de cooperar recíprocamente para
promover el crecimiento económico y el empleo, con el fin de reducir los
niveles de pobreza.
(...) reconocieron la necesidad de promover la cooperación regional dirigida
a atenuar aquellos factores estructurales que motivan la migración en la
región, sin prejuicio de los programas de cooperación bilateral.
Los gobiernos reconocieron el derecho soberano e interés legítimo de cada
país para salvaguardar sus fronteras y aplicar sus leyes migratorias,
observando siempre un estricto respeto a los derechos humanos de los
migrantes, tal como se definen en la Declaración Universal sobre Derechos
Humanos de 1948, y otros instrumentos internacionales pertinentes,
independientemente de su nacionalidad, raza, edad, religión, sexo o condición
migratoria".
Y, entre los acuerdos, se planteaba:
"1.- Impulsar el desarrollo y adopción de un enfoque integral, objetivo y de
largo plazo sobre el fenómeno migratorio, que atienda de manera efectiva
tanto a sus causas como sus manifestaciones.
(...) 3.- Promover el desarrollo económico y social de la región mediante el
fomento al comercio y a las inversiones productivas, así como la
instrumentación de políticas económicas y sociales como elementos que, a la
par de la cooperación internacional, puedan contribuir a la atención de
algunas de las causas de la migración.
4.- Reconocer que la migración puede hacer una contribución económica y
cultural positiva tanto a los países de origen como de destino.
(?) 9.- Alentar a los Estados de la región, y en particular aquellos con
fronteras comunes, a promover mecanismos de consulta sobre asuntos
migratorios y de protección de los derechos humanos de los migrantes (...)
10.- Promover en los foros apropiados el intercambio de información y
experiencias en asuntos laborales de la migración.
(?) 12.- Establecer un intercambio de legislaciones y procedimientos
migratorios como recursos para el uso de los países de la región en el
análisis, revisión y mejoramiento de leyes y procedimientos migratorios.
(?) 14.- Con pleno respeto a la soberanía nacional y jurisdicción territorial
de cada país, y en el marco de los arreglos jurídicos establecidos con otros
Estados coordinar esfuerzos para combatir a las organizaciones criminales
dedicadas al tráfico de migrantes. Con este fin, los gobiernos se comprometen
al intercambio de información oportuna de manera que se brinde a los países
de la región la posibilidad de adoptar acciones apropiadas para combatir las
redes y conexiones de traficantes de migrantes; e intercambiar datos
adicionales para la prevención y detención de estas organizaciones
delictivas.
15.- Promover el establecimiento en las legislaciones nacionales de los
Estados que no la tienen, la tipificación penal de la actividad de traficar
con migrantes, con el fin de contribuir a la erradicación de las
organizaciones de traficantes que operan en la región.
(...) 17.- Ampliar la cooperación regional en materia de asistencia técnica y
capacitación para perfeccionar los sistemas nacionales de investigación,
manejo de pruebas y enjuiciamiento de los traficantes de migrantes.
18.- Fomentar el intercambio de experiencias sobre el fenómeno migratorio en
los foros multilaterales adecuados y, cuando sea apropiado, impulsar las
consultas con los organismos internacionales pertinentes.
19.- Celebrar consultas periódicas entre los países de la región con el fin
de impulsar la cooperación respecto a temas específicos relacionados con la
migración. En este sentido, entre otros, propiciar reuniones de Directores de
Migración, tomando como experiencia la labor realizada por la Comisión
Centroamericana de Directores de Migración (OCAM), así como otras instancias
regionales de coordinación.
20.- Promover el intercambio de información y cooperación regional orientada
a la asistencia técnica y capacitación de recursos humanos, para controlar
los flujos de migrantes indocumentados extraregionales.
21.- Impulsar mecanismos más eficaces para la luchar contra la falsificación
y adulteración de documentos migratorios. (...)" (Conferencia Regional de
Migración, 1996).
La Conferencia Regional de Migración se ha institucionalizado, llevándose a
cabo anualmente en diferentes países, al mismo tiempo que se realizan
reuniones y seminarios específicos para analizar, discutir e instrumentar
mecanismos de regulación de los flujos migratorios en los países expulsores,
y mecanismos de colaboración para atacar el tráfico de indocumentados en la
región. En realidad, lo que hace la Conferencia Regional de Migración es, por
la vía de los hechos, regionalizar las políticas de inmigración
estadounidenses en toda el área, como una extensión de las actuales leyes
estadounidenses de inmigración y contra el terrorismo, aprobadas por el
Congreso estadounidense en 1996, y que incluyen y amplían las cuestiones
consideradas en el ya mencionado Plan de Contingencia para Intensificar la
Frontera Sur de Estados Unidos en 1989. Dichas leyes intentan regionalizar
estas políticas al considerar entre otros aspectos la instalación de puestos
de "pre-inspección" en aeropuertos de países expulsores de migrantes.
(Kesselbrenner, 1996; Sandoval, 1998).
Un ejemplo claro de ello es la Ley de Población de México y 20 programas de
trabajo instrumentados por el Instituto Nacional de Migración, elaborados en
1996 y derivadas de las mencionadas leyes estadounidenses de inmigración y
antiterrorismo y de la Conferencia Regional de Migración. Según el entonces
Subsecretario de Población y Servicios Migratorios de la Secretaría de
Gobernación, César Bécker, "la política migratoria del gobierno mexicano se
formula y aplica a partir del reconocimiento de que somos un país de origen,
destino y tránsito de importantes flujos migratorios". En este sentido,
apunta Bécker (1996: 17-18), esta política se propuso tres objetivos
centrales:
"Primero, definir y actualizar de manera permanente normas, criterios y
procedimientos en la materia que contribuyan al desarrollo nacional en todos
los ámbitos: económico, social, cultural, científico y tecnológico, mediante
el otorgamiento de facilidades a los flujos que se consideren benéficos para
el país.
Segundo, ejercer las facultades de vigilancia migratoria en el territorio
nacional, con estricto apego a la ley y pleno respeto a los derechos humanos
de los migrantes.
Tercero, elevar la calidad de los servicios migratorios mediante la
simplificación de trámites, el desarrollo del personal, la modernización
tecnológica, el fortalecimiento de la eficiencia administrativa, la
colaboración interinstitucional, la precisión del ejercicio de la facultad
discrecional y el fomento de una cultura y honestidad"
Los 20 programas de trabajo instrumentados por el Instituto Nacional de
Migración dentro de estos objetivos y el marco jurídico establecido para
tales aspectos, mediante la iniciativa de reformas a la Nueva Ley General de
Población enviada por el presidente Ernesto Zedillo al Congreso, apuntaban
principalmente, por un lado, a ejercer un mayor control sobre los flujos
migratorios, tanto de mexicanos hacia Estados Unidos, como de otros países,
principalmente centroamericanos a México; y a establecer mayores sanciones al
tráfico de indocumentados, todo ello bajo la bandera de "salvaguardar los
derechos humanos en el país" para dar cumplimiento a "los compromisos
internacionales adquiridos en la materia, particularmente con nuestros
vecinos países de Centroamérica" y para "dar congruencia a las acciones de
política exterior y contar con la autoridad moral para defender los derechos
de nuestros connacionales en EUA" (Instituto Nacional de Migración, 1996)
Para contar con esa autoridad moral, Zedillo había manifestado que en nuestro
país también se violaban los derechos de los migrantes centroamericanos, como
lo había dado a conocer la oficial Comisión Nacional de Derechos Humanos en
un Informe Sobre Violaciones a los Derechos Humanos de los Inmigrantes en la
Frontera Sur, publicado en 1995 y reimpreso en 1996. Entre las sugerencias
que hace la Comisión en este informe, además de las de proponer reformas
legislativas que limiten las facultades discrecionales de las autoridades en
materia migratoria, promover y defender los derechos humanos de estos
migrantes, realizar registros confiables sobre los flujos migratorios en la
región y en todo el país, se plantean otras acordes a la nueva política
restrictiva:
"I. A la Secretaría de Gobernación
(?) 2) Se le sugiere analizar la posibilidad de presentar una propuesta de
iniciativa de reformas a la ley correspondiente, a fin de aumentar las
sanciones que se aplican a quien por sí o por medio de otros y sin permiso de
la autoridad competente, pretenda introducir o introduzca de manera
indocumentada, a uno o varios extranjeros, los albergue o transporte por el
territorio nacional con el propósito de ocultarlos para evadir la revisión
migratoria. Al aumentar la sanción, se pretende que esto sirva como un
disuasivo para quienes cometan este tipo de ilícitos.
(?) 4) Se sugiere a la Secretaría de Gobernación que promueva la construcción
de más estaciones migratorias en la zona, debidamente acondicionadas en
cuanto a instalaciones y servicios, con objeto de albergar ahí a quienes
violaron las disposiciones en materia migratoria y se encuentren en espera de
ser expulsados o de que se regularice su permanencia en territorio nacional."
(Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1996, pp.165-166)
Estas medidas fueron promovidas por Zedillo en la Nueva Ley General de
Población y en los 20 programas de trabajo instrumentados por el Instituto
Nacional de Migración en ese año. Además, 10 de abril de 1996 se
establecieron dos Grupos Beta Sur, uno en Tapachula y el otro en Comitán,
similares a los que ya funcionaban a lo largo de la frontera norte,
compuestos por policías municipales, estatales, federales y/o agentes
migratorios para, según el Instituto Nacional de Migración, "proteger a la
población migrante de actos de violencia de delincuentes comunes y
traficantes de indocumentados y de los abusos de las autoridades". En
septiembre de 1997 se crea otro Grupo Beta Sur en Tenosique, Tabasco, donde
un par de años después, un agente del mismo, involucrado en las redes del
narcotráfico y el tráfico de indocumentados, asesina al Jefe de los Grupos
Beta Sur, quien ya andaba sobre las pistas de estas redes.
En 1998 el huracán Mitch provocó un flujo masivo de centroamericanos hacia el
norte, y para evitar que éste de desbordara, los gobiernos de Estados Unidos
y México intervinieron enviando ayuda material y económica para paliar los
efectos del mismo. Pero al mismo tiempo se incrementaron los mecanismos
regulatorios de los flujos migratorios en el marco de los acuerdos de la
Conferencia Regional de Migración. Por ejemplo, el gobierno de Guatemala
impuso serias restricciones a la movilización de personas del llamado C4
(Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) para llegar hasta su frontera
con México cruzando por territorio de ese país, y en el año 2000 llevó a cabo
el mencionado proyecto piloto "Plan Coyote 2000". Los devastadores sismos
ocurridos a principios de 2001 en El Salvador y Guatemala también produjeron
un flujo masivo de migrantes.
Todo esto ha llevado al nuevo gobierno de Fox a buscar reforzar el control de
esta región, para lo cual "sellará" la frontera sur del país con efectivos
del Ejército y de la militarizada Policía Federal Preventiva (PFP), lo cual
se inscribe dentro de los acuerdos sobre materia de migración que negocian
actualmente los gobiernos de Fox y de Bush.
4. El Plan Puebla Panamá como regulador de la fuerza laboral migratoria
Centroamericana y del Sur Sureste de México.
El actual presidente Vicente Fox manifestó durante su campaña electoral que
asumiría una defensa más proactiva de los derechos de los migrantes. Y
después de su victoria del 2 de julio del 2000, y antes de su visita a
Estados Unidos y Canadá en el mes de agosto de 2000, dijo que confiaba en que
dentro de 5 o diez años se instituya el libre tránsito de mexicanos por estos
países de Norteamérica. Esta postura de abrir mas la frontera fue criticada
por funcionarios de Estados Unidos y de México. Durante una gira de tres días
por Centroamérica en septiembre de 2000, Fox planteó que no permitiría más
abusos contra los migrantes de esa región, para lo cual designaría un zar
para la frontera sur mexicana (de igual forma que para la frontera norte). Y
para el caso de los mexicanos en Estados Unidos, Fox incorporó, en la nueva
estructura de gobierno y de gabinete, una Comisión de Protección de los
Migrantes en la Oficina de la Presidencia, bajo la coordinación directa del
Consejo de Seguridad Nacional, en manos de Adolfo Aguilar Zinser..
Durante la visita que el presidente de Estados Unidos, George Bush Jr.
hiciera a Fox el 16 de febrero de 2001, ambos acordaron negociar una nueva
política en materia de migración. Estas negociaciones se iniciaron a
principios de abril en una plática de alto nivel realizada en Washington,
D.C. entre el Canciller Jorge Castañeda y el Secretario de Gobernación
Santiago Creel por México y el Secretario de Estado Collin Powell y el
Procurador General John D. Ashcroft por Estados Unidos. En una conferencia de
prensa llevada a cabo el 5 de ese mes después de las conversaciones con
Powell y Ashcroft, Creel planteó que "a cambio de más avenidas legales para
que los mexicanos trabajen en Estados Unidos, su gobierno estaba preparado
para aumentar sus intentos de detener a los extranjeros de cruzar su país en
su ruta hacia la frontera estadounidense." Creel dijo que "gobierno mexicano
está preparado para quebrar el creciente flujo de extranjeros que utilizan el
país como un punto de tránsito en sus esfuerzos para entrar a Estados
Unidos". Dijo que la oferta representa un cambio en política del gobierno de
oposición que llegó al poder en diciembre pasado, finalizando siete décadas
de gobierno de un solo partido. "Por primera vez, el gobierno mexicano está
reconociendo que tenemos una responsabilidad respecto de los flujos
migratorios" hacia los Estados Unidos. Creel mencionó que los pasos
específicos que México podría tomar para parar a los inmigrantes de entrar a
Estados Unidos ilegalmente vía México incluyen un reforzamiento más estrecho
de la frontera de México con Guatemala; requerir a más ciudadanos extranjeros
la obtención de visas para visitas a México; y atacar a los corruptos
guardias fronterizos mexicanos que trabajan con bandas internacionales de
traficantes de personas. (Sheridan, 2001)
Jorge Castañeda, por su parte, dijo que los funcionarios estadounidenses
fueron "muy receptivos" a las propuestas de la delegación para un nuevo
acuerdo, que incluiría un programa de trabajadores huéspedes, un creciente
número de visas permanentes, mayores protecciones para los trabajadores
ilegales y un sistema aún no definido para "regularizar" a los inmigrantes
"ilegales" mexicanos que se cree que suman más de la mitad de los 6 millones
de residentes ilegales estimados en los Estados Unidos.
Ambas partes han planteado que están dispuestas a aceptar un nuevo acuerdo,
el cual probablemente requerirá la aprobación de los congresos de ambos
países. Los funcionarios de la administración Bush, sin embargo se oponen a
una amnistía total para los inmigrantes indocumentados.
Podemos decir, entonces, que la estrategia foxista para enfrentar el fenómeno
migratorio, se enmarca en su proyecto para profundizar la integración
regional de México a América del Norte, eliminando las fronteras (propuesta
como candidato, la cual no fue considerada como algo factible por los
gobiernos de Canadá y Estados Unidos). Como uno de los pasos para avanzar en
esa mayor integración, Fox ha propuesto la creación de una región energética
norteamericana, lo cual ha sido ya aceptado por Bush y Chrétien. Y, por el
lado de la migración. Fox ofrece la mano de obra barata mexicana como ventaja
comparativa en América del Norte, estableciendo un programa temporal de
trabajadores huéspedes con Estados Unidos y ampliando el que existe entre
Canadá y México (que más que programa es un acuerdo de palabra que existe
entre ambos gobiernos desde 1974 el cual ha sido renovado en diversas
ocasiones, y en el cual participaron aproximadamente 9 200 trabajadores en el
período agrícola del año 2000 y casi 11, 500 en el 2001), hasta 25, 000
trabajadores que vayan no sólo a la agricultura sino a otros sectores
productivos (Venegas, 2001).
Como se puede observar, de lo que se trata es de regular el mercado laboral
de América del Norte utilizando la mano de obra barata de los mexicanos como
ventaja comparativa en el nivel regional (Canadá, Estados Unidos y México
principalmente vía las industrias maquiladoras éste último), a cambio de
establecer controles en la frontera sur para regular el mercado laboral
centroamericano de mano de obra barata que sería empleada principalmente en
las industrias maquiladoras y otros grandes proyectos productivos del
denominado Plan Puebla-Panamá (PPP). Este plan había sido propuesto por
Vicente Fox, siendo ya presidente electo durante su gira a Centroamérica en
septiembre del año 2000, planteado la idea de promover un plan regional de
integración del sur y sureste de México con los países centroamericanos,
cuyos gobernantes recibieron bien la propuesta.
En el mes de marzo, la Presidencia de la República da a conocer oficialmente
el "Plan Puebla-Panamá", cuyo objetivo fundamental "es mejorar la calidad de
vida de los habitantes de la región territorial comprendida en la región Sur
Sureste de México y los países de Centroamérica". Este objetivo contiene ocho
objetivos básicos, el logro de los cuales tendría como consecuencia el
global:
- Elevar el nivel de desarrollo humano y social de la población;
- Lograr una mayor participación de la sociedad civil en el desarrollo;
- Lograr un cambio estructural en la dinámica económica;
- Aprovechar cabalmente las vocaciones y ventajas comparativas;
- Promover inversiones productivas que amplíen la oferta de empleos bien
remunerados;
- Alcanzar un manejo sustentable de los recursos naturales y el ambiente;
- Promover la concertación de planes y estrategias conjuntas de desarrollo
entre la región Sur-Sureste de México y los países de Centroamérica;
- Modernizar y fortalecer la capacidad de las instituciones de la región".
