Sujeto político, sujeto social y poder popular en El Salvador (III)
- Opinión
7. El empleado público como servidor público, visiones sobre la burocracia
Cuando hablamos de la burocracia1, se debe precisar que los burócratas no son una clase social sino una capa intermedia. Los altos funcionarios responden a los intereses de las clases dominantes mientras los empleados públicos forman parte del sujeto social y a veces en los últimos años en nuestro país, incluso encabezan las luchas populares, el sujeto social.
La burocracia política2 es el conjunto de funcionarios y empleados públicos, que llenan las oficinas estatales. Es un cuerpo jerárquico, autoritario, con una división del trabajo centralizada3. Hay también burocracia privada, religiosa, etc.4
El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) sostuvo la teoría de la dominación de la burocracia5 y describió magistralmente sus principales características: carácter legal de normas y reglamentos, jerarquía de la autoridad, máxima división del trabajo, profesionalización, racionalidad, e impersonalidad.
Consideraba que la burocracia era un instrumento de dominación6, mediante el cual los gobernantes justificaban su poder y el sometimiento de sus súbditos, a través de la organización administrativa.
En su concepción, Weber planta tres tipos de sociedad de autoridad legítima, de poder: la tradicional, donde el poder se trasmite por herencia como en las monarquías, la carismática, que surge de un líder extraordinario que rompe con el sistema existente y establece un nuevo orden, y la burocrática, o legal, basada en la racionalidad de normas impersonales, como en las democracias burguesas, con sus partidos políticos y sistema electoral.
La burocracia en El Salvador
En nuestro caso, con la fundación del estado en 18417 nace también la burocracia en sus dos niveles: funcionarios y empleados públicos. Por mucho tiempo el estado fue muy débil y eran pocos los funcionarios y empleados públicos. Es hasta la llegada del general Martínez en 1932 que comienza a modernizarse el estado.
Históricamente, el partido político en el gobierno ocupa los puestos del estado con su militancia y allegados. Así fue con los funcionarios del Pro-patria del general Martínez; del PRUD del coronel Osorio, del PCN del coronel Julio Adalberto Rivera, del PDC del Ingeniero Duarte, de la ARENA del mayor DAubuisson, del FMLN de Schafik y hoy de NI de Bukele.
Los partidos políticos han sido básicamente partidos de empleados públicos y no es casual, ambas instancias, Estado y partidos, forman parte de la superestructura jurídico-política de la sociedad8. Pero entonces el desafío es la ruptura de este orden histórico y cultural, expresión de este sistema de capitalismo neoliberal dependiente, como lo caracterizaba Schafik.9
La burocracia de las revoluciones triunfantes
Las revoluciones triunfantes del siglo XX, de origen marxista, comenzando con la rusa de 1917, destruyeron la vieja máquina burocrática del estado zarista, pero se vieron obligados a construir sobre sus cimientos, un nuevo aparato burocrático proletario. Estos bolcheviques, bajo la conducción política de Lenin, se vieron forzados a utilizar los cuadros técnicos del ancien régime, para garantizar el funcionamiento (de donde viene funcionarios) del nuevo orden proletario socialista.
Incluso los generales zaristas, intelectuales de la nobleza, fueron obligados a enfrentar a la contrarrevolución, a servir al ejército rojo como jefes, pero bajo el control estricto de “comisarios políticos” del partido comunista bolchevique. Todo esto origina una burocracia mayor que la existente durante el zarismo y por supuesto, mucho más poderosa, manejando muchos más recursos.
Los empleados del nuevo estado proletario rápidamente buscaron los medios para ingresar al partido gobernante y desde ahí alzando la bandera roja, y ya con el anhelado carnet, garantizar su permanencia y privilegios. El mismo Lenin se preocupó, pero se vio rebasado por este fenómeno, aunque lo combatió enérgicamente.10 Por su parte, Stalin supo astutamente provecharlo a su favor.
