Ahora fue la Conferencia Nacional de Gobernadores, mejor conocida como Conago por su abreviatura compuesta, la que según su presidente Eruviel Ávila “Hemos decidido cerrar filas, la gobernadora, los gobernadores del país en torno a su liderazgo, para que la Reforma Educativa siga dando resultados, siga dando frutos”.

Frutos que, más allá del discurso para quedar bien con el jefe más grupal que institucional, “quizá no alcancemos a ver su plena maduración en el corto plazo”, si nos atenemos al discurso del titular del Ejecutivo federal en Jojutla, Morelos, desde donde Graco Ramírez sueña con ser candidato presidencial.

Cierre de filas innecesario a la luz de las amenazas y negativa al diálogo que emite con mucha frecuencia el secretario de Educación Pública, sin reconocer por su nombre a los destinatarios que son la diversidad de integrantes –incluidos miembros de su partido, el Revolucionario Institucional–, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, nombre proscrito en el lenguaje discursivo oficial, pero no en el que usa el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, donde la descalificación sustituye a la información.

El mismo Aurelio Nuño, como registró el maestro emérito de la Universidad Nacional, Adolfo Gilly, llegó al extremo de declarar que los profesores de la Sección 22 “cada vez le tienen menos miedo a sus dirigentes” (La Jornada, 14-X-15). Lo que es posible documentar hasta el detalle es la permanencia de integrantes del Ejército y la Policía Federal, enviados desde el 6 de junio, y la realización de vuelos de helicópteros sobre los que se movilizan.

Pese al despliegue policiaco y militar, una encuesta reciente arrojó que más de la mitad de los oaxaqueños no respaldan la reforma educativa con y sin mayúsculas. Y ello con todo y errores de los dirigentes o de grupos que escapan a su control, como los que pretendieron evitar los comicios quemando casillas el 7 de junio, con lo que favorecieron a los candidatos a diputados del PRI, en detrimento del Movimiento Renovación Nacional, en Juchitán y Teotitlán.

Las disposiciones para hacer descuentos a los paristas y la advertencia de que con tres faltas al mes serán despedidos, fueron insuficientes para persuadir a los dirigentes de la Sección 22, donde el PRI tiene su propia corriente sindical, a declinar en sus movilizaciones en horas laborales y, por el contrario, anuncian otro paro para este mes.

La medición de fuerzas es una realidad y parte de los costos a pagar por las autoridades educativas –desconocedoras del complejo proceso de la educación tanto el secretario como los subsecretarios–, por no saber consensar la reforma con docentes ajenos al oficialismo del SNTE, donde los dirigentes son nombrados y/o impuestos en consonancia con la coyuntura sexenal.

Pareciera más recomendable subrayar los presuntos o reales méritos de lo que llaman reforma educativa, como lo hizo Enrique Peña Nieto en Jojutla, aunque para los especialistas es más bien de corte administrativo y laboral, así como de manufactura parisina, multinacional, e impulsada en forma decidida por vigorosos grupos plutocráticos como Televisa y su carta ciudadana llamada Mexicanos Primero.

Virtudes o méritos reformistas con los que acaso podrían convencer un poco más. Pero sobre todo si el debate nacional con el actor central de proceso educativo, que propone Gilly, obtiene amplio cauce y ceden las amenazas y los desplantes autoritarios del no diálogo que enarbola Aurelio Nuño.

Utopía 1596

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