Las fábulas de Simón

30/06/2015
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La fábula es una composición literaria breve en la que los personajes son animales con características humanas. La fábula proporciona una moraleja. Son famosas las fábulas del griego Esopo (600-564, antes de Cristo) y del francés Jean de La Fontaine (1621-1695).

 

En Nuestra América Simón Rodríguez (1769-1854) la utilizó políticamente como recurso didáctico de la educación popular para la emancipación. Cada animal: cochinos, pájaros, pulgas, toros, perros, conejos, moscas y ovejas, fueron incorporados por el Libertador Político de América para despertar conciencias. Veamos cada una de ellas:

 

Simón Rodríguez sobre el saber y el trabajo que apuntala a la Causa Social (expresión con la que llama al Socialismo) nos enseña: “Los Directores de los Institutos serían buenos labradores: si en las tierras vírgenes de los desiertos sembraran la semilla que se pierde en los poblados... (los niños pobres)... harían la abundante cosecha (de hombres) que en vano esperan de los corrales y de los salones de las ciudades. Por más esmero que pongan en cultivar, en terrenos ingratos, semilla buena, al cabo verán que... en los corrales sembraron para cochinos y en los salones para pájaros. Escapará una que otra matita, y tendrán que consolarse con esperanzas de campesino agorero”.

 

Sobre la mediocridad de algunos personeros es contundente: “No hay cosa peor que depender de las aptitudes y del humor del que manda”. Cita el refrán español “quien quiera ver a un ruin, déle un cargo”. Acá utiliza a la pulga para rematar su lección: “Los hombres limitados envidian el talento y aborrecen al que lo tiene. Adhieren al dictamen del último que les habla, si lo creen superior a ellos, y contradicen cuanto oyen decir al que ven como su inferior. Sus argumentos son generalidades ajenas, de ordinario mal aplicadas. Por fortuna del género humano, esta especie de hombres no abundan: parece numerosa por el mal que hace. Una pulga pica en muchos puntos, y el que siente, cuenta por cada picada una pulga”.

 

No debemos olvidar que su apellido materno es el que usa y no el Carreño, apellido paterno y de abolengo. Es un feminista tal que dice: “Después de las aves, las plantas son las que más se parecen a las mujeres, en su previsión para después del parto. La mujer más pobre corta sus enaguas viejas para mantillas, y de las pretinas hace fajas. Las plantas más desnudas sacuden sus hojitas, para que sus semillas se abriguen mientras germinan. ¿Qué preparan los Institutos de Educación para sus hijos, cuando salgan al mundo? ¿Tendrán los Directores corazón para decirles... «busquen madre que los envuelva?»”

 

Sobre la negociación de reconocimiento con los reyes dice: “Cada Nación tiene sus términos favoritos para comparar: los Ingleses refieren todo a la marina, y los habitantes de las llanuras de América, comparan con los toros. Consideremos, pues, las Repúblicas como Toros, y los Reyes como toreros: todos ellos entienden bien su profesión; pero ¿Fernando 7° es nuestro Romero... nuestro Pepe Illo? Las Repúblicas... matreras... están apuntándole la cornada, y él, con su capita sobre la vaina, ajustándoles la estocada en la nuca”.

 

Después da su estocada pedagógica: “No digan los dueños de los toros que, pocos toreros mueren en sus camas; porque se les dirá también que, raro es el toro que sale de la plaza por sus pies”

 

Sobre la necesidad de la integración latinoamericana es preclaro: “Si nada se hace para sacar el Gobierno Republicano de la conformidad de principios que tiene con el monárquico, es probable que vuelva a lo que era en tiempo de Fernando I de Navarra. Aquel rey, por escrúpulo de conciencia, dividió la España entre sus hijos. Su descendiente Fernando 7°, por vengarse de sus colonos, dividirá la América entre sus primos. Están los americanos contendiendo entre ellos, sobre si sus generales son galgos o podencos. En esta disputa llegando otros perros pillan descuidados a mis seis conejos. Hace 6 años que está un buen hombre aconsejando, a los americanos, en cuantas partes y ocasiones se ha hallado”. Los seis conejos a los que se refiere Rodríguez son Colombia, Buenos Aires, Chile, Perú, México, y Bolivia y Guatemala, como uno solo.

 

Las moscas no sólo sirvieron de inspiración al poeta español Antonio Machado. Rodríguez las utiliza para exaltar el ego: “¿Quién habrá visto hombre sin amor propio? El que tacha a otro de tener demasiado amor propio, ¿cómo lo habrá medido sino comparándolo con el suyo? El amor propio es como las moscas ¿en qué no se meterá cuando se mete en la ignorancia?”

 

Sobre la política Rodríguez nos dice: “Las ovejas pueden vivir, según su instinto, sin pastor; pero no como el pastor quiere, si no las dirige. Pastorear, es cuidar de su grey, no sólo en el pasto, sino en todos casos y lugares: y entre todas las palabras que expresan las relaciones del Pastor con su rebaño, no hay una que indique otra acción, de parte de las ovejas, que la de. . . pacer. . . Apacentar quiere decir mucho—pacer quiere decir. . . comer. Estos animalillos, dóciles, e inermes, ponen todo su cuidado en obedecer, y llegan hasta seguir al dueño. . . cuando éste sabe granjearse su cariño; pero en ninguna parte se ve que las ovejas busquen al pastor ni que, abandonadas a su instinto, continúen haciendo rebaño, si son muchas. Poco a poco se van dispersando. . . Cada una con su cría sigue el rumbo que le parece. Se entran en los sembrados. Duermen en el campo y al fin, entre los lobos y los vecinos se las parten. ¡Así se acaban todas las grandes haciendas de ganado! ¿A qué atribuyen los Pastores su pérdida después? A todo, menos a su desidia. ¡Y las ovejas! (si pudiesen hablar) ¿A quién se quejarían de sus desgracias?... al cielo”.

 

Sobre la libertad, esencia de su vida y obra, Rodríguez nos da esta moraleja: “Por mucha razón que tenga un pastor para vender sus ovejas al carnicero, ellas tendrán mucha más para escaparse, y harían muy bien en defenderse si pudieran”.

 

Sin ser zoómano, Rodríguez se valió de los animales para explicarnos didácticamente la Causa Social, proyecto político para el que todos deberíamos participar protagónicamente en la construcción de un mundo donde todos vivamos bien. Para ello concluye su clase con estas palabras: “La avaricia y la envidia son sentimientos comunes a todos los animales, y que sólo por la educación los modifica el hombre en emulación y en ambición”. ¡Gracias, maestro!

 

- Alí Ramón Rojas Olaya Gerente General del Fondo Cultural del Alba

https://www.alainet.org/de/node/170801
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