De músicos, poetas y... ¿dolencias?
21/03/2013
- Opinión
Las ciencias médicas han logrado avances notables que han contribuido a elevar la esperanza de vida de las personas y de la misma, a mejorar su calidad, dado que no solo se busca que los seres humanos vivan más años sino que estén en buenas condiciones físicas y anímicas. En el paleolítico superior, la esperanza de vida promedio era de 33 años. En la edad de bronce se elevó a 35 años. En la Grecia clásica y la antigua Roma, las personas morían aproximadamente a los 28 años. En la Inglaterra de la Edad Media, la edad promedio era de 30 años. A principios del siglo XIX se produjo un cambio ascendente, de manera que la esperanza de vida en el mundo oscilaba entre los 30 y los 40 años. No sería sino hasta el siglo XX, cuando se lograron avances notables en la medicina, que se logró elevar la esperanza de vida a más de 60 años.1 En el momento actual, la esperanza de vida mundial en promedio es de 66 años para los hombres y 71 años para las mujeres, es decir, una media de 68.5 años.2 Hay regiones donde la esperanza es mayor, por ejemplo, Europa, el continente americano y el Pacífico occidental (71 años para hombres y 79 para mujeres; 73 años para hombres y 79 para mujeres; y 72 años para hombres y 77 años para mujeres, respectivamente).3
Ciertamente la longevidad de las personas va en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que a mediados del siglo XX en todo el mundo había 14 millones de personas con 80 o más años de edad. Hacia 2050 tan solo en la República Popular China habrá 100 millones de personas octogenarias e incluso mayores, en tanto que en todo el mundo la cifra será de alrededor de 400 millones (casi cuatro veces la población de México en la actualidad). Una población que vive más años, plantea importantes retos a los sistemas económicos y de salud de los países.
En cualquier caso, en la medicina moderna hay descubrimientos o innovaciones que han mejorado la calidad de vida de las personas y logrado que disminuyan los índices de mortalidad prácticamente en todo el mundo. Entre ellos destacan:
Las medidas higiénicas.- El acceso al agua potable y saneamiento de las aguas residuales (1834) permitió controlar y en algunos casos acabar con epidemias como el cólera y combatir y prevenir otra serie de padecimientos gastrointestinales;
La esterilización.- Del instrumental y del personal involucrado en tareas médicas,4 en particular gracias a Louis Pasteur, considerado el padre de la asepsia quirúrgica moderna, al identificar las raíces de la putrefacción y la fermentación, enseñanzas que en 1867 aplicó Joseph Lister, primer cirujano en usar desinfectantes químicos;5
Los antibióticos.- Alexander Fleming descubrió la penicilina en 1929, lo que marcó sin duda un antes y un después en la historia de la medicina, al lograr el control de las infecciones más variadas;
La anestesia.- La disminución del dolor humano, símbolo de humanización de la medicina, comenzó con la administración del éter (1842)6 en una operación de cuello a cargo del estadounidense Crawford Williamson Long;
La aspirina.- Analgésico universal, inventada por el químico francés Charles Fréderic Gerhardt, creador de la fórmula original en 1853 sobre la base del ácido acetilsalicílico, aunque en ese momento era un compuesto inestable e impuro. En el año 1899 el farmacólogo alemán Heinrich Dresser del consorcio Bayer la registró bajo el nombre de aspirina y describió sus propiedades como antiinflamatorio. Primeramente se comercializó en forma de polvo y después como tableta. Actualmente se usa para aliviar el dolor y como anti-coagulante, ya que reduce la fiebre y disminuye la posibilidad de sufrir una embolia o infarto al corazón. En el mundo se consumen 216 millones de aspirinas y desde 1899 se han fabricado 350 billones de pastillas;
Las vacunas.- Iniciadas por Louis Pasteur con el uso de virus atenuados (1885), han permitido erradicar enfermedades como la viruela, la polio, la difteria y otras.
La insulina.- El médico rumano Nicolae Paulescu descubrió la hormona secretada por el páncreas que más tarde se denominaría insulina, si bien el canadiense Frederick Banting, tras arduas investigaciones en las primeras décadas del siglo XX, es quien ha recibido el crédito en torno a este importante descubrimiento que permitió mejorar la calidad de vida de las personas aquejadas por la diabetes.