En el caso de la China de Mao, incluso diez años después del triunfo revolucionario de 1949, él se ve obligado a lanzar la Revolución Cultural para enfrentar ya en el socialismo, y con la fuerza de la juventud, el orden cultural imperial de los mandarines, el “demonio” del espíritu burocrático y clasista todavía vigente en la mentalidad de los funcionarios y pueblo chino.
La burocracia y el peso de la tradición se convierten en la palanca de freno de las revoluciones triunfantes. En Cuba, en 1963 el Che se pronuncia categóricamente contra el burocratismo11 y lo mismo en el caso de Fidel. Decía Fidel: “El burocratismo tiene muchas causas. Pero, bien, es un mal en parte pasado y en parte presente. Y creo de todo corazón que el socialismo tiene que cuidarse del burocratismo tanto como del imperialismo. No olvidarse de eso, porque es más peligroso, porque es un enemigo clandestino.”12
En la Revolución Popular sandinista (1979-1990) el país se vio invadido por decenas de nuevas siglas de nuevas instituciones estatales. Bueno, incluso los zapatistas, allá en Chiapas, que le huyen al poder, seguramente no se han visto libres de este flagelo de la burocracia y en sus caracoles han de existir los famosos funcionarios o representantes de la comunidad.
La burocracia en los procesos de cambio latinoamericanos
En los recientes procesos latinoamericanos de irrupción de la izquierda a los gobiernos, iniciados con la victoria de Hugo Chávez en Venezuela en diciembre de 1998, que fue seguida por una cadena de victorias que pintó de rojo el sur e incluso sus vientos llegaron hasta la región centroamericana. Hablamos de Uruguay, Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, y Nicaragua y El Salvador.
En el caso de El Salvador, el ejército guerrillero (1981-1992) convertido en partido político ocupa a partir de 1994 espacios legislativos y municipales. En 1997 gana la capital San Salvador, y en 2009 gana la presidencia. En este proceso de ocupar oficinas públicas se ve obligado a recurrir inicialmente a sus antiguos comandantes, luego a cuadros del movimiento popular, y finalmente a personal de naturaleza técnica, pero “de confianza”.
Y el mismo proceso de ocupación de espacios públicos va exigiendo y permitiendo la influencia de una cultura burocrática así como la inyección de un nuevo contingente, esta vez de decenas, quizá centenares, de empleados que llevan al partido sus ideas de estabilidad y privilegios, y que se especializan en el manejo de las campañas electorales locales y nacionales, que incluso garantizan con sus conocimientos para el sistema, la totalidad del juego electoral, pero que por su formación ideológica, por su mentalidad burocrática, son inmunes y refractarios, alejados del mundo de la organización y lucha popular.
Pero esto no significa que no puedan ser ganados a la idea de construir poder popular, sino que ese es el desafío político e ideológico al que nos enfrentamos, y aunque no será fácil la tarea es que hay que ganarlos a la causa de la lucha popular.
8. Las relaciones entre la burocracia política (empleados públicos) y la organización y lucha popular: conflictos y dilemas
Las relaciones entre la burocracia política13 y el movimiento popular a lo largo de los últimos años ha sido una historia de desencuentros, en su mayor parte de confrontaciones y pocas veces de concertaciones. La naturaleza de sus funciones, de conservar y reproducir el sistema, empuja a este desenlace, incluso si el funcionario es de izquierda. El estado se nos presenta como un aparato burocráticamente estructurado.14
Y la democracia en el estado capitalista se fundamenta en lo político, en una supuesta ciudadanía, con base en una igualdad jurídica formal de carácter universal, “todos tenemos los mismos derechos” nos alegan, pero que contrasta en lo económico, con la necesidad de ese ciudadano libre de vender su fuerza de trabajo para poder subsistir, ahí ya no somos iguales. A final, ambas relaciones, la política y la económica, obedecen a un único sistema de subordinación del trabajo al capital. Y la burocracia, los funcionarios públicos, se orientan a la reproducción de este sistema injusto.
