Algo huele a podrido en Pakistán
- Análisis
El pasado lunes 29, un comando del grupo étnico-insurgente Ejército de Liberación de Beluchistán, (BLA), atacó el edificio de la Bolsa de Valores en Karachi, la capital económica de Pakistán. Dicha operación permite más especulaciones, que la de una simple acción terrorista.
El Ejército de Liberación de Beluchistán es una de las tantas organizaciones separatistas que desde 1947 luchan por sesionarse de Islamabad. Beluchistán en el sudoeste pakistaní, es una región extremadamente rica en recursos naturales y donde Pakistán concentra su actividad nuclear. Para las autoridades nacionales mantener a Beluchistán como parte integrante de la Republica Islámica de Pakistán es esencial para que siga existiendo como tal. Por ello, la provincia rebelde ha sido devastada por la represión de los sucesivos gobiernos centrales de Pakistán, que ha dejado y siguen produciendo miles de muertos y desaparecidos. Quizás una de las razones por la que Beluchistán continúa su lucha, más allá del carácter indómito de su pueblo, es porque cuenta y mucho con el apoyo de India, que desde siempre ha apoyado todas las causas que puedan afectar a Pakistán, con quien comparte una larga historia de conflictos.
Respecto al ataque a la Bolsa de Comercio que se saldó con siete muertos, que incluyen a los cuatro atacantes, dos guardias y un policía, se supo que fue llevado a cabo por una comando perteneciente a la unidad de elite de BLA, la Khatiba Majeed Fidayeen creada en 2011 (Brigada de mártires Majeed), nombre de un antiguo militante del BLA, quien murió en 1975 en el intento de asesinar al presidente pakistaní Zulfiqar Bhutto.
Los brigadistas del Majeed, iniciaron la operación del lunes lanzando varias granadas en la puerta principal, antes de penetrar en el edificio, donde abrieron fuego de forma indiscriminada, lo que fue respondido por agentes de seguridad, provocando un intercambio de disparos que duró más de una hora. Fuentes de la policía revelaron que, entre las pertenencias de los atacantes muertos, se hallaron provisiones y alimentos, lo que da la idea de que el fin era sostener la toma durante varios días.
El edificio atacado, se ubica en una zona de alta densidad comercial, donde se encuentran sedes de bancos y empresas privados, oficinas públicas y comercios, por lo que el área cuenta con rigurosos controles de vigilancia, ya que el país, sufre, desde 2001 ataques regulares contra objetivos militares y gubernamentales, tanto por la insurgencia baloch, como por miembros de los que se conoce como Tehrik-e-Talibán Pakistán (Movimiento de los Talibanes Pakistaníes) principalmente en las provincias de Baluchistán y Khyber Pakhtunkhwa.
Los últimos ataques del BLA se concentran contra objetivos chinos, como el de noviembre de 2018 contra el consulado de ese país en Karachi y el de mayo de 2019, en la provincia baluchi contra el Hotel Zaver Pearl-Continental en el nuevo puerto de Gwadar, un emprendimiento de Beijing sobre el golfo de Omán. Incluso al ataque del pasado lunes podría catalogárselo como anti chino ya que la bolsa de Karachi posee una participación del 40 por ciento de inversores chinos. No son antojadizas las acciones contra interés chinos, ya que hoy ese país representa el mayor socio comercial de Pakistán, y su principal aliado político y militar.
Las inversiones chinas bajo el concepto de la “nueva ruta de la seda” en que Pakistán juega un papel fundamental, para su concreción, ha provocado que India, el enemigo histórico de Pakistán, se lanzara sin tapujos a una nueva alianza con los Estados Unidos y una fulgurante e inédita asociación comercial y militar con Israel, motorizada desde 2014, cuando el ultra nacionalista Narendra Modi se convirtió en Primer Ministro de la India.
En declaraciones en la Asamblea Nacional de Pakistán del martes 30, el Primer Ministro Imran Khan, que llamó “héroes de Pakistán” a los tres efectivos muertos en el ataque, dijo “no tener dudas de que India está detrás del ataques” contra el edificio de la Bolsa de Valores en Karachi, con la intensión de repetir lo sucedido en Mumbai en 2008, donde un supuesto asalto terroristas, que para muchos habría sido organizado y financiado por el Inter-Services Intelligence o ISI, el servicio de inteligencia pakistaní, dejó al menos 160 muertos.
