Bolivia y la nueva integración Latinoamericana y Caribeña
La integración moral de la sociedad en la Bolivia del Presidente Evo Morales
21/11/2014
- Opinión
“La hegemonía es pues una combinación de fuerza y seducción, de victoria (Lenin) y convencimiento (Gramsci). Y eso es precisamente lo que ha aconteció en el país entre el 2000 y el 2014 [en Bolivia]." Álvaro García Linera (Vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia.)
I.
Bolivia, imposible dejar de repetirlo constantemente, es no solo un país sudamericano resultado de la gesta liberadora bolivariana de principios del siglo XIX; a su vez un ecosistema expoliado por el colonialismo impuesto por la, hoy, carcomida monarquía española. Y víctima de las traiciones y conjuros oligárquicos cuando después de la independencia los grupos de poder de la región se vapulearon mutuamente arrancándose unos a otros trozos de territorios de manera inescrupulosa mediante guerras regionales por los recursos naturales, primeramente asesorados por la hegemonía británica; y posteriormente por la angloestadounidense.
El colofón de todo lo anterior fue el secuestro por Chile de la salida al mar de Bolivia, mediante un forcejeo bélico en el que Perú estuvo implicado. Y que dura hasta hoy. Bolivia es un país sin salida al mar. Un crimen histórico que los gobiernos concupiscentes chilenos –desde antes y después de Pinochet-, hacen lo imposible por mantener y si les es posible agudizar es contradicción con la decisión de tribunales internacionales.
Y desde la perspectiva del liberalismo emergente a partir de 1848, Bolivia padece de un "colmo político cultural"; la mayoría aplastante de su población es indígena y endógena, portadora de una diversidad de culturas precolombinas mucho más antigua que la misma modernidad europea. Antes de la llegada de los conquistadores genocidas que "descubrieron" a América, el actual territorio boliviano era un imperio; una diversidad de acumulaciones históricas o Culturas. Capacidad esencial de la que adolece la cultura del capitalismo, huérfana de acumulación posible. El objetivo fundamental de la dominación imperialista siempre ha sido, la de desterrar hacia los márgenes de su centro de poder a esa fuerza plurinacional indígena.
El azar imprevisible de la historia hizo que el territorio boliviano fuese escogido por el Che Guevara para iniciar un movimiento de liberación guerrillera, que debido a imprecisiones estratégicas dio al traste con su asesinato en La Higuera en 1967. A partir de ahí, Bolivia devino en una referencia muy importante para los procesos de emancipación y movimientos sociales.
Durante un evento antiimperialista internacional efectuado en una Habana ya entrada en la crisis de los 90's del siglo veinte, un joven indígena boliviano, campesino, que llegó para participar gracias el pasaje pagado mediante una "ponina" de sus compañeros, sin un centavo en los bolsillos y dependiendo para sobrevivir de unos buches estirados que le daba a un pomo de Coca Cola, intentó infructuosamente acercarse a Fidel. Y siempre sus escoltas lo empujaban para atrás. Con esa paciencia que cultivan con delectación de orfebres los asiáticos, y los indígenas de nuestra región el joven dirigente cocalero aymara siguió luchando y esperó. Alrededor de una década después mediante un trabajo político aún por investigar en toda su importancia, sobre el movimiento social que tomó el nombre de MAS, Evo Morales Ayma llegó a presidente de Bolivia; y la refundó, en el momento más agreste del neoliberalismo, siguiendo al triunfo de Hugo Chávez Frías en Venezuela y compartiendo época con Rafael Correa en Ecuador. Y Daniel Ortega en Nicaragua.
La refundó como Estado Plurinacional. En una acción contundente contra los efectos de la osificación de la memoria colectiva, que provocan los efectos de la cultura del capitalismo en la mente de los dominados. ¿Qué significado tiene el concepto de plurinacional para nosotros los caribeños, que formamos parte de acumulación históricas nuevas?
