Neutralidad de la red por una Internet igualitaria

30/04/2015
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 503: Hacia una Internet ciudadana 28/04/2015

Los países en desarrollo, incluidos los sectores de esos países que en otros temas están políticamente conscientes y movilizados, hasta la fecha se han dedicado principalmente a cuestiones de acceso básico a Internet, y la calidad o el ancho de banda de la conectividad.  Hablar de cuestiones de diseño arquitectónico o gobernanza de Internet es a menudo considerado prematuro, cuando la gente carece del acceso básico. 

 

Aprovechándose de esta apatía, las empresas de telecomunicaciones y las grandes corporaciones de Internet (proveedoras de contenidos y aplicaciones) han escogido los países en desarrollo para comenzar a manipular el diseño esencialmente igualitario de Internet.  El objetivo es la creación de oportunidades permanentes de generación de renta a partir de esta infraestructura social, la más importante de los tiempos actuales.  Facebook y Google han llegado a acuerdos con proveedores de servicios de Internet (PSI) locales para que los usuarios accedan a sus servicios, libre de costos de transmisión de datos.  Esto genera un terreno de juego desigual para los servicios de la competencia, en particular para el caso de empresas de nueva creación u organizaciones sin fines de lucro que no pueden permitirse el lujo de pagar a los PSI para que sus servicios se pongan a disposición sin cobrar por la transmisión.

 

Facebook ha dado un paso más al ofertar un conjunto de diferentes tipos de servicios en un paquete llamado Internet.org, que se provee libre de cobros por los datos, en asociación con proveedores locales de Internet.  Las grandes empresas de telecomunicaciones, principales proveedores de Internet, también están explorando sus propios modelos de negocio, para proporcionar canales prioritarios –con mejor transmisión y más veloz– a los proveedores de contenido que estén dispuestos a pagar más, a expensas de todo el tráfico restante.  A menudo, simplemente bloquean servicios de comunicación como Skype o Viber que compiten con los servicios de voz de las mismas empresas de telecomunicaciones, o cobran más por transmitir estos servicios.

 

Algunas de estas prácticas ya son comunes en la mayoría de los países en desarrollo.  Si se les permite echar raíces, el modelo básico de una Internet igualitaria, que implica dar igualdad de condiciones a todos los contenidos y aplicaciones que vehicula, se desfigurará para siempre.  Esto no es sólo una cuestión de equidad dentro de nuestra esfera mediática o comunicativa, si bien ésta es una consideración importante.  A medida que la mayoría de sectores sociales experimentan transformaciones fundamentales en el marco del paradigma digital en red, tales distorsiones de fondo en la arquitectura de Internet tienen implicaciones que afectan a toda la sociedad, en términos de qué tan igualitarios o no podrían ser nuestros sistemas sociales emergentes.

 

La neutralidad de la red es el principio según el cual los PSI deben tratar todos los contenidos, aplicaciones y servicios por igual, y no priorizar ni perjudicar ninguno de ellos, en relación con los demás.  Las empresas de telecomunicaciones tienen una motivación evidente para construir canales de prioridad y cobrar más por ellos.  Las empresas dominantes de Internet tienen la motivación para arrendar estos canales de prioridad, utilizando su poderío financiero para suprimir la competencia, que proviene muchas veces de empresas incipientes con pocos recursos.  Aunque a primera vista son injustos, tales acuerdos comerciales son comunes en la mayoría de áreas de la economía.  Es importante, entonces, entender por qué se requiere de intervenciones reguladoras en relación con Internet, para que aseguren que no haya discriminación por motivos comerciales.  Mientras tanto, hay muchos matices en los puntos de vista sobre la neutralidad de la red, e incluso respecto a lo que se entiende por neutralidad de la red. Las grandes empresas de telecomunicaciones y corporaciones de Internet suelen proclamarse defensoras de la neutralidad de la red, aun cuando una mayoría de personas considera que la violan.  Lo que quieren decir es que no consideran que algunos tipos de discriminación, aunque sea por motivos comerciales, sean una violación de la neutralidad.

