Desagradecidos frente al país que ayudó a Argentina
- Análisis
Trump sigue su ofensiva imperial contra Venezuela. Indigna ver a políticos, oficialistas y “opositores” que se suman a la agresión contra un país que tanto nos ayudó.
En agosto de 2017 Donald Trump no descartaba una invasión militar a Venezuela, aunque siguió la táctica de sanciones económicas y financieras. Alentó a la oposición venezolana a la violencia y descartar a fines de ese año las negociaciones con el gobierno que se desarrollaban en República Dominicana con la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero.
Obedeciendo esas órdenes el grueso de esa oposición boicoteó las elecciones de mayo del 2018, ganadas por Nicolás Maduro frente a tres candidatos de la contra que intervinieron en esos comicios.
El sucesor de Hugo Chávez iba a asumir el 10 de enero de este año por el período 2019-2025. Y Trump redobló su agresión. Primero tachó a Maduro de “dictador” y desconoció su gobierno. Luego instrumentó a 13 países del Cartel de Lima para que hicieran otro tanto, el 4 de enero. El 10 de enero, cuando el venezolano asumía ante el Tribunal Supremo de Justicia, movió al Comité Permanente de la OEA para que lo tachara de “régimen ilegal”.
Entretanto, el 5 de enero, un casi desconocido Juan Guaidó, del partido “Voluntad Popular” del político preso Leopoldo López, ligado al terrorismo, asumía la titularidad de la “Asamblea Nacional”. Las comillas son porque desde 2016 este legislativo estaba penado de ilegalidad por un fallo del Tribunal Supremo de Justicia y se había constituido la Asamblea Constituyente, como órgano superador de aquella.
El 23 de enero Guaidó se autoproclamó presidente y en minutos le llegó el reconocimiento de Trump y casi inmediatamente el de la tropilla de presidentes que comen de su mano, entre ellos Mauricio Macri.
A lo largo de enero esa derecha alimentada desde Washington quiso imponer ese presidente “autoproclamado” con la violencia callejera, como en las guarimbas de 2014 y 2017. Han provocado al menos 26 muertos y 350 detenidos.
Los injerencistas son cínicos. Por un lado alegan “crisis humanitaria” en Venezuela y anuncian que van a aportar 20 millones de dólares para contenerla. Y por otro lado el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin y el asesor de Seguridad, el neonazi John Bolton (que en tiempos de George Bush acusaba a Cuba de tener armas biológicas), informaron el 28 de enero de sanciones totales contra la venezolana de petróleos, PDVSA. Van a congelar sus cuentas y activos en Estados Unidos por 7.000 millones de dólares y sus exportaciones por 11.000 millones más. Según denunció en la ONU el canciller venezolano Jorge Arreaza el perjuicio llegaría a 23.000 millones de dólares.
Estrangulan la economía, roban los dólares de su petróleo y generan el caos económico. Y en medio de la crisis que esas sanciones causan en el país víctima, alegan la durísima situación del pueblo para tratar de justificar su intervención y entronizar al vasallo Guaidó.
Imposturas argentinas
El primer “lamebotas yanquis” (diría Fidel Castro de Fernando de la Rúa en 2000) fue Macri, corriendo a la par del colombiano Iván Duque y por delante de Jair Bolso-nazi. Reconoció al “autoproclamado” y en tiempo récord recibió a su “embajadora” designada para Buenos Aires. Esto fue fácil porque es una funcionaria de Cambiemos, Elisa Trotta Gamus, la directora de Programas Institucionales de la Cámara de Diputados de Buenos Aires, designada por María E. Vidal.
El macrismo no es el único sector político empotrado en las tropas norteamericanas, por ahora mediáticas y políticas pero que desbrozan el terreno para una intervención militar. Otros supuestos opositores, dirigentes peronistas y del Frente Renovador, se agregaron a esa comparsa. Sergio Massa, Juan M. Urtubey y Miguel Pichetto causaron vergüenza ajena. El primero tuiteó: “El mundo le da la espalda a la dictadura de Maduro y empiezan a soplar vientos de libertad”. No por nada Massa quedó escrachado en “ArgenLeaks” de Santiago O'Donnell, con Alberto Nisman, como el más asiduo asistente a la embajada en Palermo.
Algunas posiciones contra Maduro no fueron tan desvergonzadas como aquéllas, pero también hacen daño. Por ejemplo, el 25 de enero se conoció una declaración de los tres partidos trotskistas del FIT (PO, PTS e IS). En sus primeros tres puntos se deslindan de Trump y cuestionan a Macri, pero a partir del punto 4 todos sus cañones disparan contra el presidente venezolano. Dice el FIT: “El gobierno y el régimen cívico –militar de Nicolás Maduro es responsable de conducir a una encerrona al pueblo venezolano. Desde el comienzo el chavismo estableció un régimen de poder personal y estatización de las organizaciones populares, con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como principal sostén de su poder. Bajo el impacto de la crisis mundial y la caída de los precios del petróleo, fue profundizando una política de ajuste y ataque a las condiciones de vida. El gobierno venezolano ha llevado el salario a 6 dólares y provocado una catástrofe social y millones de refugiados”.
Sin llegar a estos extremos, lo del kirchnerismo es cuestionable. CFK guarda un silencio atronador y oportunista, y el comunicado del bloque de diputados fue tibio, en modo vaticano.
Hay gente que ha perdido la memoria y valores. Venezuela ayudó a Argentina a la salida de la crisis de 2001: encargó dos buques en Astilleros Río Santiago, compró títulos por 5.000 millones de dólares, dio un crédito de 80 millones de dólares a Sancor en 2006 para que no fuera comprada por George Soros, puso el hombro en Mar del Plata en 2005 contra el ALCA y bancó los reclamos por Malvinas y contra los “fondos buitres”. ¿Y le pagamos así?
Los traidores están en el noveno círculo del infierno. ¿Y los desagradecidos, adónde van Dante? ¿También al noveno?
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