En un texto anterior reflexionaba que Rivera Lugo advierte que "tomar" el poder del Estado es más fácil que refundarlo; en una revolución implica a la refundación del mundo (memoria) histórico, a un nuevo orden civilizatorio "portador de unos nuevos fines éticos [signos y semantizaciones en valores sociales] como palanca del desarrollo y el bienestar, como bien advirtió el Che Guevara", porque la construcción de una nueva hegemonía es a partir de una nueva sociedad o cultura; "y no la mera apropiación del aparato estatal"; a propósito de "genuinas inquietudes suscitadas por diversas contradicciones que han irrumpido en el seno de los procesos de cambio revolucionario [transiciones] que se viven en Bolivia y Ecuador [...] [y] reflejan serias diferencias en torno a lo que algunos señalan como la pervivencia en sus respectivos gobiernos de cierto ilusionismo desarrollista y extractivista, propio del modelo colonial de acumulación impuesto por el capitalismo".[1](1) Apelando a de Sousa Santos, Lugo expone que dentro de esas tensiones se ha evidenciado que esa sola forma de pertenencia, la de ser ciudadano, ha impuesto un solo concepto de nación: el liberal, republicano, cuando los indígenas sostienen dos conceptos de nación, el liberal y el etnocultural; que involucran a dos modos distintos de concernir a la nación: como ciudadanos y como pueblos. Lo que significa que ambos conceptos gestan tensiones en la relación que se establece entre la cultura y el poder político, a veces sin llegar a la incompatibilidad absoluta, en tanto dichas tenciones no devengan en signos secuestrados por esa ofensiva semiótica burguesa, como lo fue en el caso del neocolonialismo contra la mayoría indígena boliviana. Sino en parte inexcusable del diálogo intercultural, refundando el poder, que significa transformar radicalmente la política para refundación de la memoria histórica y desmantelamiento de la ofensiva semiótica burguesa. Y Bolivia se refundó como nación desde la de su memoria histórica. En un época en que la agresividad política imperialista expresa una fuerte implicancia cultural, dicha refundación (ambas) es un acto heroico que manifiesta a esa victoria cultural que exigía Gramcsi como imprescindible previa a la victoria política.
Reiteramos que, desde esa agresividad política imperialista vigente, si la intersubjetivación de los individuos es básica en la autoproducción, su fundamento será el del sujeto social dominador (colectivo); la reproducción la que él controle; su modelización cultural, centro (canon) y proveedora de sentido. Provisión que sitúa –si burguesa- al sujeto social dominado (colectivo) en los márgenes de la hegemonía imperialista. La deshistorización en su ejercicio del poder, el dominador se la impone a la intersubjetivación con la periferia de su centro cultural cuando manipula tensiones en la relación que se establece entre la cultura y el poder político a escala local o global. Tal imposición se explica ante la improbabilidad de una única interpretación de la sistémica del mundo humano reductible, sin la intrusión burguesa en las tensiones de esa relación. Sujeto social dominador (colectivo) y sujeto social dominado (colectivo) interactúan gracias a la porosidad de los límites culturales, aun si impuestos por el primero. Teniendo en cuenta que una red social puede estar controlada por el poder deshistorizado del dominador (colectivo) burgués, el enfoque a disposición del dominado (colectivo) es el del vencido que debe otorgar consenso al vencedor autorrepresentándose la situación posvictoria como una relación eterna (Kohan; 2006), que durante ofensiva cultural burguesa actualizan, en la memoria del vencido a esa relación eterna que, en principio, no es sino manipulación capitalista de las tensiones en la relación que se establece entre la cultura y el poder político.
II.
La ausencia de una integración regional sin vestigio alguno de intrusismo angloestadounidense o canadiense –como representante plenipotenciario del legado de la dominación británica-, impuso una distancia ficticia entre naciones y sobre todo entre culturas. El modo posible de prospección, estudio y comprensión de una cultura es entrar y después salir de ella; reconociendo a los elementos esenciales de su acumulación histórica, la dominación imperialista, el sistema burgués en general, ignora a esa diversidad cultural, o se acerca a ella para dominarla, es decir, deformar a su acumulación histórica. La fundación de esa nueva integración regional fuese sido improbable sin la existencia anterior, como condición, de la refundación de las naciones latinoamericanas y caribeñas que encabezan a dicha integración: Cuba, Venezuela Bolivariana, Ecuador o Nicaragua. Y sobre todo el Estado Plurinacional de Bolivia.
Los movimientos sociales y la izquierda en general tuvieron que dar varias vueltas críticas sobre sí mismas para reajustar a la situación lamentable en que tras el desmerengamiento de la extinta URSS y del denominado campo socialista, habían quedado las ideas y los procesos emancipatorios en la región.
