Pensar el kirchnerismo hacia 2015: valorar lo realizado
17/12/2014
- Opinión
"El Kircherismo es aún una experiencia política muy joven pero sí podemos aventurar que no existe todavía en él una literatura política propia y orgánica que defina cómo es el nuevo modelo de interpelación al poder, un poder que es una expresión feroz de las finanzas hegemónicas, un poder al que se ha invitado en varias oportunidades a la mesa chica del poder político kirchnerista".
El Kirchnerismo y sus desafíos
Cuando se realicen las elecciones presidenciales en Octubre de 2015, se habrán cumplido doce años de una gobernabilidad política, de una cultura política - aunque el paso del tiempo le dará aún más sustancia en perspectiva histórica - con capacidad tanto como para organizar intereses y valores, como para administrar conflictos. En ese “estilo” de ejercicio del poder se conjugan tradiciones liberales- capitalistas junto a políticas keynesianas basadas en la generación de un “círculo virtuoso” en el cual el incremento del consumo interno revitaliza una, todavía deficitaria, estructura productiva.
Una versión reparadora/transformadora del movimiento político-cultural que agudizó las tensiones del andamiaje liberal. En ese sentido, el Kirchnerismo pareciera presentarse como inmutable anomalía, aunque sabemos que en un mundo globalizado y en una sociedad como la nuestra, abierta a la interdependencia con ese mundo, el peso de las hegemonías mundiales influye y condiciona las relaciones entre la sociedad y el Estado.
¿Podemos llamarlo modelo? O, ¿proyecto político? El Kircherismo es aún una experiencia política muy joven pero sí podemos aventurar que no existe todavía en él una literatura política propia y orgánica que defina cómo es el nuevo modelo de interpelación al poder, un poder que es una expresión feroz de las finanzas hegemónicas, un poder al que se ha invitado en varias oportunidades a la mesa chica del poder político kirchnerista. En ese sentido, el kirchnerismo no es anti-hegemónico.
Es debatible, pero podemos decir que el “modelo” kirchnerista ha modernizado las complejas relaciones político-culturales argentinas mediante prácticas reparadoras que han incluido a grandes porciones de sectores sociales relegados como a las izquierdas progresistas, propiciando en materia económica los estandartes de la heterodoxia y haciendo eje en la primacía – o el intento- del Estado Benefactor.
Entonces, y sin intenciones de hacer historiografía contra-fáctica con relación a qué quedará de esa cultura política del kirchnerismo luego del 2015, cabe formularse una pregunta que se vincula con la idea expresada más arriba en cuanto a las imposibilidades de construir una alternativa superadora al “capitalismo sano”, evidenciadas en la alta concentración económica nacional en manos de poquísimas multinacionales, la dependencia del imperio agro-exportador para la generación de divisas que escasean y la relativa re-industrialización nacional, entre otros tópicos.
Otro interrogante a formular es por qué, luego de casi doce años de gobernanza kirchenrista, llegamos a un escenario en el que las tres figuras con más chances – hasta aquí - para coronar en las presidenciales de 2015 son manifestaciones de un liberalismo de derecha. Scioli, Massa y Macri (dos de ellos peronistas y con algo del sello duhaldista del peronismo populista de derecha)
La respuesta rápida es la apelación al accionar sistémico de los medios “hegemónicos” de comunicación en su afán de condicionar gobiernos, y a la “batalla cultural” como estrategia para hacer visible esa acción mediática del poder comunicacional. Bien, pero allí cabe preguntarse también acerca de la respuesta ¿contra-hegemónica?: A un multimedios financiero y poderoso a nivel mundial se responde con la creación de otro multimedios local, vernáculo, que en una suerte de efecto espejo, restituye la lógica mediática del poderoso.
Pero también son atendibles los argumentos con relación a las fuertes embestidas (el último coloquio de IDEA da la medida justa del deseo restaurador) de sectores grandes de la empresa y la especulación financiera. Bien, allí también (se dirá que en la coyuntura se administra midiendo el momento oportuno y las relaciones de fuerza) el peso de las medidas no tomadas o implementadas a destiempo: profundización de la sustitución de importaciones, evitación del estrangulamiento del sector externo, desconcentración de mercados estratégicos, nacionalización de la producción, necesidad de incrementar las reservas del BCRA, entender y no subestimar la inflación cuando se presenta como un indicador sostenido en el tiempo, entre otras.
La salida por derecha y el ataque por derecha
La salida por derecha, como emergencia en el oficialismo, además de estar en estrecha relación con lo argumentado, puede sostenerse en cierto “estado de derecha” en el que se encuentran amplios sectores de nuestra comunidad. Por un lado, esos amplios sectores de la sociedad esperan que el Estado brinde con eficacia servicios esenciales como son la seguridad, la educación, la justicia. Pero también exigen que el Estado oficie de entidad disciplinadora y represiva.