Se plantea que para promover la captación de inversiones, "el Plan incluye
acciones de promoción nacional e internacional a partir de la identificación
de proyectos de inversión que garanticen rentabilidad en el mediano y largo
plazo, y una participación directa en una estrategia de desarrollo
multisectorial." Y dentro de estos proyectos se impulsaría el establecimiento
de maquiladoras para diferentes sectores productivos.
"El Plan promoverá en particular la captación de inversiones en áreas de
servicios e infraestructura regionales, tales como transportes, energía,
telecomunicaciones e infraestructura hidroagrícola; áreas estratégicas para
la planeación del territorio, como son desarrollo territorial y
sustentatibilidad ambiental; así como en nichos regionales que impulsarán la
dinámica económica regional: agricultura, agroindustria y biotecnología;
textil; partes electrónicas; autopartes,; petroquímica y, en particular,
turismo sustentable." (Ibid, p. 27).
El aprovechamiento cabal de las vocaciones y ventajas comparativas se refiere
fundamentalmente a la explotación de los recursos naturales y a la mano de
obra barata de la región:
"(?) el Plan considera importante y urgente instrumentar acciones que
promuevan un ordenamiento territorial conducente a una explotación eficiente
y sustentable de los recursos naturales y acciones que ayuden a frenar y
revertir el proceso de dispersión y migración poblacional de los estados de
la región, impulsando el desarrollo local y el mejoramiento de los servicios
básicos y de las condiciones de vida de la población. Así, entre otros, el
Plan propone construir una red de centros de integración rural, cuyo objetivo
será impulsar regiones o zonas con infraestructura y servicios básicos para
ir concentrando en ellos a las comunidades dispersas, logrando una más
eficiente organización territorial y una relación más equitativa de su
entorno. Estos centros asumirían el rol de espacios de atracción de la
población rural para contener los procesos de emigración y de dispersión
poblacional; así, se constituirán también en factores de desarrollo
productivo y sustentable de la región propiciando una mayor integración
regional y de servicios. " (Ibid, pp 32-33)
Por supuesto que esto se extendería a toda la región del Istmo
centroamericano, para lo cual se plantea:
"Establecer una agenda internacional de coordinación de inversiones y
políticas de desarrollo con los países de Centroamérica.
Promover la integración productiva, comercial y de servicios con los países
del istmo centroamericano.
Armonizar los marcos regulatorios y reestructurar los esquemas de tarifas y
subsidios en toda la región Puebla Panamá.
Promover entre los países participantes la adopción de políticas públicas que
incentiven el libre mercado y competencia en la región." (Ibid, p. 34.
Ya a principios de 2001, Fox había demandado a la Secretaría de hacienda y
Crédito Público, la utilización de recursos fiscales para el apoyo de
diversas acciones para el desarrollo del "Programa La Marcha hacia el Sur-
Sureste", correspondiente a la parte mexicana del PPP. De acuerdo con la
Exposición de Motivos e Iniciativa de Decreto de este programa,
"(?) la presente administración pondrá especial énfasis en la política de
desarrollo regional mediante la instrumentación de proyectos estratégicos y
de cambio que permitan que florezca la diversidad y la riqueza regional, y
superar el enorme rezago y desigualdad que tanto lastima a nuestro país y que
son incompatibles con el proceso de consolidación democrática".
En esta perspectiva, el objetivo de la política de desarrollo regional
oficial,
"(?) debe enfocarse a sentar las bases para que cada región aproveche al
máximo su potencial productivo, e impulsar el desarrollo de oportunidades
regionales y de industria local para asegurar que los frutos de la
globalización se distribuyan más equitativamente. La región sur-sureste del
país, que comprende los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo,
Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz, merece especial atención". (Ibid)
En una primera etapa, plantea el programa, la estrategia para el desarrollo
del sur-sureste, tiene cuatro vertientes: inversiones en infraestructura de
Transporte; inversiones en Infraestructura Hidroagrícola; Promoción del
Empleo; y Promoción del Turismo. En particular,
"La tercera vertiente propone complementar los esfuerzos de inversión con las
acciones de impulso a la micro, pequeña y mediana empresa que llevará a cabo
la nueva Secretaría de Economía a través del Fondo que se creará para estos
propósitos. Estas acciones se complementarán con el inicio del nuevo Programa
Marcha hacia el Sur-Sureste (?), que tiene por objeto reducir, por única vez,
el costo de instalación de las empresas en la región para promover que la
industria maquiladora que ha tenido gran éxito en la región norte del país,
se extienda al sur-sureste. (...)" (Ibid)
Pero este programa para la integración del sur-sureste retoma los
planteamientos hechos por Enrique Dávila, Georgina Kessel y Santiago Levy,
éste último Subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público del gobierno de Ernesto Zedillo, en un ensayo aparecido en julio de
2000 e intitulado: "El sur también existe: Un ensayo sobre el desarrollo
regional de México", y que se inscribía en los planteamientos del Plan
Nacional de Desarrollo 1995-2000 de Ernesto Zedillo. Es decir, esta propuesta
se había elaborado para dar continuidad a la política de desarrollo regional
neoliberal durante el nuevo gobierno (2000-2006). Y, en efecto, esta
estrategia se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 del
gobierno de Vicente Fox. En el mencionado ensayo, los autores plantean que:
"(?) el atraso del sureste es el resultado de un largo proceso y que, más
allá del necesario aumento del gasto social, se requiere un replanteamiento
profundo de la política de desarrollo regional del país. Este replanteamiento
debe, en primera instancia, ubicar la problemática de Chiapas y del sureste
en un contexto regional y nacional; en segunda instancia, debe resolver los
problemas estructurales que han impedido que el sureste logre un desarrollo
económico autosostenido, a través de cambios de fondo en la orientación de
las políticas públicas. Lo anterior resulta de suma importancia por dos
razones: primero, porque las profundas diferencias entre el sureste y el
resto del país son incompatibles con el desarrollo armónico de un país
democrático; y segundo, porque la apertura comercial y, en particular el
TLCAN, están ampliando la brecha de desarrollo entre un norte industrializado
y un sureste confinado a las actividades primarias. Así, de no tomarse
medidas estructurales en breve plazo, se corre el riesgo de ahondar los
desequilibrios regionales del país".
.
Los autores planteaban que esta problemática puede enfocarse desde dos puntos
de vista: "centrar la atención en sus condiciones de pobreza y marginación, o
examinar los factores que inciden sobre la distribución geográfica de la
producción y del empleo dentro del territorio nacional".. Y mencionan que la
conexión entre estos enfoques, "aunque estrecha, dista de ser total, debido
al papel de los flujos migratorios en la distribución geográfica de las
familias." Así, "si emigran quienes no encuentran oportunidades adecuadas de
ingreso en una zona, ésta puede tener escaso desarrollo y no presentar
problemas severos de pobreza. Así, la pobreza extrema rural de regiones
rezagadas se convierte en pobreza moderada urbana en zonas con rápido
desarrollo". Por el contrario, dicen los autores,
"la creación de un polo de desarrollo en una región atrasada no resuelve
necesariamente sus problemas de pobreza, debido a que se convierte en un foco
de atracción migratoria para la población de todo el país y, ante la
competencia en el mercado laboral, la población local puede no tener acceso a
los empleos creados o sólo aspirar a los de menor calificación".
El primer caso sería, por ejemplo, el de trabajadores del estado de Michoacán
que emigran a diversas ciudades de la frontera norte para trabajar en la
industria maquiladora. Y el segundo sería, por ejemplo, el caso de Cancún ,
Quintana Roo, en donde, de acuerdo con el censo de población de 1990 la
población estaba compuesta de un 25% de la población nacida en el estado,
37.8% nacida fuera de la Península de Yucatán y la población proveniente del
D.F. representaba el 9.7%. Por lo tanto, decían los autores, "el diseño de
políticas públicas para el sureste debe separar los objetivos de combate a la
pobreza con los de desarrollo regional, debido a que los instrumentos a
utilizar en cada caso no son los mismos, al menos en el corto plazo."
La tesis central de este estudio, según los autores, es que "las políticas
instrumentadas por el gobierno Federal en las últimas cinco o seis décadas
implícitamente han desalentado el desarrollo económico de Chiapas y la región
sureste en general." Y argumentaban que "es factible, y deseable,
complementar las acciones de política social que se están llevando a cabo con
una corrección de los factores que han reprimido el aprovechamiento de las
ventajas comparativas naturales del sureste, lo que se traduciría en un
desarrollo autosostenido de la región". Así, dicen, "no proponemos políticas
que artificialmente eleven la rentabilidad de la actividad económica en la
región a través de incentivos fiscales o créditos subsidiados, sino medidas
para corregir las distorsiones creadas por las políticas públicas seguidas en
el pasado."
En la parte quinta de su ensayo, "Una propuesta para el desarrollo del
sureste", los autores plantean "existe un amplio espacio para diseñar una
política que libere el potencial productivo de la región, sin alterar costosa
y artificialmente el patrón de ventajas comparativas a través de subsidios
crediticios o fiscales a favor de los particulares" (p. 38). En términos
generales, dicen los autores, "la estrategia propuesta busca complementar las
acciones de desarrollo social que ya están siendo implementadas (sic), con
una política de desarrollo de la región e impulse su potencial agropecuario,
forestal, manufacturero y turístico" (p. 40). Esta estrategia consta de dos
grandes líneas: "inversiones públicas en infraestructura de transporte e
hidroagrícola; y cambios institucionales, regulatorios y de las políticas de
precios, tarifas y subsidios." (pp. 40-41)
En el caso de las inversiones en infraestructura de transporte, dicen los
autores, éstas "tienen, en general, más impacto cuando se canalizan a las
regiones con mayor potencial productivo en le corto plazo. En México, esto
implica canalizar inversiones en las zonas de influencia de los puertos y a
lo largo de ejes conectados con un cruce fronterizo importante". Sin embargo,
apuntan, "en virtud de la importancia de la conectividad, las inversiones
requeridas para impulsar el desarrollo del sureste pueden ubicarse fuera de
los límites de la región." En este sentido, los autores argumentan a favor de
una política de inversiones en infraestructura "que permitan que el sureste
se beneficie, de manera muy importante, de las inversiones en el norte del
país y en los puertos con mayor potencial exportador. En la medida en que
estas inversiones se conecten con aquéllas que puedan dar salida a las
exportaciones del sureste u ofrecerles acceso a insumos más baratos". (pp.
42-43)
Los autores proponen ampliar la capacidad de manejo de carga y mejorar la
calidad de la infraestructura de:
- "el eje Matamoros-Tampico-Veracruz-Villahermosa-Campeche-Mérida;
- el eje Tapachula-Arriaga-Salina Cruz-Acapulco-Lázaro Cárdenas;
- el enlace de Tuxtla Gutiérrez con Cárdenas, Tabasco; y,
- los puertos de Progreso, Salina Cruz y Coatzacoalcos". (p. 43)
El aumento de la conectividad del sistema de transporte en beneficio del
sureste, dicen los autores, "potenciaría las oportunidades de empleo formal
en la región y, adicionalmente, fortalecería el papel de sus ciudades como
mercados locales". Así, "(t)odo ello generaría una atracción migratoria a las
ciudades medias de la zona y, aún cuando parte de la migración pueda provenir
de otras entidades federativas, es de esperar un efecto de urbanización y de
reducción de la dispersión poblacional en el medio rural que caracteriza a la
región". (p. 46)
Los autores proponen invertir, para el período 2001-2006,
"aproximadamente un total de 36.4 mil millones de pesos a precios del 2000,
para construir 2, 485 kilómetros de carreteras, 694 mil hectáreas de riego y
temporal tecnificado, y mejorar 2 puertos y 6 carreteras, además de la
modernización del ferrocarril del Istmo de Tehuantepec. La infraestructura
desarrollada permitiría conectar al sureste con los mercados internacionales
como lo muestra la gráfica 5.3" (principalmente hacia los Estados Unidos y
Asia) (p. 47)
Como se mencionaba más arriba, este ensayo sirvió de base para el "Programa
la Marcha hacia el Sur-Sureste", en cuyo proyecto de presupuesto se plantea
que "las obras de infraestructura carretera e hidroagrícola (básicamente las
mismas que proponen los autores mencionados) que se planean iniciar en el año
2001, forman parte del programa de inversiones que la presente Administración
ha diseñado para el desarrollo productivo de la región y su integración con
los países centroamericannos y el resto de los mercados mundiales".(p. 6).
Dentro de la tercera vertiente de este programa, "Promoción del Empleo", se
plantea que "los estados de la región se verán beneficiados con un programa
de fomento al establecimiento de empresas maquiladoras mediante la
integración de apoyos fiscales y económicos, oferta de capital humano
capacitado e infraestructura para la instalación de proyectos altamente
generadores de empleo." Para este programa se tienen considerados "recursos
por un monto de 200.0 millones de pesos. Estos recursos permitirán generar 37
mil empleos permanentes y bien remunerados, mediante la instalación de 92
nuevas empresas maquiladoras". (p.7)
Como podemos observar, lo que se busca con esta estrategia es el
aprovechamiento de las ventajas comparativas naturales del sur-sureste de
México, y por extensión de la región centroamericana, es decir, recursos
naturales y mano de obra barata.
5. A manera de conclusiones.
El Plan Puebla Panamá es la estrategia del régimen foxista, para integrar a
la región sur-sureste de México y el istmo centroamericano en la dinámica del
neoliberalismo, para aprovechar los recursos naturales y energéticos, así
como la mano de obra barata de la región, y construir un puente entre América
del Norte y América del Sur para facilitar la creación del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA). Para ello, se busca aprovechar las ventajas
de integración subordinada logradas por México respecto de los países
centroamericanos con los cuales nuestro país ha establecido, a partir de
1995, tratados de libre comercio (Costa Rica, Nicaragua, el llamado Triángulo
del Norte conformado por Guatemala, El Salvador y Honduras) y con la pronta
firma con los países que faltan (Belice y Panamá).
Pero esta estrategia también trata de impulsar la regulación del mercado
laboral regional de Centroamérica y del sur-sureste de México, estableciendo,
en primera instancia, estrictos controles de los flujos migratorios en el sur
para que no lleguen a la frontera entre México y Estados Unidos, a cambio de
que esta última nación abra más sus puertas a los trabajadores migrantes
mexicanos para laborar en territorio norteamericano. Con ello esta estrategia
busca también consolidar la regulación de la fuerza laboral migratoria
mexicana para el mercado laboral norteamericano. Pero la puesta en marcha del
PPP no se ve fácil y posiblemente tenga que remontar todavía algunos
obstáculos difíciles antes de que los proyectos productivos generen los
empleos previstos para la población del sur-sureste y de Centroamérica, la
cual seguirá emigrando en grandes cantidades en busca de un empleo.
Ante esta situación y para evitar que los flujos de estos migrantes sigan
creciendo, a partir del 1º de julio de este año, el gobierno mexicano dio
inicio a un programa denominado "Plan Sur" para reducir la porosidad de las
líneas divisorias entre nuestro país y Guatemala y Belice, mediante el
incremento de la presencia policiaca y militar. Este plan se inscribe en el
marco del compromiso adquirido ante Washington por la administración de Fox
en el sentido de reducir el flujo de inmigrantes indocumentados que llegan a
la frontera común. Y que se complementa con el "Plan de Acción para la
Cooperación sobre Seguridad Fronteriza", acordado en una reunión de alto
nivel sostenida el 22 de junio en San Diego, California, por autoridades de
ambas naciones, el cual incluye declarar zonas de alto riesgo vastas
extensiones en la región limítrofe entre México y Estados Unidos; un nuevo
programa de reconocimiento aéreo en las áreas desérticas; prevé un proyecto
piloto para que la Patrulla Fronteriza reemplace el armamento letal por otro
no letal y disuasivo; revisión de los operativos Salvaguarda, Guardián,
Bloqueo y Río Grande; incremento hasta en 40% del número de integrantes del
Grupo Beta; el fortalecimiento de medidas para prevenir el acceso a cruces en
zonas de alta peligrosidad; prohibir el paso de personas hasta 3 kilómetros
al sur de la frontera; y efectuar operativos conjuntos de "disuasión" de la
migración entre la Patrulla Fronteriza y los Grupos Beta, e intercambiar
información entre la Procuraduría General de la República (PGR) y el Servicio
de Inmigración y Naturalización (SIN) para combatir a bandas de polleros.
(Cornejo, 2001; Saldierna, 2001a). De hecho, el gobierno de Baja California
ya instrumentó este plan, impidiendo el acercamiento a la línea divisoria o
"bordo" de los que intentan cruzar sin documentos, lo que ha elevado la
protesta de grupos en pro de los derechos de los migrantes.
Este plan de acción conjunta es el resultado de las negociaciones entre los
gobiernos de los dos países, luego que los presidentes Bush y Fox acordaron
la búsqueda de mecanismos que permitan "una migración segura, legal, ordenada
y con respeto a los derechos humanos". La primera reunión del grupo de alto
nivel sobre migración para iniciar tales negociaciones se realizó el 4 de
abril en Washington, D.C. y en la agenda se incluyeron los temas de seguridad
fronteriza, el régimen de visas temporales, la regularización de los
mexicanos indocumentados que se encuentran en Estados Unidos, posibles
alternativas para nuevos programas de trabajadores temporales e impulso al
desarrollo económico regional. Otros encuentros se efectuaron el 6 de junio
en San Antonio, Texas y el 8 del mismo mes en Washington, D.C. Como resultado
de estas reuniones se convino intensificar los esfuerzos existentes para
fortalecer la seguridad en la frontera y comenzar una revisión integral de
las respectivas políticas fronterizas, con el fin de reducir los riesgos y
eliminar la muerte de los migrantes a lo largo de la línea divisoria.