Dentro de la misma declaración, Khan, en plena devastación del COVID-19, que ya ha provocado cerca de 5 mil muertos, el Primer Ministro reconoció a los trabajadores de la salud que se mantienen en la primera línea de combate contra la enfermedad, dijo conocer la presión bajo la que están trabajando y que el gobierno “tratará de recompensarlos, pero Allah les dará la recompensa final porque están haciendo su yihad”.
Pero no son el terrorismo y la pandemia los únicos problemas de Khan: la crisis económica ya estaba en pleno desarrollo antes del estallido del coronavirus, razón por lo que no adhirió a los planteos de la Organización Mundial de la Salud, (OMS), e, ignorando los consejos de los mejores profesionales del país, que pedían un cierre completo, permitió algunas actividades continuar con normalidad lo que habría producido más contagios y el significativo número de muertos.
A lo que se agrega la grave crisis que vive la coalición política que le permitió a Khan imponerse en las elecciones de 2018, el Pakistán Tehrik-e-Insaf o PTI, (Movimiento por la Justicia de Pakistán), de la que se acaba de bajar el Partido Nacional de Baluchistán (BNP-M) perdiendo así la mayoría en la cámara baja del parlamento. Esto debilita al gobierno que libra una gran disputa con los principales holding del país, como el que dirige el empresario de la azúcar, Jahangir Tareen, de quien se sabe que se encuentra trabajando con los líderes políticos de la alianza gobernante y la oposición intentado desestabilizar al gobierno, cada vez más solo. A lo que hay que agregar, lo que quizás sea un detalle insignificante en semejante pandemónium, pero no deja de ser un verdadero escándalo , pues se acaba de descubrir que un gran número de pilotos de la línea estatal Pakistan International Airlines (PIA), tiene licencias de vuelo falsas, por lo que muchos países europeos ya han prohibido los arribos de esa aerolínea.
Problemas en el barrio
Si bien el frente interno del Primer Ministro Khan es verdaderamente complejo, fronteras afuera la situación no es mejor. Las disputas fronterizas en la Línea de Control Actual (ALC) entre India y China, erizan la piel de Pakistán, que sabe que de ninguna manera podrá mantenerse neutral. Por lo que ya ha incrementado el despliegue de tropas a lo largo de la Línea de Control (LdC), que separa Pakistán de India, en la controversial Cachemira, donde casi de manera cotidiana se siguen produciendo roses y cuestiones de mayor complejidad como la crisis de Balakot, de febrero del año pasado, en que la fuerza aérea India bombardeó en las cercanías de la ciudad pakistaní de Balakot, con la excusa de destruir santuarios terroristas, en el que, según Nueva Delhi, habrían muerto un gran número de terroristas. Este ataque tuvo la respuesta de Islamabad, al día siguiente, derribando un avión y tomando a su piloto como prisionero, quién fue devuelto a India días después.
En la Línea de Control se sigue incrementado el número de Divisiones indias con cerca de 20 mil efectivos instalados en Jammu y Cachemira, lo que es monitoreado activamente por los radares pakistaníes, al tiempo que Islamabad ordenó la activación de la base aérea de Sakrdu.
En estos días, como no podía ser de otra manera, los Estados Unidos también han hecho su aporte a la convulsa situación, reclamando a Pakistán acciones claras respecto a la toma de medidas contra los terroristas que se encuentran estacionados en su país, algunos de ellos en connivencia con la inteligencia pakistaní, particularmente Masood Azhar fundador del Jaish-e-Mohammed o JeM (El ejército de Mahoma), que opera particularmente en la Cachemira india, responsable del ataque al bus de la policía en Pulwama, en el que murieron cuarenta jawans (soldados) indios en febrero de 2019. El líder de esta organización, Sajid Mir, que se cree se mueve libremente en Pakistán, sería el responsable del ataque a Bombay de 2008,
Imran Khan, parece no tener más destinos que afianzar su alianza con China, hoy el gran objetivo de los Estados Unidos, que pretende cercar en sus fronteras al gigante comunista.
Todas las maniobras realizadas por Trump, tiene un solo objetivo: China, en procura de mostrar a su electorado algo más que muertos por el Covid-19 el próximo noviembre y para ello desestabilizar a Pakistán es prioritario.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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