Para los que saben sobre los menesteres del periodismo, digital e impreso, volver al mismo tema sin aportar nuevos elementos es campaña. Y nada más ajeno al periodismo que las campañas en contra o a favor de una dependencia, funcionario, partido, entre otros.

El apunte es oportuno porque el viernes 2 valoré como craso error el que comete el joven secretario de Educación Pública al no contemplar entre sus interlocutores a la Coordinadora Nacional Trabajadores de la Educación, “como actor de primer orden del proceso sindical y educativo, con independencia de sus políticas y formas de lucha.” Y por joven que sea el funcionario y apegado que esté a las instrucciones presidenciales que Aurelio Nuño casi todos los días informa que recibió, pues si pretende cambiar la realidad socioeducativa no es recomendable ignorar a ninguno de los factores sociopolíticos.

Todavía no cumple el gobierno de Enrique Peña Nieto tres años, aunque desde el 1 de septiembre se informa como si tal cosa ya sucedió, y en la SEP se produjo el tercer cambio del equipo del ahora segundo titular.

13 cambios operó en la SEP el licenciado en ciencias políticas y maestro en estudios latinoamericanos, más otros tres que aplicó enseguida de que ocupó el escritorio utilizado por José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet. Y su único referente con la educación es que en el equipo de transición entre Felipe Calderón y Enrique Peña, Nuño se ocupó de esa tarea, que es lo mismo que decir casi nada.

En este país la experiencia específica poco importa, siempre que se forme parte del grupo político triunfador y cuente con los afectos del señor de Los Pinos. Y esa estimación es bien interpretada por los dueños y directivos del duopolio de la televisión y el oligopolio radiofónico que protegen a Nuño Mayer como a ningún secretario. Nada más por esto, la proyección del egresado de las universidades Iberoamericana y de Oxford en la temprana puja para 2018 crece como ninguno, por lo menos entre futurólogos del poder y alrededores.

A los 13 Nuño les dijo que se incorporan al grupo de trabajo que tendrá que poner en marcha “la más importante de las 13 (no 11 como seguido escribo) reformas estructurales: la educativa”; además de que es “la tarea más noble que tiene el gobierno y con la participación de todos ustedes estoy convencido de que llegaremos a buen puerto”.

Si para la reforma estructural decisiva ponen en juego la improvisación, funcionarios ajenos a la compleja tarea educativa como Otto Granados y Jorge Treviño, para mencionar sólo a dos todólogos profesionales, pues ya nos podemos imaginar cómo proceden en otros ámbitos. Es aquí donde adquiere gran valor la versión de que Roberto Madrazo le hizo el enorme favor al país de no aceptar ser cabeza de la SEP, si renunciaba a la gubernatura de Tabasco. Algunos de los más grises priístas y panistas desfilaron por la SEP, justo donde se requieren mujeres y hombres de altísimos vuelos profesionales e intelectuales.

La fraseología es abundante y de uso cotidiano, incluso a veces hilarante, como aquella de que “poner a la escuela y los alumnos en el centro del sistema educativo” es una de las grandes prioridades. Perdón, maestro Nuño: ¿Hoy quién está en el centro? Pero el funcionariado de primer y segundo niveles es el mismo de los últimos cinco sexenios, desde los tiempos del presidencialismo absolutista de Carlos Salinas, quien cada día coloca más y mejor a sus cuadros políticos e institucionales en el gobierno de “Mover a México”.

Utopía 1590

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