En lo que respecta al "Plan Sur", a partir del 1º de julio el gobierno
mexicano reforzaría la presencia militar, policiaca y de agentes migratorios
en su frontera sur, con el objetivo de contener el flujo creciente de
indocumentados centroamericanos, droga y armas por esa zona. Este plan lo dio
a conocer el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda el 18 de junio
en una entrevista concedida al diario The Washington Post, en la cual el
funcionario consideró que en el pasado prácticamente no había acciones
concertadas para enfrentar el tráfico ilícito de personas y droga en la
frontera con Guatemala y Belice. Creel dijo que: "El plan, que no ha sido
hecho público, es un esfuerzo sin precedente para cortar los flujos de
inmigrantes, drogas y armas al país desde Centroamérica". En la nota
publicada en primera plana, Creel Miranda anunció que se canalizarían
importantes recursos a la modernización e incremento de los puntos de
revisión migratoria en el sur de México, y dijo que otro de los aspectos
destacados en el proyecto de reforzamiento de la frontera sur es el
despliegue de "grupos de elite" de militares y policías en los puntos más
críticos, que abarcaría hasta el Istmo de Tehuantepec. Consideró que si se
concentran esfuerzos para el control de flujos migratorios ilegales en el sur
del país, las acciones podrían ser más eficaces de los que hasta ahora han
sido. Reconoció que en el pasado los controles policiacos para enfrentar el
flujo de migrantes, armas y drogas no fueron lo suficientemente efectivos:
"En el pasado, la policía no fue efectiva en todo. No había plan. Ahora
nosotros vamos a trabajar con objetivos claros". Finalmente, Creel Miranda
mencionó que se había iniciado una reestructuración del desempeño del
Instituto Nacional de Migración, orientándose principalmente a investigar
aquellos casos de corrupción que faciliten las operaciones de tráfico de
indocumentados. Paralelamente, confió en que las negociaciones que realizan
los gobiernos de México y Estados Unidos para autorizar la entrada legal de
trabajadores mexicanos y regularizar la presencia de los que ya están
laborando en el sur del país vecino, pueda lograrse próximamente. (La
Jornada, 19 de junio de 2001, p.5).
De acuerdo con el Comisionado del Instituto Nacional de Migración, Felipe
Jesús Preciado Coronado, el Plan Sur consiste en sellar el istmo de
Tehuantepec para enfrentar uno de los mayores problemas del país: el tráfico
ilegal de extranjeros y las organizaciones criminales que lo operan. La
prioridad es ser muy eficaces en el control de estos flujos migratorios que
arriban sin documentos al país, para evitar los problemas que genera su
presencia. Para ello hay que aprovechar el cuello de botella del Istmo,
cerrarlo. El plan consiste "en tener ahí a nuestro mejores operadores, a
nuestros mejores elementos. Se trata de una estrategia de mucha coordinación
con los demás elementos de las corporaciones en todo el sur, principalmente
aprovechando las condiciones geográficas del istmo -una franja de terreno
bastante accesible que podemos cuidar muy bien-, ya que por ahí van a pasar
todos, los que se nos hayan pelado por allá abajo en la frontera finalmente
van a pasar por ahí" (Gómez, 2001, pp. 41-42).
Ante diversos cuestionamientos hechos al Plan Sur en diversos medios
políticos y sociales, el subsecretario de Población, Migración y Asuntos
Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Javier Moctezuma Barragán planteó
que el gobierno mexicano no pretende militarizar la frontera sur para
enfrentar el cruce de indocumentados centroamericanos y el tráfico de drogas
y armas, y precisó que dicho programa busca una coordinación con otras
dependencias policiacas y militares para el reordenamiento de la frontera
sur. Sostuvo que la participación de la Secretaría de la Defensa y la Armada
de México serán sus funciones de lucha contra el tráfico de estupefacientes y
de vigilancia. En este contexto, Moctezuma Barragán rechazó que con dicho
plan el gobierno mexicano pretenda realizar el "trabajo sucio" a Estados
Unidos, y puntualizó que su aplicación está desvinculada de las negociaciones
que se realizan entre ambos gobiernos para ampliar el número de trabajadores
que puedan ingresar al país del norte con permisos especiales para laborar.
Precisó que en su reciente viaje a Centroamérica, el presidente Fox dejó en
claro que uno de los asuntos fundamentales que se tiene en el marco del Plan
Puebla-Panamá es el problema migratorio, "porque la manera para combatir un
flujo desordenado e intenso de personas es mediante la inversión" (Urrutia,
2001, p. 3)
Por su parte, el comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM),
Felipe de Jesús Preciado, dijo que definitivamente el objetivo del plan
Frontera Sur no tiene ninguna pretensión de incrementar la presencia de
militares en el sureste. Sin embargo, reconoció la importancia de la
coordinación con el Ejército y con la Armada de México, y citó el ejemplo de
que en el mes de mayo de 2001, la participación de militares y su
coordinación con el INM permitieron el rescate de 249 centroamericanos en el
desierto de Chihuahua, quienes estaban a punto de morir deshidratados.
También dijo que, de acuerdo con las tendencias, durante los primeros meses
del año el gobierno mexicano prevé incrementar 100% el número de
deportaciones de centroamericanos indocumentados, lo que al final de 2001
podrían alcanzar 250 mil. Dio las cifras de las deportaciones en el país: en
2000 fueron 150 mil los centroamericanos que fueron devueltos por haber
incursionado ilegalmente ea México. Para 2001 se ha incrementado
sustancialmente, pues, tan sólo en el bimestre abril mayo se devolvió a sus
países de origen a más de 60 mil. A partir de esta cifra, la previsión es que
hacia el final del año pudieran superarse las 250 mil deportaciones,
independientemente de los resultados que traería la aplicación del plan
Frontera Sur (Urrutia, y Pérez, 2001, p. 9).
El Plan incluye un convenio con el gobierno de Guatemala, para que éste envíe
a sus países de origen a los indocumentados que actualmente son llevados a
territorio guatemalteco, pero de inmediato buscan cruzar otra vez hacia
México. No obstante, el presidente de Guatemala, Alfredo Portillo, dijo a
periodistas de Washington el 3 de julio que considera muy difícil sellar por
completo una frontera, al comentar la propuesta de México de instalar un
cordón policial y militar entre ambos países para controlar el tráfico de
personas y drogas. "Para empezar, creo que es muy difícil hablar de sellar
una frontera. La experiencia es que por muchos controles que se pongan, los
ciudadanos -tanto de manera ilegal como criminal- pasan las fronteras". Pero
agregó que: "Sin embargo, creo que el esfuerzo por intentar regular el
tránsito por las fronteras es muy importante para todos los estados" (La
Jornada, 4 de julio de 2001, p.15).
Existe claridad en los medios oficiales de que el Plan Puebla-Panamá no podrá
avanzar si no se resuelve el tema migratorio y de seguridad en la frontera
sur, como admitió el comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado a fines de
junio del 2001. (Dávalos, 2001, p. 13). Pero también que Estados Unidos está
interesado en la instrumentación del "Plan Sur". Así, en una audiencia en el
Senado mexicano a mediados de julio, el coordinador del Plan Puebla Panamá,
Florencio Salazar Adame, reconoció que por medio de ese proyecto, Estados
Unidos pretende influir para evitar los flujos migratorios del sur-sureste y
así disminuir la presión de los indocumentados centroamericanos que tratan de
cruzar a su territorio a través de la frontera con México (Becerril, 2001, p.
8).
En esta perspectiva, es claro que esta problemática es una cuestión de
seguridad nacional para Estados Unidos, y el gobierno mexicano instrumenta
dicho plan con ese enfoque, como lo apunta el Comisionado del INM, Felipe de
Jesús Preciado: "El gobierno de México no le hará "el trabajo sucio" al de
Estados Unidos con el Plan Sur, a través del cual se repatriará a inmigrantes
ilegales de Centroamérica". El plan, dijo Preciado, se aplicará por
cuestiones de seguridad nacional, y si de ahí se deriva un beneficio para
Estados Unidos, "será una buena tarde" para Washington, pero se llevará a
cabo independientemente de lo que opine la administración Bush. (Méndez,
2001, p. 15)
Pero también el Plan Puebla Panamá se convertirá en uno mas de los mecanismos
de regionalización de las políticas estadounidenses de inmigración, como lo
son sus leyes de inmigración, antiterrorismo y seguridad social aprobadas por
el Congreso en 1996, y la Conferencia Regional de Migración que establece
mecanismos de regulación de las migraciones en sus países miembros en función
de los intereses estadounidenses. En este marco se puede inscribir, por
ejemplo, el Operativo Encrucijada Internacional (Crossroad Internacional)
llevado a cabo por Estados Unidos en 12 países (Canadá, Estados unidos,
México, así como naciones de Centroamérica y el Caribe) del 4 al 20 de junio,
y en el cual fueron detenidos cerca de 8 mil migrantes indocumentados que
pretendían llegar a territorio de Estados Unidos. En México se interceptaron
el mayor número de migrantes (5 mil 626), seguido de Guatemala con 809; El
Salvador con 573, Costa Rica 126, Honduras 392, Jamaica 90, Panamá 72,
República Dominicana 90, Ecuador 37, Haití 36, Perú 28 y Colombia 12. En
total fueron arrestados 7 mil 891 indocumentados, de los cuales 5 mil 500
fueron repatriados. La mayoría, 2 mil 531 eran hondureños, 2 mil 183
salvadoreños, mil 962 guatemaltecos, 378 nicaragüenses, 234 ecuatorianos, 120
peruanos, 112 dominicanos, 62 mexicanos y el resto provenía de otros países
latinoamericanos, asiáticos y africanos
Hipólito M. Acosta, director para América Latina y el Caribe del Servicio de
Inmigración y Naturalización de Estados Unidos informó que la Operación
Crossroads International también sirvió para asegurar 270 libras de cocaína,
mariguana y algunas armas. Entre los arrestados se encontraban 75 personas
relacionadas con actividades criminales, de las cuales 38 se dedicaban al
tráfico de seres humanos y 14 a la falsificación de documentos. Además fueron
detenidos 7 ciudadanos estadounidenses que violaron las leyes migratorias de
su país. Acosta detalló que la colaboración entre los gobiernos consistió
principalmente en el intercambio de información, pues el arresto de los
migrantes fue realizado por los agentes de cada país. Por parte de Estados
Unidos participaron el Servicio de Inmigración y Naturalización, en algunos
casos, el FBI y el Servicio de Aduanas. También hubo cooperación de Canadá,
país que figuraba como meta de algunos indocumentados. De acuerdo con el
funcionario estadounidense éste no es el primer operativo internacional; el
año pasado se realizó uno similar, pero sólo participaron 6 países y se logró
la detención de 3 mil 947 personas. También dijo que no hay ninguna relación
entre el programa mexicano para reforzar la vigilancia en la frontera con
Guatemala y Belice, y el Crossroads International. Destacó que antes que
entrara en vigor el segundo operativo, el gobierno de Fox ya había planteado
la puesta en marcha del primero. (Saldierna, 2001b, p. 46).
Sin embargo, treinta y dos horas después de conocerse, el gobierno mexicano
desmintió su participación en el operativo Encrucijada Internacional, en un
comunicado conjunto que emitieron, a las 22 horas del 28 de junio, las
secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores:
"En relación con el supuesto operativo migratorio Encrucijada Internacional,
las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores puntualizan lo
siguiente: Las autoridades migratorias mexicanas no participaron, ni
recibieron solicitud alguna para colaborar en una acción de esa naturaleza.
Los aseguramientos de migrantes indocumentados que en los últimos días se han
registrado en territorio nacional forman parte de las actividades de rutina
que realiza el Instituto Nacional de Migración. Los centroamericanos
recientemente asegurados por autoridades migratorias de México fueron
entregados a la Dirección general de Migración en Guatemala para su posterior
repatriación a sus lugares de origen." (La Jornada, 29 de junio de 2001, p.
16).
En ese sentido, el comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado, insistió en
la versión de que ninguna instancia mexicana participó en el Operativo
Encrucijada, llevado a cabo por Estados Unidos en 12 países, y precisó que la
cifra presentada por ese gobierno, de que "arrestó" y deportó a más de 7 mil
indocumentados, es errónea, porque incluyó a más de 5 mil 600 personas que
detuvo el INM durante los 15 días de esa acción. Aclaró que la intervención
de la Policía Federal Preventiva fue exclusivamente para el arresto "de
algunos polleros, cuestión que celebro", pero tampoco formó parte del
operativo estadounidense. (Méndez, op. cit.).
Como hemos mencionado en otra parte del texto, el gobierno mexicano ha
acostumbrado desmentir su participación en este tipo de actividades llevadas
a cabo de manera conjunta, pero bajo la batuta de autoridades
estadounidenses.
En suma, el "Plan Sur" que implica el "sellamiento" de la frontera sur,
militarizará no sólo el control de la región fronteriza entre México y
Centroamérica para "evitar" el paso a migrantes centroamericanos y de otros
países, el paso de drogas y de armas; sino que este control se extenderá
hasta el Istmo de Tehuantepec, aprovechando su situación de "cuello de
botella", para cerrarlo y atrapar ahí a los que logren colarse. De acuerdo
con el Comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado, el plan se aplica por
cuestiones de "seguridad nacional". Con ello, el gobierno mexicano reproduce
el modelo de control de la frontera norte por parte del gobierno
esatadounidense, y la cual se ha venido militarizando desde el régimen de
Ronald Reagan a principios de los 1980s, quien para "recuperar el control de
las fronteras", por cuestiones de seguridad nacional, ordenó establecer
mecanismos de mayor control contra la migración indocumentada, el
narcotráfico y el terrorismo. Y aún llegó a vincular la inmigración
indocumentada con el tráfico de drogas.
Lo cierto es que esto fue el pretexto para controlar una región geoeconómica,
de carácter geoestratégico para el proyecto de integración regional
hegemónica de Estados unidos, ya que e esta región conocida como "Sun Belt" y
que abarca desde la Florida hasta California en el suroeste, pasando por
Texas, Nuevo México y Arizona, se ubica una gran parte de la industria de
punta (electrónica, aeroespacial, biotecnológica, etc.), de la industria
automotriz y la metalúrgica, minería (incluyendo plata, oro, y uranio) en
ambos lados de la línea divisoria (principalmente en la forma de maquiladoras
del lado mexicano); además de ubicarse los principales centros de
investigación nuclear, bases militares (terrestres y marinas), y de la
reserva petrolera estratégica en la Unión Americana (Sandoval, 1996 a y b).
Lo mismo sucederá con el Istmo de Tehuantepec, al ubicarse ahí uno de los
megaproyectos más importantes de integración regional del denominado Plan
Puebla Panamá. El Istmo de Tehuantepec se considera una alternativa al Canal
de Panamá para el transporte terrestre de mercancías en grandes contenedores
por medio de una vía multimodal transístmica, la cual irá acompañada de
corredores maquiladores a lo largo de la ruta, y de proyectos de explotación
de la biodiversidad.
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Introducción.
Los acuerdos alcanzados durante la Tercera Cumbre de las Américas (que reunió
a 34 jefes de Estado y excluyó al de Cuba) realizada en abril de 2001 en la
Ciudad de Quebec, Canadá, para la creación de un Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA) en el año 2005, son un paso importante del proyecto
hegemónico de los Estados Unidos de integración regional hemisférica, no
obstante que el gobierno de este país no hubiera logrado que dicha fecha se
adelantara dos años por la oposición de Brasil y el condicionamiento de
Venezuela; y no obstante las importantes movilizaciones que las
organizaciones de los así llamados globalifóbicos realizaran en todo el
continente oponiéndose a este proyecto integrador, pero principalmente en la
mencionada ciudad canadiense, donde también se llevó a cabo la Segunda Cumbre
de los Pueblos de las Américas convocada por la Alianza Social Continental
(conformada ésta durante abril de 1998 en la Ciudad de Santiago de Chile por
organizaciones sociales y sindicales de muchos países) para discutir
propuestas alternativas de integración.
El acelerado proceso de integración económica regional promovido por Estados
Unidos en las décadas de los1980s y los1990s, como parte de su llamada Nueva
Gran Estrategia, para crear un bloque geoeconómico bajo su hegemonía, y hacer
frente a los otros dos bloques (Unión Europea encabezada por Alemania y APEC
con Japón a la cabeza) en la lucha por controlar los mercados mundiales,
logró crear un modelo de integración subordinada con el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN) puesto en vigor en enero de 1994 entre
Estados Unidos, México y Canadá. En la mencionada Tercera Cumbre se dio un
importante salto en la consolidación del TLCAN con la norteamericanización de
los mercados de energía (mediante una carta de intención firmada entre los
mandatarios Bush, Chrétien y Fox), que pone a disposición de la reserva
estratégica de Estados Unidos los hidrocarburos mexicanos (petróleo y gas); y
de los mercados laborales (mediante acuerdos aún de palabra, pero que ya se
encuentran en negociación) disponiendo de la mano de obra mexicana para los
sectores canadiense y estadounidense, mediante la ampliación de un Memorándum
de entendimiento sobre trabajadores agrícolas temporales para incluir el
sector de servicios; y el establecimiento de un programa de trabajadores
huéspedes, respectivamente.