En el caso de los cuatro gobiernos de ARENA (1989-2009) las relaciones fueron básicamente de choque, de conflicto y lo interesante es que el conflicto se dio entre los funcionarios areneros, al servicio del gran capital nacional y transnacional y los empleado públicos sindicalizados como el sector mejor organizado y más combativo del movimiento popular, y en alianza con el sujeto político, con el FMLN.
Entre los sectores de empleados públicos más combativos sobresalieron los del Ministerio de Hacienda, Educación y Salud. Durante el gobierno de Cristiani se aprobaron los programas de ajuste estructural (PAE) que vinieron a elevar drásticamente el costo de la vida para los sectores populares. El tercer presidente arenero en 2003 enfrentó la furia popular al pretender privatizar el sistema de salud.
En el caso de los dos gobiernos de FMLN (2009-2019) el movimiento popular organizado (CSTS, MPR-12, FSS, Conphas, Cirac) jugó un papel pasivo y únicamente aplaudió los programas sociales implementados desde la presidencia.
En el caso del actual gobierno de Nuevas Ideas (2019…) el movimiento popular vinculado al FMLN se encuentra paralizado y los sectores populares organizados, en particular los empleados públicos, son objeto de disputa por esta nueva fuerza política.
9. La subordinación, la autonomía o el compromiso del movimiento popular con la construcción de poder popular
La subordinación del sujeto social al sujeto político o vanguardismo
El dirigente socialdemócrata alemán Karl Kautsky es el padre ideológico de la criatura llamada vanguardia15 mientras que V.I. Lenin es su padre político, que universalizó el término16 de vanguardia revolucionaria. En el marco del desplazamiento de la conducción del movimiento obrero internacional, de la II a la III Internacional, del Partido Socialdemócrata Alemán al partido bolchevique ruso.
Y es preciso a esta altura diferenciar entre esta famosa metáfora militar de vanguardia, que seguramente fue inspirada originalmente por el ejército prusiano, con lo que ha sido en realidad su papel, que más que vanguardia ha sido el estado mayor que conduce las luchas del proletariado y los sectores populares.
En nuestra cultura política salvadoreña, autoritaria y militarista, por décadas de dictadura castrense, el concepto de vanguardia impactó, inspiró y movilizó a varias generaciones de comunistas y revolucionarios marxistas, fue un instrumento de lucha, es parte de nuestra tradición.
Aunque originó también diversos fenómenos de fetichismo del partido17. El partido se vuelve de medio, en fin, de instrumento de lucha en divinidad por la que hay que sacrificarse, y rendirle culto, cuando el fin es la emancipación de los sectores subalternos.
En nuestro proceso político, por décadas, el sujeto social ha estado subordinado al sujeto político, a veces incluso ha surgido del sujeto político, la llamada por muchos años vanguardia. No obstante, que originalmente en el caso nuestro el sujeto político nace del sujeto social, el PCS18 nace en 1930 de las luchas de la FRTS (1924). Lo mismo sucedió con el PT brasileño, que surge en febrero de 1980, derivado del movimiento sindical y de las comunidades eclesiales de base, entre otras vertientes.
Por eso causó una gran sorpresa y rechazo, luego de décadas de subordinación, en febrero de 1992, cuando el movimiento popular y social recibió la noticia que “quedaban en libertad”, que el FMLN ya no se hacía responsable de su accionar. Se entendió como que al movimiento popular lo dejaban a la deriva, como un abandono paterno inexplicable, como un gesto ofensivo y censurable.
En el imaginario de la vanguardia, la subordinación del movimiento popular y social es consustancial al cumplimiento de su papel, y en el caso nuestro, cuenta con una larga tradición, que incluye hasta 1970, al CROS y a la FUSS, y después del 70 al FAPU,BPR, LP-28, MLP, Comité pro1 de Mayo, MUSYGES; UNTS, MPR-12, BPS, etc.
Hacia el movimiento popular, la vanguardia diseñaba la estructura y definía su dirección, y luego acompañaba y evaluaba su actividad práctica, realizando ajustes, quitando y poniendo dirigentes. Era el vanguardismo en su expresión máxima, con su correspondiente dosis de autoritarismo y arbitrariedad. Y esta es una práctica nociva quizás todavía vigente en algunos espacios.
