Terrorismo mediático en acción

11/03/2011
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Lo de Túnez casi que pasó desapercibido. La gran prensa mundial, a pesar de que en estos tiempos dispone de recursos informáticos instantáneos y universales, apenas si “alcanzó” a pasarnos unas imágenes de archivo tanto del paniaguado que estuvo en el poder más de treinta años como de las manifestaciones populares que echaron al traste, en un instante, tan idílico poder, del que la mayor parte del mundo no estaba ni enterada.
 
Cuando la gran prensa mediática se puso en movimiento fue cuando miles de “pacíficos” árabes comenzaron a llenar la turística plaza de Tahirir del milenario Cairo. Esos pacíficos manifestantes, de pronto, como movidos por un resorte invisible, recordaron también que tenían de presidente a un “líder” (Hosni Mubarak) que ya llevaba 32 años en el poder y que no le daba cuentas de nada a nadie, menos a los egipcios; quienes, a pesar de los millones de turistas que recibe todos los años para que vean las pirámides y la esfinge, y de los incalculables ingresos petroleros, vivían, sin embargo, en la miseria y sin esperanza alguna. E iguales o parecidas movilizaciones comenzaban a desarrollarse en la casi desconocida Yemen, en Katar, en el reino de Arabia Saudita; y hasta en Bahreit, ese idílico y único enclave del Golfo Pérsico, en donde descansa y espera (¿) la pacífica séptima flota norteamericana.
 
De no ser por doña Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, que salió asustada a pedir que los cambios que exigían las multitudes en calles y plazas de esos feudos, sean “tranquilos y pacíficos” no sabíamos los y las ciudadanas del mundo que se trataba de tiranías que administraban esos países asentados en un gran lago de petróleo, del cual se aprovisionaban los propios Estados Unidos y los imperitos de la OTAN. De paso, esos gobiernos respaldaban a Israel como el estado gendarme del golfo, autorizado para matar palestinos, cuando le dé la gana o al menor pretexto, y para bloquearles cualquier salida, al más puro estilo y peor del que los propios EE.UU. aplica contra Cuba, desde hace medio siglo.
 
Rápidamente (como debe ser en un imperio que se precie y que gasta miles de millones de dólares al año en sofisticados servicios de inteligencia y espionaje) los actuales inquilinos de la Casa Blanca decidieron que el susto podía superarse fácilmente si se ponía en vereda a los gobiernos amigos y se les obligaba a que dejen el poder, pero a gobiernos de transición confiables; es decir, que prometan un cambio pero sin cambiar nada. La preocupación del imperio mayor y de los imperitos era porque los nuevos gobiernos debían garantizar, en primer lugar, que seguiría en vigencia la actual explotación y distribución del petróleo; y, en segundo lugar, que respetaría los “compromisos internacionales” en especial el reconocimiento de Israel como el estado policial del medio oriente.
 
Y también -¿por qué no?- la inesperada ebullición popular podría ser aprovechada por el gran imperio para salir de esos gobiernos indisciplinados o desconfiables que, en el mismo sector, no acataban sin chistar las consignas imperiales o las combatían abiertamente. El primer gobierno díscolo del sector era (y sigue siendo) Irán, el de los ayatolas que defenestraron al Sha de Irán, ese si plenamente confiable pero que fue echado con miles de millones en sus maletas, a morirse en el exilio. Y eso no se puede perdonar; peor, si aquello le significó al poder absoluto que no pueda “proteger” totalmente el sector, de los “terroristas”.
 
Así pues, la CIA y otros organismos de inteligencia, echaron a rodar, mediante las inmensas redes mediáticas del sistema, que la sublevación había iniciado también una lucha frontal contra el Presidente (de nombre impronunciable) que se había permitido cuestionar a Israel, especialmente en lo del número de víctimas de la segunda guerra mundial, y que clamaba por su disolución, como estado. Según la gran prensa audiovisual y virtual, “miles de coléricos iraníes” se habían lanzado a las calles de Teherán para derrumbar al gobierno tiránico de “Amnimalsivaya” (o algo así) Tan pronto como estas imágenes (que resultaron de archivo) dieron la vuelta al mundo, a través de la gran prensa sipiana, le sacaron al Presidente Barak Obama para que apoyara la revuelta y demandara de ese gobierno, respeto a los manifestantes en su contra. Mas, ocurrió que los “democráticos manifestantes” seguramente por falta de aliento (dinero efectivo), desaparecieron del escenario tan pronto como aparecieron; y dejaron al gran imperio colgado, con sus advertencias.
 