A partir de la creación del TLCAN, México ha sido el principal impulsor de
este tipo de integración subordinada con Centroamérica estableciendo tratados
de libre comercio con Costa Rica (1994), Nicaragua (1997) y más recientemente
con los países del llamado Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador y
Honduras), el cual fue aprobado por los gobiernos de estos países y
ratificado por sus respectivos congresos a fines de 2000, entrando en vigor a
partir del primero de enero de 2001. Estos tratados son una réplica del
TLCAN, y aún se han incorporado en ellos aspectos del malogrado Acuerdo
Multilateral de Inversiones (AMI), que fue un intento de las grandes
corporaciones para crear una "Constitución Mundial del Capital". Actualmente
el gobierno mexicano se encuentra negociando tratados de libre comercio más
con dos países centroamericanos, Belice y Panamá; y con República Dominicana
en el Caribe.
Con estos tratados, que no son sólo de libre comercio sino de inversiones y
de derechos de propiedad intelectual, México ha venido contribuyendo a crear
un área completamente subordinada a la economía estadounidense que busca
aprovecharse de las ventajas comparativas de la mano de obra barata y los
recursos naturales de la misma. Para ello el Plan Puebla-Panamá (PPP)
propuesto por el presidente Vicente Fox con el propósito de integrar el sur-
sureste de México con Centroamérica, lo que trata es de crear las condiciones
para tener acceso a los recursos energéticos y de biodiversidad que existen
ahí y que las grandes corporaciones transnacionales estadounidenses buscan
rentabilizar; así como regular los flujos migratorios centroamericanos y del
sur-sureste de México canalizándolos como mano de obra barata para las
industrias maquiladoras, los grandes proyectos de infraestructura e
hidrológicos, silvícolas y el sector servicios (turismo, comercio, etc) que
se impulsarán en la región; además de crear un puente entre América del Norte
y América del Sur para facilitar el desarrollo de ALCA.
La exclusión de derechos laborales y aspectos ambientales en los tratados
firmados por México con los países centroamericanos (aspectos que se
incorporaron, aunque de manera muy débil, en sendos tratados de
complementariedad laboral y ambiental al TLCAN, gracias a la lucha de
diversas organizaciones, partidos políticos y congresistas de México, Estados
Unidos y Canadá), obedece a los intereses de las grandes corporaciones que
ven en dichos aspectos (laboral y ambiental) ventajas comparativas regionales
(mano de obra barata; recursos energéticos y de biodiversidad, etc.) y por
ende la posibilidad de una mayor rentabilidad de los mismos
Así, la regulación del mercado laboral en el nivel regional (América del
Norte y Centroamérica) requiere de una mano de obra barata, movible hacia
Estados Unidos y Canadá, o dentro de los propios territorios nacionales para
ser empleada principalmente en las industrias maquiladoras que se están
extendiendo por estos territorios. Pero esta regulación implica la
incorporación de unos trabajadores y la exclusión de otros al mercado laboral
norteamericano (léase Estados Unidos y Canadá).
Desde las negociaciones del TLCAN, la migración laboral quedó excluida del
mismo, bajo el supuesto de que precisamente el libre comercio sería la
solución a largo plazo de la migración mexicana, por el flujo de inversiones
que generarían empleo, el establecimiento de industrias maquiladoras en todo
el país, y los apoyos financieros internacionales para proyectos de
desarrollo en las zonas expulsoras de migrantes. Este falso vínculo de libre
comercio como solución a la migración laboral es el modelo para excluir a
ésta de todo tratado comercial bilateral o multilateral en el Continente
Americano. De esta manera la mano de obra migrante queda sujeta a
regulaciones específicas para mantener el carácter de ventaja comparativa
regional por su bajo costo. Mediante diversos mecanismos, la mano de obra
migrante mexicana se ha ido incorporando a los mercados laborales
estadounidense (Holguín, 2000) y canadiense (Vanegas, 2001), a cambio de que
el gobierno mexicano estableciera controles estrictos en su frontera sur para
excluir a la mano de obra centroamericana y de otros países.
La problemática de la migración centroamericana indocumentada a Estados
Unidos, pasando por territorio mexicano ha sido enfocado con políticas
asistencialistas y desarrollistas preventivas (que no generan empleos), pero
principalmente restrictivas, para cerrarles el paso a los migrantes
centroamericanos a los mercados laborales en Estados Unidos, Canadá y aun en
el propio México, excepto los ya establecidos de manera temporal en los dos
primeros países, o a los que laboran como jornaleros agrícolas temporales en
las fincas chiapanecas, y en otros servicios e industrias (trabajo doméstico,
comercio, construcción, etc) pero en niveles muy locales, sin que esto
signifique que estas políticas hayan logrado detener completamente los flujos
migratorios, pero si los han hecho más difíciles para los migrantes que
tienen que recurrir a las redes de traficantes de personas, actualmente
vinculadas a las del narcotráfico, tráfico de armas y otros.
Durante su campaña Vicente Fox planteó que daría prioridad a la problemática
de la migración indocumentada para encontrarle soluciones. Y en una gira de
tres días por Centroamérica en septiembre de 2000, el entonces presidente
electo Vicente Fox planteó que no permitiría más abusos contra los migrantes
de esa región, para lo cual designaría un zar para la frontera sur. En
febrero de 2001 durante su encuentro con el presidente estadounidense George
Bush, ambos mandatarios acordaron establecer mecanismos para negociar un
nuevo acuerdo sobre migración. Y a principios de abril se iniciaron las
negociaciones sobre tales acuerdos, proponiendo las autoridades mexicanas
establecer mayores controles sobre la migración centroamericana a cambio de
una mayor apertura para legalizar la mano de obra mexicana que va a Estados
Unidos o que ya se encuentra en ese país.
Como se puede observar, de lo que se trata es de impulsar mecanismos para
regular el mercado laboral de América del Norte utilizando la mano de obra
barata de los mexicanos como ventaja comparativa en el nivel regional
(Canadá, Estados Unidos y México principalmente vía las industrias
maquiladoras éste último), a cambio de establecer controles en la frontera
sur para regular el mercado laboral centroamericano de mano de obra barata
que sería empleada principalmente en las industrias maquiladoras y otros
proyectos productivos del Plan Puebla-Panamá .
En este ensayo se trata de mostrar que la política migratoria seguida por el
actual régimen foxista, es una continuación de la que llevó a cabo el
presidente Carlos Salinas de Gortari, bajo el supuesto de que el libre
comercio sería la solución a largo plazo de la misma, y dejando que Estados
Unidos reforzara y aún militarizara su frontera para impedir el paso de los
indocumentados, estableciendo medidas similares en nuestra frontera sur. Esta
política fue continuada por el presidente Ernesto Zedillo para adecuar las
regulaciones migratorias de nuestro país a las estipuladas por el gobierno
estadounidense, constriñendo, por un lado el paso de migrantes
centroamericanos y de otros países por la frontera sur mexicana y penalizando
el tráfico de indocumentados en ambas fronteras; y, por otro lado,
facilitando aún más la entrada de personas calificadas de acuerdo con el
artículo XVI del TLCAN. Además se muestran los esfuerzos, encabezados por el
gobierno zedillista, de regionalizar las políticas estadounidenses de
inmigración a través de un foro que se ha venido institucionalizando desde
1996 en la región de América del Norte, Centroamérica y el Caribe, la
Conferencia Regional de Migración; y las negociaciones iniciadas en secreto
para establecer un programa de trabajadores huéspedes entre ambos países, lo
cual ha sido retomado por la administración foxista como uno de sus
principales instrumentos para legalizar la entrada de los migrantes mexicanos
que quieren ir a trabajar a la Unión Americana, o de los que ya se encuentran
ahí de manera indocumentada.
2. Las migraciones laborales y el libre comercio.
El gobierno mexicano, con Salinas de Gortari a la cabeza, apostó, junto con
el estadounidense, a que el problema migratorio se solucionaría a largo plazo
por los beneficios que traería el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN). De hecho, esta cuestión se definió desde antes de las
negociaciones del mismo, a partir de la aprobación en 1986 del Acta de
Reforma y Control de la Inmigración (IRCA 86) también conocida como Ley
Simpson- Rodino, por parte del Congreso estadounidense, en la cual se
estableció la creación de la Comisión para el Estudio de la Migración
Internacional y el Desarrollo Económico Cooperativo. Esta Comisión,
conformada por 12 miembros que fueron nombrados por los líderes del Congreso
en julio de 1987, debería, en consulta con los gobiernos de México y otros
países expulsores de mano de obra en el Hemisferio Occidental, examinar las
condiciones que contribuyeran a la inmigración no autorizada a los Estados
Unidos y debería explorar programas de inversión y comercio recíproco
mutuamente benéficos para aliviar tales condiciones (véase, Section 601 of
the Immigration Reform and Control Act, 1986. Public Law 99-603, November 6,
1986).
La Comisión se enfocó geográficamente en México, Centroamérica y el Caribe -
áreas de donde salen la mayor cantidad de migrantes hacia Estados Unidos.
Delegaciones de esta Comisión visitaron México, Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Venezuela, la República
Dominicana, Haití, Barbados, Trinidad y Tobago, Canadá, Perú y Puerto Rico
donde se reunieron directamente con los jefes de Estado y con altos
funcionarios responsables para el desarrollo económico y la migración; así
como con responsables de organizaciones académicas, empresariales,
sindicales, religiosas y otros grupos relevantes. Se establecieron
actividades de vinculación gubernamental de alto nivel.
La Comisión llevó a cabo entre los años de 1988 y 1990 una serie de
audiencias públicas en las cuales presentaron testimonio decenas de
funcionarios de gobierno, académicos, religiosos, activistas de los derechos
humanos de los inmigrantes y refugiados, líderes comunitarios, y otros. Al
mismo tiempo se llevaron a cabo diversas investigaciones por parte de
especialistas de Estados Unidos, México, Centroamérica y el Caribe, enfocados
a responder a dos cuestiones planteadas como objetivo de dicha comisión: a)
las condiciones que contribuyeron a la migración no autorizada de países del
hemisferio occidental a Estados Unidos; y, b) las iniciativas de desarrollo
económico que podrían ser tomadas de manera cooperativa para aliviar las
presiones que causan la emigración en los países expulsores (Commission for
the Study of International Migration and Cooperative Economic Development,
1990a, b y c).
En México, de donde proviene el 75% de los migrantes indocumentados, la
Comisión trabajó muy estrechamente con el Consejo Nacional de Población
(CONAPO) -entidad intersecretarial-, el cual fue designado por Miguel De La
Madrid para ser la contraparte oficial de los estudios realizados
conjuntamente en México, incluyendo la selección de investigadores
calificados (Consejo Nacional de Población, 1992). La investigación en otros
países fue realizada por académicos centroamericanos y del Caribe. También
participaron cuatro grandes centros universitarios estadounidenses.
La Comisión Ascencio, llamada así también por el apellido de su presidente,
se reunió con los presidentes Joaquín Balaguer de la República Dominicana y
con Carlos Salinas de Gortari de México el 18 de abril y el 9 de mayo de
1990, respectivamente, para discutir algunos de sus principales resultados.
Esta Comisión presentó su informe final el 6 de julio de 1990, en el cual
establece algunas recomendaciones que, según Diego Ascencio, fueron bien
recibidas por los gobiernos de los países involucrados. Según este informe,
después de las audiencias domésticas y de las investigaciones se confirmaron
dos conclusiones fundamentales:
"1. Aunque hay otros factores importantes, la búsqueda de oportunidades
económicas es la motivación primaria de la mayor parte de la migración no
autorizada a Estados Unidos.
2. Mientras que el crecimiento económico para la creación de empleos es la
solución última para la reducción de estas presiones migratorias, el proceso
del desarrollo económico mismo tiende a estimular la emigración, a corto y
mediano plazos, al levantar expectativas y facilitar la capacidad de la gente
para emigrar. El desarrollo y la disponibilidad de nuevos y mejores trabajos
en su país, sin embargo, es la única manera para disminuir las presiones
migratorias con el tiempo" (Commission for the Study of International
Migration and Cooperative Economic Development, 1990a).
Estas conclusiones llevaron a la Comisión, según Ascencio, a enfocarse en las
medidas que los Estados Unidos y los países expulsores podrían tomar
cooperativamente para proveer empleos en sus países de origen a los
crecientes números de potenciales migrantes no autorizados. El informe
plantea recomendaciones que "cuando sean tomadas conjuntamente por los
Estados Unidos y los países expulsores, contribuyan al crecimiento económico
mutuamente benéfico, disminuyendo por tanto el flujo migratorio indocumentado
con el tiempo". En este sentido, "La Comisión está convencida que -al
estimular el crecimiento económico- un comercio expandido entre los países
expulsores y los Estados Unidos es el único remedio más efectivo para el
problema que le fue asignado estudiar." (ibid, p. 2)
Las recomendaciones de la Comisión se refieren fundamentalmente a "impulsar
una mayor integración económica de los países expulsores a Estados Unidos a
través del libre comercio", ya que "lo más pronto que los países expulsores
de migrantes puedan mejorar sus economías, más corta será la duración de las
presiones para emigrar a los Estados Unidos". Por lo tanto, "la política
económica estadounidense debería promover un sistema de comercio abierto".
Para ello, el informe de la Comisión sugiere la integración económica
regional, ya que
"el acceso mejorado a los mercados estadounidense y de otros países
desarrollados es la llave para el futuro económico del área. Los Estados
Unidos reconocieron esto en 1983 cuando fue establecida la Iniciativa de la
Cuenca del Caribe; en 1987, cuando se negoció el Acuerdo Marco sobre Comercio
e Inversiones entre Estados Unidos y México; y, en una escala mayor, en 1989,
cuando entró en vigor el Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y
Canadá. México es un importante competidor en el mercado mundial. Las
economías más pequeñas de países centroamericanos y caribeñas no tienen ese
potencial. La Comisión aboga fuertemente por su integración -y la de México-
en áreas más grandes de libre comercio." (Ibid) .
Aquí es donde se establece el puente entre libre comercio y migración, éste
como problema, aquél como solución. En esta perspectiva, las recomendaciones
apuntan sus baterías a una mayor apertura económica y comercial,
formalizándola por medio de tratados:
"Los Estados Unidos deberían acelerar el desarrollo de un área de libre
comercio México-Estados Unidos, y alentar la incorporación con Canadá a un
área de libre comercio norteamericana..
Estados Unidos debería examinar el efecto del libre comercio norteamericano
sobre el comercio de otros países del Hemisferio Occidental para minimizar
cualquier daño. Debería también apoyar un libre comercio más amplio dentro
del Hemisferio, pero debería permitir que la iniciativa viniera de los países
interesados" (Ibid).
Se sugería ya, de esta manera, la urgente necesidad de crear el Área de Libre
Comercio de América del Norte (ALCAN), y continuar con el resto del
continente para impulsar la creación del Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA). De hecho, ya para entonces, y como resultado de una reunión
entre los presidentes George Bush y Carlos Salinas de Gortari en junio de
1990 (un mes antes de la presentación del informe Ascencio), el gobierno
mexicano hizo claro su deseo de negociar un acuerdo de libre comercio con los
Estados Unidos, y se comenzaron los preparativos para su negociación, a la
que se incorporó poco después el gobierno de Canadá. Cuatro años después, y a
casi un año de entrado en vigor el TLCAN, durante la llamada Cumbre de las
Américas realizada en Miami, Florida, el gobierno estadounidense propuso a 33
jefes de Estado del continente (con excepción de Cuba), y éstos la aceptaron,
la creación de ALCA para el año de 2005.
En esta perspectiva, resulta claro que al apostarle todo al TLCAN el gobierno
mexicano aceptó tácitamente las reglas del juego impuestas unilateralmente
por Estados Unidos en lo que respecta a la migración, entre muchos otros
factores. Ambos gobiernos consideran que la liberalización económica y
comercial de nuestro país fijará, a largo plazo, a la mano de obra migratoria
en su propio territorio.
Se observa claramente cómo el proceso de integración regional y el manejo de
la problemática migratoria hoy en día por parte de los regímenes
gubernamentales de Estados Unidos y México en estos países y en su entorno
regional inmediato (Centroamérica y El Caribe), se apegan estrechamente a las
recomendaciones de la Comisión Ascencio, cuyo informe muestra que se trataba
más bien de un plan del gobierno estadounidense para impulsar su estrategia
de integración regional, por lo cual los países expulsores tendrían que
avanzar más rápidamente en los procesos de ajuste estructural, pasando
completamente de un modelo económico dominado por el Estado al modelo en el
cual el mercado juega el papel principal. En este sentido, el informe
planteaba que:
"Estados Unidos debería condicionar la ayuda bilateral a los países
expulsores para que éstos tomen los pasos necesarios hacia el ajuste
estructural. Similarmente, el apoyo estadounidense para préstamos por parte
de las instituciones financieras internacionales debería estar basado sobre
la instrumentación de programas de ajuste satisfactorios. Se deberían hacer
esfuerzos para facilitar los costos de transición en el sufrimiento humano.
Las políticas estadounidenses deberían complementar y no frustrar los
mecanismos de ajuste en los países expulsores de migrantes. En términos
prácticos esto significa, por ejemplo, que un movimiento hacia la promoción
de la exportación no debería ser negado por barreras estadounidenses a las
importaciones." (ibid)
Y para avanzar más en esta transición sin posibilidades de dar marcha atrás,
el informe planteaba: "Los países expulsores de migrantes deberían impulsar
la modernización tecnológica fortaleciendo y asegurando la protección de la
propiedad intelectual y removiendo los impedimentos existentes para la
inversión" (Ibid).
