¿Cómo afectarán las próximas elecciones a Trump y Netanyahu?

04/09/2019
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El libro “El Arte de la Guerra” del general, estratega y filósofo chino Sun Tzu (considerado el mejor libro de estrategia de todos los tiempos y libro de cabecera de estadistas como Maquiavelo, Napoleón o Mao Tse Tung), es un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. La doctrina geopolítica de Obama diseñada por Zbigniew Brzezinski sería en gran parte deudora de dicho manual pues intenta desentrañar las raíces de un conflicto y buscar una solución, aplicando la máxima de Sun Tzu “la mejor victoria es vencer sin combatir y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”, con lo que se adelantaría casi 2.500 años al desenlace del contencioso nuclear iraní.

 

Así, tras 21 meses de negociaciones, Irán y los países del Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania) alcanzaron un acuerdo sobre el programa nuclear del país asiático, por el que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) e Irán acordaban un calendario de actividades para poder certificar «todos los asuntos pasados y presentes pendientes, que todavía no han sido resueltos por el OIEA e Irán». Dicho acuerdo incluía el beneplácito de Washington para que Teherán enriquezca su uranio y lo transformara en combustible para el reactor iraní, (siempre bajo control de la OIEA), lo que permitía un mejor control del stock de uranio enriquecido de Irán, fuente de inquietud entre los occidentales e Israel, que temen que Teherán lo pueda emplear para fabricar armas atómicas, (acusaciones que Irán ha desmentido siempre categóricamente).

 

¿Cambio de criterio de la Administración Trump respecto a Irán?

 

Irán adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la Administración Bush obsesionada con el Eje del Mal) al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona. Asimismo, propuso una negociación global con el grupo de contacto para tratar todos los aspectos que le enfrentan a los países occidentales desde hace treinta años, tanto el asfixiante embargo que ha azotado a la República Islámica como los activos iraníes bloqueados en Estados Unidos, el papel regional de Irán y la cooperación relativa a la seguridad en Iraq y Afganistán.

 

La miopía geopolítica de los neocon estadounidenses propició con la Administración Trump el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán. Así, en una primera fase el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump amplió las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015, conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y que tan sólo serían fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960 que incluiría la balcanización de Irán.

 

En una entrevista a Brzezinski realizada por Gerald Posner en The Daily Beast (18 de septiembre de 2009) afirmó que “una colisión estadounidense-iraní tendría efectos desastrosos para Estados Unidos y China, mientras Rusia emergería como el gran triunfador, pues el previsible cierre del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico donde atraviesa el transporte de petróleo destinado al noreste asiático (China, Japón y Sur-Corea), Europa y Estados Unidos, elevaría el precio del oro negro a niveles estratosféricos y tendría severas repercusiones en la economía global, pasando a ser la UE totalmente crudodependentiente de Rusia”, con lo que Trump dejará que la niebla del olvido cubra con su mando la idea de finiquitar el actual status quo de Irán ante la certeza de que si se bloquea el estrecho de Ormuz por el que pasa un tercio del tráfico energético mundial, se agravará la recesión económica mundial y se debilitará profundamente todo el sistema político internacional lo que podría afectar negativamente la reelección de Trump en las Elecciones Presidenciales de 2.020.

 

¿Necesita imperiosamente Netanyahu una nueva guerra?

 

El ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”.

 

En la actualidad, se estaría dibujando un nuevo escenario de confrontación abierta que buscaría una rápida victoria militar que refuerce la imagen diluida de Netanyahu como líder fuerte ante la proximidad de las elecciones en Israel, extremo confirmado por sus declaraciones de realizar “una operación amplia contra la Franja de Gaza en un futuro no muy lejano”. Así, según la agencia de noticias palestina Al-Youm, “Netanyahu amenaza con lanzar un ataque masivo contra la Franja de Gaza” y en este contexto prebélico, habría que situar las declaraciones de Seyed Hasan Nasral, secretario general de Hezbolá a la cadena libanesa Al-Mayadeen, en las que afirma que “el campo de batalla de una guerra en el futuro abarcará todos los territorios palestinos (ocupados por Israel) y nuestros misiles pueden golpear cualquier objetivo en una guerra futura”.

 

La propaganda de Netanyahu será dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustentan, sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, proceda de Hamás, de Hezbolá o de Irán. Netanyahu aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), ente que intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel (Eretz Israel) y que bebería de las fuentes de Génesis 15:18, que señala que “ hace 4.000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Eúfrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida posteriormente a sus descendientes”.

 

Dicha doctrina tuvo como principal adalid a Isaac Shamir al defender que “Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie” y en ella se basan los postulados del partido Likud liderado por Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la “capital indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1.967) y que tuvo su espaldarazo internacional al trasladar la Administración Trump la Embajada Estadounidense a Jerusalén, lo que se tradujo en una nueva masacre en Gaza (más de 100 muertos en la celebración del 70º Aniversario de la Nakba) y el repudio hipócrita de la comunidad internacional.

 

Germán Gorraiz López

Analista

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/de/node/201954?language=es
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