Huellas (A propósito de huelgas)
- Opinión
Betsabé Espinal caminaba un buen trecho para llegar a la fábrica a las seis de la mañana. Emilio Restrepo, el amo, llegaba cuatro horas más tarde en un coche tirado por caballos ingleses. Betsabé, al entrar, tenía que dejar los zapatos en la puerta porque así lo exigían las normas de la Fábrica de Tejidos de Bello Antioquia en Colombia, cerca de Medellín. Iniciaba una jornada de 12 horas.
Hasta el 20 de febrero de 1920 cuando la joven campesina decidió decir y decidir. Durante 21 días las 400 mujeres de la fábrica decidieron y dijeron no trabajar más frente a las muchas injusticias en el trato laboral recibido: eran víctimas de abuso sexual en manos de los supervisores (siempre masculinos); por el mismo trabajo se les pagaba la mitad que a los hombres; se las inspeccionaba siempre al salir, consideradas sospechosas de robar pertenencias de la fábrica; y se les obligaba a andar descalzas.
Pero dejaron huella.
La primera huelga laboral en Colombia fueron ellas que, de brazos cruzados y con los pies firmes en tierra, consiguieron se les aumentara el salario; la jornada laboral se rebajó hasta las 10 horas con mayores descansos; se despidió a los empleados que abusaban de ellas… y pudieron trabajar calzadas.
En Bello, casi un siglo después, también fueron los primeros en dar un paso adelante.
Era el día de elecciones a la Alcaldía y Germán Londoño, político conservador colombiano, preparaba en su despacho el discurso de aceptación del cargo. En el ropero aguardaba un traje para estrenar. Era el único aspirante, el único que podía ser votado. De malas maneras y con buenos contactos habían impedido la presencia de otros contrincantes en los comicios.
Las gentes de Bello –hijas e hijos de mujeres como Betsabé-, que saben por dónde hay que andar y pisar, acudieron masivamente a las urnas. El porcentaje de participación nunca había sido tan elevado. Y la opción ganadora, ganó por tremenda mayoría. El pueblo bellanita decidió ser administrado por una cartulina en blanco.
- Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. http://gustavoduch.wordpress.com/
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