Las investigaciones genómicas.- El descubrimiento de la estructura del ADN (1953), ha permitido descifrar el código genético y promete convertirse en una eficaz herramienta terapéutica en el futuro.7
Desafortunadamente, gran parte de estos inventos y/o descubrimientos son de reciente creación, lo que explicaría la muerte temprana de millones de personas en épocas previas. Ciertamente las enfermedades no reconocen edades, ni género, ni posición social, por lo que se trata de un tema inacabable que rebasa las posibilidades del presente ensayo. Es por ello que a continuación se hará una semblanza de una categoría específica de profesionistas quienes, en retrospectiva, no parece que se hayan visto tan beneficiados por los avances de la medicina: los músicos.
A continuación se hará un recuento de los padecimientos de los más grandes músicos, para, posteriormente referirse a los “otros músicos”, aquellos cuyo oficio consiste en interpretar melodías con ciertos instrumentos de manera monótona y repetitiva, razón por la que en pleno siglo XXI desarrollan patologías que aun no son atendidas a cabalidad, pese a los enormes avances médicos ya referidos.
Grandes músicos, muerte prematura y terribles dolencias
Carl Gustav Jung, psicólogo y psiquiatra suizo, se refirió en diversas reflexiones a la psicología del artista, afirmando que “cada hombre creativo es una dualidad o una síntesis de cualidades paradójicas”. Asimismo, a menudo señalaba que “el hombre sano no tortura a otros, por lo general es el torturado el que se convierte en torturador”. Estas frases de Jung son valiosas a propósito de una profesión tan conocida pero, al mismo tiempo, tan poco entendida. Una persona, enferma o sana, puede aspirar a entender su psicología personal sin mayores aspavientos. En cambio, en el caso del artista, sea éste músico, pintor, escritor etcétera, generalmente se le ve a través del prisma de la creatividad. A los ojos de las sociedades, pareciera como si el artista se transformara en su obra, despojándose de su propia humanidad. Esta percepción se transmite de generación a generación y genera una suerte de mística, la cual contribuye a considerar al artista como un ser “suprahumano” o “sobrenatural” que inclusive está destinado a sufrir y sacrificarse en extremo, esto en aras de producir obras maestras que, se presume, no habrían visto la luz en condiciones “normales” de salud física y/o mental. Con esto no se pretende sugerir que los grandes genios de la música tenían que estar necesariamente enfermos para la creación de su respectiva obra. El alemán Johann Sebastian Bach, sin ir más lejos, fue un músico extraordinario que gozó de buena salud a lo largo de sus 65 años de vida (1750) –edad, hay que decirlo, muy avanzada para la época-, si bien en sus últimos años comenzó a perder la vista y se le aplicó una cirugía ocular que no solo no fue exitosa, sino que muy posiblemente contribuyó a su deceso.8 Otro genial músico germano, Félix Mendelssohn, si bien murió a los 38 años (1847), no padeció enfermedades que inhibieran o que estimularan su creatividad. De hecho él pertenecía a una familia muy acaudalada, y murió por el exceso de trabajo y una embolia que sufrió seis meses después de la muerte de su hermana. La calidad y belleza de la obra de Bach y de Mendelssohn, que es notable, no parece estar relacionada con –ni es producto o subproducto– de enfermedades físicas o mentales.
Es verdad, sin embargo, que un rasgo que comparten algunos de los grandes músicos de todos los tiempos, es una vida aparentemente muy sufrida, acompañada, inclusive, de la muerte prematura. El austríaco Wolfgang Amadeus Mozart tenía apenas 35 años cuando murió (1791) por razones que siguen siendo debatidas, aunque la hipótesis más aceptada es que falleció por fiebres reumáticas.9
Otro célebre compositor austríaco, Franz Schubert, pereció a los 31 años (1828) a causa de una gonorrea que se tornó más letal por culpa de la fiebre tifoidea, amén de que sus biógrafos consideran que padecía igualmente un trastorno bipolar –lo que presumiblemente le impidió concluir una parte importante de sus composiciones. El polaco Frédéric Chopin, como es por todos sabido, murió a la edad de 39 años (1849) por tuberculosis. Otro germano, Robert Schumann, desde su adolescencia manifestó, según sus biógrafos, síntomas de esquizofrenia, mientras que otros más sugieren que era maníaco-depresivo. Murió a los 46 años (1856), y previo a su deceso se arrojó al río Rin en un intento suicida, si bien fue rescatado y remitido a un hospital psiquiátrico donde su depresión empeoró.