 

Lo que la neutralidad de la red no es

 

Por lo dicho, es importante aclarar lo que es realmente la neutralidad de la red y lo que es la base de un principio regulador como este.  Se puede empezar señalando lo que la neutralidad de la red no es.  Aunque a menudo se lo entiende y se lo propone como tal, la neutralidad de la red no es un principio técnico.  Tampoco es un principio de libre mercado.  Es cierto que la arquitectura inicial de Internet se basó en el principio de que el cable de transporte era completamente tonto, sin capacidad para discriminar entre los bytes que transitaban por él.  Toda la inteligencia se ubicaba en la periferia, en los dispositivos en los extremos que recogían los bytes y los ordenaban en patrones inteligibles.  Sin embargo, desde hace algún tiempo, existe una considerable inteligencia incorporada en la red, capaz de discriminar entre bytes para muchos propósitos, especialmente para la gestión del tráfico, de manera de asegurar una buena experiencia de Internet para todos los usuarios.  Mientras este tipo de discriminación no se hace por razones comerciales, ya sea para favorecer las ofertas propias de un PSI, o la de sus socios comerciales, tal discriminación no se considera como una violación de la neutralidad.  Por lo tanto, la neutralidad de la red como principio técnico, se desvaneció.  El término es utilizado hoy en día principalmente en el sentido de una intervención reguladora.

 

A muchas personas les gusta presentar la neutralidad de la red como un principio de libre mercado.  Su postura es que se debe permitir que el mercado determine cuáles contenidos / aplicaciones / servicios de Internet tendrán éxito y cuáles no.  Las empresas de telecomunicaciones no pueden estar jugando a favoritismos en este plano, pues sería interferir con el libre mercado.  A menudo se define a la neutralidad de la red como el derecho del usuario/a (o consumidor/a) a acceder y a usar cualquier contenido, aplicación o servicio de su elección.  Pero entonces surge la pregunta de si invocar una intervención regulatoria del Estado que impide muchos modelos de negocio posibles para las empresas de telecomunicaciones, no sería una injerencia en el libre mercado y la libre elección.  Después de todo, la mayoría de empresas de telecomunicaciones parecen estar dispuestas hoy a proporcionar una variedad de modelos, incluyendo aquellos con neutralidad de la red (sin duda como resultado de la enorme presión del lobby a favor), como un conjunto de "opciones" para el cliente.  ¡De hecho parecería que esto es la mejor manera de fomentar un libre mercado!  Por lo tanto, es difícil defender la neutralidad de la red solo a nombre del libre mercado y de la libre elección.

 

Mucho más que libre elección, la neutralidad de la red es una cuestión de igualdad de oportunidades.  Así como el sistema escolar común es un medio social para garantizar que todos los niños y niñas adquieran un cierto nivel de igualdad de oportunidades, la neutralidad de la red es un intento de garantizar la igualdad de oportunidades para diversos actores sociales que utilizan Internet para muchos propósitos diferentes.  Esto sin duda debe beneficiar también a las empresas incipientes de Internet –si bien ciertamente no son la clase más oprimida de personas– como medio básico para garantizar la innovación.  Desgraciadamente, el lenguaje invocado en el contexto de la neutralidad de la red es generalmente el del mercado.  Para entender el real sentido y significado del principio de neutralidad de la red, es importante reivindicar el anclaje social más amplio de Internet.  Se puede considerar que proporciona un “campo de juego” general para conformar y apoyar una gama muy amplia de actividades e instituciones sociales, siendo el mercado sólo uno de ellas.  La equidad o la neutralidad de este campo de juego, es decir, Internet, es importante para consumidores, productores e innovadores –los actores del mercado– pero antes que eso, es también muy necesaria para la ciudadanía, para una variedad de relaciones sociales, para la cultura y la democracia.