Entonces, ante un panorama económico no muy alentador y en un año electoralmente adelantado, la opción de un giro hacia el centro- derecha y hacia la derecha se avizora como una posibilidad inquietante.
Scioli sabe que es quien mejor mide en las intenciones de voto para suceder a Cristina Fernández de Kirchner por lo cual sostiene el tono “conciliador” con todos “los sectores” y presume de haber logrado establecer el equilibrio en un provincia que es el “motor de la República”. Allí siguen en pie la Emergencia en Seguridad y el autogobierno policial acompañado por una pátina del discurso oficial.
El largo periplo de derechización en materia de represión de la protesta social, de criminalización de la pobreza y del extranjero/inmigrante, y del endurecimiento en materia de seguridad pública, comenzó con el desplazamiento de Nilda Garré del Ministerio de Seguridad y la asunción de Sergio Berni como Secretario de Seguridad, concentrando en su figura todo el accionar del ministerio ( es notable la poca presencia pública de la Ministra de Seguridad, la Licenciada en Ciencias Políticas, María Cecilia Rodríguez)
La continuidad de esas políticas en la provincia de Buenos Aires la encarnan el ex intendente de Ezeiza, Alejandro Granados (designado por Scioli como Ministro de Seguridad) y Ricardo Casal, ahora, como Ministro de Justicia.
Desde la oposición que aspira, con posibilidades, llegar a la Casa Rosada, la estrategia para horadar el poder de convocatoria y movilización de la Presidenta es leer ese “estado de derecha” en el que se encuentran porciones de la población y mezclar inseguridad con Derechos Humanos en una operación política que banaliza un tema sumamente delicado como lo es los crímenes de lesa humanidad. Las declaraciones agraviantes de Massa, Macri, Lanata y compañía, constituye la reacción vil pero efectiva – dentro del clima de estimulación del miedo de los sectores sociales que lo avalan y promueven - contra el Gobierno Nacional. Es en esa operación política que se evidencia el notable componente faccioso que la derecha enuncia al tiempo que intenta enmascarar. El diseño es sin dudas una fuerte embestida contra las políticas económicas del Gobierno, que proponen una mayor intervención del Estado en el control de la economía, las cuales molestan al llamado "mercado" como quedó patentizado en el último coloquio de IDEA. Para citar algunas: canje del Boden 2015, Bonar 24 por 286 millones de dólares en concepto de bonos y títulos, aumento de las reservas en 30.000 millones de dólares por el último swap de monedas con China, control y baja del dólar ilegal.
La otra pata que cierra la pinza de la operación es el feroz ataque contra las políticas de ampliación de derechos donde es significativa la embestida contra las políticas de Derechos Humanos y los juicios por crímenes de lesa humanidad - que no prescriben - y que intentan llegar al núcleo civil-judicial-empresarial. Por ello las declaraciones de Macri - aunque referidas a "Sueños Compartidos" y el fraude en la construcción de viviendas - de "terminar con el curro de los Derechos Humanos", y las de Massa, luego de la conmemoración del 10 de Diciembre, día Internacional de los Derechos Humanos, sobre el fin de la etapa de los DD.HH con su gobierno. Este es el plan que la derecha viene pergeñando frente al temor que sienten por el poder de tracción de la Presidenta y el piso del 35% que el Kirchnerismo posee en intención de voto. Tanto las declaraciones vertidas como los medios que ofician de soporte, cuando en realidad diagraman la arquitectura de esta operación, es el recurso espantoso al que apelan ante a la multitudinaria convocatoria y movilización a la Plaza de Mayo para festejar los treinta y un años de democracia ininterrumpida en el país.
La democracia no está asegurada: Estas maniobras de intervención sobre el sistema democrático, que se completan con falsos atisbos de ruptura de la “Omertá” militar y parapolicial, como lo son las declaraciones del genocida Guillermo "Nabo" Barreiro sobre el destino de veinticinco cadáveres de militantes asesinados en el centro clandestino de detención La Perla, así lo demuestran. Los verdugos que sostienen el rostro impune del poder civil- judicial-empresarial, no descansan. Son aquellos temibles perros negros que evocan el terror.
Así, la salida por derecha pone de manifiesto los escollos de no haber podido diseñar un esquema o modelo superador de lo hecho y establecido, como también la dificultad que supone no haber generado desde el núcleo duro del kirchnerismo un candidato que encarne las mejores virtudes y logros del proceso político iniciado en 2003 por Néstor Kirchner, el mismo que merece más cambios, más profundización de lo bien realizado y correcciones de los desvíos que dañan para así consolidarlo.
Miércoles 17 de Diciembre de 2014 10:58
Conrado Yasenza
Periodista.Director de la revista digital La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
https://www.alainet.org/de/node/166213?language=es
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