Colombia sacudida por un paro nacional campesino

Turbulencias en la negociación de paz entre Santos y las FARC

28/08/2013
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Las conversaciones para la paz en Colombia atraviesan una zona de turbulencia. Las FARC resisten intentos del presidente Santos para condicionar tal negociación. En el medio, complicando al gobierno, se mantiene un paro nacional campesino.
 
Esta semana fue pródiga en noticias sobre las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y la principal guerrilla. Esas informaciones llegaban desde el Palacio de las Convenciones de La Habana, donde ambas partes negocian desde noviembre de 2012.
 
Y sobre el filo del fin del décimo tercer ciclo de conversaciones, hubo divergencias y amagues de los dos lados. Afortunadamente para las perspectivas de paz en un conflicto armado de cinco décadas, con aproximadamente 200.000 muertos, luego de esas turbulencias, los dos equipos volvieron a la mesa de diálogo el 26 de agosto y culminaron en la forma prevista esta fase número trece.
 
En las charlas que se reanudarán el próximo 9 de setiembre, siempre sobre el segundo tema de la agencia (la solución política), nada asegura que las rispideces de los últimos diez días, no vayan a repetirse. Más aún, van a reiterarse por una sencilla razón: Juan M. Santos, que se juega la reelección en mayo de 2014, no cejará en su intento de doblar el brazo guerrillero para que se convierta en un dócil integrante del Congreso. Y a su vez las FARC no están dispuestas a jugar ese rol de arrepentidos y domesticados que a cambio de unas bancas consientan que otros de sus compañeros vayan tras las rejas y tanta sangre derramada se pierda por los canales del parlamentarismo de la vieja Colombia.
 
El jefe negociador de la guerrilla, Iván Márquez, informó el viernes 23 que su equipo iba a tomarse una “pausa unilateral” para analizar la iniciativa de Santos, también unilateral, de convocar a un referendo para refrendar lo que se acordaría más tarde. Márquez dijo que el gobierno estaba resolviendo dicho referendo, sin haberlo debatido con su contraparte. Y sobre todo, que no podía plantearse a los colombianos que digan sí o no a algo que aún no se había plasmado en la mesa de negociación.
 
Dos movidas de Santos
 
La agenda convenida en Noruega, en octubre de 2012 y comenzada a discutir el mes siguiente en Cuba, tiene seis puntos. Hasta el momento sólo se logró acordar el primero, sobre la cuestión agraria, con varios aspectos importantes que necesitan precisiones, como lo advirtió Márquez cuando se cerró ese capítulo.
 
Luego se comenzó a discutir el segundo tópico, sobre la solución política del conflicto y la participación política de las FARC, que dista de haber sido concluido. Y restan otros cuatro, que se abordarán luego del actualmente en debate. Justamente el último, el sexto, es el referido a la consulta a toda Colombia de lo que se haya convenido en el Caribe. Recién allí, y sólo allí, los acuerdos tendrían fuerza de ley.
 
Es evidente que el presidente Santos ha pretendido alterar esa mecánica, con dos iniciativas que corrieron por su cuenta.
 
Una ya fue mencionada: presentó al Congreso un proyecto de ley urgente para llamar a un referendo para convalidar lo que aún no ha concluido y por lo tanto no tiene un final compartido por ambas partes. Dicha votación sería el 9 de marzo de 2014, coincidiendo con las legislativas, o bien el 25 de mayo, junto con las presidenciales.
 
La otra jugada fue proponer una enmienda constitucional denominada “Marco Jurídico para la Paz”, que contiene herramientas para regular la transición. Prevé otorgar algunas bancas legislativas a una parte de los guerrilleros, a cambio de que hayan entregado las armas y aceptado pagar indemnizaciones por el conflicto, con algunos de sus líderes presos o extraditados.
 
FARC dice no
 
Frente a esas novedades, los rebeldes hicieron saber su rechazo. Al día siguiente de la noticia del referendo, Iván Márquez dijo que se tomarían una pausa. Y el número 1 de la guerrilla, que sigue en las montañas de Colombia, Timoleón Jiménez (“Timochenko”), emitió un comunicado afirmando que “aunque el Presidente cree jugar con cartas marcadas y seguro de ganar, está nervioso. Promete y miente, amenaza y miente”. La pausa unilateral fue una forma de decirle a Santos que no es “el dueño” de la partida.
 
El presidente que buscará su reelección, se enfureció y declaró: “en este proceso, el que decreta las pausas y pone las condiciones no son las FARC”. De inmediato llamó a su jefe de las negociaciones en Cuba, el ex vicepresidente Humberto de la Calle, de regreso a Bogotá. Era un amago de romper el diálogo.
 
