The revolving crisis
- Opinión
Ya conoces los créditos “revolving”*: un monto fijo, que puedes gastar como te salga de las narices y, cuando pagas una parte, ese monto se reinstala como crédito disponible. De la suerte, el crédito se eterniza, o más bien te eternizas tú como deudor recurrente, modesta tasa de interés mediante. Hete ahí, como Sísifo, empujando cuesta arriba una pesada carga que se viene abajo apenas alcanzas la cumbre.
La crisis, puesto que se trata de la misma o de alguna metástasis de la anterior, se ríe de los “green shots”, de las metáforas meteorológicas o marineras –turbulencias, tormentas, mareas y “barcos bien estibados” de los economistas– para eternizarse como una crisis “revolving”.
Ayer, nada más, las Bolsas planetarias se vinieron abajo, por la enésima vez, generando una inquietud que alimenta la inquietud, tú ya sabes, los mercados odian la incertidumbre. Sería cómico si no fuese tan dramático: en algunas horas las Bolsas destruyeron, en valores bursátiles, decenas de veces el equivalente de la deuda de Grecia, el país que alimenta la incertidumbre en razón de la voracidad de los mismos mercados que lo destruyen.
En la larga lista de amenazas que le quitan el sueño a los inversionistas, China y Grecia ocupan los primeros lugares.
Las políticas de austeridad y de destrucción del Estado de bienestar impuestas por el FMI y el Banco Central Europeo buscan depreciar el costo de la mano de obra con el fin de mejorar la competitividad europea.
Devaluando el yuan, las autoridades chinas les dicen que verse la suerte entre gitanos no es plan.
La caída de la demanda provocada por las políticas de austeridad pone en evidencia una crisis de sobreproducción, ergo la necesidad de reducir el velamen, la inversión y la capacidad productiva. De carambola esa crisis reduce la demanda de máquinas herramientas, de energía y de materias primas, cuyos precios caen en picada, reduciendo a su vez la capacidad financiera de los países productores. Los países emergentes ven caer el valor de sus monedas, y en algunas semanas la crisis china se transforma en crisis planetaria. La tan temida recesión vuelve a mostrar su fea cara.
Rodrigo Vergara, Andrés Velasco, Felipe Morandé y otros genios descubren que “hay riesgos de volatilidad”. Alabado… Estos “expertos” suelen descubrir las crisis con meses, e incluso años, de retraso.
En ese preciso momento la bomba de tiempo griega nos recuerda su ominoso tic-tac. El tercer “rescate” pergeñado por la Troika está condenado al fracaso, Grecia terminará por hundirse y la única duda al respecto es cuando. Los optimistas piensan que antes de un año.
La inquietud que alimenta la incertidumbre lleva a los inversionistas a reducir su “exposición” en los mercados emergentes, incluyendo a China, agravando así la caída de los valores bursátiles.
El peligro de una deflación –una caída pronunciada de los precios de venta– obliga a las grandes potencias –EEUU, Europa y Japón– a modificar sus políticas monetarias, cada cual corre a refugiarse en su propio bunker, alimentando así la “volatilidad” en los mercados cambiarios. No obstante, en las escuelas de Economía siguen enseñando que “las tasas de cambio las fija el mercado.”
A pesar de lo que babea Felipe Larraín, el pinche gobierno de Bachelet –cáscara de nuez en este océano de desórdenes financieros, monetarios, económicos, sociales y políticos– no lleva mucha responsabilidad en el frenazo económico que angustia a esos superhéroes que son los empresarios.
Por una vez, no podemos denunciar una nueva chambonada gubernamental, sino las de siempre: la imprevisión, y el sesgo notorio en favor de los intereses de los privilegiados.
Hace ya algún tiempo, años en realidad, sostuvimos que no era posible salir de la crisis sin eliminar las causas que llevaron al desastre del año 2007. Peor aún, con el rescate de la Banca especulativa irresponsable, se intentó curar a esos alcohólicos no muy anónimos dándoles un último traguito: el del estribo.
Henos aquí en “la previa” del próximo desorden. O más bien en el siguiente episodio de esta crisis “revolving”.
NdE: “revolving” en inglés significa giratorio.
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