 

Argumentos

 

Una base mucho más idónea para la neutralidad de la red es el principio de “transportador común” que proviene de la regulación de las telecomunicaciones.  Tiene antecedentes en muchas áreas del transporte, carreteras y puentes y en los servicios postales.  Según este principio, un servicio de transporte debe estar igualmente accesible a todo el "tráfico" susceptible de transitar por él, sin discriminación.  La entidad reguladora estadounidense recientemente clasificó a Internet como un servicio de telecomunicaciones, cambiando su anterior clasificación como "servicio de información", a fin de poder aplicarle el principio de transportador común, y así extrapolarlo a la regulación de la neutralidad de la red.  Sin embargo, el concepto tradicional de transportador común sí permite, a veces, ciertos tipos de priorización pagada, como es bien conocido en el caso de los servicios postales y de mensajería.  Además, es usual ofrecer diferentes modelos donde el costo del transporte puede ser pagado, sea por quien reciba, sea por quien envíe.  Una opción como ésta sustenta la muy controvertida práctica de aplicar una “tasa cero” (zero rating) para los servicios de Internet.  Implica que algunas aplicaciones o servicios seleccionados se ofrecen a los consumidores sin costo de transmisión de datos, ya que más bien es el proveedor del servicio que sufraga los costos a la empresa de telecomunicaciones.  Todos los demás servicios también están disponibles, pero con los costos regulares de transmisión de datos.

 

Fue justamente una oferta de tasa cero de la mayor empresa de telecomunicaciones de la India, lo que actualmente está causando un gran revuelo en el país a favor de la defensa de la neutralidad de la red.  Alrededor de 100.000 correos electrónicos se envían a diario al regulador de telecomunicaciones sobre este asunto, sumando un total de más de un millón hasta la fecha.  En respuesta a las acusaciones contra ella, hace unos días, esta empresa de telecomunicaciones alegó que nunca priorizará ni obstaculizará ningún tipo de tráfico.  Lo que está haciendo es simplemente invertir el papel de pagador, entre el consumidor y el productor, para cierto tráfico de datos.  Esto, según argumenta la empresa, no distorsiona el principio básico de neutralidad de la red, puesto que ningún tráfico se prioriza ni se obstaculiza.  Todavía no está claro si la nueva regulación de neutralidad de la red en EE.UU. prohibirá tales prácticas de tasa cero.  Al parecer, aquí se necesita algo más que el principio de transportador común aplicado en los sectores de comunicación y transporte de datos, si vamos a mantener una Internet realmente libre de discriminación.

 

De hecho, hoy Internet es mucho más que un simple canal de comunicación.  Para empezar, se la reconoce universalmente como una nueva forma mediática.  Además del principio de transportador común, la aplicación de algunos de los principios regulatorios de los medios de comunicación a este nuevo medio podría permitir una buena base para proteger y promover su carácter público no discriminatorio.  El ámbito mediático es reconocido como un sector de importancia social tan excepcional, que es usual no sólo prohibir varios tipos de discriminación, que podrían ser tolerados en servicios comerciales regulares, sino también imponer controles a la integración vertical (por ejemplo, entre los niveles de portador y contenido), límites a la propiedad cruzada entre tipos de medios o de plataformas, la clara separación entre contenido editorial y comercial, la discriminación positiva para proteger las diversidades de varios tipos, y así sucesivamente.  Sería pertinente extrapolar a Internet algunos de estos principios reguladores propios del espacio mediático, para identificar qué tipo de regulación sirve mejor el interés público, y cómo Internet puede ser realmente neutral e igualitaria, asegurando equidad para todos y todas.

 

Falsa dualidad: empresas buenas y malas

 

Mirar a Internet a través de un lente mediático nos trae a consideración su “neutralidad” y carácter público en los niveles[1] que están más allá de la infraestructura o de las compañías de telecomunicaciones.  Muchos “entusiastas de Internet” argumentan que se necesita reglamentación en el nivel de telecomunicaciones, mas no en los niveles superiores –de aplicaciones o contenidos–.  Las tendencias singulares de monopolio en el nivel de las telecomunicaciones, son dadas como la razón primaria.  Hay algo de verdad en esta afirmación, puesto que el negocio de las telecomunicaciones implica gran cantidad de costos iniciales, a la vez que la relación ingresos / costos declina bruscamente mientras haya más jugadores compitiendo.  Esto nos permite entonces plantear un principio claro en base al cual las necesarias decisiones regulatorias pueden formularse: cualquier nivel de Internet que exhibe significativas tendencias monopólicas puede requerir regulación para asegurar una apropiada neutralidad para y entre actores y actividades que usan ese nivel.  Esto es necesario porque Internet tiene una relevancia tan fundamental para las estructuras sociales emergentes que no puede ser dejada solamente a las fuerzas del mercado.  Cualquier postura reguladora que concierne a Internet necesita, por lo tanto, ser adoptada sobre la base de este claro principio, destinado a servir el interés público.  Es importante ir más allá de la noción simplista de “odiar a las empresas de telecomunicaciones, amar a las compañías de Internet”, que a menudo caracteriza el discurso popular sobre neutralidad de la red.  Actitud sin duda alimentada por el manejo de la percepción pública que realizan las compañías multinacionales de Internet, aunque tiene además bases tanto ideológicas como geopolíticas, sobre las cuales no es posible adentrarnos en este artículo.