En este esquema, la fuerza laboral migratoria sería la reserva laboral que
necesitaría ser regulada para ser empleada en cualquier parte donde el
capital la requiriera, para lo cual sería importante que mantuviera su
carácter de ventaja comparativa regional por su bajo costo tanto para la
producción como para su reproducción. Para aprovechar esta fuerza laboral en
los países expulsores, se proponía que: .
"Los Estados Unidos deberían apoyar las solicitudes de fondos presentadas por
México a las instituciones financieras internacionales para mejorar la
infraestructura en locaciones del interior capaces de albergar actividades de
las maquiladoras.
La Comisión urge a los dos gobiernos, y a los gobiernos de otros países
expulsores de migrantes, a estar vigilantes de la protección de los derechos
de los trabajadores y de los estándares laborales en las maquiladoras y otras
plantas ensambladoras. (Esto debido al "éxito" que las maquiladoras han
tenido en México y la República Dominicana. Para las economías más pequeñas
centroamericanas y caribeñas, las maquiladoras "ofrecen la oportunidad de un
crecimiento acelerado y el incremento de empleo").
Las instituciones financieras internacionales deberían dar prioridad a
proyectos de desarrollo que se enfoquen en el crecimiento descentralizado en
las regiones más pobres de México.
(Debido a que las pequeñas empresas en los sectores formal e informal son una
gran fuerza en las economías de México, Centroamérica y el Caribe) los
organismos nacionales e internacionales para el desarrollo deberían trabajar
con los gobiernos de los países expulsores para reducir los impedimentos
burocráticos y legales para el desarrollo de las pequeñas empresas.
Los sectores empresariales privados locales e internacionales deberían
incrementar el apoyo para los programas de asistencia para las pequeñas
empresas. Se deberían buscar las vías para una mayor participación de los
bancos comerciales privados en el financiamiento de pequeñas empresas,
incluyendo aquellos que son propiedad de las familias de los migrantes
Las inversiones individuales de los migrantes deberían ser complementadas por
otros recursos financieros de instituciones oficiales y privadas, y
vinculadas a programas de apoyos al sector de pequeñas empresas. La AID
debería tomar el liderazgo en apoyar los mecanismos de cooperación para
llevar a cabo este objetivo" (Ibid).
Pero también era importante procurar que la población de estos países
disminuyera para evitar que siguieran fluyendo grandes cantidades de
migrantes hacia Estados Unidos. Para ello: "La Comisión respalda el
financiamiento continuo de los esfuerzos voluntarios de planificación,
incluyendo aquellos que promueven la planificación familiar natural (?)".
Asimismo, se tendrían que promover mecanismos de control y penalización de la
migración indocumentada. Para ello:
"La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) debería jugar un
mayor papel en las discusiones sobre migración en el Hemisferio Occidental
organizando reuniones y seminarios con la participación de alto nivel de los
gobiernos de Estados Unidos y de América latina.
Los Estados Unidos deberían dar la más alta prioridad a la cuestión de la
migración no autorizada y buscar una mayor cooperación de parte de los países
expulsores respecto a ciertas medidas de aplicación de la ley (por ejemplo,
restringir los círculos de tráfico de personas o las actividades con
documentos fraudulentos)." (Ibid)
En el caso específico de Centroamérica, si bien se proponían medidas para la
integración regional, como la revitalización del Mercado Común
Centroamericano (formado durante 1958-1963 por Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua y Costa Rica, y que fue la iniciativa de integración
regional más exitosa en América Latina en esa época), así como la integración
de estos países, y México, en áreas más grandes de comercio, dicha región fue
considerada por el informe de la Comisión Ascencio como excepción para
otorgarle asistencia financiera directa: "Excepto para Centroamérica -donde
más de dos millones de personas fueron desarraigadas por los conflictos de
los 1980s- no proponemos directamente asistencia financiera." (Ibid)
En este sentido el informe plantea:
"De los dos millones de personas en Centroamérica que fueron desarraigados
por el conflicto y la inestabilidad, casi un tercio son desplazados dentro de
su propio país. Los otros han cruzado en países vecinos. Otros 500 000 a un
millón han emigrado a los Estados Unidos. La difícil situación de estos
migrantes y personas desplazadas posee uno de los desafíos más difíciles que
enfrentan los gobiernos centroamericanos y es uno de los problemas políticos
más volátiles relacionados al proceso de paz. Estas personas han sido
identificadas por los gobiernos centroamericanos y la comunidad internacional
como un grupo prioritario para recibir asistencia.
Existe un creciente consenso internacional que programas orientados al
desarrollo, más que la asistencia humanitaria a corto plazo, puede ofrecer un
mejor tratamiento a las necesidades de los refugiados y las personas
desplazadas en Centroamérica. Este es un cambio de enfoque necesario y
bienvenido. Porque para tener éxito, es esencial una mayor cooperación de los
Estados Unidos y otros donantes. " (Ibid)
Y como resoluciones el informe de la Comisión propone:
"-Estados Unidos debería apoyar el proceso adoptado por la Conferencia
Internacional sobre Refugiados Centroamericanos patrocinado por las Naciones
Unidas en Guatemala en mayo de 1989 y canalizar más fondos a través del Alto
Comisionado para los Refugiados (ACNUR), el Programa de Desarrollo de las
Naciones Unidas (PDUN) y otras organizaciones internacionales relevantes que
tratan con la migración y el desarrollo.
-De manera más importante, Estados Unidos, y ACNUR deberían enfocar más
atención y recursos a los esfuerzos de repatriación y reintegración
voluntarias, incluyendo la asesoría y el establecimiento de mecanismos
apropiados para monitorear el bienestar y la seguridad de los retornados."
(Ibid)
Se buscaba, y se sigue buscando, que los centroamericanos dejaran de fluir
hacia Estados Unidos en las cantidades que lo hicieron durante la segunda
mitad de la década de los 1980s, y que generó una "crisis" que los
estadounidenses no estaban dispuestos a que se repitiera.
3. De la "Crisis de los Centroamericanos" en la frontera México-Estados
Unidos, al "sellamiento" de la frontera México-Centroamérica.
La problemática de la migración laboral y de refugiados centroamericanos a
México y Estados Unidos tuvo sus antecedentes a mediados de los 1980s. A
principios de los 1980s, la política militarista del presidente Ronald Reagan
en Centroamérica obligó a cientos de miles de personas a buscar refugio en
México y Estados Unidos, además de otros tantos a desplazarse a otros países
centroamericanos o a las zonas montañosas de sus propios países. (Sandoval,
1993; The U.S.Committee for Refugees, 1991.)
Ante la eventualidad de una acción militar directa en Centroamérica, en 1984
el gobierno de Reagan estuvo a punto de poner en acción un plan elaborado en
1982 para suspender la Constitución estadounidense y poner al país bajo la
ley marcial en caso de que se produjera una crisis nacional. Este plan
preveía la movilización de la Agencia Federal para Emergencias (FEMA) y las
unidades de defensa estatal (Guardia Nacional) para localizar y arrestar a
cerca de 400 mil indocumentados centroamericanos en la Unión Americana. Fort
Huachuca, en Arizona, sería utilizado como punto de partida de esta operación
y habría 10 centros de detención donde serían confinados los refugiados.
Esta intervención, sin embargo, no fue necesaria ya que en su lugar se
incrementó la ayuda militar a las fuerzas armadas de esos países y a la
Contra nicaragüense, lo que llevó a un escalamiento en el flujo de migrantes
que alcanzó su zenit cuando el Procurador General Edwin Meese invitó a los
nicaragüenses a solicitar asilo político y a obtener permisos de trabajo en
1987.
El hecho de que más de un millón de centroamericanos haya huido al "Norte" en
la década mencionada, es pues resultado de la política económica
(principalmente por el endeudamiento excesivo) y de la política militarista e
intervencionista estadounidense. De acuerdo con cifras del censo de ese país,
para 1979 sólo 50, 000 salvadoreños indocumentados se encontraban en esa
nación. Para principios de la siguiente década había ya un millón de ellos y
centenas de miles de guatemaltecos, nicaragüenses, hondureños y panameños. La
pobreza no puede explicar por sí sola el éxodo masivo, porque ésta ha sido
endémica y consistente en las décadas anteriores. Sólo la violencia y la
creciente represión conectada directamente con la ayuda militar a la región,
así como la crítica situación económica provocada por la política
estadounidense, explican el inmenso flujo de refugiados.
Sólo que este inmenso flujo provocó una respuesta de alarma estadounidense
ante un fenómeno que consideraron como de riesgo a su seguridad nacional, y
que esa misma nación ayudó a crear, la llamada "Crisis de los
Centroamericanos". Esta respuesta fue provocada principalmente debido a que
la política inmigratoria del vecino país del norte, combina, quizá más que
nunca, el prejuicio racial y étnico, la explotación laboral, la alarma de la
seguridad nacional y el intervencionismo económico y militar, debido a
diversos factores, entre los que destacan: los mayores flujos de inmigrantes
proceden actualmente de países subdesarrollados, de gente "de color"
(principalmente de América Latina y del Sureste Asiático); y, esta población
está creciendo a una tasa más alta (por una combinación de los índices de
natalidad y de inmigración) que la población blanca, anglosajona, la cual
está envejeciendo y ve dicho crecimiento como una amenaza a la cohesión
cultural y social del país, así como a la distribución actual del poder
político. Estos aspectos, entre otros más, han provocado en diversos sectores
de la población estadounidense actitudes racistas y xenofóbicas que se
expresan, en no pocos casos, en hostigamiento, violencia física y asesinatos
de los inmigrantes (principalmente de los indocumentados y los refugiados),
por considerarlos culpables de diversos problemas económicos, sociales y de
otra índole que afectan a ese país.
Para enfrentar la "Crisis de los Centroamericanos" en su frontera sur, el
gobierno estadounidense estableció un plan específico de contingencia
denominado Plan de Intensificación para la Frontera Sur (Enhancement Plan for
the Southern Border) (Immigration and Naturalization Service, 1989), el cual
tenía su justificación en un plan anterior, elaborado en 1986 por el Servicio
de Inmigración y Naturalización a solicitud del Departamento de Justicia, y
que se denominó Plan de Contingencia contra Terroristas e Indeseables
Extranjeros (Alien Terrorists and Undesirables: A Contingency Plan)
(Immigration and Naturalization Service, 1986). A principios de 1989, con la
utilización de grandes centros de detención (verdaderos campos de
concentración) para la ubicación forzada de miles de refugiados
centroamericanos en el sur de Texas (lugar por donde entraron a Estados
Unidos la mayoría de éstos), se inició este plan en contra de los refugiados,
quienes solicitaban asilo político en un intento desesperado por legalizar su
situación migratoria, aprovechando el resquicio abierto en 1987 para dar
asilo a los nicaragüenses que "huían" de los sandinistas.
Se establecieron mecanismos expeditos de rechazo y deportación inmediata -con
muy pocas excepciones, sobretodo entre los nicaragüenses-; y se reforzaron
las medidas para impedir la entrada a más refugiados, incrementando los
números de agentes de la Patrulla Fronteriza. De hecho, los refugiados se
enfrentaban, ya de entrada, con un grave problema al solicitar el asilo
político, puesto que el gobierno estadounidense sostenía que la mayoría de
los haitianos, centroamericanos y otros grupos nacionales en Estados Unidos
no son refugiados. El Departamento de Justicia, del cual depende el Servicio
de Inmigración y Naturalización (SIN), planteaban que aquellos no eran
personas que huían de la devastación social y económica resultado de la
guerra y la persecución política, sino que simplemente eran personas que
buscaban un beneficio económico. Los refugiados eran "trabajadores
indocumentados" en la perspectiva estadounidense, y como tales estaban
sujetos a los efectos de las leyes de inmigración de ese país como los otros
indocumentados.
En su trato a los refugiados indocumentados, el gobierno estadounidense
violaba sus propias leyes y el Protocolo de las Naciones Unidas para los
Refugiados. El Acta de Refugiados de 1980 no se ha aplicado a los haitianos y
a los centroamericanos. Estos no fueron definidos colectivamente como
refugiados y debido a ello, su única posibilidad de socorro en el marco de la
legislación estadounidense de esa época era bajo la forma de Asilo Político.
Pero el asilo político era una vía muy estrecha y cara para el alivio de los
refugiados indocumentados. Entonces, era casi imposible para los haitianos y
centroamericanos conseguir una estadía legal, y debían permanecer en ese país
de manera clandestina al igual que otros centroamericanos indocumentados que
siguen arribando a ese país, cruzando por México.
Las leyes establecidas en 1991 para la protección temporal a salvadoreños y
guatemaltecos en los Estados Unidos (Temporal Protection to Salvadoreans -
TPS, y ABC para los guatemaltecos, logradas por la lucha de organizaciones
que defienden los derechos de los refugiados en ese país) resolvieron de
manera perentoria un grave problema (Grossman, 1993), el cual vuelve a
agudizarse al término de su período, ya que la mayoría de los que se
acogieron a dichas leyes están expuestos a la deportación en cualquier
momento. Aunque recientemente, el gobierno estadounidense otorgó más TPS para
los salvadoreños después de los sismos de principios de 2001 que afectaron a
El Salvador.
Por otro lado, la parte más importante del plan de contingencia puesto a
funcionar en febrero de 1989 contra los refugiados centroamericanos, (y que
aún sigue en marcha, inmerso en las nuevas leyes de inmigración y en contra
del terrorismo aprobadas por el Congreso de ese país en 1996), se refiere a
"(?) e) incrementar los esfuerzos de 'inteligencia' para determinar las
fuentes de flujo 'ilegal', aislar los puntos de estrangulamiento que puedan
ser encontrados e identificar a contrabandistas (de seres humanos) y
facilitadores fraudulentos que alientan la migración 'ilegal' a Estados
Unidos". (Ibid)
En esta perspectiva se consideró importante recolectar información de
'inteligencia' en los países de donde provenían los inmigrantes, actuando de
manera conjunta con funcionarios de diversas dependencias locales. Para ello,
se enviaron equipos de agentes del Servicio de Inmigración y Naturalización
(SIN) y otras dependencias estadounidenses a las ciudades de Guatemala y
Tecún Umán en el sur, y se pusieron en acción a otros agentes ya ubicados en
las ciudades de México y Monterrey, para "determinarlas fuentes y rutas de
migración, para que los agentes de la Patrulla Fronteriza" pudieran ser
colocados apropiadamente. Los equipos de información de "inteligencia" en
Guatemala, Distrito Federal y Monterrey, Nuevo león, deberían mantener esta
actividad para asegurar que el corredor móvil de la Patrulla Fronteriza y de
los recursos anti-contrabando fuera más efectivo.
Para "identificar los incentivos en los puntos de origen que alientan la
migración a Estados Unidos, incluyendo la disponibilidad de visas de salida y
fácil transportación a lo largo de México", los equipos asignados deberían
también recolectar información de "inteligencia" en apoyo a este objetivo.
Además, la Oficina Distrital del SIN en la Ciudad de México debería continuar
el vínculo ya establecido con la nueva directora de Servicios Migratorios de
la Secretaría de Gobernación de México, para manejar la cuestión de
nacionales de terceros países en tránsito por México hacia los Estados
Unidos.
Se trataba de "identificar a traficantes, facilitadores fraudulentos y otras
fuentes de corrupción que 'abusen' del sistema"; "incapacitar a los
violadores de la ley de migración por medio de su detención y arresto"; e
"identificar las condiciones crónicas en los países fuentes, que contribuyen
a la emigración hacia el norte". Para esto último, el Programa de
Inteligencia del SIN continuaría su vinculación con otras agencias
estadounidenses, particularmente la CIA, la DEA y el Departamento de Estado,
para monitorear los cambios en aquellas condiciones que impactan mayormente
en la emigración de los países expulsores.
Y aunque las autoridades mexicanas afirmaron que era falso que México
colaborara con el SIN para detener el flujo de indocumentados, en tres
memoranda fechados el 22 y 23 de febrero de 1989, el Director Distrital del
SIN en la Ciudad de México, E.M. Trominsky, informaba a la Oficina de
Operaciones Exteriores del mismo SIN en Washington, D.C., acerca de las
actividades de sus equipos de "inteligencia" en diversas ciudades en nuestro
país y en Guatemala, con la colaboración de los delegados de Servicios
Migratorios de la Secretaría de Gobernación de México, y con el conocimiento
de la directora general de esta dependencia en ese entonces, Susana Torres
Hernández, con la cual funcionarios del SIN se entrevistaron en diversas
ocasiones (Memoranda SIN-DF 22 y 23 II 89).
Además de la colaboración de estas autoridades migratorias en dicho programa,
otras fuerzas policiacas, particularmente la Policía Judicial Federal y una
sección especial de ésta en la lucha antinarcóticos, comenzaron a participar
en esta estrategia, y actualmente lo hace también la militarizada Policía
Federal Preventiva, el Ejército y la Armada. Desde entonces data la
colaboración de las autoridades mexicanas con las estadounidenses para
detectar, detener y deportar a miles de migrantes y refugiados
centroamericanos y de otros países que cruzan la frontera sur de México, en
donde se aplican medidas "MADE IN U.S.A." (Sandoval, 1996ª). Cientos de miles
de migrantes han sido detenidos y deportados de territorio mexicano antes de
llegar a puertos de entrada a los Estados Unidos.
Y aún esta colaboración se da ya también en los propios países
centroamericanos. Por ejemplo, durante los meses de septiembre y octubre de
2000, la Dirección General de Migración de Guatemala instrumentó un proyecto
piloto denominado plan "Coyote 2000", cuyos objetivos eran: 1) capturar y
deportar a extranjeros indocumentados que permanecían sin documentos en ese
país; y 2) terminar con las bandas de traficantes de seres humanos en el país
y en la región, para lo cual se requería de acciones coordinadas con los
gobiernos cercanos. De acuerdo con el director de Migración de Guatemala,
Luis Mendizábal, el plan operativo contó con el apoyo de los gobiernos de El
Salvador, Honduras, Panamá y México, pero el "principal soporte" del programa
provino de la embajada de Estados Unidos, la cual cubrió los fondos
económicos de dicho plan.