La autonomía del sujeto social y el peligro del basismo
Dado el nivel de organicidad alcanzado históricamente en nuestro país y las características de dependencia de la organización popular hacia el partido político, construir la concepción y práctica de la autonomía requirió altos niveles de audacia, ruptura y apertura a los cambios.
Surge únicamente luego de los Acuerdos de Paz de 1992 en algunos sectores del movimiento sindical y estudiantil universitario, así como organizaciones de mujeres y ambientalistas, que asumen la autonomía y se separan de la obediencia a la línea. Como reacción a lo que fue el vanguardismo, surgen diversas manifestaciones de democratismo, de basismo, de la concepción que todo debe ser resuelto y decidido por todos, así como de actitudes en contra de todo lo que huela a política, como las elecciones, o las organizaciones de izquierda y en particular en contra del FMLN.
No obstante, estas resistencias conservadoras, diversas organizaciones, en particular algunos sindicatos como Fenastras y recién surgidas organizaciones de mujeres como las Dignas asumieron el desafío de construir organizaciones autónomas, de construir su propia agenda, mientras que el grueso del movimiento popular regreso al seguro redil de la orientación partidaria, a la tradicional obediencia a la “vanguardia.”
La tesis de la construcción de poder popular
Surge con fuerza en el marco de las batallas antiglobalización latinoamericanas, ya en el siglo XXI, e influye en organizaciones tanto fuera como dentro del FMLN, y se entiende en ese momento, como un esfuerzo por balancear el énfasis electoral y enfocarse en la necesidad de trabajar en y desde los territorios.
Pero en realidad ha sido muy exigua la reflexión acerca del significado profundo del concepto político de construcción de poder popular, ya que incluso se impulso desde la misma organización partidaria, sin ningún tipo de planteamiento autocritico o viraje en términos de la actitud tradicional de buscar la subordinación del movimiento popular y social.
El discurso del poder y la literatura
Los discursos del poder19quedan retratados no solo en las alocuciones teosófica-políticas pronunciadas desde el paraninfo universitario, por el General Martínez, sino también en los discursos de la literatura (Salarrué con Cuentos de Barro20, 1933) e incluso en el discurso teológico (Monseñor José Alfonso Belloso y Sánchez21).
El choque de visiones entre los discursos de la generación literaria (ilustrada) la de la contrarrevolución de 1932 (Salarrué, Lars, Ambrogi, hermanos Espino22, etc.) y la de la insurgencia popular de 1956 (Dalton, Cea, Argueta, Armijo, etc.) ambas comprometidas con proyectos políticos antagónicos, la primera populista de derecha y la segunda socialista.
No obstante, el respaldo de la primera a la represión martinista, debe señalarse que tuvo algunos atisbos democráticos.23 En pintura, se enfrentan la visión idílica y pintoresca de José Mejía Vides (G32) con la clara posición política militante de los grabados de Camilo Minero (G56).
Las dos expresiones literarias (o discursos) más poderosas de la generación de 1932 son Cuentos de Barro de Salarrué (1933) y Jícaras Tristes de Alfredo Espino (1936). Esta generación literaria tiene como antecedente filosófico el pensamiento reformista de Alberto Masferrer y el acompañamiento político del régimen bonapartista del general Martínez.
Salarrué y Espino en sus discursos describen magistralmente la soledad, el dolor y sufrimiento de nuestros campesinos, su tecomate y sombrero de nostalgia, pero se esmeran en esconder, ocultar, negar su machete y grito de rebeldía, su terca y ruda resistencia frente a la opresión, su dignidad.
Los campesinos de Salarrué y Espino han sido derrotados. No obstante, esto, Espino con su Un rancho y un lucero refleja tímidamente la lucha por la tierra, así como denuncia la violencia machista contra la mujer campesina en su poemas La mataron un día y Allá.
