Una cifra necesaria para una (in)justicia real, la protección social

05/12/2019
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Tras realizar estudios en 134 países de ingreso bajo, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), destaca que para que las naciones puedan establecer un conjunto de medidas que garanticen un nivel mínimo de protección social para 2030, se deben invertir más de 500.000 millones de dólares anuales.

 

En cambio, en los países de ingreso mediano alto, el 35 por ciento de los niños y el 90 por ciento de las personas mayores de edad gozan de cierto nivel de cobertura. « Creemos firmemente que el objetivo de la protección social universal es alcanzable si hay inversiones masivas, incluida la ayuda internacional al desarrollo para los países de ingreso bajo», puntualizó Valérie Schmintt, directora Adjunta del Departamento de Protección Social de la OIT.

 

No olvidemos que la protección social desempeña un papel central en las iniciativas puestas en marcha para alcanzar en 2030 las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, entre otros los relativos a la pobreza, la igualdad de género, el trabajo decente y el crecimiento económico.

 

La realidad es que una vez más los informes nos enseñan que abatir la pobreza en el capitalismo es una falacia. Independientemente de las razones políticas, sociales, jurídicas o económicas, lo cierto es que los gobiernos están obligados a enfrentar la pobreza.

 

Desde hace mucho tiempo nos hemos interpelado si el fenómeno característico de nuestro tiempo, la «globalización neoliberal»- que se iniciaba como la apoteosis del pensamiento económico- fue una fuente de oportunidades para todos.

 

A la luz de los hechos que nos interpelan, de informes que se suceden, creemos que no.  Una vez superado el «fin de la historia» y agotado el modelo de posguerra para la rentabilidad capitalista, la globalización se pone en marcha liberalizándolo todo para intentar recomponer la tasa de ganancia. Una vez más, la ideología de la globalización viene a dejar claro que el capitalismo y la justicia social no son sinónimos.

 

Hoy en cada informe, la tragedia se sucede, y compite la injusticia dentro de la injusticia: mil millones de personas no tienen acceso al agua potable segura; 2,5 millones carecen de sistemas sanitarios adecuados, y más de cinco millones de personas fallecen anualmente a causa de enfermedades relacionadas con el agua, diez veces más de quienes mueren en conflictos armados cada año.

 

Sin dudas tiene más prensa las alfombras rojas, las clasificaciones de los muy ricos, o los salarios de los deportistas, dejando de lado otras realidades más crueles que forman parte de este mundo de verdades virtuales y mentiras reales.

 

Según el informe, los países de ingreso bajo tendrían que gastar el 5,6 por ciento (27.000 millones de dólares) de su PBI para cubrir dicho déficit. Los países de ingresos medianos tendrían que destinar el 1,9 por ciento del PBI (136.000 millones de dólares) mientras que los de ingresos  mediano-alto tendrían que gastar el 1,4 por ciento de su PBI (365.000 millones de dólares).

 

Las opciones de política para generar la financiación necesaria expuestas en el informe incluyen, entre otras, el aumento de los ingresos fiscales, la ampliación de la cobertura y las cotizaciones a la seguridad social, el aumento de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD), dando prioridad a los países de ingreso bajo y la eliminación de los flujos financieros ilícitos. 

 

Una vez más los informes ponen de manifiesto que la protección social universal podría erradicar la pobreza, reducir las desigualdades, promover el crecimiento económico y la justicia social. No obstante asistimos a la austeridad de los recortes a corto plazo que van en contra de los esfuerzos de desarrollo a largo plazo.

 

Miremos la realidad del planeta, hagamos un análisis coherente y veremos cómo el mito del capitalismo globalizado y la economía de mercado se han transformado en fuente de engaño, fantasía, irrealidad y desequilibrios políticos y por ello originador de desencantos, violencia, pesimismo y nostalgias.

 

Todos los días el mundo pierde una cantidad asombrosas de niños, por lo tanto el triste destino de éstos exige mucho más que las débiles respuestas actuales. Pero por desgarradoras y carentes de sentido que sean estas muertes, hoy no hablamos de ellas. Este informe, al igual que tantos otros nos hablan de seres transformados en virtualmente invisibles por la pobreza más extrema, no registrados al nacer, carentes de reconocimiento oficial y de la protección de sus derechos, que siguen soportando su destino en profunda oscuridad.

 

Nada nos demuestra con tanta claridad esa necesidad de corregir el rumbo como el impacto ocasionado por las crisis de endeudamiento y la consiguiente aplicación de programas de ajuste económicos determinados por los organismos financieros internacionales.  Una pregunta nos surge: ¿debemos dejar morir a nuestros semejantes de hambre y en la indigencia para pagar nuestras odiosas deudas externas?

 

Eduardo Camin

Periodista uruguayo, acreditado en la ONU-Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

http://estrategia.la/2019/12/04/una-cifra-necesaria-para-una-ininjusticia-real-la-proteccion-social/

 

https://www.alainet.org/de/node/203675?language=en
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