Avanza hacia la ingobernabilidad

27/05/1998
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Caracas.- Las elecciones presidenciales de Venezuela están fijadas para el 6 de diciembre. En el firmamento actual aparecen candidatos independientes, que con su discurso tratan de distanciarse de los partidos tradicionales, aunque en algunos casos luego se negocien respaldos. Los partidos figuran entre las instituciones más desprestigiadas del país y por la atomización política los votos parecen que se dividirán entre al menos cuatro fuerzas o tendencias. Para evaluar la coyuntura política venezolana y sus implicaciones sociales, a menos de siete meses de los comicios -que prometen ser inéditos -, ALAI entrevistó al sacerdote jesuita y politólogo(JV) José Virtuoso, director del Centro Gumilla, que edita la revista SIC. ALAI: La candidatura de Hugo Chávez, el ex militar que encabezó la rebelión militar de febrero de 1992, parece desencadenar una serie de temores entre ciertos sectores.¿Podríamos decir que existe un temor extendido en la población por la posibilidad de un triunfo suyo en las elecciones de diciembre JV: En primer lugar habría que ver el así llamado fenómeno Chávez. Yo creo que Chávez, el respaldo que recibe, responde a una realidad fundamental en el electorado venezolano, que es la ausencia de respuestas, la ausencia de propuestas, la ausencia de convocatoria ante una realidad que por donde se la mire genera frustración. Chávez es el candidato que de alguna manera está identificándose claramente como el candidato anti-sistema, niega totalmente lo que existe como solución estable para el país. Representa todo ese sentido vindicativo, entre los sectores más afectados por la crisis, que de alguna manera esperan justicia. Chávez es el candidato que representa el decir de "tumbar la mesa con todo lo que en ella hay, para volver a pararla". Ese mensaje no ha sido dicho con propuestas ideológicas claras y coherentes, porque si uno analiza los discursos de Chávez encuentra formulaciones inconsistentes. Pero lo que menos importante en este momento, para el sentido que Chávez ha generado, es una coherencia propositiva teórica, sino más bien el sentido simbólico, pues representa una oferta radicalmente distinta, con una oferta de gobierno para los pobres, que son los que han sufrido la bancarrota de estos últimos años. Chávez es expresión de un malestar muy profundo que hay en la sociedad venezolana y ante el cual ninguna de las otras candidaturas tiene respuesta. ALAI: ¿Cuál sería el fondo del asunto que envuelve a la serie de comentarios sobre el temor a Chávez? JV: Para mí, Chávez está representando un descontento que no encuentra eco en ningún candidato. Podremos seguir diciendo que Chávez es un golpista, que no tiene propuestas ideológicas, pero el fondo del asunto es que ese señor está representando un descontento que no es mentira, es real. La gente está pasando por una frustración histórica ya de varios años, por una situación de descontento. En mi opinión la frustración mayor es en relación a las expectativas de futuro, donde no se ve futuro abierto por ningún lado. ALAI: ¿Efectivamente sería Chávez lo peor que le podría pasar a Venezuela?, y para cerrar este punto, ¿de dónde viene esa matriz de opinión en contra el ex militar? JV: Hay que empezar por reconocer que Chávez es una expresión del descontento de la sociedad venezolana, que no encuentra un discurso, un simbolismo en donde afincarse. Sobre eso, lo que está generando que la candidatura de Chávez sea vista como el peor peligro sobre la democracia venezolana, es que no se quiere reconocer que en verdad hay un descontento muy profundo que tiene que encontrar salida. Es algo así como no reconocer lo que en este momento Chávez está representando, es no reconocer que existe un descontento muy profundo al cual hay que dar respuesta. La gente no está contenta con esta democracia, con este sistema, con este liderazgo político. Entonces, detrás del miedo a Chávez está el miedo a reconocer que hay una profunda deslegitimidad del sistema, hay un profundo rechazo al sistema. El liderazgo político no quiere reconocer que fracasó. Todo lo demás es excusa. Se le acusa de golpista, golpistas han sido los padres fundadores de esta democracia, el argumento de que no tiene propuesta, pues propuesta no tiene ninguno, el argumento de que una vez que gane las elecciones puede hacer lo que le dé la gana con el poder, la verdad es que en este sistema y en este conjunto de fuerzas es ingenuo pensar que un hombre por más que quiera disolver al Congreso y paralizar los contratos de privatizaciones, lo podría hacer, como si esto fuera muy fácil. ALAI: En un artículo reciente en SIC tu mencionabas que Venezuela va camino hacia la ingobernabilidad. ¿Cómo ves ese camino ante un abanico de candidaturas independientes?, ¿Qué te lleva a decir que vamos camino de la ingobernabilidad? JV: Me lleva a decirlo el que la conducción del Estado venezolano