 

Las empresas de telecomunicaciones, sin duda, ocupan una muy significativa posición de "portero" (control de acceso).  Han mostrado una propensión a actuar en forma oligárquica en el caso de sistemáticas violaciones de la neutralidad de la red, siendo que las fuerzas del mercado por sí solas no pueden frenar estas distorsiones.  Es justamente por ello que es importante obligarlas a cumplir con la neutralidad de la red.  Sin ella, gran parte del potencial igualitario de Internet se perderá, y las estructuras sociales emergentes, con soporte digital, estarán inherentemente más desiguales incluso que las actuales, que ya son bastante malas.  Sin embargo, hay que tener en cuenta que también existen características monopólicas muy significativas en otros niveles de Internet, que son igualmente básicas para asegurar un “campo de juego digital" equitativo.  En consecuencia, una regulación apropiada podría ser requerida también para estos niveles superiores de Internet, para mantenerlas suficientemente abiertas y evitar posiciones rentistas.

 

¡Es mucho más difícil hoy que las personas puedan cambiar de proveedor de las aplicaciones predeterminadas, sea de las redes sociales (Facebook), los medios de comunicación instantánea (Twitter), la mensajería (WhatsApp) y el trabajo del conocimiento (“el entorno Google"), que cambiar de proveedor del servicio de telecomunicaciones!  (Esto es especialmente cierto para lugares donde la portabilidad numérica es obligatoria, gracias a la regulación, como en India).  Subyacente a este hecho, hay una muy interesante narrativa que se pierde en el actual debate sobre neutralidad de la red, que a menudo se presenta como una especie de enfrentamiento entre los “malos” explotadores del sector de telecomunicaciones, de un lado, y los “liberadores” del sector empresarial de Internet, de otro.  (¿El mismo sector privado de las telecomunicaciones no era el héroe de la “revolución móvil” en los países en desarrollo, hasta hace solo unos pocos años?)

 

Derechos de las personas e igualitarismo

 

Mantener Internet neutral es sumamente importante, ya que se está convirtiendo no sólo en la infraestructura, sino en la matriz de una multitud de actividades sociales, como también de las organizaciones e instituciones de la sociedad.  No sería redundante decir que estamos avanzando hacia una sociedad mediada por Internet.  En cualquier sociedad, es la decisión política la que determina qué aspectos se consideran como los asuntos, sectores o condiciones del campo de juego, para los que se debe garantizar un cierto grado de equidad a través de políticas o regulaciones, y cuáles son considerados las "áreas de juego" donde la gente puede competir y en consecuencia “ganar” (o perder) la asignación de recursos.  Tradicionalmente, la gobernanza, la justicia y la seguridad básica se consideran áreas del "campo de juego”, al igual que la educación básica, la salud, y una cantidad creciente de lo que se entiende como derechos de las personas.  La cuestión de si se considera necesario asegurar que ciertos servicios básicos de Internet se provean equitativamente para todos y todas –no solo como consumidores de servicios, sino también como productores, partícipes, innovadores, ciudadanos, etc.– es, por lo tanto, una decisión sociopolítica, que depende de qué tipo de sociedad queremos.  Estas consideraciones sociopolíticas están en la base del principio regulador de la neutralidad de la red.  En consecuencia, sería apropiado ubicar Internet en un marco basado en derechos, no solo de derechos negativos como la libertad de expresión y la privacidad, sino también de derechos positivos como el acceso universal y cierto grado de neutralidad básica e igualdad en Internet.

