Se ha formado una pareja: Benjamin Netanyahu y Mauricio Macri
- Opinión
Por primera vez en casi 70 años un premier del Estado judío visita Buenos Aires. Está denunciado por genocidio en varios tribunales, incluso en nuestro país. La pareja Netanyahu-Macri, en sintonía fina con la Casa Blanca de Donald Trump.
Benjamin Netanyahu está considerado como contrario a valores humanos en buena parte del mundo y no solamente entre países árabes. Sus agresiones militares contra la Franja de Gaza le valieron la reputación de genocida y denuncias ante la Corte Penal Internacional y la justicia federal de Córdoba.
A despecho de esa corriente a nivel internacional, Mauricio Macri lo invitó como huésped de honor a Buenos Aires hasta mañana miércoles, cuando seguirá rumbo a Colombia y México, otros dos países con autoridades ubicadas en el extremo derecho del espectro. Después de sentirse reconfortado por Macri, Juan M. Santos y Enrique Peña Nieto, el premier israelita recalará en Nueva York, para hablar ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Seguramente habrá representantes que le darán la espalda o se levantarán de sus asientos en disconformidad.
El visitante es un sionista experimentado, porque ejerció el cargo por primera vez en 1996, por cuatro años. Luego de emigrar al mundo de los negocios privados con multinacionales, regresó a la jefatura de gobierno en 2009, siendo reelecto en 2013 y en 2015, luego de adelantar elecciones por ruptura de su coalición de gobierno.
Está en su cuarto período de gobierno, el tercero consecutivo; es el gobernante sionista que estuvo más tiempo como primer ministro, superando a Ben Gurión. La continuidad de estos gobernantes tiene dos pilares básicos: el apoyo de la mayoría de la población israelí, abroquelada por el clima de guerra que sus políticos y generales tejen alrededor de la mala relación con sus vecinos árabes, y la alianza histórica que Tel Aviv mantiene con Washington. Son alfiles en su estrategia de Medio Oriente y cobran en todo sentido por esos importantes servicios.
Netanyahu consiguió mantenerse, al menos hasta ahora, cuando algunos nubarrones se le cruzan en su camino. Lo cierto es que desde las elecciones de marzo de 2015, cuando tenía pronósticos adversos, “Bibi” se las arregló para que su derechista Likud resultara primera fuerza y junto con aliados aún más ubicados a la derecha armara una alianza con mayoría en la Knesset.
Esa gente recibió como una bendición a Donald Trump. En febrero de 2017 Netanyahu era recibido por el magnate en el Salón Oval y trazaban políticas en común. Por ejemplo, cómo insistir en la guerra terrorista contra el sirio Bashar al Assad y de qué manera desconocer los acuerdos firmados en 2015 por Estados Unidos y otros cinco países con Irán.
Negocios en común
Entre Netanyahu y Macri hay muchas cosas en común, partiendo de una ideología y política de derecha, netamente capitalista y visión del mundo importan las ganancias, capital, intereses e inversiones.
El argentino en el grupo Socma hizo plata, seguramente más de los 110 millones de pesos de sus declaraciones juradas de 2016. Y algunas de sus incursiones en mercados externos dejaron huellas familiares en el expediente de los Panamá Papers.
Netanyahu entre 1976 y 1982 trabajó en el Boston Consulting Group y luego fue ejecutivo de la Rim Industries en Jerusalén. Más tarde alternó en la representación en la ONU y funciones ministeriales en varios gobiernos, hasta llegar a primer ministro en 1996. A partir de 2002 hizo un nuevo paréntesis en su carrera política para volver a ganar dinero en empresas privadas. Desde 2009 saltó otra vez a la arena político-militar, con el mismo blanco: palestinos, iraníes, libaneses y sirios. Ocupó territorios a los primeros, amenazó con guerras a los demás y arruinó toda negociación de paz con la Autoridad Nacional Palestina radicada en Ramallah, Cisjordania.
La afinidad de los dos personajes está dada por el afán (afán, no afano) empresarial y el recorrido por la banda derecha del campo de juego. La diferencia, no menor, es que el salto hacia la actividad política del cajetilla del Newman fue desde Boca Juniors, y el del visitante fue desde su egreso en Administración de Empresas en el Massachusetts Institute of Technology y las Fuerzas de “Defensa” (léase ataque) de Israel, donde salió como capitán de reserva.
La buena onda entre ambos se patentizó en 2014, cuando Netanyahu recibió al jefe de gobierno de Buenos Aires en la 9° Conferencia Internacional de alcaldes. Fue a mediados de junio de ese año, veinte días antes que comenzara el genocidio contra Gaza. Obvio que en los casi dos meses de esa masacre, MM no dijo ni mu por los derechos humanos de las víctimas palestinas y sus familiares.
