Cómo EEUU controla el Canal (II)
- Opinión
“Estados Unidos jamás cederá el control del Canal a Panamá. Los panameños no deben hacerse ilusiones ni acariciar independencia alguna en el manejo del Canal.” -- Henry Kissinger, secretario de Estado, y Sol Linowitz, negociador de los Tratados de 1977.
En 1946, cuando la ONU pidió que las potencias presentaran una lista de sus territorios, EEUU anotó la Zona del Canal, lo que fue objetado por Ricardo J. Alfaro, quien explicó las razones por las que dicha Zona pertenecía a Panamá y los “zonians” no tenían derecho a elecciones.
Al convocarse la Conferencia de Londres de 1956 para examinar la situación tras la nacionalización del Canal de Suez por Gamal Abdel Nasser, Panamá no fue invitada, y ello motivó una protesta de la cancillería, pero John Foster Dulles, coordinador de la Conferencia, replicó que el Canal de Panamá era “un asunto doméstico de Estados Unidos”, no un problema internacional y, por ese motivo, Panamá no tenía por qué ser invitada.
Cuando Panamá y EEUU negociaron los proyectos Robles-Johnson de 1967, los mismos no contemplaban una fecha de terminación fija para el traspaso del Canal o la salida definitiva de las bases militares, como tampoco la contenían los tres proyectos de tratados negociados en 1971, que fueron engavetados por el canciller y jefe de las negociaciones, Juan Antonio Tack.
La Declaración Tack-Kissinger de 7 de febrero de 1974, redactada por quien esto escribe, no menciona la neutralidad. Sin embargo, representantes del Pentágono, específicamente Morey Bell, presionaron desde 1975 para que Panamá autorizara “derechos de defensa residual o de defensa” después de la terminación del Tratado, lo que produjo una digna respuesta del canciller Tack. Habíamos llegado a la conclusión de que únicamente el soberano, ya independiente y en posesión de la vía acuática --como lo hiciera Nasser con el Canal de Suez-- debía proponer al mundo un régimen neutral de la vía acuática.
Pero EEUU continuó presionando. Hacia fines de 1975, en declaraciones sobre las negociaciones, el Secretario de Estado Henry Kissinger, y el negociador Sol Linowitz, manifestaron que “Estados Unidos jamás cederá el control del Canal a Panamá” y que, “los panameños no deben hacerse ilusiones ni acariciar independencia alguna en el manejo del Canal.” La afirmación echaba un balde de agua fría sobre nuestros objetivos históricos y contradecía la Declaración Tack-Kissinger. Viniendo de los principales negociadores de EEUU, las afirmaciones ponían las negociaciones al borde del abismo.
El canciller me llamó a su despacho (el mío estaba justo enfrente, en el Salón Ricardo J. Alfaro o Salón Amarillo) y me puso en autos. ¿Ya el general está enterado?, le pregunté. “Sí, y te puedes imaginar cómo está.” “Parece tratarse de un acto de provocación para echar todo por la borda, pero no debemos morder el anzuelo”, comenté.
A sabiendas de que una respuesta del canciller o del general Torrijos podía ocasionar una ruptura o crisis, opiné que debíamos ser firmes pero prudentes. Entonces, con la serenidad que lo caracterizaba, el canciller Tack añadió: “El general quiere que tú le contestes a Kissinger y a Linowitz, pero no desde Panamá sino desde México, donde habrá una mayor repercusión. Queremos armar una conferencia de prensa internacional –la más grande posible– con un almuerzo en el Hotel Fiesta Palace, para que refutes esas declaraciones en representación de Panamá. Diles lo que mejor te parezca. El periodista Mario Velásquez de TV2 se hará cargo de armar la conferencia.”
En las declaraciones y en la sesión de preguntas, explicamos que Panamá aspiraba a tener un absoluto control de la vía interoceánica después de la terminación del Tratado, sin bases militares ni derechos residuales de defensa para Estados Unidos, y que Panamá gozaría de plena independencia para decidir el futuro del Canal. Denunciamos que las declaraciones de Kissinger-Linowitz se originaban en una posición anacrónica de 1880.
Tuvimos un éxito rotundo con más de 300 corresponsales. El texto completo apareció en el diario Matutino. Sin embargo, las presiones, de índole diversa, contra el canciller Tack, por su posición patriótica, continuaron, lo que produjo un debilitamiento progresivo de su capacidad negociadora. Una licencia provisional del cargo de canciller, de 19 de junio a 1975, y su renuncia definitiva a la jefatura de las negociaciones en abril de 1976, produjeron su desaparición paulatina del poder.
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Julio Yao Villalaz es analista internacional, exasesor de política exterior y escritor.
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