Por una masa crítica anti-capitalista a nivel global ¡ya!

09/01/2012
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Importantes balances y reflexiones se han publicado sobre la naturaleza, causas y futuro de los movimientos sociales y políticos que estimulados por las revoluciones árabes (2011) han fortalecido la acción de resistencia y lucha política de los trabajadores en Europa, EE.UU y en muchos países y regiones del planeta.[1]

La mayoría están de acuerdo en que son respuestas a la crisis económica que golpea de múltiples formas a la población (desempleo, recorte de derechos sociales, precarización de las condiciones laborales, empobrecimiento, etc.) y frente a la crisis espiritual que vive la humanidad. Un mínimo de analistas continúa apegado a la teoría del complot mediático imperialista.

Dos tipos de respuesta

Se puede afirmar que existen dos (2) tipos de respuesta:

a)    La defensiva, desarrollada por los trabajadores del “Estado de Bienestar”, al servicio del Estado y de industrias centralizadas. Tiene un carácter nacional y reformista. Más evidente en Grecia, Francia, Islandia, Wisconsin, América Latina. Es, básicamente, reivindicativa.

b)    La ofensiva, impulsada por jóvenes trabajadores precariados, profesionales y técnicos, “sectores medios”, estudiantes y desempleados. Va adquiriendo un carácter internacional y anti-sistémico. Es más visible en los inicios de la revolución árabe, en España (15-M, “indignados”) y en EE.UU. a partir de “Ocupa-WS”. Es, fundamentalmente, política.

Los revolucionarios ante esa realidad pueden asumir – también –, dos actitudes básicas. Desconocer y no profundizar en el entendimiento de esa diferencia por temor a debilitar el movimiento en curso; o comprender en toda su dimensión la esencia de las contradicciones y utilizar ese conocimiento para diseñar una estrategia adecuada.

Creemos que si logramos entender al sector más dinámico de los trabajadores (el sector de futuro), si comprendemos su situación, motivos, predisposición y acumulados culturales, podremos apoyarnos en ellos para ayudar a mover a los demás. Una vez que se movilizan los trabajadores formales – que están más organizados, como se demostró en Túnez y Egipto –, el movimiento adquiere fuerza determinante y alcanza importantes niveles de desarrollo.

La importancia de las revoluciones árabes – sobre todo las de Túnez y Egipto – consiste en que mostraron, expusieron, una forma de lucha exitosa e inauguraron una oleada de movilizaciones sociales y políticas que fueron adquiriendo un carácter internacional, primero en el mundo árabe, después, en todo el planeta. Esa es una de sus más grandes contribuciones.    

No entender sus circunstancias, medirlas sólo por los resultados políticos inmediatos en sus propios países, (que en general son… ¡extraordinarios!), es un error, que se comete muy a menudo por parte de la izquierda tradicional. Se observa la parte y no el todo.  

La masa crítica y un programa anti-capitalista

La historia enseña que – en situaciones de crisis – la configuración de una masa crítica es de importancia fundamental. En el ámbito mundial es una tarea que nos debería interesar a todos, así en un determinado país o grupo de países, la correlación de fuerzas no sea la mejor. En las circunstancias actuales, si esa masa crítica logra identificar un programa anti-capitalista y actúa en consecuencia, va a ayudar a jalonar los procesos “nacionales” en marcha.

Lo nuevo a nivel internacional es que ya no se actúa en un solo sitio como pasaba hasta inicios de la década pasada (Seattle, Davos, Doha, etc.). Ahora cientos de miles de personas se activan – simultáneamente –, en varias regiones del planeta. Se logra un mayor efecto. Es notable por lo que significa como acción pero, a la par, por los progresos organizativos que genera.

He ahí una experiencia y una lección. Incluso sirve para actuar en una sola ciudad. Se pueden impulsar acciones visibles y coordinadas desde las viviendas, barrios, centros periféricos, que en fechas especiales pueden también concentrarse en un lugar para mostrar su fuerza.

La tarea es ayudar a consolidar esa masa crítica con más efectividad. Es algo que ya empezó a andar por sí solo. Los “granos de arena” – individuales y colectivos – son muy importantes, siempre y cuando, se vayan cohesionando en un gran torrente socio-político y cultural. Las tareas “nacionales”, locales, concretas, en el marco de un país, no se oponen a la acción global, siempre y cuando exista un programa unificador. En gran medida ya está planteado pero hace falta su oficialización expresa y una coordinación real.

Mientras tanto, es importante ratificar e insistir sobre lo que es evidente y que pregona desde Cuba, casi en solitario, el viejo Fidel[2]: Lo único que puede modificar la tendencia predominante, que acrecienta la explotación y opresión, que crea el peligro real de una guerra nuclear, que desencadena mayores efectos negativos sobre el equilibrio ambiental, que descarga la crisis sistémica sobre los trabajadores y los pueblos, es una resistencia globalizada, que se retroalimente a sí misma.

Lo demás, los heroicos esfuerzos que se hacen en cada región o país, son derrotados o neutralizados por la masa inercial. Lo estamos viviendo en Sudamérica, en donde el movimiento a nivel de los pueblos y de los trabajadores – a pesar de los evidentes e innegables progresos en el campo de los gobiernos (institucional) – se empieza a estancar.[3]

La revolución se puede “trasmitir” pero no programar. Lo que podemos hacer es alimentarla.     

Popayán, 9 de enero de 2012



[1] Entre las reflexiones más interesantes destaco: “El M-15 ante su encrucijada” de Patricia García y Manuel Muñoz (http://www.rebelion.org/docs/142401.pdf); “El segundo viento del movimiento en pos de justicia social” de I. Wallerstein (http://www.jornada.unam.mx/2011/12/03/mundo/022a1mun);  “La historia y el 15M. Sobre la teoría y la  práctica militante” de Sergio Almisas C. (http://old.kaosenlared.net/noticia/historia-movimiento-15-m-sobre-teoria-practica-militante), los artículos de José López Sánchez y gran cantidad de análisis publicados en Rebelion.org., La Jornada, Alainet, Kaosenlared y numerosos portales de internet.

[3] El enfrentamiento entre “extractivistas” y “ambientalistas”; entre “neo-desarrollistas” y “socialistas”; entre “nacionalistas” e “internacionalistas”; entre “reformistas” y “revolucionarios”, es una expresión de esa contradicción. Ver excelente artículo de Immanuel Wallerstein “La izquierda mundial después de 2011”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142552

https://www.alainet.org/de/node/155107?language=en
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