El ruso Modest Petróvich Mussorgsky, cuya formación musical fue limitada por las carencias económicas, gozaba de mala salud, la que empeoró por el alcoholismo que padecía, y murió a los 42 años (1881). Otro célebre músico –de origen esloveno–,10 Hugo Wolf, murió de una pulmonía –posiblemente agravada por la sífilis que lo aquejaba– en un hospital siquiátrico a los 42 años (1903), tras varios lustros de crisis mental –o bien, locura. Otro ruso, Alexander Scriabin, quien fue hipocondríaco, murió a los 43 años (1915) por una septicemia. Para completar la lista de músicos fenomenales que murieron muy jóvenes, hay que recordar al estadunidense, George Gershwin, quien murió a los 39 años (1937) a causa de un tumor cerebral.
Músicos geniales más longevos... pero también enfermos
Posiblemente el alemán Ludwig van Beethoven sea el músico más estudiado por las ciencias médicas, dado que la sordera lo acompañó buena parte de su vida, lo cierto es que ese fue tan solo uno de los males que lo aquejaban. El genial músico visitó diversos doctores en distintos momentos, para solucionarlos. De hecho, en una carta a un amigo, Beethoven decía que era su deseo que al morir, sus restos fueran empleados para determinar las causas de sus enfermedades y ayudar a que otros no sufrieran como él.11 Vivió un poco más que los músicos anteriormente mencionados: 57 años.
Beethoven procedía de una familia numerosa, aquejada por diversas patologías. Su padre, tenor, violinista y pianista, al igual que su abuela paterna, eran alcohólicos. La madre de Beethoven murió a los 41 años a causa de la tuberculosis. De los seis hermanos que tenía, tres murieron siendo niños y de ellos, uno, Kasper Kal, también sucumbió ante la tuberculosis. Además su abuelo era comerciante de vinos, tema que no se puede soslayar considerando el consumo de bebidas espirituosas imperante en su familia.
Así, las cosas, a la sordera de Beethoven –su enfermedad más conocida y cuyas causas aún no se precisan– hay que sumar otros padecimientos documentados en la autopsia que se le practicó y que incluyen la cirrosis hepática, la nefropatía, la pancreatitis crónica y otros síndromes, sin que se esclarecieran las razones, como sus alteraciones gastrointestinales, bronquiales, articulares y oculares. Estas enfermedades no pudieron ser controladas por los mejores médicos de la época. ¿Por qué era tan enfermizo? Mucho se ha especulado para responder esta pregunta. Pero recientemente, como resultado de los estudios científicos más recientes efectuados a sus restos óseos, se atribuye al plomo encontrado en sus huesos, buena parte de sus dolencias, incluidos cambios notables en su personalidad a partir de los 20 años de edad, y fuertes dolores abdominales. Sin embargo, no se ha establecido que el plomo haya sido responsable de su célebre sordera. 12 En tanto que la cirrosis hepática fue provocada por el consumo de alcohol en exceso y que la causa primigenia de su muerte fue una insuficiencia hepática.
Lo que no deja de ser admirable es que, en medio de tantas dolencias, su creatividad no solo no declinó, sino que se mantuvo e intensificó, a la par de luminarias como Mozart y Hayden. Los últimos 25 años de su vida y en esas precarias condiciones su productividad musical se mantuvo.13 El doctor Daniel López Rosetti, en una obra en que da cuenta de las historias clínicas de diversas celebridades, compara la discapacidad de Beethoven con la ceguera que padeció el escritor Jorge Luis Borges y señala que “Pese a su ceguera, con ayuda de su excelente memoria, [a Borges] le resultaba fácil retener los poemas: los resolvía en su cabeza antes de dictarlos. No escribía y en consecuencia no podía corregir en el papel. Usaba la memoria para corregir en su mente y luego dictaba lo que creaba. Sin temor a exagerar, una conferencia de Borges se podía transcribir literalmente sin correcciones. No se puede desvincular la ceguera de su ser. Él mismo recordó la sentencia socrática: ‘¿Quién puede conocerse más que un ciego?’ Ese conocimiento de sí mismo que la ceguera le impuso, probablemente impulsó aun más creaciones.