Después los referentes del Likud y el PRO volvieron a departir en enero de 2016, en el Foro Mundial de Davos. Macri era presidente y su amigo estaba encantado por su ascenso porque contaba con él para torpedear la relación con Irán y empiojar las relaciones de Argentina con Teherán. Éstas habían tenido un repunte desde enero de 2013 con el Memorándum de Entendimiento entre el gobierno de Cristina y Mahmud Ahmadinejad. Con Macri en la Casa Rosada volverían las ridículas provocaciones del fiscal Alberto Nisman, hombre del Mossad y dependiente de las embajadas de Israel y EE UU.
Así Netanyahu recibió la invitación a visitar Buenos Aires entre el 11 y 13 de septiembre. La legislatura porteña votó una resolución del PRO para declararlo visitante ilustre, aún con el prontuario de actos criminales. Su estancia servirá para que ambos gobiernos vuelvan a demonizar a Irán como supuesto organizador del atentado en la embajada de Israel en marzo de 1992 y en la AMIA en julio de 1994.
Esas acusaciones sin ninguna prueba le vienen muy bien al visitante, que disputa con Trump, el monarca saudita y el venido a menos ISIS quién odia más al presidente iraní Hassan Rohani.
Esa criminalización del país persa le sirve a Macri para fogonear la falsa acusación de Nisman contra Cristina y otros exfuncionarios. No fue casual que el fiscal Gerardo Pollicita pidiera al juez Claudio Bonadío que cite a declarar a la expresidenta en la causa por encubrimiento del atentado a la AMIA de 1994, cuando ella era legisladora en Santa Cruz.
Los negocios de plata no podían faltar en esta cita. Netanyahu vino con 30 empresarios del Israel Export Institute, Verint (ciberseguridad), Faception (nuevas tecnologías), Cellcom israel Ltd (telecomunicaciones), Mitrelli Group (recursos hídricos y desarrollo local) y Taranis (agroindustria). Y de este lado jugaban Eduardo Elztain (Alto Palermo, Banco Hipotecario) y Mario Montoto, titular de la cámara de negocios argentino-israelitas, un empresario ligado a firmas de armamentos. Montoto es un exmontonero, como Patricia Bullrich, que actúa con el fervor exagerado de los conversos.
Las denuncias
Netanyahu está multidenunciado. En su país fue interrogado dos veces por delitos de corrupción, casi una costumbre en ese estado tan teocrático y que le costaron el puesto a su antecesor Elmud Olmert. Quizás Bibi siga sus pasos.
A su arribo a Buenos Aires se reflotó la denuncia de Adolfo Pérez Esquivel porque su gobierno preserva en Israel a Teodoro Aníbal Gauto, exagente del Batallón 601, acusado de violar los derechos humanos en La Cacha.
Los argentinos de origen judío se quejaron que Israel se niega a dar a desclasificar los archivos que pudieran revelar datos de la época de la dictadura militar-cívica. Una nota en Página/12, de Pedro Goldfard y otros, reclama esa información para esclarecer la desaparición de 2.000 argentinos de ese origen. La negativa querría preservar el contubernio de Israel con el terrorismo de Estado en Argentina.
Las agresiones contra los palestinos en Gaza, pero también en Cisjordania y Jerusalén oriental, motivaron graves denuncias ante la ONU y la Corte Penal Internacional. Otro tanto con su ataque a la Flotilla de la Paz que llevaba alimentos y ayuda humanitaria a Gaza, en mayo de 2010 en aguas internacionales, donde las tropas sionistas mataron a nueve personas.
Un eco de esas denuncias se registró en Córdoba, cuando el 29 de agosto de 2014 un grupo de ciudadanos encabezado por el periodista y dirigente político del Partido de la Liberación, Sergio Ortiz, denunció a Netanyahu y cuatro responsables de Israel por los crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad en ocasión del genocidio contra Gaza. Fueron asesinados 2.200 palestinos, entre ellos 610 niños, con una enorme destrucción de viviendas, escuelas, hospitales, etc. La denuncia penal quedó radicada en la Fiscalía Federal Nº 1 de Enrique Senestrari, que lamentablemente no avanzó. El 30 de agosto pasado Ortiz se presentó nuevamente y pidió tres cosas: que Senestrari impulse esa denuncia, que tome declaración por videoconferencia al sacerdote argentino Jorge Hernández, quien atiende una parroquia católica bombardeada en Gaza, y que tome declaración a Netanyahu en la Procuración General de Gils Cargó o la embajada de Israel.
Se dirá que el altanero Netanyahu no declarará y que la justicia argentina no se atreverá a citarlo. Es cierto. Tampoco Augusto Pinochet creía que podía ser detenido en Londres. Y Videla no pensó que iba a morir sentado en un inodoro en Marcos Paz. El punto de vista del denunciante cordobés es el de los organismos: “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”.
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