Ya antes de la derrota real (militar de la insurrección de enero de 1932) había ocurrido la derrota literaria (ideológica). Enero de 1932 estuvo precedido por una derrota cultural del horizonte emancipador, encabezada por intelectuales orgánicos al proyecto oligárquico autoritario. La derrota literaria sucede antes de la derrota política y militar.
Políticamente en 1932 la incapacidad de la vanguardia, del sujeto político, de forjar alianzas con las fuerzas araujistas, para aislar y derrotar al enemigo principal, la conspiración martinista, bloquearon la posibilidad de enfrentar con éxito o al menos de nivelar la posterior represión y masacre. Se fueron solos al combate, error que fue corregido por el sujeto político en 1981 con la participación del FDR. En 1932 ya había una derrota cultural previa que posibilitó la derrota política y luego militar.
Una de las expresiones (o discursos) más poderosas de la generación de 1956 son Las historias prohibidas del pulgarcito de Dalton (1974). La generación del 56 es la generación de la ruptura, del acompañamiento al movimiento popular y la militancia política marxista, con el antecedente literario de Oswaldo Escobar Velado y el político de Jorge Arias Gómez, dirigente del PCS. Roque Dalton es la expresión más lograda –aunque trágica-de esta generación.
Es hasta los años 70 que surge una nueva generación literaria, la Generación del 75, en el marco de la eclosión de un gigantesco movimiento popular que fue el fundamento histórico para la guerra popular revolucionaria (1980-1992).
La prolongación del conflicto armado por doce años (1980-1992) solo pudo ser posible por la existencia de una ofensiva ideológica, que previamente había derrotado la hegemonía cultural oligárquica, y que fue iniciada en 1970 con la emblemática canción El planeta de los cerdos, música y letra de Carlos Francisco Aragón, e interpretada por La Banda del Sol. Con los Acuerdos de Paz de 1992 esta generación languidece, pero una de su ultimas expresiones fue el centro cultural Quinto Sol, en el centro capitalino, iniciativa del grupo musical Tepeuani.
Los paradigmas de la rebeldía y la sumisión
Resulta interesante desde una perspectiva histórica y política, como las generaciones rebeldes al alcanzar la madurez condenan a las nuevas generaciones a la sumisión y la obediencia, hasta que surja una generación que de nuevo se vuelve rebelde y rompe con estas cadenas y con este paradigma del sometimiento.
Esta es la experiencia de la generación bolchevique que gobierna la URSS –primero con Lenin y después con Stalin-por más de 45 años. Es la experiencia de la generación de Mao que desde los años 30 hasta los70 condujo a la revolución, y que llega incluso a los años 80 con el viraje capitalista de Deng Xiao-ping.
Es la experiencia de los sandinistas, ya que Daniel es el representante de la generación de los años sesenta-setenta, que derroca a Somoza y que hoy sigue conduciendo al FSLN y gobernando el país, cincuenta años después.
En nuestro caso, la generación de los setenta, la que irrumpe en la política nacional de manera clandestina con las armas en la mano, y rechazando airadamente las ilusiones en el sistema democrático burgués, y lanzados a la construcción entusiasta de organizaciones político-militares, cincuenta años después, siguen en la práctica conduciendo al FMLN. Ellos y ellas (aunque más ellos) fueron rebeldes y luego comandantes, y luego diputados, alcaldes, ministros.
Y resulta interesante que ha habido momentos en que los que fueron conocidos por su radicalismo estudiantil, y que en su juventud suspendían clases y cerraban la UES; hoy ya en su madurez se volvieron reaccionarios, e incluso hacen enérgicos llamados al orden y contra “la anarquía y el caos.”
10. Conclusiones: la lucha continúa…
Debemos de prepararnos política e ideológicamente para un nuevo periodo histórico, para un nuevo ciclo político, y aprender a nadar en esas aguas, lo que significa impulsar desde ya la movilización popular por la democracia…pero con una nueva visión, la visión de construir poder popular. La lucha continúa…
De otra forma, repetiremos los mismos errores y obtendremos los mismos resultados que obtuvimos en las elecciones de 2018 y 2019. Le gente necesita vernos acompañándolos en sus luchas, pero no para la foto, sino para la planificación, para la desvelada, para la elaboración de los carteles, para la protesta, para la negociada, para la fiesta de la victoria o para la chillada de la derrota. No se trata de llegar e irse como visitante bondadoso, hay que estar ahí siempre, solo sí recobraremos el respeto y el cariño perdido.