En todo caso no se podría dejar de lado la ceguera de su condición de vida. Hace recordar a otro genio que perdió la audición y, sordo, compuso la Novena Sinfonía. Beethoven también perdió lentamente su audición y en ese mundo sin sonidos componía música. ¡Paradoja del destino que dejó a Borges ciego y a Beethoven sin oído!”14
Otro músico extraordinario, oriundo de Bohemia –hoy República Checa, Gustav Mahler, vivió torturado por dos padecimientos: la fiebre reumática y el trastorno bipolar. Mahler murió a los 50 años. Antes de morir, se le diagnosticó una complicación cardiaca provocada por la fiebre reumática y se le prohibió desarrollar actividades deportivas que eran de su agrado, como andar en bicicleta y nadar. Mahler trabajaba obsesivamente y tuvo problemas conyugales con su esposa, lo que lo llevó a buscar la ayuda del mismísimo Sigmund Freud, con quien tuvo una famosa sesión de cuatro horas el 26 de agosto de 1910.15 Meses después, el 18 de mayo de 1911, fallecería a causa de endocarditis bacteriana y daño a las válvulas cardíacas.16
Las enfermedades de los “otros” músicos
El célebre tenor italiano Andrea Boccelli, desde pequeño padeció trastornos en su visión a causa de un glaucoma congénito y a la edad de 12 años la perdió totalmente cuando recibió un golpe en la cabeza durante un partido de fútbol.17 Otro reconocido tenor, José Carreras, antes de cumplir 30 años fue diagnosticado con leucemia, enfermedad que superó tras un complejo tratamiento que incluyó el trasplante de médula. La violonchelista británica Jacqueline du Pré, considerada como una virtuosa, enfermó a los 28 años de esclerosis múltiple, debiendo abandonar su carrera para morir un poco después a los 42 años (1987). Todos estos casos harto conocidos, son apenas un recordatorio de que los seres humanos, sin importar su fama, profesión, posición social, edad, género, etcétera, están expuestos a diversas enfermedades. Rara vez, sin embargo, fuera de las celebridades anteriormente referidas, se toma conciencia de esta situación por parte de las autoridades de los países, y ello hace que a los músicos que enferman en gran medida por el trabajo que efectúan, no se les apoye debidamente para enfrentar las patologías que desarrollan y que inclusive se les nieguen los tratamientos correspondientes.
Los músicos, en general, inician su carrera desde la infancia, lo que los expone a entrenamientos constantes, hipermovilidad de algunas partes del cuerpo, estrés, problemas motrices, estancias prolongadas de pie o sentados, trabajo nocturno, tabaquismo, alcoholismo, etcétera. Asimismo no es ningún secreto que aun gozando de buena salud, los músicos tienen una clara disposición a perder la capacidad auditiva, a desenvolverse en un ambiente permanente de fuerte competencia y a realizar muy poco ejercicio o actividad física, lo que, a la larga, potencia el desarrollo de diversas dolencias.
Los violinistas deben sostener en el hombro y con la barbilla el instrumento, por lo que se enfrentan a problemas motrices en el rostro y el cuello, lo que propicia una disfunción témporo-mandibular, padecimiento que también aqueja a ejecutantes de instrumentos como el saxofón, la flauta y la trompeta. En estos últimos casos también suele producirse una disminución del campo visual, un incremento de la presión ocular y son frecuentes los casos de glaucoma. En los bateristas y percusionistas se ha encontrado sangre en su orina (hematuria), lo cual puede ser indicio de diversas lesiones, entre otras, renales.
Además del oído, los músicos también padecen tendinitis en diversas partes del cuerpo. Si estás son atendidos correctamente, las personas se recuperan. Sin embargo, son muy frecuentes los casos en que los tratamientos y/o diagnósticos no son los adecuados, lo que genera discapacidades y/o lesiones permanentes.
Los músicos requieren una suerte de “medicina musical” específica. En Estados Unidos existe una veintena de clínicas especializadas en su tratamiento. Estos padecimientos se denominan tecnopatías y van desde lesiones en la espalda –dado que en la interpretación es muy difícil mantener la línea vertical, por lo que hay presión sobre las vértebras cervicales–, la sobrecarga muscular –resultado de movimientos repetitivos–, neuropatías –entre ellas la hiperhidrosis vinculada al estrés–, el síndrome del túnel carpiano –padecimiento también muy común en usuarios de computadoras–, distonía focal –referida a movimientos involuntarios no controlados mientras se practica un instrumento–, alteraciones en boca y dientes, y, por supuesto, el “pánico escénico.”18
Una reflexión final
Platón decía que la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Pavarotti añadía que una vida dedicada a la música es una vida bellamente empleada y que es a eso a lo que él había destinado la suya. Nietzsche sentenciaba que sin la música, la vida sería un error.