Los levantamientos populares más importantes contra el neoliberalismo en la región acontecieron en Venezuela, y en Bolivia como casos trascendentes. En ambos individuos no euro-blancos y pertenecientes a estratos marginados de la sociedad accedieron a la presidencia de sus países y viraron a la dominación burguesa al revés.
García Linera, cuyo análisis sobre estos asuntos es imprescindible reflexionó en principios que una de las funciones del Estado moderno es construir consensos básicos sobre el sentido común, que equivalgan al orden y el destino del mundo social; que garanticen no solo la arraigo de una forma estatal sino, ante todo, la cohesión social que sostiene el orden estatal. Citó a Bourdieu –injustamente muy poco consultado en estos lares de la izquierda caribeño/cubana-, quien propone “la distinción de dos componentes en la construcción de los consentimientos duraderos sobre la organización de la vida social: la integración lógica y la integración moral. La primera hace referencia a los acuerdos inmediatos alcanzados por personas que tienen similares categorías de pensamiento, percepción y construcción de la realidad, mientras que la segunda tiene que ver con la presencia de valores morales compartidos." [2] (2)
La integración lógica y la moral son procesos distintos pero que funcionan coherentemente solo interactuando el uno con el otro. La lógica capitalista funciona solo en interacción con la moral burguesa. En medio de contracciones violentas esa interacción puede solo funcionar a través de procesos de dominación y secuestro del derecho político y la libertad de los individuos. Solo durante la legitimación de actos de justicia social de facto, es posible hacer de la democracia el soporte esencial de un espacio coherente de legitimación lógica y política. Sin la emergencia al poder en Bolivia de un indígena ni la reivindicación de la libertad y el derecho político a partir de una victoria cultural previa, habría sido imposible.
En Cuba, por ejemplo, aún en sectores populares y de la producción de pensamiento, el concepto indígena de “vivir bien” padece cierto tufillo a auto represión austera en la pobreza. El analfabetismo funcional, o ignorancia desde el concepto de Richard Levins introyectado por los referentes de la cultura del capitalismo a través de las hendiduras que han dejado abiertas los errores e insuficiencias del modelo socialista vigente, llevan a discernir como necesarias la interacción entre bienestar y cierta acumulación material al margen de los avatares contra el ecosistema que perpetran las barbaridades del capitalismo, sin llegar a inteligir, que el Antropocentrismo hoy es una deformación cultural debido a los excesos de la centralización de la atención en las metas y los beneficios cortoplacistas de la porción privilegiada de las sociedades, o de los programas de desarrollo en economías pertinentemente centralizadas en la búsqueda de prosperidad social; por muy buenas intensiones que se esgriman, aún, si alguien expone que
"Es evidente la imposibilidad de pensar la prosperidad desde indicadores únicamente económicos, porque la felicidad de un pueblo y la justicia social no se pueden medir como resultados de la eficiencia sin contar con el valor de los sentimientos, de las creencias, de las ideas de la gente. [...] La prosperidad es la que está atenta a las necesidades del pueblo, que no odia la riqueza por sí misma, sino la riqueza que empobrece a los más frágiles [¿frágiles? algo ininteligible aquí]. [...] La prosperidad es la eficiencia, como un reloj exacto de una empresa que produce y genera ganancias y resuelve problemas a la gente, pero es también la conservación y resurrección de los sueños del pueblo, sueños de vivir mejor [que ¿quién?], de esperar cada día lo mejor. [Y finaliza definiendo que] [...] Vivir mejor debe ser una consigna constante del socialismo, mas vivir mejor no es solo tener más cosas, sino ser más dueño, más soberano de lo que se produce, de lo que se compra para el país, de lo que se decide que cambiará nuestras vidas." [3] (3)
La integración lógica y la moral, esa imprescindible interacción entre ambas es esencialmente cultural. El marxismo es una propuesta política para el cambio social radical que nos saque del capitalismo, pero nunca desde el original ha renunciado a la acumulación histórica o sabiduría que ostentan las Culturas o civilizaciones. La tecnofilización de la cultura es una deformación monstruosa que la cultura del capitalismo durante la excluyente autoproducción burguesa ha impuesto para el sometimiento a su dominación; a los excesos de la sobreexplotación de la que depende su acopio de capital, que es una relación de poder que desbarata a la coherencia lógica entre la integración lógica y la integración moral en pos de un proyecto de emancipación social que mantenga, en tanto tal, un equilibrio respetuoso con la naturaleza que no es “solo la tierra que pisan nuestra plantas” al decir del cubano y latinoamericano José Martí. El desespero lento o apresurado por alcanzar una sustentabilidad económico financiera al margen de integrar a la lógica de esa sustentabilidad con los valores morales pertinentes, es un desliz relativamente ya repetido no solo en proyectos de transición socialista pasados.
