¡Países de m....!
- Opinión
“El que dice lo que no debe, escucha lo que no quiere”.
Pido disculpas por adelantado porque en cada artículo que escribo intento entregar un ramillete de flores, pero en esta ocasión sospecho que éste no despedirá fragancias sino hedores.
Me siento gratificado por haber sugerido en 2016 que Panamá declarase persona non grata a Donald Trump por sus palabras ofensivas: “los Estados Unidos le regalaron el Canal a Panamá a cambio de nada”. Como dijo Lao Tsé: “El que sabe, no habla; el que habla, no sabe”. ¿Dónde deja Trump a los miles de asesinados?
Afortunadamente, el Consejo Municipal por unanimidad lo declaró non grato hasta que Trump se disculpe con nuestro pueblo, lo que por supuesto no ha hecho porque en el léxico trompiano Panamá es visto también como un “país de mierda”.
La boca de Trump es como un albañal de aguas servidas (y no “de aguas negras”): cada vez que el presidente habla, ¡corremos a buscar papel higiénico!
Por eso y porque Puerto Rico también es colonia y un país “de mierda”, en vez de ayudarlos tras el Huracán María, cual barata y pizpireta reina de carnaval que arroja confeti a los pobres muertos de hambre, Trump les repartió a los quejosos damnificados, millares de rollos de papel higiénico para que se limpiaran de toda la porquería que salía de su boca (la atenuante fue que también les aportó su excremento).
Cinco siglos antes de Cristo, Confucio dijo: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”, pero estas palabras que después fueron Regla de Oro en boca del Maestro, se convierten, en los malolientes escupitajos y gargajos de Trump, no en trompismo sino en trompada, en un mandato al revés: “Haz a otros lo que no quieres que te hagan a ti.”
Como el que dice lo que no debe, escucha lo que no quiere, le aseguro, señor Trump, que usted tiene un ADN originario de Rwanda, del Congo o del Senegal y que su sangre, como la de Caín, clama contra usted.
Usted no es el ario de “raza pura” que cree ser, como la soñó antes otro lunático racista llamado Adolf Hueddler, mejor conocido como “Hitler” (un austríaco híbrido y no un alemán puro), aunque todo nos indica que usted se sentiría orgulloso de haber nacido de padres desconocidos en los Lebensborn de Heinrich Himmler, donde solo nacían y se criaban niños de piel clara y ojos azules para que el Tercer Reich ¡reinara durante 2,000 años!
Somos lo que somos por lo que el colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo hicieron en Asia, África y América.
Haití es un “país de mierda” gracias a las intervenciones e invasiones de EE.UU., parteras de las dictaduras amamantadas por Washington, pero Haití tiene el honor de haber sido la primera república que se liberó de la esclavitud (1804) y de que su presidente revolucionario, Alejandro Petión, fuese el primero en darle armas y barcos a Simón Bolívar para liberarnos de la opresión española.
El Salvador, y, de hecho, toda América Latina, son países “de mierda” gracias a las invasiones, intervenciones y matanzas dirigidas por el Pentágono y la Escuela de las Américas (hoy WHINSEC), Escuela de Asesinos expulsada por un Panamá “de mierda” en 1977 sin disparar un solo tiro y que en 1983 se atrevió a negar la prórroga de dicha Escuela, por lo cual nos volvieron a invadir en 1989 para devolvernos a nuestro anterior status como cagajón de Washington.
Los pueblos asiáticos, africanos y del Medio Oriente también son “países de mierda” porque fueron esclavizados por un Occidente sanguinario, predador y terrorista que continúa sin pausa llevando a cabo una limpieza étnica total y la destrucción del sistema internacional para adueñarse de una falsa humanidad de esclavos.
El BM y el FMI nos eliminan en un genocidio planificado: reducimos el gasto social; aumentamos el costo de la vida; eliminamos la salud y la educación; rebajamos las pensiones y elevamos la edad de retiro; vendemos empresas estatales; reducimos impuestos a los ricos y matamos a los hambrientos. ¿Cómo no ser “países de mierda”?
Quienes practicamos la Regla de Oro somos incapaces de pringar a la nación norteamericana con la misma argamasa de sus dirigentes. No tenemos ese derecho, pero sí podemos solidarizarnos con su lucha para impedir que sus gobiernos sigan siendo un retrete, un inodoro: ¡el más grande albañal del mundo!
Julio Yao Villalaz es analista internacional y escritor.
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