Para enfrentar estos nuevos momentos se necesita un polo de conducción política, que defina rumbo estratégico, de manera participativa, que defina el enemigo principal, que defina alianzas, que defina formas de lucha, sea este el resultado de la coordinación entre el sujeto político y el sujeto social, o de un sujeto político renovado, dialogante y concertador. La vida nos enseñará de que se trata, o si no lo logramos.
Hay dos criterios para juzgar la orientación ideológica y política que llevamos, el primero es que el sujeto tanto político como social debe funcionar en el marco de la más amplia democracia y dos, que es el protagonismo de los sectores populares el fundamento de cualquier proyecto de emancipación.
Es importante, asimismo, rescatar el espíritu de camaradería que debe de identificar nuestro accionar y la forma como nos relacionamos. Muchas veces la lucha por el poder nos ha incluso deshumanizado, y esto es triste, porque no podemos ofrecer lo que no tenemos. Desde ya debemos de construir nuevas relaciones sociales entre nosotros. Esto es poder popular.
El ejemplo de entrega y de heroísmo del Che24 sigue alimentando nuestros sueños.25 Así como el ejemplo internacionalista y combativo de Farabundo Martí. No podemos ni debemos tener como sueño ser funcionarios públicos para volvernos millonarios, eso no forma parte ni de nuestra historia ni de nuestra ética, como izquierda salvadoreña.
Y trabajar en redes, en redes locales y globales, y partiendo de sólidos principios como el respeto a la dignidad, los derechos humanos, la justicia, la amistad, entre otros, que se han venido acumulando como expresión de una nueva humanidad. Y el vínculo estará dado por el fuego de la lucha como criterio de valor de cualquier manifestación emancipadora, incluso la electoral. Las elecciones como un espacio para acumular fuerzas, para la educación política, y vinculadas a las luchas populares por la democracia.
Creo y espero que una de las condiciones que permitan la renovación de la izquierda salvadoreña en su vertiente política y social, académica y religiosa, va a estar vinculada al surgimiento de una nueva generación rebelde, protagónica, contestataria, iconoclasta, como lo fue la generación de Lito Aguiñada, Felipe Peña, Lil Milagros Ramírez y Rafael Arce Zablah.
Si esa generación rebelde ya ha llegado o está todavía por venir solo la práctica lo dirá. Un amigo describió esta expectativa usando lenguaje de la vieja escuela, dijo: hay que estar listo para sumarse a las nuevas vanguardias. La historia sigue su marcha…
San Salvador, septiembre de 2020
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13 “Concebimos la burocracia política como una categoría social, que tiene una unidad en su funcionamiento y una autonomía relativa respecto a las clases sociales. La burocracia política es una categoría social en tanto se define en relación al estado y no en relación a la economía.”Lerner, Bertha. La protesta pasiva de la burocracia política. Revista Mexicana de Sociología. México. 1985
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23 Salarrué. Mi respuesta a los patriotas ( yo no tengo patria). Carta del 27 de febrero de 1932. https://www.jstor.org/stable/25596066
24 Guevara, Ernesto Che. El Socialismo y el hombre en Cuba. La Habana, 1965
25 “Es indudable que el Che supo expresar en forma extraordinaria el carácter de la juventud de nuestros días, su idealismo, su nobleza, su generosidad, su heroísmo, su vocación de libertad, su ira, su prisa, su impaciencia Y es esto, justamente, lo que explica que la juventud tome al Che como un símbolo propio y que el nombre del Che figure en estos momentos a la cabeza de tantos movimientos juveniles en variados países.” Castellanos Figueroa, Raúl. Nota en torno al Che. Revista Universidad. San Salvador. 1968
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