Aeroaprietos

22/05/2011
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El Brasil se prepara para acoger la Copa del Mundo de fútbol en el 2014 y dos años después los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos. Son fiestas de señorío, como diría Roberto Carlos, quien por cierto está cumpliendo 70 años de edad, de talento y de simpatía.
 
Getúlio Vargas, cuando era presidente, cada año trasladaba la capital de la República, el 21 de abril, a Ouro Preto. En cierta ocasión una familia minera decidió homenajearlo con un banquete fastuoso en Belo Horizonte. Todo el mundo se hartó y pocos supieron  que, tras acabar el fiestón, la familia quebró. Pero la fiesta salió a todo dar.
 
No creo que el Brasil se arruine por acoger la Copa y las Olimpiadas, aunque supongo que muchos, una vez recogidas las pelotas y terminados los torneos, quedarán aún más ricos. Los Juegos Panamericanos del 2007 tenían un presupuesto de US$ 400 millones y se gastaron 2000. La sobrefacturación equivale a supercorrupción. Luego…
 
Sin embargo la infraestructura del Brasil no está, por ahora, preparada para ambos acontecimientos deportivos. Las reformas de doce estadios de fútbol todavía no han comenzado; el del Corinthians, que será construido en São Paulo, no podrá, según su presidente, tener en cuenta la mitad de las exigencias de la FIFA; y nuestros “aeroaprietos” están saturados. De 13 ciudades sede de la Copa, 9 aeropuertos están atrasados en sus obras.
 
En el 2010 los brasileños utilizaron más aviones que autobuses para sus viajes internos. El año pasado el movimiento de pasajeros en el aeropuerto de Guarulhos (SP) fue de 26.7 millones; en el de Congonhas (SP), de 15.4 millones; en el de Brasilia, de 14.1 millones; en el Tom Jobim (RJ), de 12.2 millones; y en el resto de capitales entre 5 y 7 millones. Eso se debe a la mejoría en las condiciones de vida de nuestra población, gracias a los mecanismos de distribución de la riqueza adoptados por el gobierno de Lula, así como al aumento de compañías aéreas, lo que motivó la competencia.
 
Nuestros aeropuertos fueron construidos para soportar un volumen mucho menor de vuelos y hoy día son verdaderos “aeroaprietos”. En Congonhas, Santos Dumont, Confins y otros, los servicios de baños son insuficientes. En el área de llegadas de Confins sólo hay un servicio sanitario masculino con 4 tazas, 3 urinarios y 3 lavamanos. En el área de llegadas de Congonhas también hay un solo servicio masculino, con 3 ó 4 tazas y media docena de urinarios. En un vuelo doméstico, con un promedio de 200 pasajeros, si unos cuantos necesitaran evacuar la vejiga, haga fila… ¡y adelante! Y  las mujeres deben soportar aún mayores dificultades.
 
En los bares y cafés hay un mínimo de servidores para el máximo de consumidores. Donde debiera haber 3 ó 4 funcionarios sólo se ve uno. Las mesas y los mostradores están casi siempre sucios, pues la rotación y la falta de aseadores impiden una adecuada limpieza.
 
A la llegada se forman filas interminables para buscar taxi. En Guarulhos una sola empresa, bajo la supervisión de un concejal de la ciudad, mantiene el monopolio de quien sale del aeropuerto de Cumbica. Y ay del taxista que, al dejar a un pasajero, cometa el grave ‘crimen’ de recoger a otro. Corre el riesgo de ser linchado por los ojeadores de la cooperativa monopolista, como sucedió hace tiempo en Galeão con un taxista que no pertenecía a la pandilla.
 
Desde luego que ha habido mejoras: las compañías aéreas tienen más empleados en el mostrador; hay sistemas de autoservicio; el mostrador de prioritarios es eficiente; pero no funciona el aire acondicionado, apenas hay asientos disponibles en el vestíbulo y cuando los hay son incómodos. ¡Ojalá que tuviéramos en el Brasil una sala de espera de la calidad del aeropuerto de Panamá!
 
¿A quién vamos a reclamar? ¿a Anac, a Infraero, a la nueva Secretaría de Aviación Civil, con rango de ministerio? Hace días fui al mostrador de Infraero en el aeropuerto Santos Dumont, a quejarme de una compañía que sólo disponía de un único funcionario para atender a una larga fila. Me dieron un formulario; traté de llenarlo. Creí que sería suficiente. ¡Pues no señor! Pocos días después recibí una correspondencia solicitando que fuera a formalizar la denuncia en otro formulario…
 
Los aeropuertos recibieron del gobierno US$ 2.5 millones para reformas. El cronograma de las obras ya está atrasado. Según el Ipea, con el ritmo actual de licitaciones las obras demorarán más de seis años para terminar.
 
Ahora el gobierno federal pretende alterar las reglas de las licitaciones y miren por dónde, ¡premiar a las empresas que trabajen más rápido! ¡Piensen en la calidad! En un país serio se hace lo contrario: se multa a quien no cumple los plazos y la falta de calidad.
 
Se prevé que cada turista, en los dos acontecimientos deportivos, hará de 6 a 14 viajes aéreos, debido a las distancias en el interior del Brasil. Por el éxito de nuestros transportes aéreos sólo nos queda rogarle a san Cristóbal, patrono de los viajeros, que ilumine al gobierno y a las empresas constructoras que nos ofrezcan buenas obras. Y queme las manos de los corruptos que embolsen dinero público.
 
- Frei Betto es escritor, autor de “El arte de sembrar estrellas”, entre otros libros. http://www.freibetto.org/>    twitter:@freibetto.
 
 
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