¿Qué hacer? Alguien recordó que también Libia tenía un gobierno de más de 40 años (Muamar el Kadafi o Gadafi) y, aunque este estrafalario gobernante había sido aceptado entre los “buenos”, después de haber “sido muy malo” (sin duda un milagro del petróleo a gran escala) el gran imperio y los imperitos (europeos) recordaron que en estas luchas siempre hay un “cabeza de turco” La idea fue rápidamente acogida y los servicios de inteligencia echaron a rodar la especie de que el levantamiento árabe era contra Kadafi y Cia. Los medios masivos de la información, sin pérdida de tiempo, echaron mano de sus recursos y habilidades; y, en menos de dos días, la sublevación libia había tomado tal dimensión que estaba a las puertas de Trípoli (la capital) y que ya sumaban 10.000 los muertos por el malo de Gadafi y sus mercenarios. Solo esperaban un empujoncito para liberar Libia de las garras del coronel y sus hijos.
 
El “empujoncito” no podía venir sino de Obama y la señora Hillary Clinton. Muy a tiempo, porque el mestizo Presidente y su Secretaria de Estado estaban contra las cuerdas, pero por los ultras republicanos del Tea Party; y necesitaban una ocasión para que el imperio reivindique su vocación de imperio bueno; y salve a otro país del caos y la guerra civil. Por ello, el Presidente Obama y su rubia Secretaria de Estado salieron, ni cortos ni perezosos, a advertir, a los malos, que no toleraría un derramamiento de sangre, que Kadafi o Gadafi había perdido legitimidad, que su suerte estaba echada y debía dejar el poder y someterse a la Corte Penal de La Haya, que para eso está. Y, como movido por un espíritu supremo, volvió a la vida el Consejo de Seguridad de las NN.UU. para aprobar por unanimidad medidas coercitivas contra Libia.
 
Todos partían de la “seguridad” de que lo que había denunciado al mundo entero la gran prensa sipiana, era cierto. Que había que actuar y rápido. Ni en sueños previeron que una red televisiva de tercermundistas (Telesur) y Al Jaezera (la de los árabes) desmintieran a la gran prensa mundial y dijeran que Tripoli seguía fuerte, en manos de Gadafi, que los rebeldes habían ocupado exitosamente el oriente del país (en especial la ciudad de Basuni) y que se libraban batallas esporádicas provocadas, más por los rebeldes que por los oficialistas. Y, el colmo de los colmos, se dio cuando tanto Gadafi y su frente de resistencia; y también voceros de los rebeldes, declararon públicamente que no tolerarían una invasión exterior. Los rebeldes, en un arranque de patriotismo, dijeron que lo único que necesitaban era el apoyo de un corredor aéreo, que les suministre armas e información del enemigo.
 
No hace falta decir que el gran teatro mediático quedó en eso, en teatro; que Gadafi no ha salido de Libia, que los rebeldes más que avanzar, resisten; y que el propio líder libio ha aceptado la idea lanzada por Venezuela y recogida por los países del Alba, esto es crear una comisión internacional que reúna a las partes en conflicto y busque una salida pacífica, antes de que se desate una guerra civil.
 
De esta suerte, quedó en evidencia que la gran prensa sipiana mundial había montado un gran show y que el caso libio se había puesto más que difícil, tanto como que los propios servicios militares rusos no habían detectado en sus radares las batallas de las que hablaban las redes mediáticas del imperio. Y de que, a la segunda semana de marzo/2011, el conflicto seguía en pie y, a pesar de las batallas que ganaba la gran prensa sipiana para los rebeldes, la impresión general era de que estos se batían en retirada y estaban angustiados por encontrar algún arreglo, pero en paz.
 