Sin embargo, quedó en amague, porque el lunes 26 De la Calle estaba en el Palacio de las Convenciones, para retomar las pláticas el 27, cuando se cumplía exactamente un año desde que Santos confirmó el adelanto de Telesur, en el sentido que la Casa de Nariño y la principal guerrilla iban a abrir una negociación de paz.
 
Así las cosas, en esos dos días sólo hubo posibilidades de amortizar parcialmente los golpes de la semana y prometerse que el 9 de setiembre se volverán a ver las caras. Será el inicio de la décimo cuarta ronda de diálogos y seguirá versando sobre la temática política, punto 2 de la agenda, lejos de haberse resuelto.
 
Márquez volvió a la carga en contra de las dos iniciativas gubernamentales.
 
Sobre el referendo, insistió con que era una jugada unilateral, cuando aún no había finalizado el diálogo bilateral y cuestionó que si se llegaba a un acuerdo se trataría de un texto muy extenso de 50 páginas. ¿Cómo se lo haría votar a la gente por sí o por no y quién redactaría las preguntas de esa consulta?, aguijoneó.
 
Rechazando el llamado “Marco Jurídico para la Paz”, el jefe rebelde declaró a la agencia Prensa Latina: “el regalo de las curules (escaños) no lo queremos, si es con el precio de que, mientras algunos de los nuestros van al Congreso, a otros se les destine a ocupar sitios tras las rejas o condenados a la extradición. No habrá sometimiento a ningún marco jurídico con diseño unilateral, ni permitirán cambiar la verdad histórica por un capricho de coyuntura de una de las partes del conflicto atada a un interés electoral”.
 
La propuesta fariana es que una vez arribado a un acuerdo se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente que modifique muchas cosas de fondo de un país desigual.
 
El paro campesino
 
La última parte de la declaración de Márquez a la agencia PL hicieron alusión al tercer gran actor de la política de estos meses: el campesinado. El líder rebelde dijo que respaldaba la huelga del sector agrario.
 
Ayer se cumplían diez días de un paro nacional de campesinos, que incluye bloqueos de caminos. Sus demandas son propias y no guardan relación con la guerrilla, aunque voceros gubernamentales han acusado de que las asociaciones campesinas están instigadas por las FARC, para favorecer su criminalización.
 
En los dos meses anteriores la punta de lanza fueron los pequeños productores de Catacumbo, en Norte de Santander, departamento fronterizo con Venezuela. Reclamaban contra disposiciones del gobierno y ejecutadas por el Ejército y el Escuadrón Móvil anti Disturbios de la Policía, de impedirles el cultivo de coca. Los pobladores alegaban que la situación de pobreza sólo les deja como salida ese cultivo y reclamaban que si el Estado quiere que lo abandonen, debe proporcionarles ayuda para otros sembradíos, con precios compensatorios, tierra, facilidades, etc. En vez de esa ayuda, el gobierno ordenó la represión y murieron tres campesinos y resultaron heridos varias decenas más.
 
Ante la falta de respuestas positivas, las asociaciones campesinas y pueblos originarios de 17 departamentos (sobre los 33 del país) lanzaron un paro nacional. Otro campesino ha muerto en esta oportunidad y hay muchos detenidos.
 
Después de negarse a atender los reclamos, Santos autorizó la instalación de una mesa de negociación en Tunja, con los productores de Boyacá, Nariño y Cundinamarca. Allí apenas insinuó atender a las exigencias de los productores de papa, pero el resto de las peticiones sigue pendiente. Y la actuación brutal de la policía y Ejército en la vía Panamericana, de Nariño, y el toque de queda en Facatativá, tras durísimos enfrentamientos, indican que la solución tardará en llegar.
 
Hoy los campesinos tendrán la solidaridad de otros sectores, con una marcha de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) y la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo (USO).
 
La conmoción que hoy recorre el campo colombiano en forma directa o indirecta tiene que ver con las propuestas políticas de las FARC en La Habana, que a su vez recogieron las demandas de la organización desde 1964, cuando su fundador Manuel Marulanda Vélez y otros campesinos cultivaban en Marquetalia y peleaban contra el latifundio y los gamonales.
 
Por eso sus negociadores pusieron como primer punto de la agenda el tema agrario. Aunque las asociaciones campesinas que mantiene un paro nacional no tengan relación con las FARC, para el cronista es claro que fue esta fuerza rebelde la que más pugnó por instalar en la agenda nacional la cuestión de la tierra, la reforma agraria, las semillas,el cuidado del medio ambiente, la crítica a la contaminación petrolera y el agro Business de Monsanto propios del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
 
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https://www.alainet.org/de/node/78820
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