Los sociólogos reconocen los derechos de la naturaleza
- Opinión
Los informes sobre el calentamiento global se apilan sobre los escritorios de presidentes y asesores quienes no levantan un dedo para leerlos o ponerlos en práctica. En la ONU se firman tratados para defender el futuro de nuestras vidas, en el marco de la naturaleza que cada día se hace menos habitable.
Este tema atrae mucha atención. El XV Congreso Nacional de Sociología no es la excepción. El encuentro – del 24 al 26 de agosto en la Universidad de Panamá – tendrá 8 mesas y 23 ponencias dedicadas a los ataques que sufre el ambiente en todo el planeta. Casi todas las ponencias se refieren a la realidad panameña y la falta de un instrumento que permita a todos los panameños contribuir a detener el deterioro y destrucción de la naturaleza. Al contrario, las leyes que salen de la Asamblea de Diputados y las políticas públicas del Ejecutivo estimulan las inversiones (nacionales y extranjeras) para destruir las comunidades, los ríos, los bosques, las playas, los mares y el aire, entre otros.
En una de las mesas, el sociólogo Florencio Díaz, presentará un mapa de los conflictos sociales generados por la ofensiva de los inversionistas contra la naturaleza y, de paso, contra las comunidades en todo el país. En la misma mesa, otro sociólogo, Jesús Alemancia, analizará los aportes negativos de la minería en Panamá. No existen en Panamá instancias que controlan la actividad minera (especialmente de la gran minería) y las regulaciones son letra muerta.
La socióloga Nilva Góngora coordina una mesa del Congreso que se hace la pregunta: ¿Tiene derechos la naturaleza? Ha llegado el momento (estamos bien atrasados en esta materia) para definir el país que quieren los panameños. El mismo no excluye, obviamente, la naturaleza. Según un ponente que participará en el Congreso, Richard Morales, “revertir esta situación implica asumir un nuevo paradigma de la política, dónde reconozcamos la condición de sujeto de la naturaleza y, por ende, sujeto de derechos”.
La mesa sobre “Ambiente y ordenamiento territorial” nos acerca a los conflictos creados por los gobiernos que utilizan la legislación para despojar a los sectores sociales más débiles de sus viviendas y de sus tierras. Es el caso de la populosa comunidad de Juan Díaz, en el extremo oriente de la ciudad de Panamá, que poco a poco es empujada al exterminio por grandes capitales que, a su vez, están destruyendo el manglar que durante siglos ha protegido a la ciudad de Panamá. Igualmente, el Congreso abordará la destrucción de los bosques en una ponencia de Carlos Gómez.
El XV Congreso de los sociólogos panameños también examinará la experiencia de los últimos 40 años en las llamadas áreas revertidas. Las comunidades de la antigua Zona del Canal eran consideradas por los especialistas como ‘ciudades jardines’. En papel los políticos y empresarios prometían conservar ese ambiente. En realidad, sin embargo, la corrupción y el desgreño administrativo han acabado con aquellos planes que fueron sueños que se esfumaron. En la mesa coordinada por la socióloga Amelia Sanjur, se analizarán las experiencias de 40 años “de luchas, acciones de protesta, propuestas de los ciudadanos en la toma de decisiones y gestión sobre el ambiente en las áreas revertidas”. La economista Charlotte Elton dice que “las luchas aseguran el funcionamiento de la vía acuática así como la calidad de vida de toda la población urbana de la región interoceánica”.
Aunque los gobiernos panameños no definen una política ambiental que promueva el turismo, la Universidad de Panamá tiene dos escuelas de turismo. El profesor Fernando Aparicio coordina un grupo de cuatro estudiantes con sus ponencias para desarrollar un turismo histórico. La primera versa sobre la Feria de Azuero, seguida por una ponencia sobre la fiesta religiosa de Corpus Cristi y dos más sobre las actividades artesanales de La Arena y Mariabé, respectivamente.
Lo que se enseña en la Universidad contrasta con el turismo sexual que actualmente permiten las autoridades panameñas. Según la lógica económica de algunos funcionarios, el sexo, los casinos y las drogas son mejores atractivos turísticos que nuestra cultura, nuestras playas (secuestradas) e, incluso, del Canal de Panamá. Concepción peligrosa y antinacional.
El Congreso analizará a fondo las políticas que perjudican a las futuras generaciones para favorecer unos pocos especuladores. El evento contará con 40 mesas de trabajo y 120 ponencias. El público en general está invitado para participar en todas las actividades programadas.
4 de agosto de 2016.
- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
www.marcoagandasegui14.blogspot.com
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