Mendizábal señaló que debido a la posición geográfica de Guatemala, los
traficantes ven a este país como ideal para introducir a los indocumentados,
quienes deben luego viajar a México y de ahí tratar de penetrar en territorio
estadounidense. Señaló que hasta ese momento fueron detectadas cinco bandas
de traficantes, de las cuales dos operan en la zona fronteriza con México y
las otras en la parte norte de México. Explicó que la zona fronteriza de
Guatemala con México, en especial Tecún Umán, ha experimentado un fuerte
repunte de violencia delincuencial y prostitución debido a que esa ciudad
llega la mayoría de extranjeros que son deportados desde México. En dos
semanas de acciones del Plan Coyote se capturó a más de 1000 indocumentados,
los cuales fueron deportados a sus respectivos países. La mayoría eran
salvadoreños, hondureños, peruanos, ecuatorianos, nicaragüenses, colombianos
e incluso paquistaníes. (Shetemul, 2000).
Este plan se inscribe en las estrategias de lucha contra el tráfico de
personas que son parte de los acuerdos de la Conferencia Regional de
Migración, que se instauró en marzo de 1996 cuando, a instancias del gobierno
mexicano, se llevó a cabo la primera Conferencia en la Ciudad de Puebla,
México, con la participación de 10 países que incluyen Canadá, Estados
Unidos, México y las naciones de Centroamérica. Los gobiernos participantes
emitieron un COMUNICADO CONJUNTO, en el cual entre otras cuestiones se
planteaba que:
"(...) Los gobiernos reconocieron que los orígenes, manifestaciones y efectos
de la migración incluyendo refugiados, son temas importantes en la agenda de
la comunidad internacional. En términos generales la migración es un fenómeno
benéfico con ventajas potenciales tanto para los países de origen como para
los países de destino; sin embargo, y para que estos beneficios se concreten,
es esencial que la migración sea ordenada.
(...) los gobiernos destacaron la necesidad de cooperar recíprocamente para
promover el crecimiento económico y el empleo, con el fin de reducir los
niveles de pobreza.
(...) reconocieron la necesidad de promover la cooperación regional dirigida
a atenuar aquellos factores estructurales que motivan la migración en la
región, sin prejuicio de los programas de cooperación bilateral.
Los gobiernos reconocieron el derecho soberano e interés legítimo de cada
país para salvaguardar sus fronteras y aplicar sus leyes migratorias,
observando siempre un estricto respeto a los derechos humanos de los
migrantes, tal como se definen en la Declaración Universal sobre Derechos
Humanos de 1948, y otros instrumentos internacionales pertinentes,
independientemente de su nacionalidad, raza, edad, religión, sexo o condición
migratoria".
Y, entre los acuerdos, se planteaba:
"1.- Impulsar el desarrollo y adopción de un enfoque integral, objetivo y de
largo plazo sobre el fenómeno migratorio, que atienda de manera efectiva
tanto a sus causas como sus manifestaciones.
(...) 3.- Promover el desarrollo económico y social de la región mediante el
fomento al comercio y a las inversiones productivas, así como la
instrumentación de políticas económicas y sociales como elementos que, a la
par de la cooperación internacional, puedan contribuir a la atención de
algunas de las causas de la migración.
4.- Reconocer que la migración puede hacer una contribución económica y
cultural positiva tanto a los países de origen como de destino.
(?) 9.- Alentar a los Estados de la región, y en particular aquellos con
fronteras comunes, a promover mecanismos de consulta sobre asuntos
migratorios y de protección de los derechos humanos de los migrantes (...)
10.- Promover en los foros apropiados el intercambio de información y
experiencias en asuntos laborales de la migración.
(?) 12.- Establecer un intercambio de legislaciones y procedimientos
migratorios como recursos para el uso de los países de la región en el
análisis, revisión y mejoramiento de leyes y procedimientos migratorios.
(?) 14.- Con pleno respeto a la soberanía nacional y jurisdicción territorial
de cada país, y en el marco de los arreglos jurídicos establecidos con otros
Estados coordinar esfuerzos para combatir a las organizaciones criminales
dedicadas al tráfico de migrantes. Con este fin, los gobiernos se comprometen
al intercambio de información oportuna de manera que se brinde a los países
de la región la posibilidad de adoptar acciones apropiadas para combatir las
redes y conexiones de traficantes de migrantes; e intercambiar datos
adicionales para la prevención y detención de estas organizaciones
delictivas.
15.- Promover el establecimiento en las legislaciones nacionales de los
Estados que no la tienen, la tipificación penal de la actividad de traficar
con migrantes, con el fin de contribuir a la erradicación de las
organizaciones de traficantes que operan en la región.
(...) 17.- Ampliar la cooperación regional en materia de asistencia técnica y
capacitación para perfeccionar los sistemas nacionales de investigación,
manejo de pruebas y enjuiciamiento de los traficantes de migrantes.
18.- Fomentar el intercambio de experiencias sobre el fenómeno migratorio en
los foros multilaterales adecuados y, cuando sea apropiado, impulsar las
consultas con los organismos internacionales pertinentes.
19.- Celebrar consultas periódicas entre los países de la región con el fin
de impulsar la cooperación respecto a temas específicos relacionados con la
migración. En este sentido, entre otros, propiciar reuniones de Directores de
Migración, tomando como experiencia la labor realizada por la Comisión
Centroamericana de Directores de Migración (OCAM), así como otras instancias
regionales de coordinación.
20.- Promover el intercambio de información y cooperación regional orientada
a la asistencia técnica y capacitación de recursos humanos, para controlar
los flujos de migrantes indocumentados extraregionales.
21.- Impulsar mecanismos más eficaces para la luchar contra la falsificación
y adulteración de documentos migratorios. (...)" (Conferencia Regional de
Migración, 1996).
La Conferencia Regional de Migración se ha institucionalizado, llevándose a
cabo anualmente en diferentes países, al mismo tiempo que se realizan
reuniones y seminarios específicos para analizar, discutir e instrumentar
mecanismos de regulación de los flujos migratorios en los países expulsores,
y mecanismos de colaboración para atacar el tráfico de indocumentados en la
región. En realidad, lo que hace la Conferencia Regional de Migración es, por
la vía de los hechos, regionalizar las políticas de inmigración
estadounidenses en toda el área, como una extensión de las actuales leyes
estadounidenses de inmigración y contra el terrorismo, aprobadas por el
Congreso estadounidense en 1996, y que incluyen y amplían las cuestiones
consideradas en el ya mencionado Plan de Contingencia para Intensificar la
Frontera Sur de Estados Unidos en 1989. Dichas leyes intentan regionalizar
estas políticas al considerar entre otros aspectos la instalación de puestos
de "pre-inspección" en aeropuertos de países expulsores de migrantes.
(Kesselbrenner, 1996; Sandoval, 1998).
Un ejemplo claro de ello es la Ley de Población de México y 20 programas de
trabajo instrumentados por el Instituto Nacional de Migración, elaborados en
1996 y derivadas de las mencionadas leyes estadounidenses de inmigración y
antiterrorismo y de la Conferencia Regional de Migración. Según el entonces
Subsecretario de Población y Servicios Migratorios de la Secretaría de
Gobernación, César Bécker, "la política migratoria del gobierno mexicano se
formula y aplica a partir del reconocimiento de que somos un país de origen,
destino y tránsito de importantes flujos migratorios". En este sentido,
apunta Bécker (1996: 17-18), esta política se propuso tres objetivos
centrales:
"Primero, definir y actualizar de manera permanente normas, criterios y
procedimientos en la materia que contribuyan al desarrollo nacional en todos
los ámbitos: económico, social, cultural, científico y tecnológico, mediante
el otorgamiento de facilidades a los flujos que se consideren benéficos para
el país.
Segundo, ejercer las facultades de vigilancia migratoria en el territorio
nacional, con estricto apego a la ley y pleno respeto a los derechos humanos
de los migrantes.
Tercero, elevar la calidad de los servicios migratorios mediante la
simplificación de trámites, el desarrollo del personal, la modernización
tecnológica, el fortalecimiento de la eficiencia administrativa, la
colaboración interinstitucional, la precisión del ejercicio de la facultad
discrecional y el fomento de una cultura y honestidad"
Los 20 programas de trabajo instrumentados por el Instituto Nacional de
Migración dentro de estos objetivos y el marco jurídico establecido para
tales aspectos, mediante la iniciativa de reformas a la Nueva Ley General de
Población enviada por el presidente Ernesto Zedillo al Congreso, apuntaban
principalmente, por un lado, a ejercer un mayor control sobre los flujos
migratorios, tanto de mexicanos hacia Estados Unidos, como de otros países,
principalmente centroamericanos a México; y a establecer mayores sanciones al
tráfico de indocumentados, todo ello bajo la bandera de "salvaguardar los
derechos humanos en el país" para dar cumplimiento a "los compromisos
internacionales adquiridos en la materia, particularmente con nuestros
vecinos países de Centroamérica" y para "dar congruencia a las acciones de
política exterior y contar con la autoridad moral para defender los derechos
de nuestros connacionales en EUA" (Instituto Nacional de Migración, 1996)
Para contar con esa autoridad moral, Zedillo había manifestado que en nuestro
país también se violaban los derechos de los migrantes centroamericanos, como
lo había dado a conocer la oficial Comisión Nacional de Derechos Humanos en
un Informe Sobre Violaciones a los Derechos Humanos de los Inmigrantes en la
Frontera Sur, publicado en 1995 y reimpreso en 1996. Entre las sugerencias
que hace la Comisión en este informe, además de las de proponer reformas
legislativas que limiten las facultades discrecionales de las autoridades en
materia migratoria, promover y defender los derechos humanos de estos
migrantes, realizar registros confiables sobre los flujos migratorios en la
región y en todo el país, se plantean otras acordes a la nueva política
restrictiva:
"I. A la Secretaría de Gobernación
(?) 2) Se le sugiere analizar la posibilidad de presentar una propuesta de
iniciativa de reformas a la ley correspondiente, a fin de aumentar las
sanciones que se aplican a quien por sí o por medio de otros y sin permiso de
la autoridad competente, pretenda introducir o introduzca de manera
indocumentada, a uno o varios extranjeros, los albergue o transporte por el
territorio nacional con el propósito de ocultarlos para evadir la revisión
migratoria. Al aumentar la sanción, se pretende que esto sirva como un
disuasivo para quienes cometan este tipo de ilícitos.
(?) 4) Se sugiere a la Secretaría de Gobernación que promueva la construcción
de más estaciones migratorias en la zona, debidamente acondicionadas en
cuanto a instalaciones y servicios, con objeto de albergar ahí a quienes
violaron las disposiciones en materia migratoria y se encuentren en espera de
ser expulsados o de que se regularice su permanencia en territorio nacional."
(Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1996, pp.165-166)
Estas medidas fueron promovidas por Zedillo en la Nueva Ley General de
Población y en los 20 programas de trabajo instrumentados por el Instituto
Nacional de Migración en ese año. Además, 10 de abril de 1996 se
establecieron dos Grupos Beta Sur, uno en Tapachula y el otro en Comitán,
similares a los que ya funcionaban a lo largo de la frontera norte,
compuestos por policías municipales, estatales, federales y/o agentes
migratorios para, según el Instituto Nacional de Migración, "proteger a la
población migrante de actos de violencia de delincuentes comunes y
traficantes de indocumentados y de los abusos de las autoridades". En
septiembre de 1997 se crea otro Grupo Beta Sur en Tenosique, Tabasco, donde
un par de años después, un agente del mismo, involucrado en las redes del
narcotráfico y el tráfico de indocumentados, asesina al Jefe de los Grupos
Beta Sur, quien ya andaba sobre las pistas de estas redes.
En 1998 el huracán Mitch provocó un flujo masivo de centroamericanos hacia el
norte, y para evitar que éste de desbordara, los gobiernos de Estados Unidos
y México intervinieron enviando ayuda material y económica para paliar los
efectos del mismo. Pero al mismo tiempo se incrementaron los mecanismos
regulatorios de los flujos migratorios en el marco de los acuerdos de la
Conferencia Regional de Migración. Por ejemplo, el gobierno de Guatemala
impuso serias restricciones a la movilización de personas del llamado C4
(Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) para llegar hasta su frontera
con México cruzando por territorio de ese país, y en el año 2000 llevó a cabo
el mencionado proyecto piloto "Plan Coyote 2000". Los devastadores sismos
ocurridos a principios de 2001 en El Salvador y Guatemala también produjeron
un flujo masivo de migrantes.
Todo esto ha llevado al nuevo gobierno de Fox a buscar reforzar el control de
esta región, para lo cual "sellará" la frontera sur del país con efectivos
del Ejército y de la militarizada Policía Federal Preventiva (PFP), lo cual
se inscribe dentro de los acuerdos sobre materia de migración que negocian
actualmente los gobiernos de Fox y de Bush.
4. El Plan Puebla Panamá como regulador de la fuerza laboral migratoria
Centroamericana y del Sur Sureste de México.
El actual presidente Vicente Fox manifestó durante su campaña electoral que
asumiría una defensa más proactiva de los derechos de los migrantes. Y
después de su victoria del 2 de julio del 2000, y antes de su visita a
Estados Unidos y Canadá en el mes de agosto de 2000, dijo que confiaba en que
dentro de 5 o diez años se instituya el libre tránsito de mexicanos por estos
países de Norteamérica. Esta postura de abrir mas la frontera fue criticada
por funcionarios de Estados Unidos y de México. Durante una gira de tres días
por Centroamérica en septiembre de 2000, Fox planteó que no permitiría más
abusos contra los migrantes de esa región, para lo cual designaría un zar
para la frontera sur mexicana (de igual forma que para la frontera norte). Y
para el caso de los mexicanos en Estados Unidos, Fox incorporó, en la nueva
estructura de gobierno y de gabinete, una Comisión de Protección de los
Migrantes en la Oficina de la Presidencia, bajo la coordinación directa del
Consejo de Seguridad Nacional, en manos de Adolfo Aguilar Zinser..
Durante la visita que el presidente de Estados Unidos, George Bush Jr.
hiciera a Fox el 16 de febrero de 2001, ambos acordaron negociar una nueva
política en materia de migración. Estas negociaciones se iniciaron a
principios de abril en una plática de alto nivel realizada en Washington,
D.C. entre el Canciller Jorge Castañeda y el Secretario de Gobernación
Santiago Creel por México y el Secretario de Estado Collin Powell y el
Procurador General John D. Ashcroft por Estados Unidos. En una conferencia de
prensa llevada a cabo el 5 de ese mes después de las conversaciones con
Powell y Ashcroft, Creel planteó que "a cambio de más avenidas legales para
que los mexicanos trabajen en Estados Unidos, su gobierno estaba preparado
para aumentar sus intentos de detener a los extranjeros de cruzar su país en
su ruta hacia la frontera estadounidense." Creel dijo que "gobierno mexicano
está preparado para quebrar el creciente flujo de extranjeros que utilizan el
país como un punto de tránsito en sus esfuerzos para entrar a Estados
Unidos". Dijo que la oferta representa un cambio en política del gobierno de
oposición que llegó al poder en diciembre pasado, finalizando siete décadas
de gobierno de un solo partido. "Por primera vez, el gobierno mexicano está
reconociendo que tenemos una responsabilidad respecto de los flujos
migratorios" hacia los Estados Unidos. Creel mencionó que los pasos
específicos que México podría tomar para parar a los inmigrantes de entrar a
Estados Unidos ilegalmente vía México incluyen un reforzamiento más estrecho
de la frontera de México con Guatemala; requerir a más ciudadanos extranjeros
la obtención de visas para visitas a México; y atacar a los corruptos
guardias fronterizos mexicanos que trabajan con bandas internacionales de
traficantes de personas. (Sheridan, 2001)
Jorge Castañeda, por su parte, dijo que los funcionarios estadounidenses
fueron "muy receptivos" a las propuestas de la delegación para un nuevo
acuerdo, que incluiría un programa de trabajadores huéspedes, un creciente
número de visas permanentes, mayores protecciones para los trabajadores
ilegales y un sistema aún no definido para "regularizar" a los inmigrantes
"ilegales" mexicanos que se cree que suman más de la mitad de los 6 millones
de residentes ilegales estimados en los Estados Unidos.
Ambas partes han planteado que están dispuestas a aceptar un nuevo acuerdo,
el cual probablemente requerirá la aprobación de los congresos de ambos
países. Los funcionarios de la administración Bush, sin embargo se oponen a
una amnistía total para los inmigrantes indocumentados.
Podemos decir, entonces, que la estrategia foxista para enfrentar el fenómeno
migratorio, se enmarca en su proyecto para profundizar la integración
regional de México a América del Norte, eliminando las fronteras (propuesta
como candidato, la cual no fue considerada como algo factible por los
gobiernos de Canadá y Estados Unidos). Como uno de los pasos para avanzar en
esa mayor integración, Fox ha propuesto la creación de una región energética
norteamericana, lo cual ha sido ya aceptado por Bush y Chrétien. Y, por el
lado de la migración. Fox ofrece la mano de obra barata mexicana como ventaja
comparativa en América del Norte, estableciendo un programa temporal de
trabajadores huéspedes con Estados Unidos y ampliando el que existe entre
Canadá y México (que más que programa es un acuerdo de palabra que existe
entre ambos gobiernos desde 1974 el cual ha sido renovado en diversas
ocasiones, y en el cual participaron aproximadamente 9 200 trabajadores en el
período agrícola del año 2000 y casi 11, 500 en el 2001), hasta 25, 000
trabajadores que vayan no sólo a la agricultura sino a otros sectores
productivos (Venegas, 2001).