Quedó claro que el gran imperio seguía siendo imperio, a pesar de tener un Presidente mestizo, que estaba dispuesto a invadir otro país (Libia) para asegurarse el suministro de petróleo y, de paso, salir de un jefe de estado incómodo (Kadafi o Gadafi); y de que la gran prensa imperial (escrita, radial, televisiva y digital) era la punta de lanza que justificara cualquier invasión. No importa si para ello hay que volver a mentir, como fue la invasión a Irak.
 
Pero, las fuerzas imperiales no contaban con el esfuerzo de una red del tercer mundo y de que tendrían que aceptar que, a pesar de lo que dijeron, Gadafi o Kadafi seguía en pie y tratando de reconquistar las ciudades y territorios que había perdido, según la prensa mundial. El gran imperio y sus fuerzas invasoras no habían asimilado que se puede engañar una vez a parte de la humanidad; que se la puede engañar 10 veces; pero que nunca la mentira puede perpetuarse. Y esta vez, como que el tiro les está saliendo por la culata.
 
En esos mismos días, la prensa mundial ha callado otro episodio ocurrido a miles de kilómetros del medio oriente. Carlos Serpa Maceira, un cubano que las ofició durante años de “periodista independiente” y que fue portavoz de las famosas damas de blanco y la fuente confiable del periodismo contrario a la Revolución Cubana, resolvió volver a la vida civil luego de haber servido a su país (Cuba) como un infiltrado precisamente en los sectores de la “valiente oposición” contra el “oprobioso gobierno de los Castro”, como suelen decir desde Miami.
 
Pues Serpa reveló que, desde el supuesto papel de periodista independiente y líder de la naciente oposición anticastrista, echó a rodar mentiras y shows totalmente fuera de la realidad y hasta ridículos; y que esas mentiras fueron difundidas tal cual, con punto y coma, por el llamado periodismo independiente y serio. Ha escrito un libro y se ha reintegrado a su comunidad, después de años de haber pasado por la vergüenza de ser un disidente al servicio de la contrarrevolución. Citemos solo un caso: doña Laura Pollán, que las oficia de dirigente de las damas de blanco (tan promocionadas por prensa, radio y televisión mundiales) por consejo de Serpa, montó todo un show frente a una cárcel común de la Habana, pero solo para dar la idea de que resistía a los servicios de seguridad cubanos que “querían meterla presa” o que reclamaba por la detención de unos supuestos “presos de conciencia”.
 
La gran prensa mundial “seria e independiente” ni siquiera ha dado a conocer a sus perceptores que ha sido víctima de una gran tomadura de pelo; peor, mucho peor, que la oposición que trata de articular el imperio en Cuba, es una farsa que no camina, a pesar de los millones que se invierten anualmente, en ese esfuerzo.
 
Tampoco la gran presa “seria e independiente” ha dado a conocer que, desde Cuba y de sectores progresistas del mundo entero, le han desafiado al imperio a que levante el criminal bloqueo que tiene desde hace medio siglo contra Cuba, ya que la señora Clinton ha declarado a los cuatro vientos que el tal embargo, no pasa de ser un “pretexto del castro comunismo para seguir oprimiendo al pueblo cubano”. Si es así, le han desafiado, entonces ¿por qué no levanta el bloqueo y le quita al gobierno revolucionario el pretexto?
 
 Y, por último, un caso ecuatoriano del que la gran prensa sipiana tampoco ha dicho nada. El periodista Rodolfo Muñoz, que las oficiaba, desde hace años, de corresponsal de la red televisiva CNN en español (que se edita desde Atalanta, EE.UU.) renunció públicamente a su representación porque los editores de esta cadena querían que diga que el levantamiento policial del 30 de septiembre/2010 (30-S) no pasó de eso, a pesar de que todo ecuatoriano (na) sabe que se trató de un vulgar golpe de estado fallido, con una secuela de por lo menos 8 muertos y más de 200 heridos 
 
El quid de la cuestión es que cada vez es más notoria y descarada la acción y la omisión de la gran prensa mundial por defender los intereses del neoliberalismo. Y eso es no ser independiente ni serio peor respetuoso de la libertad de expresión, como derecho universal.
 
Quito, marzo 7/2011
 
- Alberto Maldonado S. es Periodista – Ecuador
https://www.alainet.org/de/node/148225
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