Fabricia

11/06/2011
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Ana Fabricia Córdoba fue asesinada el martes 7 de junio de 2011 en la mañana, al interior de un vehículo de transporte público, de esos que llaman buses y que se descuelgan como carruajes de montaña rusa por esa geografía caprichosa o empinada de los barrios de Medellín, en especial los populares, como en el que vivía esta lideresa. Esa geografía es de dominio acentuado del mundo criminal, específicamente de la banda del alias Valenciano, temible pillo, igual o más que el legendario Pablo Escobar.
 
De los hechos, ella misma los narró en entrevista dada a la televisión. Denunciaba que su hijo Jonathan, fue asesinado, once meses atrás, por una alianza delincuencial a saber: Banda Criminal y Fuerza Pública o miembros de la Policía. En su narración describe el modus operandi o protocolo que fue usado para consumar el crimen. Un joven, amigo o de la confianza de su hijo, es usado como carnada para sacarlo de su vivienda. Lejos ya de la vivienda, el joven se aleja unos metros, una patrulla de la Policía que ella identificó con el número 301384 se lleva aquel otro. Esta información es conocida porque su hijo logra llamar a su madre y le cuenta detalles en voz que delata el peligro en el que se encuentra. Según se sabe, la Policía entrega el joven a los criminales, quienes le dan muerte.
 
En las estadísticas de las muertes violentas, son los jóvenes los más asesinados. Los clásicos análisis hayan la explicación en que son precisamente los jóvenes los más apetecidos en la guerra por ser arriesgados, y de poco miedo en los retos que enfrentan. De los adultos mayores, las estadísticas son bajas. ¿Cómo entonces explicar que una mujer de 51 años esté en la mira de los pillos? Fabricia no ahorró esfuerzos en denunciar esa alianza criminal, en dar datos precisos y nombres concretos sobre los que ella sabía eran los asesinos de su hijo. Y fue, nos parece, esa insistente voz de denuncia la que incomodó a los señores de la guerra. De seguro que el cálculo fue callarla para que no siguiera en sus constantes denuncias, pues era una de esas mujeres de nunca callar, aguerrida lideresa del movimiento de víctimas.
 
Todo esto explica, entre las versiones existentes, como lo dice el ministro del interior Vargas Lleras, el haber rechazado la protección de amenazas de la que era objeto. Ella, en su lógica práctica, desconfiaba de quienes la fueran a cuidar, eran precisamente a quienes denunciaba: la Policía. Aunque ella diferenciaba que no todos los policías eran malosos. ¡Verdad de Perogrullo de mucho tiempo atrás! Recordemos cuando muchos de los líderes del exterminado movimiento político Unión Patriótica, se negaron a recibir protección de ciertas fuerzas del Estado por estas misma razones de alianza criminal entre Fuerza Pública y Delincuencia. Más de 3 mil de sus líderes fueron asesinados.
 
Nos parece ésta la tesis o versión de más peso, que la que quieren esgrimir otros como el ambicioso Vicepresidente de la República de Colombia, vinculan el asesinato con asuntos de reclamación de tierras. La Parte no expresa necesariamente el Todo. Los pillos mataron porque la voz constante de Fabricia los denunciaba en el asesinato de su hijo. Pero el ramplón oportunismo político capitaliza. Vende más una noticia sensible al tema de moda de reclamación de tierras, que uno que sea común en esta sociedad que se ha acostumbrado a las prácticas de la criminal alianza.
 
- Mauricio Castaño H. es Historiador
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 258, Semana del 10 al 16 de Junio de 2011, Corporación Viva la Ciudadanía.
https://www.alainet.org/de/node/150437

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