El neoliberalismo entre sus objetivos a cumplido relativamente el de lograr separarnos, hasta un divorcio consensuado, con él como intermediario, entre las culturas de la región. La solidaridad con las causas indígenas se ve estorbada por dos vertientes nefastas. La intromisión de las ONG’s imperialistas que apelan al apoyo de dichas causas para entorpecer no solo a las posibilidades de desarrollo de los países que participan en esa nueva integración regional; y los “escrúpulos solidarios” de una porción no despreciable de la mayoría antiimperialista que percibe al raciocinio de la diversidad cultural en tanto sabiduría indígena como un retroceso que amenaza con alejarnos de esa obsesión popular devenida en “socialista” de lograr vivir mejor que los capitalistas, y que el vecino de lado en el mismo barrio. Por ejemplo, el desarrollo de la agricultura urbana en Cuba, a nuestro criterio no fue expedido como un modo de sustentabilidad ecológica sino como un recurso extremo durante una etapa de la crisis de los 90’s del siglo veinte en que el país se quedó prácticamente sin capacidad de producción y distribución alimentaria posible. Luego se ha ido adquiriendo una conciencia al respecto aún insuficiente, que no alcanza todavía a la sustentabilidad ecológica. Se precisa cierta humildad cultural para lograr interactuar desde la integración lógica y la moral, incluso aprendiendo de la experiencia de las culturas ancestrales, endógenas que el sistema capitalista, y ciertos errores socialistas intentaron exterminar en nuestra región. No solo de los chinos y de los japoneses.
La refundación de Bolivia en Estado Plurinacional ha propiciado definitivamente las condiciones del acercamiento necesario entre culturas de nuestra región con que condicionar a la política para la legitimación de los actos de justicia social efectivos, pero ecológicamente sustentables. En tal sustentabilidad se incluye a todas las especies vivas y al autodisciplinamiento del hombre como una de ellas. La emergencia de un presidente y de un canciller, ambos indígenas (no de Disneylandia) sino representantes auténticos de sus pueblos, es el batacazo más violento propinado a la cultura de racismo, como instrumento ecocida, durante su saga secular como instrumento de la dominación imperialista. Es una consecuencia del poder político que se ejerce desde la hegemonía de una mayoría antes marginada completamente. ¿Cómo lo ve García Linera, que por cierto tuvo insuficiente atención de los medios en su última visita a la casa de las Américas?
"Si por hegemonía entendemos -en el sentido gramsciano- la capacidad de un bloque social de convertir sus necesidades colectivas en propuestas universales capaces de articular a otros sectores sociales distintos a él; ella no es posible sin que antes se dé la derrota política e ideológica (Lenin) de esos otros grupos o clases sociales convocadas a ser integradas. La hegemonía es pues una combinación de fuerza y seducción, de victoria (Lenin) y convencimiento (Gramsci). Y eso es precisamente lo que ha aconteció en el país entre el 2000 y el 2014."
La dificultad de lograr su salida al mar puede ser discernida como una especie de bloqueo por parte de la reacción derechista chilena que quedó de custodio de la Constitución pinochetista que aún rige en el país. Evo Morales y el MÁS tienen el poder político al gobernar obedeciendo porque representan a la hegemonía plurinacional.
Desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, marxista, martiana y bolivariana.
[1] (1) Carlos Rivera Lugo. La soberanía comunitaria. Claridad/Rebelión. 01-09-2010. www.rebelion.org
[2] (2) Álvaro García Linera. El nuevo campo político en Bolivia. Rebelion. 07-11-2014.
[3] (3)Julio Antonio Fernández Estrada. Enamorar - Opinión - Juventud Rebelde - Diario de la juventud cubana. 25 de Febrero del 2014.
https://www.alainet.org/de/node/165668?language=es
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