Como se puede observar, de lo que se trata es de regular el mercado laboral
de América del Norte utilizando la mano de obra barata de los mexicanos como
ventaja comparativa en el nivel regional (Canadá, Estados Unidos y México
principalmente vía las industrias maquiladoras éste último), a cambio de
establecer controles en la frontera sur para regular el mercado laboral
centroamericano de mano de obra barata que sería empleada principalmente en
las industrias maquiladoras y otros grandes proyectos productivos del
denominado Plan Puebla-Panamá (PPP). Este plan había sido propuesto por
Vicente Fox, siendo ya presidente electo durante su gira a Centroamérica en
septiembre del año 2000, planteado la idea de promover un plan regional de
integración del sur y sureste de México con los países centroamericanos,
cuyos gobernantes recibieron bien la propuesta.
En el mes de marzo, la Presidencia de la República da a conocer oficialmente
el "Plan Puebla-Panamá", cuyo objetivo fundamental "es mejorar la calidad de
vida de los habitantes de la región territorial comprendida en la región Sur
Sureste de México y los países de Centroamérica". Este objetivo contiene ocho
objetivos básicos, el logro de los cuales tendría como consecuencia el
global:
- Elevar el nivel de desarrollo humano y social de la población;
- Lograr una mayor participación de la sociedad civil en el desarrollo;
- Lograr un cambio estructural en la dinámica económica;
- Aprovechar cabalmente las vocaciones y ventajas comparativas;
- Promover inversiones productivas que amplíen la oferta de empleos bien
remunerados;
- Alcanzar un manejo sustentable de los recursos naturales y el ambiente;
- Promover la concertación de planes y estrategias conjuntas de desarrollo
entre la región Sur-Sureste de México y los países de Centroamérica;
- Modernizar y fortalecer la capacidad de las instituciones de la región".
Se plantea que para promover la captación de inversiones, "el Plan incluye
acciones de promoción nacional e internacional a partir de la identificación
de proyectos de inversión que garanticen rentabilidad en el mediano y largo
plazo, y una participación directa en una estrategia de desarrollo
multisectorial." Y dentro de estos proyectos se impulsaría el establecimiento
de maquiladoras para diferentes sectores productivos.
"El Plan promoverá en particular la captación de inversiones en áreas de
servicios e infraestructura regionales, tales como transportes, energía,
telecomunicaciones e infraestructura hidroagrícola; áreas estratégicas para
la planeación del territorio, como son desarrollo territorial y
sustentatibilidad ambiental; así como en nichos regionales que impulsarán la
dinámica económica regional: agricultura, agroindustria y biotecnología;
textil; partes electrónicas; autopartes,; petroquímica y, en particular,
turismo sustentable." (Ibid, p. 27).
El aprovechamiento cabal de las vocaciones y ventajas comparativas se refiere
fundamentalmente a la explotación de los recursos naturales y a la mano de
obra barata de la región:
"(?) el Plan considera importante y urgente instrumentar acciones que
promuevan un ordenamiento territorial conducente a una explotación eficiente
y sustentable de los recursos naturales y acciones que ayuden a frenar y
revertir el proceso de dispersión y migración poblacional de los estados de
la región, impulsando el desarrollo local y el mejoramiento de los servicios
básicos y de las condiciones de vida de la población. Así, entre otros, el
Plan propone construir una red de centros de integración rural, cuyo objetivo
será impulsar regiones o zonas con infraestructura y servicios básicos para
ir concentrando en ellos a las comunidades dispersas, logrando una más
eficiente organización territorial y una relación más equitativa de su
entorno. Estos centros asumirían el rol de espacios de atracción de la
población rural para contener los procesos de emigración y de dispersión
poblacional; así, se constituirán también en factores de desarrollo
productivo y sustentable de la región propiciando una mayor integración
regional y de servicios. " (Ibid, pp 32-33)
Por supuesto que esto se extendería a toda la región del Istmo
centroamericano, para lo cual se plantea:
"Establecer una agenda internacional de coordinación de inversiones y
políticas de desarrollo con los países de Centroamérica.
Promover la integración productiva, comercial y de servicios con los países
del istmo centroamericano.
Armonizar los marcos regulatorios y reestructurar los esquemas de tarifas y
subsidios en toda la región Puebla Panamá.
Promover entre los países participantes la adopción de políticas públicas que
incentiven el libre mercado y competencia en la región." (Ibid, p. 34.
Ya a principios de 2001, Fox había demandado a la Secretaría de hacienda y
Crédito Público, la utilización de recursos fiscales para el apoyo de
diversas acciones para el desarrollo del "Programa La Marcha hacia el Sur-
Sureste", correspondiente a la parte mexicana del PPP. De acuerdo con la
Exposición de Motivos e Iniciativa de Decreto de este programa,
"(?) la presente administración pondrá especial énfasis en la política de
desarrollo regional mediante la instrumentación de proyectos estratégicos y
de cambio que permitan que florezca la diversidad y la riqueza regional, y
superar el enorme rezago y desigualdad que tanto lastima a nuestro país y que
son incompatibles con el proceso de consolidación democrática".
En esta perspectiva, el objetivo de la política de desarrollo regional
oficial,
"(?) debe enfocarse a sentar las bases para que cada región aproveche al
máximo su potencial productivo, e impulsar el desarrollo de oportunidades
regionales y de industria local para asegurar que los frutos de la
globalización se distribuyan más equitativamente. La región sur-sureste del
país, que comprende los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo,
Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz, merece especial atención". (Ibid)
En una primera etapa, plantea el programa, la estrategia para el desarrollo
del sur-sureste, tiene cuatro vertientes: inversiones en infraestructura de
Transporte; inversiones en Infraestructura Hidroagrícola; Promoción del
Empleo; y Promoción del Turismo. En particular,
"La tercera vertiente propone complementar los esfuerzos de inversión con las
acciones de impulso a la micro, pequeña y mediana empresa que llevará a cabo
la nueva Secretaría de Economía a través del Fondo que se creará para estos
propósitos. Estas acciones se complementarán con el inicio del nuevo Programa
Marcha hacia el Sur-Sureste (?), que tiene por objeto reducir, por única vez,
el costo de instalación de las empresas en la región para promover que la
industria maquiladora que ha tenido gran éxito en la región norte del país,
se extienda al sur-sureste. (...)" (Ibid)
Pero este programa para la integración del sur-sureste retoma los
planteamientos hechos por Enrique Dávila, Georgina Kessel y Santiago Levy,
éste último Subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público del gobierno de Ernesto Zedillo, en un ensayo aparecido en julio de
2000 e intitulado: "El sur también existe: Un ensayo sobre el desarrollo
regional de México", y que se inscribía en los planteamientos del Plan
Nacional de Desarrollo 1995-2000 de Ernesto Zedillo. Es decir, esta propuesta
se había elaborado para dar continuidad a la política de desarrollo regional
neoliberal durante el nuevo gobierno (2000-2006). Y, en efecto, esta
estrategia se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 del
gobierno de Vicente Fox. En el mencionado ensayo, los autores plantean que:
"(?) el atraso del sureste es el resultado de un largo proceso y que, más
allá del necesario aumento del gasto social, se requiere un replanteamiento
profundo de la política de desarrollo regional del país. Este replanteamiento
debe, en primera instancia, ubicar la problemática de Chiapas y del sureste
en un contexto regional y nacional; en segunda instancia, debe resolver los
problemas estructurales que han impedido que el sureste logre un desarrollo
económico autosostenido, a través de cambios de fondo en la orientación de
las políticas públicas. Lo anterior resulta de suma importancia por dos
razones: primero, porque las profundas diferencias entre el sureste y el
resto del país son incompatibles con el desarrollo armónico de un país
democrático; y segundo, porque la apertura comercial y, en particular el
TLCAN, están ampliando la brecha de desarrollo entre un norte industrializado
y un sureste confinado a las actividades primarias. Así, de no tomarse
medidas estructurales en breve plazo, se corre el riesgo de ahondar los
desequilibrios regionales del país".
.
Los autores planteaban que esta problemática puede enfocarse desde dos puntos
de vista: "centrar la atención en sus condiciones de pobreza y marginación, o
examinar los factores que inciden sobre la distribución geográfica de la
producción y del empleo dentro del territorio nacional".. Y mencionan que la
conexión entre estos enfoques, "aunque estrecha, dista de ser total, debido
al papel de los flujos migratorios en la distribución geográfica de las
familias." Así, "si emigran quienes no encuentran oportunidades adecuadas de
ingreso en una zona, ésta puede tener escaso desarrollo y no presentar
problemas severos de pobreza. Así, la pobreza extrema rural de regiones
rezagadas se convierte en pobreza moderada urbana en zonas con rápido
desarrollo". Por el contrario, dicen los autores,
"la creación de un polo de desarrollo en una región atrasada no resuelve
necesariamente sus problemas de pobreza, debido a que se convierte en un foco
de atracción migratoria para la población de todo el país y, ante la
competencia en el mercado laboral, la población local puede no tener acceso a
los empleos creados o sólo aspirar a los de menor calificación".
El primer caso sería, por ejemplo, el de trabajadores del estado de Michoacán
que emigran a diversas ciudades de la frontera norte para trabajar en la
industria maquiladora. Y el segundo sería, por ejemplo, el caso de Cancún ,
Quintana Roo, en donde, de acuerdo con el censo de población de 1990 la
población estaba compuesta de un 25% de la población nacida en el estado,
37.8% nacida fuera de la Península de Yucatán y la población proveniente del
D.F. representaba el 9.7%. Por lo tanto, decían los autores, "el diseño de
políticas públicas para el sureste debe separar los objetivos de combate a la
pobreza con los de desarrollo regional, debido a que los instrumentos a
utilizar en cada caso no son los mismos, al menos en el corto plazo."
La tesis central de este estudio, según los autores, es que "las políticas
instrumentadas por el gobierno Federal en las últimas cinco o seis décadas
implícitamente han desalentado el desarrollo económico de Chiapas y la región
sureste en general." Y argumentaban que "es factible, y deseable,
complementar las acciones de política social que se están llevando a cabo con
una corrección de los factores que han reprimido el aprovechamiento de las
ventajas comparativas naturales del sureste, lo que se traduciría en un
desarrollo autosostenido de la región". Así, dicen, "no proponemos políticas
que artificialmente eleven la rentabilidad de la actividad económica en la
región a través de incentivos fiscales o créditos subsidiados, sino medidas
para corregir las distorsiones creadas por las políticas públicas seguidas en
el pasado."
En la parte quinta de su ensayo, "Una propuesta para el desarrollo del
sureste", los autores plantean "existe un amplio espacio para diseñar una
política que libere el potencial productivo de la región, sin alterar costosa
y artificialmente el patrón de ventajas comparativas a través de subsidios
crediticios o fiscales a favor de los particulares" (p. 38). En términos
generales, dicen los autores, "la estrategia propuesta busca complementar las
acciones de desarrollo social que ya están siendo implementadas (sic), con
una política de desarrollo de la región e impulse su potencial agropecuario,
forestal, manufacturero y turístico" (p. 40). Esta estrategia consta de dos
grandes líneas: "inversiones públicas en infraestructura de transporte e
hidroagrícola; y cambios institucionales, regulatorios y de las políticas de
precios, tarifas y subsidios." (pp. 40-41)
En el caso de las inversiones en infraestructura de transporte, dicen los
autores, éstas "tienen, en general, más impacto cuando se canalizan a las
regiones con mayor potencial productivo en le corto plazo. En México, esto
implica canalizar inversiones en las zonas de influencia de los puertos y a
lo largo de ejes conectados con un cruce fronterizo importante". Sin embargo,
apuntan, "en virtud de la importancia de la conectividad, las inversiones
requeridas para impulsar el desarrollo del sureste pueden ubicarse fuera de
los límites de la región." En este sentido, los autores argumentan a favor de
una política de inversiones en infraestructura "que permitan que el sureste
se beneficie, de manera muy importante, de las inversiones en el norte del
país y en los puertos con mayor potencial exportador. En la medida en que
estas inversiones se conecten con aquéllas que puedan dar salida a las
exportaciones del sureste u ofrecerles acceso a insumos más baratos". (pp.
42-43)
Los autores proponen ampliar la capacidad de manejo de carga y mejorar la
calidad de la infraestructura de:
- "el eje Matamoros-Tampico-Veracruz-Villahermosa-Campeche-Mérida;
- el eje Tapachula-Arriaga-Salina Cruz-Acapulco-Lázaro Cárdenas;
- el enlace de Tuxtla Gutiérrez con Cárdenas, Tabasco; y,
- los puertos de Progreso, Salina Cruz y Coatzacoalcos". (p. 43)
El aumento de la conectividad del sistema de transporte en beneficio del
sureste, dicen los autores, "potenciaría las oportunidades de empleo formal
en la región y, adicionalmente, fortalecería el papel de sus ciudades como
mercados locales". Así, "(t)odo ello generaría una atracción migratoria a las
ciudades medias de la zona y, aún cuando parte de la migración pueda provenir
de otras entidades federativas, es de esperar un efecto de urbanización y de
reducción de la dispersión poblacional en el medio rural que caracteriza a la
región". (p. 46)
Los autores proponen invertir, para el período 2001-2006,
"aproximadamente un total de 36.4 mil millones de pesos a precios del 2000,
para construir 2, 485 kilómetros de carreteras, 694 mil hectáreas de riego y
temporal tecnificado, y mejorar 2 puertos y 6 carreteras, además de la
modernización del ferrocarril del Istmo de Tehuantepec. La infraestructura
desarrollada permitiría conectar al sureste con los mercados internacionales
como lo muestra la gráfica 5.3" (principalmente hacia los Estados Unidos y
Asia) (p. 47)
Como se mencionaba más arriba, este ensayo sirvió de base para el "Programa
la Marcha hacia el Sur-Sureste", en cuyo proyecto de presupuesto se plantea
que "las obras de infraestructura carretera e hidroagrícola (básicamente las
mismas que proponen los autores mencionados) que se planean iniciar en el año
2001, forman parte del programa de inversiones que la presente Administración
ha diseñado para el desarrollo productivo de la región y su integración con
los países centroamericannos y el resto de los mercados mundiales".(p. 6).
Dentro de la tercera vertiente de este programa, "Promoción del Empleo", se
plantea que "los estados de la región se verán beneficiados con un programa
de fomento al establecimiento de empresas maquiladoras mediante la
integración de apoyos fiscales y económicos, oferta de capital humano
capacitado e infraestructura para la instalación de proyectos altamente
generadores de empleo." Para este programa se tienen considerados "recursos
por un monto de 200.0 millones de pesos. Estos recursos permitirán generar 37
mil empleos permanentes y bien remunerados, mediante la instalación de 92
nuevas empresas maquiladoras". (p.7)
Como podemos observar, lo que se busca con esta estrategia es el
aprovechamiento de las ventajas comparativas naturales del sur-sureste de
México, y por extensión de la región centroamericana, es decir, recursos
naturales y mano de obra barata.
5. A manera de conclusiones.
El Plan Puebla Panamá es la estrategia del régimen foxista, para integrar a
la región sur-sureste de México y el istmo centroamericano en la dinámica del
neoliberalismo, para aprovechar los recursos naturales y energéticos, así
como la mano de obra barata de la región, y construir un puente entre América
del Norte y América del Sur para facilitar la creación del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA). Para ello, se busca aprovechar las ventajas
de integración subordinada logradas por México respecto de los países
centroamericanos con los cuales nuestro país ha establecido, a partir de
1995, tratados de libre comercio (Costa Rica, Nicaragua, el llamado Triángulo
del Norte conformado por Guatemala, El Salvador y Honduras) y con la pronta
firma con los países que faltan (Belice y Panamá).
Pero esta estrategia también trata de impulsar la regulación del mercado
laboral regional de Centroamérica y del sur-sureste de México, estableciendo,
en primera instancia, estrictos controles de los flujos migratorios en el sur
para que no lleguen a la frontera entre México y Estados Unidos, a cambio de
que esta última nación abra más sus puertas a los trabajadores migrantes
mexicanos para laborar en territorio norteamericano. Con ello esta estrategia
busca también consolidar la regulación de la fuerza laboral migratoria
mexicana para el mercado laboral norteamericano. Pero la puesta en marcha del
PPP no se ve fácil y posiblemente tenga que remontar todavía algunos
obstáculos difíciles antes de que los proyectos productivos generen los
empleos previstos para la población del sur-sureste y de Centroamérica, la
cual seguirá emigrando en grandes cantidades en busca de un empleo.