Por ello es importante redimensionar la salud de los músicos, pues demanda programas y políticas de salud específicas, multidimensionales, con la concurrencia de especialistas en diversos ámbitos en el ánimo de prevenir, diagnosticar y tratar adecuadamente los padecimientos y garantizar la calidad de vida de estos profesionistas. Seguramente que si Beethoven viviera, estaría complacido con los avances de la medicina, pero tal vez se sentiría un poco frustrado al constatar que, al menos en su profesión, todavía falta mucho por hacer para garantizar la salud física y mental de quienes, en palabras de Piotr Ilich Tchaikovski hacen la vida más vivible, dado que “en verdad, si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco”.
Notas
1 En otro momento se analizará cómo es que en el paleolítico las personas tenían una mayor esperanza de vida que en la Grecia clásica y en la Roma antigua. Un dato muy interesante es que en el neolítico, etapa inmediatamente posterior al paleolítico, la esperanza de vida se desplomó a, apenas, 20 años. Todo parece indicar que pese a los peligros a que se exponían los ancestros del paleolítico en actividades de caza y recolección, tenían más actividad física que sus descendientes del neolítico, quienes se volvieron sedentarios, agricultores y cultivaban cereales en las inmediaciones de sus hogares.
2 Organización Mundial de la Salud (2012), La buena salud añade vida a los años. Información general para el día mundial de la salud 2012, Ginebra, OMS, p. 13.
3 Ibid.
4 Hipócrates (460-370 a. C.) refería la importancia de irrigar las heridas y de limpiarse las manos y las uñas con agua hervida o con vino.
5 En 1933 se comercializó en Estados Unidos el primer esterilizador de vapor por presión.
6 Sus orígenes se remontan a 1275 cuando un médico español de nombre Ramón Llull, experimentando con diversas sustancias químicas obtuvo un líquido volátil al que llamó vitriolo dulce, hoy conocido como éter.
7 Patricia Ancic (septiembre 2011), Música y medicina: causa de muerte de grandes compositores, Santiago, Chile.
8 Las investigaciones más recientes refieren que la verdadera causa de su muerte fueron una serie de embolias entre 1746 y 1749. En 1750, Bach fue operado dos veces y su visión empeoró, a la par del desarrollo, posiblemente, de glaucoma y una infección postoperatoria. Los médicos de hoy refieren que Bach tenía numerosos factores de riesgo cerebrovascular para su salud, incluyendo la edad, la obesidad, posible hipertensión y diabetes y su deceso ocurrió por una embolia combinada con neumonía. Véase Tomislav Breitenfeld et al (2006), “Johann Sebastian Bach’s Strokes”, en Acta Clint Croat, disponible en http://hrcak.srce.hr/index.php?show=clanak_download&id_clanak_jezik=21520
9 Por siglos se especuló que padecía ictericia, que enfrentaba problemas renales y de hígado, e, inclusive, que fue envenenado con mercurio.
10 Que en ese tiempo pertnecía al Imperio Austro-Húngaro.
11 El Universal (29 de agosto de 2007), “Revelan que Beethoven murió intoxicado por plomo”, disponible en http://www.eluniversal.com.mx/notas/445788.html
12 Ibid.
13 Lewis Lockwood (2005), Beethoven: The Music and The Life, New York, W. W. Norton and Company.
14 Daniel López Rosetti (2011), Historia clínica. La salud de los grandes personajes a través de la historia, Buenos Aires, Planeta, p. 172.
15 Bernhardt Maul (2011), Mahler in Leiden.Sigmond Freud analysiert Gustav Mahler. Eine Novelle, Seattle, Amazon Digital Services Inc.
16 Jonathan Carr (2011), Mahler: A Life, New York, Overlook TP.
17 The Guardian (10 June 2010), “Tenor’s story acclaimed by anti-abortion campaigners”, disponible en http://www.guardian.co.uk/world/2010/jun/10/andrea-bocelli-abortion-italy
18 Luis Orozco Delclós y Joaquín Solé Escobar (2000), Tecnopatías del músico, Madrid, Ariza Comunicaciones.
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/de/node/74806?language=en
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