Contra la violencia patriarcal, Despatriarcalización

11/03/2013
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  • Opinión
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Cuando el presidente Evo Morales señaló que “ningún hombre” (léase masculino) puede eludir haber sido responsable de un acto de violencia contra la mujer, dijo una verdad humana, una verdad definitivamente política.
 
¿Acaso el problema de la violencia no es un asunto en el que incurrimos los dirigentes políticos del campo y la ciudad?
 
¿Acaso el machismo, no está en nuestra propia formación política y acción dirigencial?
 
Nosotros masculinos, somos beneficiarios de un sistema de poder, donde nuestra masculinidad se enseñorea sobre la mitad de la humanidad, y lo hace con violencia física, sicológica o sexual. Gritamos, damos sopapos, puntapiés, puñetes, rompemos cosas, arrojamos artefactos domésticos y nos hacemos a los más importantes del mundo cuando vemos llorar a las wawas, pidiéndonos que no hagamos, que la paremos…
 
¿Acaso no somos nosotros quienes nos beneficiamos del rol mariano de la madre esposa?
 
¿Acaso no somos machistas cuando tildamos de “marica” a cualquier persona para descalificarla social o políticamente?
 
Sabemos y aprovechamos que la violencia contra la mujer se da entre cuatro paredes, en cautiverios sociales y arquitectónicos que fueron diseñados a lo largo de la historia del colonialismo y el capitalismo.
 
El capitalismo gana más, cuanto más machitos somos, el capitalismo se beneficia del patriarcado, el capitalista sabe eso, por ello incentiva una cultura patriarcal, no desde un salón maléfico, sino desde las usinas ideológicas del imperialismo y sus aliados locales. Basta ver las propagandas de bebidas alcohólicas entre El Alto, la Pérez y Calacoto. No es lo mismo…
 
Y como el capitalismo y el colonialismo viven de la división social, la violencia no es la misma en una clase social que en otra, tienen diferencias, y esas diferencias se sustentan en la moral de nobleza y vulgo. La violencia que vende periódicos es la de los pobres, la violencia que se esconde es la de las clases acomodadas.
 
Por estos datos, es vital tener claridad política e ideológica sobre el patriarcado y sus formas generales de poder.
 
Es vital tener claridad política e ideológica sobre cómo y desde dónde, debemos enfrentar a la violencia contra la mujer.
 
Si eso es así, ¿Qué hacer desde nosotros mismos?
 
Debemos convertir a la violencia en un asunto cuyo reproche social, es más fuerte que su tolerancia social.
 
Debemos convertir a la violencia en un asunto clave en la política de las organizaciones. Aquí él “desde dónde” juega un papel de primera importancia.
 
Pues hoy, como nunca, las organizaciones sociales, aquellas donde se halla el sujeto histórico y núcleo ideológico del proceso de cambio, es decir la Confederación Nacional de Mujeres Indígena Originaria Campesinas “Bartolina Sisa”, o la Confederación de Mujeres Interculturales, o la más recientemente Organización Matriz de Mujeres “Juana Azurduy de Padilla”, junto a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación de Comunidades Interculturales de Bolivia (CCIB), la Confederación de Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB) o el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) pueden abrir otro escenario de acción colectiva: luchar contra el patriarcado desde la identidad indígena.
 
Nuestras organizaciones matrices tienen una riquísima tradición de reflexión colectiva, y acción comunitaria para resolver viejos problemas con nueva soluciones, nuestras soluciones…
 
Ya no marchamos contra el neoliberalismo, marchamos contra las enfermedades del colonialismo y el capitalismo.
 
Desde nuestra identidad plurinacional es posible derrotar históricamente al patriarcado colonial, republicano y neoliberal.
 
Una de esas enfermedades, la principal según los estudios sobre derechos de las mujeres en América Latina se llama “violencia” y apellida “patriarcal”.
 
En consecuencia, desde nuestra identidad plurinacional es posible derrotar a la violencia patriarcal del hoy y aquí.
 
Las organizaciones sociales, tenemos entre manos la construcción de una sociedad de iguales, de verdaderamente hermanos. Esa sociedad que han soñado todas las revoluciones, todos los revolucionarios y todas las revolucionarias, en todas las épocas.

- Abog. Idón Moisés Chivi Vargas,Director General de Estudios y Proyectos, Viceministerio de Gestión Comunicacional, Ministerio de Comunicación, Bolivia.

https://www.alainet.org/de/node/74447
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