Ante esta situación y para evitar que los flujos de estos migrantes sigan
creciendo, a partir del 1º de julio de este año, el gobierno mexicano dio
inicio a un programa denominado "Plan Sur" para reducir la porosidad de las
líneas divisorias entre nuestro país y Guatemala y Belice, mediante el
incremento de la presencia policiaca y militar. Este plan se inscribe en el
marco del compromiso adquirido ante Washington por la administración de Fox
en el sentido de reducir el flujo de inmigrantes indocumentados que llegan a
la frontera común. Y que se complementa con el "Plan de Acción para la
Cooperación sobre Seguridad Fronteriza", acordado en una reunión de alto
nivel sostenida el 22 de junio en San Diego, California, por autoridades de
ambas naciones, el cual incluye declarar zonas de alto riesgo vastas
extensiones en la región limítrofe entre México y Estados Unidos; un nuevo
programa de reconocimiento aéreo en las áreas desérticas; prevé un proyecto
piloto para que la Patrulla Fronteriza reemplace el armamento letal por otro
no letal y disuasivo; revisión de los operativos Salvaguarda, Guardián,
Bloqueo y Río Grande; incremento hasta en 40% del número de integrantes del
Grupo Beta; el fortalecimiento de medidas para prevenir el acceso a cruces en
zonas de alta peligrosidad; prohibir el paso de personas hasta 3 kilómetros
al sur de la frontera; y efectuar operativos conjuntos de "disuasión" de la
migración entre la Patrulla Fronteriza y los Grupos Beta, e intercambiar
información entre la Procuraduría General de la República (PGR) y el Servicio
de Inmigración y Naturalización (SIN) para combatir a bandas de polleros.
(Cornejo, 2001; Saldierna, 2001a). De hecho, el gobierno de Baja California
ya instrumentó este plan, impidiendo el acercamiento a la línea divisoria o
"bordo" de los que intentan cruzar sin documentos, lo que ha elevado la
protesta de grupos en pro de los derechos de los migrantes.
Este plan de acción conjunta es el resultado de las negociaciones entre los
gobiernos de los dos países, luego que los presidentes Bush y Fox acordaron
la búsqueda de mecanismos que permitan "una migración segura, legal, ordenada
y con respeto a los derechos humanos". La primera reunión del grupo de alto
nivel sobre migración para iniciar tales negociaciones se realizó el 4 de
abril en Washington, D.C. y en la agenda se incluyeron los temas de seguridad
fronteriza, el régimen de visas temporales, la regularización de los
mexicanos indocumentados que se encuentran en Estados Unidos, posibles
alternativas para nuevos programas de trabajadores temporales e impulso al
desarrollo económico regional. Otros encuentros se efectuaron el 6 de junio
en San Antonio, Texas y el 8 del mismo mes en Washington, D.C. Como resultado
de estas reuniones se convino intensificar los esfuerzos existentes para
fortalecer la seguridad en la frontera y comenzar una revisión integral de
las respectivas políticas fronterizas, con el fin de reducir los riesgos y
eliminar la muerte de los migrantes a lo largo de la línea divisoria.
En lo que respecta al "Plan Sur", a partir del 1º de julio el gobierno
mexicano reforzaría la presencia militar, policiaca y de agentes migratorios
en su frontera sur, con el objetivo de contener el flujo creciente de
indocumentados centroamericanos, droga y armas por esa zona. Este plan lo dio
a conocer el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda el 18 de junio
en una entrevista concedida al diario The Washington Post, en la cual el
funcionario consideró que en el pasado prácticamente no había acciones
concertadas para enfrentar el tráfico ilícito de personas y droga en la
frontera con Guatemala y Belice. Creel dijo que: "El plan, que no ha sido
hecho público, es un esfuerzo sin precedente para cortar los flujos de
inmigrantes, drogas y armas al país desde Centroamérica". En la nota
publicada en primera plana, Creel Miranda anunció que se canalizarían
importantes recursos a la modernización e incremento de los puntos de
revisión migratoria en el sur de México, y dijo que otro de los aspectos
destacados en el proyecto de reforzamiento de la frontera sur es el
despliegue de "grupos de elite" de militares y policías en los puntos más
críticos, que abarcaría hasta el Istmo de Tehuantepec. Consideró que si se
concentran esfuerzos para el control de flujos migratorios ilegales en el sur
del país, las acciones podrían ser más eficaces de los que hasta ahora han
sido. Reconoció que en el pasado los controles policiacos para enfrentar el
flujo de migrantes, armas y drogas no fueron lo suficientemente efectivos:
"En el pasado, la policía no fue efectiva en todo. No había plan. Ahora
nosotros vamos a trabajar con objetivos claros". Finalmente, Creel Miranda
mencionó que se había iniciado una reestructuración del desempeño del
Instituto Nacional de Migración, orientándose principalmente a investigar
aquellos casos de corrupción que faciliten las operaciones de tráfico de
indocumentados. Paralelamente, confió en que las negociaciones que realizan
los gobiernos de México y Estados Unidos para autorizar la entrada legal de
trabajadores mexicanos y regularizar la presencia de los que ya están
laborando en el sur del país vecino, pueda lograrse próximamente. (La
Jornada, 19 de junio de 2001, p.5).
De acuerdo con el Comisionado del Instituto Nacional de Migración, Felipe
Jesús Preciado Coronado, el Plan Sur consiste en sellar el istmo de
Tehuantepec para enfrentar uno de los mayores problemas del país: el tráfico
ilegal de extranjeros y las organizaciones criminales que lo operan. La
prioridad es ser muy eficaces en el control de estos flujos migratorios que
arriban sin documentos al país, para evitar los problemas que genera su
presencia. Para ello hay que aprovechar el cuello de botella del Istmo,
cerrarlo. El plan consiste "en tener ahí a nuestro mejores operadores, a
nuestros mejores elementos. Se trata de una estrategia de mucha coordinación
con los demás elementos de las corporaciones en todo el sur, principalmente
aprovechando las condiciones geográficas del istmo -una franja de terreno
bastante accesible que podemos cuidar muy bien-, ya que por ahí van a pasar
todos, los que se nos hayan pelado por allá abajo en la frontera finalmente
van a pasar por ahí" (Gómez, 2001, pp. 41-42).
Ante diversos cuestionamientos hechos al Plan Sur en diversos medios
políticos y sociales, el subsecretario de Población, Migración y Asuntos
Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Javier Moctezuma Barragán planteó
que el gobierno mexicano no pretende militarizar la frontera sur para
enfrentar el cruce de indocumentados centroamericanos y el tráfico de drogas
y armas, y precisó que dicho programa busca una coordinación con otras
dependencias policiacas y militares para el reordenamiento de la frontera
sur. Sostuvo que la participación de la Secretaría de la Defensa y la Armada
de México serán sus funciones de lucha contra el tráfico de estupefacientes y
de vigilancia. En este contexto, Moctezuma Barragán rechazó que con dicho
plan el gobierno mexicano pretenda realizar el "trabajo sucio" a Estados
Unidos, y puntualizó que su aplicación está desvinculada de las negociaciones
que se realizan entre ambos gobiernos para ampliar el número de trabajadores
que puedan ingresar al país del norte con permisos especiales para laborar.
Precisó que en su reciente viaje a Centroamérica, el presidente Fox dejó en
claro que uno de los asuntos fundamentales que se tiene en el marco del Plan
Puebla-Panamá es el problema migratorio, "porque la manera para combatir un
flujo desordenado e intenso de personas es mediante la inversión" (Urrutia,
2001, p. 3)
Por su parte, el comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM),
Felipe de Jesús Preciado, dijo que definitivamente el objetivo del plan
Frontera Sur no tiene ninguna pretensión de incrementar la presencia de
militares en el sureste. Sin embargo, reconoció la importancia de la
coordinación con el Ejército y con la Armada de México, y citó el ejemplo de
que en el mes de mayo de 2001, la participación de militares y su
coordinación con el INM permitieron el rescate de 249 centroamericanos en el
desierto de Chihuahua, quienes estaban a punto de morir deshidratados.
También dijo que, de acuerdo con las tendencias, durante los primeros meses
del año el gobierno mexicano prevé incrementar 100% el número de
deportaciones de centroamericanos indocumentados, lo que al final de 2001
podrían alcanzar 250 mil. Dio las cifras de las deportaciones en el país: en
2000 fueron 150 mil los centroamericanos que fueron devueltos por haber
incursionado ilegalmente ea México. Para 2001 se ha incrementado
sustancialmente, pues, tan sólo en el bimestre abril mayo se devolvió a sus
países de origen a más de 60 mil. A partir de esta cifra, la previsión es que
hacia el final del año pudieran superarse las 250 mil deportaciones,
independientemente de los resultados que traería la aplicación del plan
Frontera Sur (Urrutia, y Pérez, 2001, p. 9).
El Plan incluye un convenio con el gobierno de Guatemala, para que éste envíe
a sus países de origen a los indocumentados que actualmente son llevados a
territorio guatemalteco, pero de inmediato buscan cruzar otra vez hacia
México. No obstante, el presidente de Guatemala, Alfredo Portillo, dijo a
periodistas de Washington el 3 de julio que considera muy difícil sellar por
completo una frontera, al comentar la propuesta de México de instalar un
cordón policial y militar entre ambos países para controlar el tráfico de
personas y drogas. "Para empezar, creo que es muy difícil hablar de sellar
una frontera. La experiencia es que por muchos controles que se pongan, los
ciudadanos -tanto de manera ilegal como criminal- pasan las fronteras". Pero
agregó que: "Sin embargo, creo que el esfuerzo por intentar regular el
tránsito por las fronteras es muy importante para todos los estados" (La
Jornada, 4 de julio de 2001, p.15).
Existe claridad en los medios oficiales de que el Plan Puebla-Panamá no podrá
avanzar si no se resuelve el tema migratorio y de seguridad en la frontera
sur, como admitió el comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado a fines de
junio del 2001. (Dávalos, 2001, p. 13). Pero también que Estados Unidos está
interesado en la instrumentación del "Plan Sur". Así, en una audiencia en el
Senado mexicano a mediados de julio, el coordinador del Plan Puebla Panamá,
Florencio Salazar Adame, reconoció que por medio de ese proyecto, Estados
Unidos pretende influir para evitar los flujos migratorios del sur-sureste y
así disminuir la presión de los indocumentados centroamericanos que tratan de
cruzar a su territorio a través de la frontera con México (Becerril, 2001, p.
8).
En esta perspectiva, es claro que esta problemática es una cuestión de
seguridad nacional para Estados Unidos, y el gobierno mexicano instrumenta
dicho plan con ese enfoque, como lo apunta el Comisionado del INM, Felipe de
Jesús Preciado: "El gobierno de México no le hará "el trabajo sucio" al de
Estados Unidos con el Plan Sur, a través del cual se repatriará a inmigrantes
ilegales de Centroamérica". El plan, dijo Preciado, se aplicará por
cuestiones de seguridad nacional, y si de ahí se deriva un beneficio para
Estados Unidos, "será una buena tarde" para Washington, pero se llevará a
cabo independientemente de lo que opine la administración Bush. (Méndez,
2001, p. 15)
Pero también el Plan Puebla Panamá se convertirá en uno mas de los mecanismos
de regionalización de las políticas estadounidenses de inmigración, como lo
son sus leyes de inmigración, antiterrorismo y seguridad social aprobadas por
el Congreso en 1996, y la Conferencia Regional de Migración que establece
mecanismos de regulación de las migraciones en sus países miembros en función
de los intereses estadounidenses. En este marco se puede inscribir, por
ejemplo, el Operativo Encrucijada Internacional (Crossroad Internacional)
llevado a cabo por Estados Unidos en 12 países (Canadá, Estados unidos,
México, así como naciones de Centroamérica y el Caribe) del 4 al 20 de junio,
y en el cual fueron detenidos cerca de 8 mil migrantes indocumentados que
pretendían llegar a territorio de Estados Unidos. En México se interceptaron
el mayor número de migrantes (5 mil 626), seguido de Guatemala con 809; El
Salvador con 573, Costa Rica 126, Honduras 392, Jamaica 90, Panamá 72,
República Dominicana 90, Ecuador 37, Haití 36, Perú 28 y Colombia 12. En
total fueron arrestados 7 mil 891 indocumentados, de los cuales 5 mil 500
fueron repatriados. La mayoría, 2 mil 531 eran hondureños, 2 mil 183
salvadoreños, mil 962 guatemaltecos, 378 nicaragüenses, 234 ecuatorianos, 120
peruanos, 112 dominicanos, 62 mexicanos y el resto provenía de otros países
latinoamericanos, asiáticos y africanos
Hipólito M. Acosta, director para América Latina y el Caribe del Servicio de
Inmigración y Naturalización de Estados Unidos informó que la Operación
Crossroads International también sirvió para asegurar 270 libras de cocaína,
mariguana y algunas armas. Entre los arrestados se encontraban 75 personas
relacionadas con actividades criminales, de las cuales 38 se dedicaban al
tráfico de seres humanos y 14 a la falsificación de documentos. Además fueron
detenidos 7 ciudadanos estadounidenses que violaron las leyes migratorias de
su país. Acosta detalló que la colaboración entre los gobiernos consistió
principalmente en el intercambio de información, pues el arresto de los
migrantes fue realizado por los agentes de cada país. Por parte de Estados
Unidos participaron el Servicio de Inmigración y Naturalización, en algunos
casos, el FBI y el Servicio de Aduanas. También hubo cooperación de Canadá,
país que figuraba como meta de algunos indocumentados. De acuerdo con el
funcionario estadounidense éste no es el primer operativo internacional; el
año pasado se realizó uno similar, pero sólo participaron 6 países y se logró
la detención de 3 mil 947 personas. También dijo que no hay ninguna relación
entre el programa mexicano para reforzar la vigilancia en la frontera con
Guatemala y Belice, y el Crossroads International. Destacó que antes que
entrara en vigor el segundo operativo, el gobierno de Fox ya había planteado
la puesta en marcha del primero. (Saldierna, 2001b, p. 46).
Sin embargo, treinta y dos horas después de conocerse, el gobierno mexicano
desmintió su participación en el operativo Encrucijada Internacional, en un
comunicado conjunto que emitieron, a las 22 horas del 28 de junio, las
secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores:
"En relación con el supuesto operativo migratorio Encrucijada Internacional,
las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores puntualizan lo
siguiente: Las autoridades migratorias mexicanas no participaron, ni
recibieron solicitud alguna para colaborar en una acción de esa naturaleza.
Los aseguramientos de migrantes indocumentados que en los últimos días se han
registrado en territorio nacional forman parte de las actividades de rutina
que realiza el Instituto Nacional de Migración. Los centroamericanos
recientemente asegurados por autoridades migratorias de México fueron
entregados a la Dirección general de Migración en Guatemala para su posterior
repatriación a sus lugares de origen." (La Jornada, 29 de junio de 2001, p.
16).
En ese sentido, el comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado, insistió en
la versión de que ninguna instancia mexicana participó en el Operativo
Encrucijada, llevado a cabo por Estados Unidos en 12 países, y precisó que la
cifra presentada por ese gobierno, de que "arrestó" y deportó a más de 7 mil
indocumentados, es errónea, porque incluyó a más de 5 mil 600 personas que
detuvo el INM durante los 15 días de esa acción. Aclaró que la intervención
de la Policía Federal Preventiva fue exclusivamente para el arresto "de
algunos polleros, cuestión que celebro", pero tampoco formó parte del
operativo estadounidense. (Méndez, op. cit.).
Como hemos mencionado en otra parte del texto, el gobierno mexicano ha
acostumbrado desmentir su participación en este tipo de actividades llevadas
a cabo de manera conjunta, pero bajo la batuta de autoridades
estadounidenses.
En suma, el "Plan Sur" que implica el "sellamiento" de la frontera sur,
militarizará no sólo el control de la región fronteriza entre México y
Centroamérica para "evitar" el paso a migrantes centroamericanos y de otros
países, el paso de drogas y de armas; sino que este control se extenderá
hasta el Istmo de Tehuantepec, aprovechando su situación de "cuello de
botella", para cerrarlo y atrapar ahí a los que logren colarse. De acuerdo
con el Comisionado del INM, Felipe de Jesús Preciado, el plan se aplica por
cuestiones de "seguridad nacional". Con ello, el gobierno mexicano reproduce
el modelo de control de la frontera norte por parte del gobierno
esatadounidense, y la cual se ha venido militarizando desde el régimen de
Ronald Reagan a principios de los 1980s, quien para "recuperar el control de
las fronteras", por cuestiones de seguridad nacional, ordenó establecer
mecanismos de mayor control contra la migración indocumentada, el
narcotráfico y el terrorismo. Y aún llegó a vincular la inmigración
indocumentada con el tráfico de drogas.
Lo cierto es que esto fue el pretexto para controlar una región geoeconómica,
de carácter geoestratégico para el proyecto de integración regional
hegemónica de Estados unidos, ya que e esta región conocida como "Sun Belt" y
que abarca desde la Florida hasta California en el suroeste, pasando por
Texas, Nuevo México y Arizona, se ubica una gran parte de la industria de
punta (electrónica, aeroespacial, biotecnológica, etc.), de la industria
automotriz y la metalúrgica, minería (incluyendo plata, oro, y uranio) en
ambos lados de la línea divisoria (principalmente en la forma de maquiladoras
del lado mexicano); además de ubicarse los principales centros de
investigación nuclear, bases militares (terrestres y marinas), y de la
reserva petrolera estratégica en la Unión Americana (Sandoval, 1996 a y b).
Lo mismo sucederá con el Istmo de Tehuantepec, al ubicarse ahí uno de los
megaproyectos más importantes de integración regional del denominado Plan
Puebla Panamá. El Istmo de Tehuantepec se considera una alternativa al Canal
de Panamá para el transporte terrestre de mercancías en grandes contenedores
por medio de una vía multimodal transístmica, la cual irá acompañada de
corredores maquiladores a lo largo de la ruta, y de proyectos de explotación
de la biodiversidad.
6. Referencias bibliográficas, hemerográficas y documentales.
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Del mismo autor
- Militarización, seguridad nacional y seguridad pública 05/09/2011
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