 

En suma, la neutralidad de la red no es ni un principio técnico, ni algo necesario para sostener el libre mercado.  Es un principio igualitario, aplicado a un pilar fundamental y determinante de nuestros nuevos sistemas sociales: la Internet.  Es necesario hacer cumplir este principio si vamos a encaminarnos hacia sociedades más igualitarias.  Es menester preservar y promover la lógica de la horizontalidad e igualdad que hizo de Internet una fuerza tan desestabilizadora, no solo en la esfera económica, sino también en los ámbitos político, social y cultural.  Es igualmente importante frenar las múltiples tendencias de acelerada centralización de poder en tantas áreas, que resultan de la lógica social de las redes.  Pero para poder garantizar estas metas, los principios de neutralidad, no discriminación y equidad deben aplicarse de manera consistente y meticulosa para todos los niveles de Internet.  La lucha clave hoy tiene que ver con la neutralidad del nivel de infraestructura o de telecomunicaciones, en comparación con los niveles superiores de aplicaciones, contenidos y servicios.  Sin embargo, luchas similares se requerirán para enfrentar los monopolios, acuerdos amarrados y estructuras rentistas en estos niveles superiores.  En consecuencia, ahora es importante movilizar todas las fuerzas posibles a favor de la neutralidad de la red, pero hay que tener cuidado de no hacerlo bajo las banderas de los Googles y Facebooks de este mundo (si bien ciertamente se pueden considerar alianzas tácticas).  ¡Necesitamos mantener nuestra pólvora seca para el día en que nos movilicemos para enfrentar a los Googles y Facebooks, y asegurar la neutralidad en los niveles que ellos monopolizan!

 

Considerar la neutralidad de la red como un principio igualitario nos ayuda también a evitar posiciones "técnicas" extremas –como tratar de imponer algún tipo de estricta neutralidad, incluso cuando podría ser claramente contraria al interés público–.  Es posible que sostener el interés público podría, a veces, requerir una discriminación positiva a favor de algunas aplicaciones, contenidos y servicios.  Esto puede no equivaler a una violación de la neutralidad de la red, de la misma forma en que la reserva de puestos de trabajo para mujeres no se considera discriminación de género.  A medida que los teléfonos móviles conectados a Internet se vuelven casi omnipresentes, incluso en los países en desarrollo, es muy posible que los gobiernos implementen y promuevan un canal de datos de tasa cero para algunos servicios esenciales para la ciudadanía, que podría facilitar, por ejemplo, su participación en debates y decisiones públicas trascendentes.  Del mismo modo, siendo probable que Internet se convierta en una plataforma clave, cuando no la principal, para los medios comunitarios, podría ser útil explorar canales exclusivos para la radio y televisión comunitaria local, incluyendo la posibilidad de cobros de datos de tasa cero.  Tales posibilidades pueden ser puestas en vigencia por el regulador a través de las condiciones de licencia para las empresas de telecomunicaciones.  Medidas como estas contribuyen a reforzar la no discriminación o la neutralidad en Internet, al mitigar las desigualdades y discriminaciones incorporadas en las estructuras sociales en general.  La discriminación positiva en Internet para el interés público, determinada por mecanismos debidamente legitimados, encaja en la definición de neutralidad de la red que prohíbe cualquier discriminación por parte de los “proveedores de infraestructura”, por cualquier motivo de intereses comerciales, entre las diferentes aplicaciones, contenidos y servicios.

(Traducción ALAI)

 

Parminder Jeet Singh es integrante de IT for Change, de India, ONG que trabaja en la intersección entre tecnologías digitales y cambio social, con un enfoque en la equidad y la justicia social.

 

Artículo publicado en: América Latina en Movimiento 503, ALAI abril 2015.  “Hacia una Internet ciudadana”.  http://www.alainet.org/es/revistas/169246

 


[1] NdE: Los sistemas de transmisión de Internet se organizan en niveles (o capas) superpuestos, desde el nivel físico hasta el nivel de aplicación (cada nivel depende de los inferiores).  Aquí el autor se refiere a niveles que van desde la infraestructura hasta las aplicaciones y los contenidos.

 

https://www.alainet.org/de/node/169329

Publicado en Revista: Hacia una Internet ciudadana

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