Un mundo aún patas arriba

07/07/2013
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  • Opinión
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La reciente publicación el último informe sobre el desarrollo humano de las naciones “Unidad” lleva en esta ocasión un título muy expresivo de lo que está sucediendo en el mundo que analiza: “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”. Efectivamente, en él se demuestra que los países del Sur, gracias sobre todo a los avances de China, India y Brasil, van ganando posiciones cada vez más importantes en el conjunto de la economía mundial, tanto si se toma como referencia la producción, o su participación en el comercio mundial, en la actividad que se lleva a cabo en los diferentes sectores económicos, en el consumo, las comunicaciones o en los intercambios sociales de todo tipo.
 
Pero el informe constata que ese avance no es fruto de la casualidad, sino el resultado de las políticas que se han llevado a cabo en los últimos años en esos países, que mejoran, muy distintas a las que se aplican en la mayoría de los países del Norte o en los del Sur que no avanzan.
 
Eso ha hecho que mientras que los primeros muestran una consolidación de bienestar humano, crecimiento de la actividad y una reducción significativa de la pobreza, los del Norte se encuentren inmersos en una crisis, que dificulta la situación de millones de personas a consecuencia del desempleo y de la presión que se está ejerciendo sobre los pactos sociales, que habían garantizado durante decenios una amplia gama de derechos sociales que ahora se encuentran en peligro.
 
Y todo ello, sin embargo, sin perjuicio de reconocer que ambos se enfrentan a problemas comunes derivados, principalmente, de la creciente desigualdad que se sigue dando en gran número de países del Norte y del Sur, y de problemas ambientales que no se resuelven, y que perjudican muy seriamente a su desarrollo y al bienestar de la población.
 
En la misma línea, que otros informes anteriores, este último vuelve a señalar que hay una serie de constantes que permiten consolidar los avances hacia el desarrollo y el bienestar, mientras que otros factores los dificultan o los frenan totalmente.
 
Entre las circunstancias, que según este informe propician mejoras sustanciales en la economía y en la vida de las personas, se encuentran algunas importantes que se deberían tener en cuenta más de lo que se tienen.
 
La primera de ellas es la existencia de lo que el informe llama un Estado proactivo, que lidere y promueva actividad con protagonismo y estrategias inclusivas, a diferencia de los pasos atrás en este sentido que se vienen dando en los últimos años en la mayoría de los países del Norte.
 
La segunda es el aprovechamiento de los mercados mundiales, renunciando a la apertura compulsiva y repentina que se promueve desde las ideas neoliberales, puesto que la experiencia muestra que la competitividad sin inversión en las personas, sin inversiones en la ciudadanía, en diferentes instituciones y en infraestructura, simplemente no funciona.
 
Y la tercera, la puesta en marcha de innovaciones en políticas sociales porque, dice el informe, la realidad muestra que ni los "preceptos colectivistas y centralizados" ni la "liberalización irrestricta postulada en el Consenso de Washington" han dado buenos resultados.
 
El análisis de las diferentes experiencias que analizan los autores del informe permite concluir, que solo es posible mantener los impulsos y avances hacia el bienestar humano garantizando mayor equidad, haciendo frente a los cambios demográficos y planteando los desafíos medioambientales con mayor decisión que hasta ahora. Al respecto, el informe es taxativo al señalar que los avances en crecimiento, eficiencia y bienestar son mayores allí donde hay menos desigualdad, y advierte al respecto que hay que ser siempre cautos para evitar espejismos. En muchos países ha disminuido la desigualdad, pero solo en educación y salud, mientras que ha aumentado en ingresos.
 
En definitiva, el informe presenta el lado positivo de los grandes avances que se han registrado en los países del Sur en los últimos decenios, pero también las sombras que resultan de tener en cuenta que principalmente se deben a la mejoría en grandes potencias del Sur, y no en la gran mayoría de ellos, mientras que permanecen aún los grandes problemas de la pobreza y la exclusión que afectan a millones de personas en áreas demasiado grandes del Planeta.
 
Los cambios que se avecinan en el Planeta a la luz de las tendencias que analiza el informe son, en todo caso, de extraordinaria envergadura. Téngase en cuenta, por ejemplo, que la producción combinada de las tres grandes economías del Sur, Brasil, China e India, es prácticamente igual al PIB combinado de las seis grandes potencias industriales del Norte: Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos. O que la totalidad de los países del Sur ha pasado de producir un tercio de la producción mundial en 1990 a la mitad en la actualidad. Solo los tres grandes mencionados, China, India y Brasil, producirán el 40% del PIB mundial en 2050, una proporción cuatro veces mayor que la que tenían en 1950, cuando les correspondía el 10%.
 
Vivimos, pues, un cambio de polaridad en el Planeta que se produce en medio de turbulencias, cuando persisten todavía grandes problemas para la inmensa mayoría de la población mundial que sigue padeciendo las mismas tragedias de siempre, el hambre, que afecta prácticamente a una de cada ocho personas en el Plantea, o la falta de agua limpia y otros servicios básicos que afecta a uno de cada tres. No puede ser de otro modo cuando el 1% de las personas más ricas del Planeta han incrementado sus ingresos en un 60% en los últimos 20 años y cuando solo con los ingresos de las 100 personas más ricas del Planeta se podría acabar cuatro veces con la pobreza mundial, que si acaso disminuye lo hace de forma casi insignificante en la mayoría de los países.
 
Juan Torres López
Economista y escritor español
 
 
https://www.alainet.org/de/node/77442
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