Francia ponía en marcha la Segunda Guerra Mundial
- Opinión
Hace un siglo, el 25 de febrero de 1919, Francia, a través de su representante, André Pierre Gabriel Amédéé Tardieu, luego tres veces primer ministro y efímero presidente, presentó sus exigencias en Versailles, durante el desarrollo de la Conferencia de Paz tras la finalización de la entonces Gran Guerra, luego rebautizada como Primera Guerra Mundial, y con ellas puso en marcha el proceso que, veinte años más tarde, desembocara en la Segunda Guerra Mundial.
Francia, apoyada por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, fue la que llevó adelante las políticas más duras contra los derrotados, a las que se opusiera el presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson a través de su representante John Foster Dulles, aunque éste terminó corredactando el artículo de “culpabilidad” de Alemania y sus aliados lo que, más tarde, reconociera como un grave error.
Eisenhover y John Foster Dulles
Además Francia y el RU aprovecharon la Conferencia para apropiarse de los territorios de la entonces Gran Siria, hoy Siria, Líbano, Irak, Jordania, Israel y Palestina. La partición de los mismos había sido pactada entre ambos países en 1916, durante la guerra, mediante el Tratado Sykes-Picot, y cuyas fronteras habían sido diseñadas por el luego primer ministro del RU Winston Leonard Spencer Churchill “un sábado a la tarde de 1917” según él lo relató en sus memorias.
La Gran Siria había sido el resultado de la sublevación árabe contra el Imperio Otomano, concretada en 1917 con la victoria de las fuerzas del príncipe Faisal con quién colaboraba el arqueólogo galés Ted Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia. Se trataba de un estado de mayoría religiosa musulmana pero con presencias de cristianos y judíos que se encontraban representados en el parlamento.
Faisal y Lawrence no fueron autorizados a participar en la Conferencia de Versailles. A Faisal se lo recompensó parcialmente ubicándolo con formal rey de Irak, bajo el control del RU que tenía una postura de un colonialismo más contemplativo que el de los franceses. Lawrence murió el 19 de mayo de 1935 tras un extraño accidente en moto luego del cual el neurocirujano Hugh Cairns, quién lo atendiese, creó el casco que cubre la cabeza de los motociclistas, cuyo uso obligatorio fue convertido poco tiempo después en el RU y luego mundializado.
De las propuestas francesas tuvo particular trascendencia el Artículo 231 del Tratado de Versailles en el que se estableciera la cláusula de culpabilidad de la guerra en el que se señala que “Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Alemania reconoce, la responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresión de Alemania y sus aliados”.
Los aliados, en realidad Francia y el RU, impulsaron de esa manera el pago de reparaciones por parte de Alemania a los mismos lo que llevó a la crisis sufrida por esa nación posteriormente y la aparición del nazismo como alternativa reparadora a esa humillación diplomática y sus gravísimas consecuencias económicas que generaron una terrible hiperinflación en ese país.
La Conferencia de Paz comenzó el 18 de enero de 1919 con la participación de 26 países y se centró inicialmente en la cuestión alemana cuyos representantes no pudieron intervenir en las decisiones. Francia, argumentando que la mayor parte de la guerra librada en el Frente Occidental tuvo como escenario su territorio, fue la que planteó con dureza las reparaciones como lo exigiese su primer ministro Georges Benjamin Clemenceau. Éste, además, especulaba con que ello iba a generar dificultades para un posterior renacimiento alemán que devolviese a ese país su rol de gran potencia industrial.
David Lloyd George, el primer ministro del RU, propuso una alternativa más contemplativa ya que su país era un socio comercial de los alemanes y por ello que su gobierno se hiciera cargo de atender parte de las reparaciones. Wilson rechazó todas las alternativas pero su postura fue desechada como también la de la creación de un estado kurdo que resolviese la fragmentación de esa población en el Oriente Próximo; fragmentación que con el tiempo se convirtiese en generadora de luchas armadas en esa región.
El acuerdo de Francia y el RU, siempre contra la postura de los Estados Unidos de América, estableció que Alemania y el Imperio Austro-Húngaro habían premeditado la guerra ya que la misma “fue el resultado de actos deliberados cometidos para hacerla inevitable”. La propuesta fue rechazada por los alemanes que consideraron la guerra como de responsabilidad mutua. Al respecto el fundador de la sociología moderna, Maximilian Karl Emil Weber, que asesoraba a los negociadores alemanes, señaló que dicha propuesta era la de una “paz podrida”.
Clemenceau amenazó a los alemanes con la continuación de la guerra y los emplazó al respecto. En un marco de generalizado rechazo a firmar el acuerdo renunciaron las principales autoridades de Alemania y se designó un nuevo gobierno encabezado por el militar Paul von Beneckendorff und von Hindenburg quién aceptó el acuerdo lo que fue notificado al primer ministro francés 19 minutos antes de que venciese el plazo impuesto por éste para continuar la guerra.
Italia, que había sido aliada de Francia y el RU, tuvo que hacer frente a sus propias reparaciones ya que se destruyó el 26 por ciento de su economía. No fue incluida en los beneficios pactados para sus socios militares. En los acuerdos no se le otorgaron los beneficios previamente prometidos por ellos, salvo algunas pequeñas cesiones territoriales a expensas del Imperio Austro-Húngaro lo que devino en una fuerte crisis que llevara al gobierno al fascismo.
Claro que los alemanes también cobraron reparaciones por lo sucedido en la guerra en el frente oriental que recayeron sobre la naciente Rusia bolchevique pero que resultaron insignificantes para cubrir lo que debió abonar a sus enemigos occidentales que también cobraron reparaciones a Bulgaria.
La experiencia no fue vana. Así fue como el 6 de junio de 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los EUA dio a conocer el plan elaborado por su Departamento de Estado encabezado por el general George Cattleet Marshall, conocido como Plan Marshall que apuntó al salvataje la mayoría de los países que habían sufrido las consecuencias de la misma con excepción de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ahora el nacionalismo autoritario no era el gran enemigo sino la expansión del comunismo en Europa, en especial en Francia e Italia. Un Plan Marshall que perjudicó severamente a la Argentina y que, junto con un período de sequías, provocó la crisis económica de 1949 que llevó al gobierno de Juan Domingo Perón a una nueva estrategia a partir del 18 de febrero de 1952.
25/02/2019
- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Fuente: www.marcelobonelli.com.ar
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