reside en los órganos del poder central, fundamentalmente el ejecutivo y legislativo. Uno no siente que ante esa grave frustración que está viviendo la sociedad venezolana y ante la grave crisis del Estado, existan propuestas concretas. En nuestra Constitución, en nuestro sistema político, el presidente de la República tiene una capacidad de conducción del Estado y juega un papel preponderante. Yo, no solo no encuentro propuestas, sino cómo hacerlas en una situación de pobreza cada vez más creciente, en una situación de debilidad del Estado, de fraccionamiento de fuerzas políticas y de una profunda deslegitimidad del sistema, entonces cómo armas tu las estructuras que te permitan una serie de alternativas viables para el país. Eso para nada ni está en la discusión, ni en el tapete. En todas estas candidaturas independientes o supuestamente extrapartidos menos todavía se ve presente este debate. El avance hacia la ingobernabilidad de alguna manera tiene su fondo último en que el quehacer político se ha diluido completamente. No hay una verdadera dimensión y una verdadera proyección política en las actuales candidaturas y en las actuales fórmulas. No existe una proyección de cuál es el rumbo a seguir y el proyecto a implementar. ALAI: Tenemos una situación de pobreza dramática. Se calcula que alrededor de un 70 por ciento de la población está en algún nivel de pobreza, pero por otro lado este tema, de una agenda social, no figura entre las prioridades del mundo político, que se mueve más entre las cifras macroeconómicas. ¿Cuáles deberían ser las prioridades de una agenda social para el próximo gobierno? JV: Evidentemente siempre tendrán que estar en la agenda social del gobierno lo que serían las políticas de compensación. Es necesario establecer una serie de compensaciones en el área de la salud, de la alimentación, partiendo de las cosas ya creadas. Pero más allá de los programas de compensación, hacen falta acciones de tipo estratégico. La primera tiene que ver con el problema de la violencia social, con una política de enfrentarla. No podemos seguir teniendo una sociedad donde cada semana un grupo de sujetos se mata a tiros, el fondo de ese asunto es el problema de la droga. Este problema de la violencia social ya no se limita a Caracas y está íntimamente ligada a la crisis social y debe tener una respuesta global a la falta de empleos, de expectativas para los jóvenes, de la educación, y del castigo y la represión al delito. En este caso no se trata de un programa de compensación. Hace falta una política, con una visión integral del problema que hay que atacar. ALAI: ¿Tú percibes que esta necesidad de respuestas estratégicas a problemas sociales está actualmente en el debate político-electoral? JV: No, yo percibo que está como una preocupación de la sociedad en general. Es un problema que la gente sufre, pero con una sociedad civil con tan poca capacidad de articularse, de desarrollar propuestas. Es un problema sentidísimo, pero no hay una capacidad de articular una exigencia al Estado. Otro problema que también es estratégico es el de la vivienda. Supone incorporar al sector privado, bancario, es necesario igualmente una visión estratégica ante la dramática escasez de vivienda en el país. De la misma forma el empleo requiere de respuestas globales, porque el arma más eficaz para atacar el problema de la pobreza es que haya empleo. Tenemos un problema que va más allá de la lógica económica, es una necesidad política y social del Estado que la gente esté empleada en la generación de bienes y servicios. ALAI: ¿Ante cuál panorama electoral nos movemos los venezolanos a pocos meses de los comicios? JV: Nos acercamos a unas elecciones donde la percepción mayoritaria es que pueden ser fraudulentas y poco transparentes y que se pueden manejar de acuerdo con la conveniencia de quien maneje las distintas instancias. La percepción mayoritaria es que no son fiables las elecciones. En segundo término, nos acercamos a unas elecciones en las cuales ni hay propuestas sobre los grandes problemas del país ni la manera de viabilizar esas propuestas y eso es común a todos los candidatos. Nos acercamos a unas elecciones paradójicas, pues unas elecciones sirven para legitimar a un sistema, pero encabeza las encuestas el candidato que propugna la deslegitimación del sistema y que propone, inmediatamente ganadas las elecciones, convocar una asamblea constituyente para cambiar el sistema. Finalmente, avanzamos hacia unas elecciones donde el liderazgo tradicional concentra sus cálculos en su capacidad organizativa para mover el mínimo necesario para ganar las elecciones. En un ambiente con mediana o alta abstención, el que tenga capacidad organizativa para asegurar un número determinado de electores puede ganar. Los partidos Acción Democrática (AD) y Copei (socialcristiano) hacen esos cálculos con sus maquinarias.
https://www.alainet.org/en/node/104256
Subscribe to America Latina en Movimiento - RSS