En estos días hemos tomado conocimiento que el gobierno entrante no cursará invitación para asistir a los actos de asunción presidencial del 1º de marzo a tres países: Cuba, Nicaragua y Venezuela, por “carecer de democracia plena”.

De acuerdo al índice que elabora anualmente la publicación “The Economist”, en su última edición de 2018, sólo 20 países alcanzan el status de democracia plena en el mundo entre los que se incluye a Uruguay.

Por lo tanto si se aplicara el criterio de invitar solamente a los países que ostentan el mismo estatus que el nuestro, serían 19 los convocados: Noruega, Islandia, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Canadá, Irlanda, Finlandia, Australia, Suiza, Países Bajos, Luxemburgo, Alemania, Reino Unido, Austria, Mauricio, Malta, España y Costa Rica; con lo cual seguramente seríamos el hazmerreír del mundo, digno de figurar en el libro Guinness de los récords.

Ahora volviendo al tema específico: dejando de lado toda consideración de tipo político partidario respecto al carácter de los gobiernos de los tres países a los cuales no se piensa invitar, es menester analizar el enorme alcance de esta verdadera gaffe diplomática.

En materia de relaciones internacionales, formas y contenidos van de la mano e interactúan entre sí.

Es por ello que la diplomacia presta tanta atención y cuidado a sus manifestaciones, cuidando ambos aspectos para no dar señales que puedan ser consideradas equívocas y dar pie a malos entendidos que dañen las relaciones bilaterales o multilaterales entre los países y gobiernos.

Es de estilo entonces para este tipo de acontecimientos, cursar invitaciones a las autoridades de todos los países con los cuales se mantienen relaciones diplomáticas, por intermedio de sus Embajadas acreditadas en el país.

Precisamente los tres países a los que no se piensa invitar mantienen normales relaciones diplomáticas con el nuestro y cuentan con sus respectivas Embajadas debidamente acreditadas.

Entonces surge la pregunta ineludible: ¿cómo piensa la próxima Cancillería que será recibida esta señal? ¿Existe otra posible interpretación que no sea la de un flagrante desaire?

Pero además, desde mi experiencia en el MRREE, me surgen otras interrogantes:

Es costumbre en muchos países que al finalizar cada año, haya un saludo del canciller del país receptor al Cuerpo Diplomático acreditado, así como otro por parte del Cuerpo Diplomático al Presidente del país anfitrión a principios del año.

Si se quisiera mantener una línea de procedimiento coherente:

1) ¿Qué deberían hacer desde 1º de marzo del 2020 en adelante nuestros Jefes de Misión acreditados en estos tres países, en éstas y otras muchas ceremonias oficiales? Asistiendo o no a las mismas será imposible no quedar en evidencia ante las autoridades y los colegas del Cuerpo Diplomático.

2) ¿Cómo procederán los Jefes de Misión en el exterior cuando organicen la celebración del 25 de agosto?

En los tres países mencionados: ¿no invitarán a las autoridades de gobierno?

Y en el resto del mundo: ¿invitarán a los diplomáticos acreditados como es de estilo salvo a los de esos tres países?

Como se puede apreciar esta decisión – aún en el caso en que fuera un hecho puntual y aislado - es a todas luces un verdadero papelón.

Pero lamentablemente se trata de algo mucho peor; refleja una postura política en lo que hace a las relaciones exteriores del país en el próximo quinquenio.

En la propia ceremonia de asunción presidencial del próximo 1º de marzo en que no se invita a estos países, sí se invita a la “autoproclamada Presidente” Jeanine Añez, luego de perpetrado el golpe de Estado en Bolivia.

Además ya se anunció la salida de Uruguay del Grupo de Montevideo (cuya conformación propiciara junto a México como instrumento para el diálogo político entre gobierno y oposición en Venezuela) y el voto para la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la OEA (el actual gobierno había anunciado que no lo reelegiría).

Tampoco será de extrañar que pronto solicite su ingreso al llamado Grupo de Lima.

En síntesis tendremos una política exterior obsecuente y funcional a los designios de los EUA.

Si analizamos los antecedentes familiares y políticos partidarios del futuro Presidente, no nos debería llamar la atención.

Su padre, el exPresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, en 1975 cuando murió el dictador Francisco Franco, fue a la Embajada de España a rendir su homenaje, entonando emocionado las estrofas de “Cara al sol” el himno de la Falange Española, la de los fascistas como Primo de Rivera (1), Millán-Astray (2) o Queipo de Llano (3).

Y recordemos también que fue el Partido Nacional (con mayoría herrerista y ruralista) quien en 1959 con la llamada Reforma Monetaria y Cambiaria nos pusiera por vez primera bajo el yugo de los dictados del FMI y en 1962 votara la expulsión de Cuba de la OEA.

Por ende, a prepararse para lo peor.

15.02.2020

Notas

1) José Antonio, creador de la letra de “Cara al Sol”.

2) General quien le gritara a Miguel de Unamuno “muera la inteligencia” el 12.10.36 en un acto en la Universidad de Salamanca.

3)Teniente Gral. responsable de la muerte de 54.000 personas en Sevilla y quien diera la orden de fusilar a Federico García Lorca.

Carlos Flanagan

Ex-Embajador